Jesús Casás Otero, “Tota pulchra. María, esplendor de la belleza divina”
En esta reseña deseo presentar un libro, escrito por Jesús Casás Otero, dedicado a la Virgen María: “Tota pulchra. María, esplendor de la belleza divina”, Secretariado Trinitario (Colección “Ágape”, 51), Salamanca 2015, ISBN 978-84-96488-74-8, 406 páginas, 21 euros.
Jesús Casás Otero (Cangas do Morrazo, 1934) es coronel capellán del Ejército y canónigo del Cabildo de Tui-Vigo. En su formación y actividad intelectual, confluyen dos pasiones: la Historia del Arte (materia en la que se especializó en la Universidad Complutense de Madrid) y la Teología (es Doctor por la Facultad de Teología de Cataluña).
Son dos pasiones, dos campos de interés, que han fraguado en una síntesis fructífera: el tratamiento de las cuestiones teológicas desde la perspectiva de la belleza, del pulchrum, uno de los trascendentales del ser, olvidado quizá en la historia teológica más reciente – no así en la Patrística o en la Edad Media - , pero que ha ido recobrando espacio, gracias, entre otros, a la teología de H.U. von Balthasar. Esta obra que ahora comento está precedida de otras dos, muy significativas: Estética y culto iconográfico (BAC, Madrid 2003) y Belleza y vida de fe (San Pablo, Madrid 2009).
El prólogo, escrito por el Prof. Gonzalo Tejerina Arias, de la Universidad Pontificia de Salamanca, proporciona unas claves muy oportunas para adentrarse en la lectura de este libro: “el lector halla en estas páginas [nos dice con relación al texto de Jesús Casás] un tratado de mariología completo elaborado sub specie pulchritudinis” (p. 9).
Y eso es, en verdad. María es el esplendor de la belleza de Dios. En Ella, en María, la belleza está íntimamente relacionada con la encarnación y con la salvación; en definitiva, con la Trinidad, con Jesucristo, con la Iglesia y con la humanidad.
La estructura de este tratado es muy clara: I. Mariología y belleza teológica. II. La elección de María. III. Belleza inmaculada. IV. Anunciación y plenitud de gracias. V. Belleza y virginidad de María. VI. Maternidad virginal. VII. Estética y mediación de María. VIII. La gloria de María en la “hora” de Cristo. IX. La gloriosa Asunción de María. X. María, Madre de la Iglesia.
En una preciosa “síntesis final”, D. Jesús Casás nos recuerda: “La estética mariológica considera a la Santísima Virgen parte de la manifestación de la gloria de Dios que, por medio de unos signos históricos, constituyen la forma de la revelación” (p. 386).
La Forma es Jesucristo, el Verbo encarnado. Pero esa Forma resplandece “en la belleza de la Madre” (p. 389).
No puedo más que coincidir con Gonzalo Tejerina, cuando dice: “A quien sobre la Madre del Señor desee una reflexión seria, abierta en franquía a la más viva experiencia espiritual, como es propio de la perspectiva estética, la lectura de la obra le será de gran provecho” (p.10).
Mi felicitación y mi agradecimiento al autor.
Guillermo Juan Morado.
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