El Gran Torino
“I tried to save the Shire, and it has been saved, but not for me. It must often be so, Sam, when things are in danger: some one has to give them up, lose them, so that others may keep them.”
The Lord of the Rings. J. R. R. Tolkien
Casi siempre que he seguido un consejo sobre ir al cine a ver una película, me he arrepentido. En gran medida, los gustos son personales e intransferibles, así que es fácil no coincidir en ellos. Sin embargo, como ayer recibí un consejo de este tipo y me alegré de haberlo seguido, se lo transmito: si no lo han hecho ya, vayan a ver El Gran Torino, de Clint Eastwood.
Fui a ver la película a un cine del centro de Madrid, con una pantalla minúscula. Además, quizá porque uno de nosotros era un sacerdote y vestía de tal, nos dieron los peores asientos de todo el cine. Sólo les diré que había que imitar a un contorsionista de circo para evitar padecer el síndrome de la clase turista. Sin embargo, a pesar de estas condiciones poco favorables, disfruté de la película. Hacía mucho tiempo que no veía una película en la que los espectadores, al terminar, se quedasen sentados en silencio más de cinco minutos, sin que nadie se moviese, pensando en lo que había pasado.
No me interpreten mal. No se trata de una de esas películas en las que la profundidad y el mensaje son directamente proporcionales al aburrimiento que producen y a la falta de emoción en el argumento. Tiene una historia que engancha y bastante acción. Además de mi amigo el sacerdote, fui con dos primos míos de 16 y 18 años, que disfrutaron especialmente de las peleas, bandas callejeras, pistolas y escopetas que surgían por doquier. Por otra parte, la película esta cuajada de un humor huraño que, al menos a mí, me resulta bastante atractivo.
El guión integra muy bien multitud de temas católicos, en torno al protagonista, un católico anciano, veterano de guerra, que acaba de quedar viudo y que sólo iba a la iglesia por contentar a su mujer. Por un lado, el perdón, vinculado a la confesión y a los traumas creados por la guerra. De hecho, el hilo fundamental que está presente en toda la película es la redención y la diferencia entre matar y dar la vida. También se tocan, sin incidir excesivamente en ellos y como de pasada, otros temas católicos, como la ley natural universal (por ejemplo, en un chico oriental que ayuda a una señora norteamericana en un pequeño apuro), la familia (en el contraste entre el amor a su mujer del protagonista y el distanciamiento con sus hijos y nietos), el amor interesado y el amor gratuito (encarnados en la nieta del protagonista y su vecina), etc.
Otro tema que a mí me resultó muy interesante es el de la diferencia entre la bondad y el buenismo. De la boca del protagonista no dejan de salir expresiones racistas, irreverentes o simplemente ofensivas que resultan escandalosas para los defensores de lo políticamente correcto. Sin embargo, esas mismas expresiones son, en muchos casos, la forma que tiene el veterano de expresar su afecto por sus amigos o, poco a poco, por sus vecinos asiáticos, totalmente distintos a él en lo superficial, pero seres humanos también, con los que puede hablar y mostrarse como es y a los que llega a querer más que a sí mismo. Hasta el punto de que el veterano que odiaba a los “amarillos” llega a darse cuenta de que se siente más a gusto entre ellos que con su propia familia. Este elemento hace que el lenguaje de la película sea bastante brusco y soez, pero, a diferencia de otras películas, en este caso tiene que ser así. No es algo gratuito, sino que forma parte intrínseca del guión. En cualquier caso, si a alguien le molestan especialmente estas cosas, no tiene más que ir a ver la película en versión original, como hice yo.
Quizá lo que menos me gustó de la película fue el personaje del sacerdote católico. No es que se le mostrara bajo una luz negativa. Al contrario, aparece como preocupado por sus parroquianos, con la humildad necesaria para reconocer que se había equivocado e incluso dispuesto a arriesgar su vida por otros. Sin embargo, me dio la impresión de que se limitaba a encarnar la idea estereotipada que tiene sobre los sacerdotes la gente que no ha hablado en su vida con un sacerdote. Es decir, alguien inocente, que no sabe lo que es el mal o el sufrimiento. Cualquiera que haya hablado un par de veces con su párroco o, al menos, haya leído a Chesterton, sabe que, en realidad, el sacerdote medio está en contacto con unos niveles de maldad y sufrimiento que horrorizarían a un curtido veterano de guerra como el de la película.
