La “X” de Pablo Iglesias
Hoy me he enterado, porque ha sido noticia, de que, en la Declaración de la Renta, Pablo Iglesias ha marcado la “X” a favor de la Iglesia y, también, a favor de otros fines sociales. Ha hecho lo mismo que yo hago cada año. Con la diferencia de que sus ingresos son mucho mayores que los míos; o sea, que ha ayudado económicamente a la Iglesia más de lo que yo podría ayudar nunca – o, al menos, hasta ahora - .
Hay personas que cuestionan el sistema de asignación tributaria, según el cual un pequeño porcentaje de los impuestos que se pagan se destina, si el declarante así lo desea, a la Iglesia y/o a fines sociales. Y estos cuestionamientos proceden tanto del ámbito “laicista” – por entendernos – como del ámbito “católico”. Unos dicen, simplificando, que “el que quiera religión que se la costee”. Otros, que la Iglesia ha de ser libre y que no puede estar pendiente de que Hacienda facilite que los fieles ayuden a su sostenimiento.
Comprendo que hay razones a favor y en contra. Pero yo sí apoyo la asignación tributaria. Y lo hago por varios motivos:
- Porque es bueno que los ciudadanos – los contribuyentes – puedan decidir, al menos en una mínima parte, a qué se deben dedicar sus impuestos y a qué no. La Iglesia Católica se enfrenta cada año a una especie de referéndum, de la que no sale mal parada: muchos ciudadanos – y la soberanía política reside en los ciudadanos – quieren, voluntariamente, que una parte de lo que pagan vaya a la Iglesia. Sobre otras muchas cosas no se nos deja optar: nos guste o no, el dinero de nuestros impuestos financia partidos políticos, sindicatos y hasta abortos. Nadie nos concede el “derecho a decidir”.
- Porque creo que el Estado ha de respetar – y facilitar – el derecho a la libertad religiosa de los ciudadanos. Muchos españoles quieren tener cerca una parroquia, una iglesia, un centro de culto. Y, por ello, están de acuerdo con que, a ese fin, se destine un pequeño porcentaje de los impuestos que pagan. Porque los católicos son ciudadanos, y pagan impuestos.
- Y muchos otros, como Pablo Iglesias, católicos o no, consideran que la Iglesia hace bien a la sociedad. Es una falacia pensar que una cosa es Cáritas y otra la Iglesia. Cáritas tiene una primera célula de atención a las personas en las parroquias. Y el dinero de estas Cáritas parroquiales procede de los donativos que, en la Misa de cada primer domingo de mes, ofrecen los católicos practicantes.
Pero la Iglesia hace bien a la sociedad no solo por Cáritas – aunque sin Iglesia, no habría Cáritas – sino porque, como dice Jesús, “no solo de pan vive el hombre”. La Iglesia anuncia a Jesucristo y, de este modo, da sentido y esperanza a la vida de los hombres.
Suprimir la asignación tributaria – la famosa “X” – causaría a la Iglesia, hoy por hoy, un enorme daño. Los más perjudicados serían los más pobres: los que viven en parroquias pequeñas, en zonas rurales, donde sería imposible que muy pocos fieles sostuviesen el culto. La supresión de la “X” no afectaría, apenas, a las parroquias grandes de las ciudades.
En España tenemos pocos sacerdotes, y ya mayores. Si tuviesen que buscarse un trabajo civil para vivir – y, a cierta edad, eso casi no es posible -, se resentiría la atención pastoral. Y, desde luego, el número de parroquias se reduciría a la mitad.
Otras confesiones religiosas, si quisiesen, podrían escoger este tipo de ayuda. Si no tienen muchos fieles a los que atender, y muy dispersos, no les interesará hacerlo.
A la Iglesia Católica, sí – en mi opinión - . En pueblos muy pequeños ya solo queda la Iglesia.
La “X” de Pablo Iglesias está muy bien. Pero también es, en parte, una “X” – una incógnita – cuál sería, en la práctica, su política en asuntos religiosos. ¡Dios dirá!
Guillermo Juan Morado.
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