Destructora de todas las herejías
De Maria nunquam satis, decía San Bernardo. Sobre nuestra Señora, todo lo que se diga es poco. Así lo ha entendido siempre la Iglesia, que ha multiplicado hasta el infinito los títulos, elogios o piropos a la Virgen: Trono de la Sabiduría, Causa de nuestra alegría, Nueva Eva, Hija de Sión, Doncella de Israel, Reina de los Ángeles, Rosa de Jericó, Llave del Paraíso, Panhagia, Abogada nuestra, Turris eburnea, Foederis Arca, Medianera de todas las gracias, Madre de la Iglesia, Reina y Señora de cielos y tierra, Theotokos, Speculum iustitiae, Stella maris…
No podría decir cuál de todos esos títulos de Nuestra Señora me gusta más, pero hoy voy a hablar de uno que siempre me ha parecido delicioso por lo políticamente incorrecto, el de Destructora de todas las herejías. Como dice el oficio parvo de la Virgen, Gaude Maria virgo, cunctas haereses sola interemisti in universo mundo. Es decir, alégrate, Virgen María, tú que eres la única que has destruido todas las herejías del mundo.
Hace un par de semanas, cuando celebramos la Asunción, me acordé de este título de Destructora de todas las herejías. No creo que sea casualidad que, precisamente cuando multitud teólogos, sacerdotes y religiosos han comenzado a avergonzarse de este dogma mariano, multitud de católicos hayan comenzado a creer en la reencarnación y demás tonterías. A fin de cuentas, la asunción de María Virgen a los cielos en cuerpo y alma es la demostración clara de que nuestro destino es la resurrección. Y un amor profundo a la Madre asunta a los cielos incluye necesariamente el deseo de reunirse con ella en en la Jerusalén celeste y hace palidecer aún más los dudosos atractivos de una tiránica rueda de muertes y reencarnaciones, detestada intensamente por los mismos orientales que la inventaron.
Lo mismo podría decirse de los dogmas que nos enseñan otros aspectos del misterio de nuestra Señora. Multitud de pseudoteólogos odian la Inmaculada Concepción de la Virgen o, lo que es aún peor, se burlan de ella como de una superstición medieval. ¿Será una casualidad que la mayoría de los cristianos no crean ya en el pecado original? Más aún, ¿será una casualidad que España, que defendió está verdad con todas sus fuerzas antes de que fuera dogma, haya abandonado la fe? España olvida a su patrona, la Inmaculada Concepción, y con ese olvido pierde la fe que fue la razón de su existencia. No es extraño que se esté desintegrando.
Yendo por esa misma línea, ¿habrá alguna relación con el hecho de que haya incluso obispos y cardenales que detestan la castidad, igualan el adulterio con el matrimonio, bendicen los anticonceptivos y los falsos matrimonios y promueven con todas sus fuerzas el divorcio católico? Quizá esté relacionado con que, en vez de la Sagrada Familia, prefieren tener como modelo la última moda de su tiempo, por muy destructiva y absurda que sea.
La Tradición de la Iglesia enseña que María es la siempre virgen y que mantuvo su virginidad antes, durante y después del parto, como tan bellamente muestran las tres estrellas con las que siempre está adornada en los iconos. Me temo que sería una tarea hercúlea contar los religiosos que no creen esta verdad… y aún así esos mismos religiosos se extrañan de que se hayan derrumbado las vocaciones a la virginidad consagrada. Cada vez que se menciona en este portal que la virginidad consagrada es más perfecta que el matrimonio (algo que es doctrina de la Iglesia desde hace más de quince siglos), siempre hay lectores que se sorprenden, porque es otra verdad que ya no se enseña en nuestras catequesis. ¿Será una coincidencia?
La coronación de la Virgen como Reina y Señora de Cielos y Tierra parece haberse convertido en una mera historia folklórica, en un cuentecillo del gusto de viejas y niños. Quizá era inevitable que, al olvidar que una mujer es la Reina y Señora de todo lo que existe, tantos católicos hayan comprado un feminismo estúpido y nihilista, que odia a la mujer e intenta destruirla, sustituyéndola por un consumidor y productor más.
¿Será casual que haya resurgido en nuestra época el arrianismo, que la Iglesia venció después de una larga guerra, hace más de mil años? Si no se cree en la concepción virginal, parece lógico que tampoco se crea en la encarnación del mismo Dios, que es algo incomparablemente más milagroso. Si no hay Theotokos, es porque no hay Dios hecho carne, porque la encarnación no es más que un cuentecillo propio de épocas más crédulas que la nuestra.
Lo mismo podríamos decir de ecumenismos desbocados (que de hecho, dejan siempre expresamente de lado la figura de nuestra Señora), sincretismos interreligiosos (que tienden a olvidar la singularidad de Cristo y de su Madre), inmoralidades varias y otros errores teológicos surtidos. Se observa un claro paralelismo entre el olvido de la Destructora de todas las herejías y la desnaturalización de la fe.