Por supuesto, no se trata de La Pasión, ni de un vídeo de catequesis. Es una película comercial y no confesional, pero precisamente en eso está su interés. Es una buena película porque los temas importantes que trata no se desarrollan a expensas del guión, de las actuaciones, del sentido del humor o de una historia entretenida, sino a través de todo eso. Además y como guinda del pastel, ¿cuándo fue la última vez que vieron una película en la que alguien moría con un Ave María en los labios?
29 comentarios
BTW. ¿has visto Ostroff (La Isla)? La mejor película religiosa de la década.
No la he visto. De hecho, lo único que me parece haber oído de ella es que Kiko se la puso a los sacerdotes del Camino Neocatecumenal que fueron a una reunión con él en no sé donde. Me temo que está ocurriendo lo que tanto temías, Luis: cada día te pareces más a Kiko Argüello... ;)
Fuera de bromas, cuéntanos algo para abrir boca.
Un saludo.
Deja todo lo que tienes que hacer y mira Ostroff.
Es un pecado no verla.
El verdadero cristianismo, en estado puro.
Algo de biografía de San Serafín de Sarov.
Y no te cuento nada para que te apures a verla. Luego la comentamos.
"vamos afinando poco a poco el carro" como dice mi abuelo :p
luis, gracias por la recomendación. No he visto Ostrov, pero lo haré.
Hay una historia sobre el actor, que actúa prácticamente de sí mismo (vive en una isba, como ermitaño).
Pero en fin, no pueden seguir viviendo sin haber visto Ostrov. No pueden.
Le pregunté, medio en sorna, "¿no es pecado bajar de internet pelìculas?" - Luis, me dijo "en este caso el pecado es no bajarla"
Si lo pones así, la veré enseguida y ya contaré por aquí qué me ha parecido.
Espero que la próxima película buena que pongan, vayamos a verla juntos.
Estoy totalmente de acuerdo en que el personaje del cura aparece de forma positiva. Con capacidad de aprender, como usted dice y de reconocer que se ha equivocado, que es una de las cosas más importantes para la maduración del ser humano.
Me pareció, eso sí, poco experimentado en el sufrimiento humano. Supongo que podría tratarse de un cura recién salido del seminario, porque, en cuanto llevan algo de tiempo como sacerdotes, los curas inmediatamente quedan "empapados" de los sufrimientos de todos, que siempre se los cuentan a ellos.
Como sucede con todos los grupos humanos, puede haber curas santos y pecadores, orgullosos y humildes, envidiosos y generosos, pederastas o castos, pero lo que es raro es encontrar un cura que no conozca el sufrimiento humano... a no ser, como digo, que acabe de salir del seminario.
Saludos.
Pues nada, si podéis, pasaros por ahí.
Saludos.
Por cierto, otra película en la que la gente se quedó sentada cinco minutos después de que acabara fue la de La Pasión de Cristo de Mel Gibson.
Lo estaba pensando al ponerme a escribir el post, pero no lo metí por no desvelar excesivamente el final a los que no hayan visto la película.
Luis López:
Lo hemos estado hablando Luis Fernando y yo. Coincide que tanto él como yo vamos poco al cine, pero lo hablaremos con los demás colaboradores, para ver si, entre todos, podríamos comentar un número suficiente de películas.
También me llama la atención algo, películas como la duda, milagros, que echaron ayer en TVE y esta de gran torino, abordan explícitamente el catolicismo, lo integran en su trama ¿es una moda o es algo que va más allá?
Respecto al sacerdote, al menos no ridiculiza y/o caricaturiza su figura.
Y eso no es poco.
Gospodi pomiiiilui, Góspodi pomiiiiií!
A mí la peli me gustó. Encierra un buen mensaje. Pero creo que el viejo Kowalski no es católico, sino protestante.
Me parece muy interesante lo que dices sobre el sacerdote. No se me había ocurrido pensar que las carencias del mismo podrían ser una crítica a un tipo muy concreto de sacerdote, de tipo superficial, y que, por lo tanto, lo que se estaba criticando es la superficialidad en sí.
Entiendo que Kowalski es católico. Por varias razones. En primer lugar, es el típico americano de origen polaco, los cuales son católicos (tradicionalmente, los católicos norteamericanos eran de tres procedencias: irlandeses, polacos e italianos; ahora, por supuesto, la gran mayoría son hispanos).
En segundo lugar, y esto es lo fundamental, se confiesa y muere rezando un Ave María, lo cual es algo propiamente católico, que no haría ningún protestante.
Un saludo.
Clint es un maestro haciendo películas e interpretándolas. Lástima que se retire, aunque ya tiene edad para eso.
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