El obispo de Ávila llama a ser cautos con las prácticas orientales de meditación
El obispo de Ávila, mons. Jesús García Burillo, ha dedicado su última carta semanal a ofrecer criterios católicos de discernimiento para el yoga y otras prácticas que pretenden en muchas ocasiones ofrecer un apoyo espiritual a las personas y que no son aceptables para la fe cristiana.
La misiva, titulada “Mística cristiana y no cristiana”, responde así a las inquietudes de muchas personas que consultan sobre estos temas, y su autor, el prelado abulense, se sitúa en la línea de la enseñanza magisterial de la Iglesia. Por su interés, reproducimos la carta en su integridad:
Mística cristiana y no cristiana
Queridos diocesanos:
Hoy en día muchos cristianos se preguntan si ciertas prácticas orientales como el yoga son compatibles con la fe cristiana y si son un método válido de oración. Ante esta cuestión, y con riesgo de reducción del tema, quisiera exponer algunos criterios de clarificación.
El Yoga nació en la India y recibe su nombre de la raíz yuj, que significa uncir, unir, ligar. Se trata de una disciplina ascética orientada a someter las potencias del cuerpo y del alma y a conducir la mente a la tranquilidad absoluta interior y al éxtasis, llegando a la unión con el universo o con la divinidad (Brahman, Shiva, Visnú). Ya se usaba en los siglos VI y V a. C. y su fin es dominar los pensamientos atravesando 8 grados: 5 preparatorios y 3 en los que se alcanza la meta.
Los grados preparatorios requieren una observancia ética, purificación y mortificación, la superación de los vicios y la práctica de las virtudes; añaden una preparación física por medio de posturas corporales a veces difíciles, resistencia, tenacidad, armonización del sistema nervioso, dominio de la respiración; además, una preparación psíquica descargando todas las imaginaciones y fantasías inútiles. Esta preparación dura meses o incluso años para el practicante de yoga.
A continuación el yogui practica los ejercicios esenciales del yoga, que son la atención, la meditación y la abstracción que termina en el éxtasis. Al llegar aquí el alma se halla en un mundo nuevo; encuentra un estado de tranquilidad y de paz que el yoga considera como el último fin y la felicidad del hombre.
Estas técnicas, que conducen a la paz interior y a la felicidad, son cultivadas por místicas budistas, musulmanas, judías o neoplatónicas y se han puesto de actualidad en occidente. Por ejemplo, el filósofo Alois Haas (Zurich, 1934) recibió recientemente el título de doctor honoris causa por la universidad Pompeu Fabra de Barcelona, después de haberle entregado su fondo de 40.000 libros sobre mística y espiritualidad.
Pero estas técnicas o caminos de espiritualidad no pertenecen a la mística cristiana. La mística cristiana, con sus diferentes escuelas (carmelitas, dominicos, jesuitas, franciscanos…), se caracteriza por el influjo habitual de los dones del Espíritu Santo en la vida del cristiano. La mística cristiana, por tanto, tiene lugar siempre por influjo del Espíritu Santo, aunque precise de la colaboración humana, y se experimenta especialmente en la oración contemplativa, pero también en las tareas diarias del cristiano, incluso en las más difíciles.
A diferencia de las anteriores, las características de la mística cristiana son: la pasividad (porque la iniciativa viene de Dios, es una gracia, aunque sea precisa la libertad humana); la simplificación (porque mediante la meditación amorosa de los misterios divinos se alcanza una visión sintética de todo); la experiencia de Dios (porque se tiene conciencia de estar en contacto inmediato con Dios aunque este estado no sea siempre consolador, como en la noche oscura de San Juan de la Cruz); la oración (porque se trata de un diálogo personal, íntimo y profundo entre el hombre y Dios); la caridad (porque toda oración contemplativa remite al amor al prójimo); y la ortodoxia (porque la vida mística cristiana está en plena conformidad con el Magisterio de la Iglesia, tanto en la dogmática como en la moral).
