Oración por los antiguos maestros y profesores
A menudo me acuerdo con cariño de varios profesores que tuve de niño y que dejaron una imborrable huella en mí. Supongo que a muchos lectores les pasará lo mismo.
Al escribir estas líneas, vienen a mi memoria nombres, rostros, anécdotas o enseñanzas que no solo despiertan la nostalgia de aquellos años, sino también un profundo agradecimiento por su labor, su paciencia y su presencia diaria, gastando y desgastando su vida poco a poco. El bien que nos hicieron no se puede medir, ni podemos recompensarlo adecuadamente. Sus siempre escasos salarios no pueden ni siquiera comenzar a pagar la deuda que los alumnos y la sociedad entera tenemos con los que han dedicado su vida a enseñar y educar.
Como dice el refrán español, es de bien nacidos ser agradecidos, así que he pensado que era una buena idea escribir una oración para pedir por mis antiguos profesores. La traigo al blog por si a alguien le sirviera para pedir por los suyos.
Oración por los viejos maestros
Señor Jesús
único Maestro
y única Verdad,
que enseñaste a los hombres
el camino de la vida,
te ruego por mis viejos maestros
para que los colmes
de abundantes bendiciones.
Llévalos de tu mano,
como ellos me guiaron a mí
cuando era niño.
Ten paciencia
con sus errores,
igual que ellos fueron pacientes
con los míos.
Haz que tantos sinsabores
que les causamos
mis compañeros y yo
sirvan para el perdón
de sus pecados.
Y puesto que gastaron
y desgastaron su vida
por mi bien,
recíbelos un día
en el banquete del reino
y allí las verdades
que me enseñaron
sean su gloria
para siempre,
en tu presencia.
Amén.
18 comentarios
Ellos me dieron una gran mano con mis hijos, con amor desinteresado y ejemplo de vida.
Dios los bendiga!!!
¿Su paciencia? Yo fui víctima de la EGB del palo y el insulto, antigua escuela que por mala suerte, pillé poco antes de su jubilación.
Que Dios se lo pague, que yo no tengo cambio.
"¿Sus siempre "escasos salarios"? 1.800 €/mes uno de básica"
Cualquier ejecutivo de tercera gana mucho más y el trabajo que hace es infinitamente menos importante. Para una sociedad es suicida no invertir todos los recursos posibles en tareas más importantes, como la de educar a sus propios miembros.
"Yo fui víctima de la EGB del palo y el insulto, antigua escuela que por mala suerte, pillé poco antes de su jubilación"
Yo también hice la EGB y tengo muy buenos recuerdos de muchos de mis profesores. Además, lo que he visto en mis hijos no me lleva a pensar que la cosa haya mejorado mucho, la verdad.
Pero no tiene sentido discutir sobre experiencias personales.
Saludos.
Tal vez no supe en su momento el valor que tenía lo que me dieron y, como antigua profesora, sé que es un misterio el recuerdo que se deja en los alumnos que acaban desapareciendo y nos dejan siempre con la duda de si pudimos hacerlo mejor y en qué fallamos. Los míos fueron maravillosos y eso es una deuda de gratitud que solo Dios tendrá en cuenta. Pido su bendición para ellos y su descanso eterno en el Señor que es el que tiene en cuenta la labor anónima de los que, con minúscula, llamamos maestros.
Que hayan sido recibidos
en el banquete del reino
y allí las verdades
que me enseñaron
sean su gloria
para siempre,
en tu presencia.
Amén.
Ella estudiaba al pie de la letra, yo, como siempre, atrapaba conceptos y códigos morales, y los expresaba a mi manera. Quizá ahí esté la diferencia.
Curiosamente, los buenos padres tenían un nombre que empezaba por la enigmática F : Florentino, Feliciano, Fortunato, Filomeno....
Poetastro como soy, en momentos de debilidad, he escrito algo para esta gente generosa que entregó su vida mientras era zarandeada por la borrasca de la mal llamada modernidad, pero no me atrevo a transcribirlo. No sea que Bruno me mande a casa a la Guardia Civil por atentar contra la sensibilidad estética.
:) :) :)
Pues en algún momento habrá que sacar alguno de sus engendros poéticos en el blog.
Y enhorabuena a Florentinos, Fortunatos, Filemones, Claras y otros religiosos de bien. Yo tuve Justinianos, Felicianos y, de forma un poco más prosaica, un Pablo. Y entre los que no eran hermanos de la Salle, muchos buenos profesores también.
"La reacción de los antiguos discípulos es extraña"
En el colegio no recuerdo que sucediera, pero en la universidad un gran número de alumnos veneraba como si fueran grandes sabios a profesores que no tenían ni idea de su asignatura (ni de ninguna otra, en realidad). Confundían la oscuridad con la sabiduría. Los pobres no se habían dado cuenta de que quien sabe mucho tiende a hacer que la asignatura parezca más fácil y entretenida y no más difícil y esotérica.