En resumen, la mística cristiana puede entenderse como la iluminación interna y la comunión íntima que Cristo ofrece al cristiano atrayéndolo a sí mismo, y con Él al Padre, por el Espíritu Santo. Santa Teresa repite que no son los éxtasis o los fenómenos místicos los que demuestran la calidad de la oración, sino la transformación en una persona virtuosa, llena de amor y buenas obras.
Queridos diocesanos, desearía que estas breves nociones, en exceso simplificadas, sobre la vida mística cristiana y la mística no cristiana os ayuden a comprender las grandes diferencias existentes entre una y otra, y la naturaleza diferente que se da entre ellas. La mística de los santos Teresa de Jesús y Juan de la Cruz y otros muchos santos contemplativos, como conocemos muy bien en Ávila, es modelo de mística cristiana, alejada de otras técnicas que son muy respetables y que pueden hacer bien a las personas que las practican, incluso a cristianos que ejercen alguna de las técnicas propuestas sin compartir necesariamente el objeto final y manteniendo la fe en Dios Padre y la primacía del Espíritu Santo, pero que conviene distinguir claramente entre una y otra. Es lo que pretendo con esta carta semanal.
+ Jesús, Obispo de Ávila
20 comentarios
¡Sta. teresa lo guarde siempre!!
Bien, si está orientada a eso, y ciertamente, no por medio de la gracia de Dios en Jesucristo, sino por obra de la disciplina misma, entonces es claramente incompatible con la fe cristiana, y entonces ¿porqué no decirlo claramente?
¿A quién le van a servir esos "criterios", si no le sirven a los mismos Obispos para decidir si el yoga es o no es compatible con la fe católica?
¿Hay una forma de llegar a la felicidad, nada menos, sin Jesucristo, sin su gracia y sin su Iglesia y sus Sacramentos?
Es claro que no, y no es solamente cuestión de "criterios".
Saludos cordiales.
Deberían tenerlo más en cuenta en su día a día.
Y simplificar más. De otro modo, no llega la luz del Espíritu.
Gracias por el post
He observado en los últimos años que muchas personas vienen a la adoración del Santísimo en la Eucaristía. Y se ve que les proporciana ayuda y paz. Pero tampoco la adoración del Santísimo en la Eucaristía tiene que suplir o prescindir de la asistencia a la Santa Misa. Solo "adoración" sin asistencia a la Santa Misa es equivocado. Y la confesión frecuente, por lo menos, una vez al mes, ayuda al discernimiento.
Yo no practico el yoga; lo que sí hago desde hace 35 años es la tabla del Tai Chí Zen Yang B, según el maestro chino, sacerdote católico, profundamente creyente Peter Yang Pai-te, y me ha dado muy buenos resultados respecto a mi salud. Pero Tai Chí no es para mí ni religión ni mística sino una gimnasia muy reconfortante. El que quiera, puede verlo en Internet: Richard Jackman - Tai Chi-Peter Yang. También ver en Internet Alejo Marinas, quien casi todos los domingos lo practica según Peter Yang en la rotonda del Retiro, junto al lago.Hace dos años me preguntó Alejo: "¿Crees tú que nuestro Tai Chí proporciona fuerza?" Se lo confirmé al momento.
Pero hay muchas personas cuya cruz es el sufrimiento, fracaso, etc. Y si a uno le toca esta cruz, que la lleve como buen Cirineio. Y hay personas que se entregan en cuerpo y alma a ayudar a los demás. Este es el camino mejor (1 Cor 12,31).