Después del Concilio V II se comenzó a derrumbar todo......retiraron las Órdenes religiosas a los pocos años...….mi hermana terminó en el San Pablo.
El año pasado pedí permiso para pasar por el La Salle (que ya no funciona como Colegio) y no podía dejar de llorar...….No fui a los 50 años de egresada del secundario del E.E. porque lo de ahora ya no es lo mismo.....(no sé si mejor o peor.....pero faltan las Hermanas.....las de antes del Concilio....las que se disputaban ser mi "mamá").
Dios las tenga con Él, gozando de su Gloria Eterna.
Enseñar es una de las más nobles tareas que pueda desempeñarse. De hecho, evangelizar es una forma particular de la misma. Al Señor le decimos Maestro porque lo era.
Lástima que en estos momentos su importancia esté devaluada, y su autoridad desautorizada. Si no hay respeto por su figura, ¿qué puede transmitir?, ¿qué conocimientos podrá lograr comunicar a quienes desprecian tanto esos conocimientos como a quienes los portan?
En mi época (soy la tercera promoción de la famosa EGB, que comenzó en los nacidos en 1961 -soy del 63-), autoridad sobraba en los enseñantes. Y era bueno que existiera, aunque el respeto que les teníamos lindaba en no pocas ocasiones con el miedo. La competencia o la aptitud..., bueno, variaba. Como en cualquier profesión hay tres tipos de profesores: los excelentes, los que hacen lo que pueden con honestidad y los que detestan enseñar. He conocido a profesores de los tres grupos. A los primeros les recuerdo y les estoy agradecido; a los segundos, la mayoría he olvidado; a los terceros, ya los he perdonado.
Por cierto, Bruno, me encanta la foto que has escogido: Eliot en plena clase.
La señorita Mª Jesús era independiente y alegre, tenia una academia, en cambio Doña Carmen, que era directora de la Normal, tenía fama de adusta.
Recuerdo que en ciertas clases en las que se sabía que iba a haber preguntas relacionadas con clases anteriores, mis compañeras me encargaban la comisión de que yo expusiera dudas o hiciera preguntas para evitar que Doña Carmen las hiciera primero porque no habían estudiado lo suficiente. Entonces yo me levantaba y hacía de judío en la sinagoga enzarzándome en un diálogo de preguntas y respuestas hasta que pasaba la hora lectiva. Cierto día la profesora me vio en el pasillo y me dijo: " Fulana (siempre por el apellido y siempre de usted) no crea que no me he dado cuenta de que la comisionan a usted para evitar que pregunte la lección, mientras las dudas o las preguntas sean de interés le seguiré contestando, pero prepárese usted si algún día se le acaba el ingenio y pregunta una tontería". Jamás lo volví a hacer.
A todo esto doiraje se habrá dado cuenta de que yo pertenezco a la generación anterior, cuando estaba la Educación Primaria hasta los 14 años y el bachillerato que comenzaba con la révalida a los 10, cuatro años de bachillerato elemental y dos de superior con sus reválidas intermedias y finales. Los que estudiaban por libre, como fue mi caso hasta 2º de bachiller, teníamos que presentarnos en el instituto para los exámenes de junio, o en su caso, en septiembre. Muchos de los exámenes eran orales.
No tuve profesoras hasta llegar al BUP, cuando salí del colegio de curas (Misioneros de los Sagrados Corazones). Ya eran otro tipo de mujeres, pues eran otros tiempos (finales de los 70). Bueno, mis tres primeros años de colegio, lo que hoy correspondería a la Educación Infantil de 2º ciclo, tuve a "Señoritas", como así se las llamaba. Yo tendría entre 4 y 7 años (1967-70). Por cierto, que de las tres me acuerdo perfectamente: la señorita Mari Carmen (dulce y muy guapa), la señorita Araceli (buena y nerviosa) y la señorita Mercedes (todo un carácter). Luego, durante años, todos fueron varones, laicos y sacerdotes.
Yo soy un negado para las Matemáticas. Sólo las llegué a comprender durante 1º BUP, a mis 14-15 años, cuando fui alumno de una profesora maravillosa, Ana, una chica poliomielítica, muy bajita, y de una ternura verdaderamente conmovedora. Nos hacía fácil lo difícil sin perder un ápice del rigor académico. Era tan competente que la ficharon para la empresa privada y al final del curso nos dejó. Espontáneamente todos los alumnos le organizamos una pequeña despedida. Era un cielo de persona, y con un don para la enseñanza primoroso.
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