Es cierto que el obispo explica claramente las diferencias, pero aclara al final que hay personas, incluso cristianos, que las practican, que son respetables, y que a veces hacen mucho bien a la persona. Por tanto, dejando a un lado mi opinión, creo que el encabezamiento de la noticia que aquí arriba repito, no está en la línea del obispo y distorsiona su mensaje. No está el horno para bollos: si damos mensajes distorsionados (como que el yoga es contrario a la fe católica, idea que conduce a un enfrentamiento absurdo entre personas que practican algo con toda su buena intención, sin querer ir más allá que trabajar su cuerpo, como otra forma de hacer gimnasia, y, por qué no, como otra forma de serenar su espíritu, complementaria a su fe católica), pues nos echamos tierra en nuestro propio tejado. Se da una imagen de intransigencia absurda. Tanto mi marido como yo hemos tenido un libro de yoga, que no hemos conseguido dominar ni cultivar, y somos muy creyentes católicos. Se nos dan mejor otros deportes: pilates, correr, nadar.... pero esa gimnasia del yoga es practicada por muchas personas de buena fe, creyentes y no creyentes, y está a la orden del día en los gimnasios. Lo de la mística implícita lo harán poquísimas personas. Creo que está bien el artículo del sr. obispo, pero no el enfoque de la noticia. Creo que debe primar el respeto en este caso. Y creo que debemos aprender también de otras religiones y culturas sin miedo, al revés, sabiendo que Dios Padre es el Dios de todas las culturas. Y que hay muchas formas de llegar a Él.
A veces. Yo conozco los dos mundos y practico en ambos. Mis inquietudes espirituales son cristianas. Busco la gracia de Dios, su guía, su consuelo y su acción purificadora y transformadora en mí.
Pero también practico hatha yoga. En ocasiones, en momentos de pasividad en la hatha yoga aprovecho para orar...Sin embargo en mi caso, la práctica de hatha yoga es usada para mantener la salud en mi cuerpo físico en nuestros mundo urbano y sedentario. Nada más.
Para buscar a Dios, tengo la oración que él nos ha dado y recomendado; la eucaristía, el padre nuestro, el santo rosario, la corona de la misericordia, el vía crucis, etc.
El hatha yoga para mí no es ningún camino espiritual. Con todos los respetos para aquellos que sí viven el yoga como un camino espiritual, para mí solamente es una formidable técnica para mantenerme en forma en este cuerpo físico que Dios nos ha dado y que, como parte de su creación, estamos llamados a cuidarlo pues también es un don de Dios. Y muchas veces las enfermedades y achaques que sufrimos no son la voluntad de Dios sino el resultado de nuestros vicios y pecados.
El desconocimiento de la espiritualidad y mística de usted es preocupante, típica del católico medio en estos días, no se sienta única, es desalentador; usted desconoce la fe que dice profesar, sino, no escribiría lo que ha escrito. El yoga, el hinduismo y el budismo, nada, absolutamente nada, aportan a un católico; sólo cosas malas; sí, cosas malas; no hay medias tintas, con Jesucristo o contra Él; o con la Verdad o con la mentira; pero esto de aquí cojo parte de la verdad y de aquí otro poco de la verdad; en el 'supermercado espiritual moderno tan variado' es de una torpeza inconcebible para el que de verdad se encontró con Jesucristo. A otro perro con ese hueso; yo no soy tan políticamente correcto como el Obispo de Ávila, que por no ofender, no defiende su rebaño como debería, para que lo medite cristianamente. Saludos
Otra que tal baila, o con la Verdad o contra ella; ser sensato no es ser intransigente; el blanco es blanco y el negro es negro; el gris es otra cosa. No venda motos, en nada ayuda el yoga a un católico que de verdad vive la experiencia real de encontrarse con Jesucristo vivo; nada aporta, absolutamente NADA. La espiritualidad, la mística y la propia fe católica es la que desconoce, pero seguro que libros de yoga tiene varios ¿a que sí?
Otro más; a venderle la moto a otros; y que el Obispo de Ávila exprese semejante 'cantamañanada' sobre el yoga y otras prácticas orientales de meditación no les da ningún plus a sus espirtualidades desnortadas; ustedes no son católicos, lo dejo bien claro; son otra cosa, pero católicos no, y menos con sus evangelizaciones 'yoguísticas' al personal. A estirarse a otro lado señores. No imaginan lo que San Pablo y otros muchos dirían de ustedes; y sí, lo sé, sé lo que dirían, de todo menos bonito. Cuanta ignorancia y temeridad, ¡cuánta Señor!
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