Soy consciente de que, para entender todo esto, algunos lectores tendrán que vencer una cierta sensación difusa de incomodidad. Aunque sea inconscientemente, todos los católicos de esta época experimentamos la poderosa influencia de un extraño cristianismo que se odia a sí mismo y cuyos únicos signos distintivos son el acomplejamiento, la desesperanza y la obsesión por encajar en el mundo. Se trata de un desarrollo posmoderno de la vieja y letal idea de que Cristo vino a la tierra básicamente para dejarla como estaba y se limitó a animarnos a ser más simpáticos, democráticos, tolerantes y buenas personas. Para ese seudocristianismo, es anatema cualquier defensa de la realeza de Cristo y de su Madre, de la verdad absoluta de la doctrina católica, de la realidad de los dogmas, del daño terrible que hacen las herejías, del valor universal de la moral de la Iglesia o de la falsedad de otras religiones.
Los defensores de este pseudocristianismo de nuestro tiempo toleran a la Virgen siempre que se quede en su lugar, ya sea como mera costumbre o superstición folklórica o como chiquilla desconocida de un pueblo perdido de Galilea que nació, vivió y murió sin tener nunca nada de especial. No se dan cuenta de que nuestra Señora fue ensalzada precisamente porque supo humillarse, es Reina porque supo ser Sierva y es Destructora de todas las herejías porque dio a luz a la única Verdad que puede hacernos libres. La que vivió en un pueblo perdido de Galilea fue coronada como Reina y Señora de todo el Universo y son innumerables los ángeles que cantan su alabanza. Supo bendecir a Dios en la pobreza de Belén y hoy está a la derecha del Rey de reyes, enjoyada con oro de Ofir. Es la Nueva Eva y auténtica madre del género humano, combate con más valor que Débora, intercede mejor que Ester y su victoria empequeñece la de Judit. Una breve petición de sus labios tiene más poder que todos los gobiernos, organizaciones, ejércitos, leyes y modas de la tierra, porque nada place más a su Hijo que darle gusto en todo.
Contra el pseudocristianismo y todas sus pompas, no hay medicina más eficaz que acudir a la que conoce el auténtico cristianismo mejor que nadie, porque estaba allí cuando nació. Madre humilde y gloriosa, destructora de todas las herejías, ruega por nosotros.
40 comentarios
Nadie puede imaginar una ternura y una entrega mayor en las relaciones humanas.
Tampoco una defensa tan segura, un refugio tan cálido.
Si así se comportan las madres pecadoras, qué no hará la Santísima Virgen y Madre de Dios, inmaculadamente concebida, obra maestra de la creación.
Quiero añadir mi modesta opinión : La Santísima Virgen no tiene las simpatías del feminismo, porque es un modelo acabado de castidad, humildad, obediencia ...
Conozco mujeres " progres " que se mofan de las devociones marianas y , me parece advertir desafecto entre las regiosas un poco hombrunas.
Virgen del Olvido, protégenos.
Desechada en una de sus ultimas manifestaciones en España en Garbandal y poco reconocida en El Escorial, mal que les pese a muchos, se manifiesta en Medjuogorje.
Al final el Inmaculado Corazón de María triunfará, como anunció en Fátima. Dios quiera que muchos en España asistamos a su triunfo.
Inmaculada Concepción, patrona de España, ruega por nosotros.
Y en efecto, ella es "destructora de todas las herejías". La historia del protestantismo es la prueba de ello. Al inicio de su sombría carrera, aún conservaba ciertas verdades católicas sobre Nuestra Madre -Lutero y Calvino por ejemplo defendían claramente su virginidad perpetua-. Pero al perderlas con el paso del tiempo, parece como si esa protección maternal desapareciese y quedase entonces la doctrina expuesta a todos los errores habidos y por haber, hasta el punto que algunas denominaciones protestantes difícilmente pueden pasar hoy como cristianas.
No sé si conoce una anécdota muy graciosa de San Ignacio, cuando hacía poco que se había convertido y viajaba a Montserrat. Por el camino se encontró con un morisco y entabló conversación con él. El morisco negó la virginidad perpetua de María y, cuando se separaron, Ignacio se quedó pensando si no debería haberla emprendido a cuchilladas con el pobre morisco por tal falta de respeto a nuestra Señora. Al final, no fue capaz de decidir cuál era su deber en aquel caso y lo dejó a criterio de su cabalgadura, permitiendo que tomara el camino que desease, de manera que, si le llevaba hacia su anterior compañero de viaje, pelearía contra él y, si no era así, lo tomaría como un signo de que no era esa la voluntad de Dios. A pesar de que el camino hacia el morisco era mucho más fácil y cómodo, quiso Dios que el jumento tomase otra senda y así Ignacio pudo seguir hacia su destino.
Es curioso que, por lo fuerte que era su amor a nuestra Señora, el santo del discernimiento de espíritus se viera incapaz de decidir que hacer en esta ocasión, así que está usted en buena compañía.
Seguro que todo lo que ha ido menguando durante los últimos 50 años, era precisamente lo más importante. Ironías de Dios.
Nunca como ahora había sentido tanto desamparo y desolación ante este imparable avance de apostasía y abandono de la práctica religiosa. El rebaño de Cristo que somos los cristianos nos sentimos abandonados, traicionados y vendidos por muchos de nuestros pastores. No sabemos bien a quién acudir, a quién pedir orientación, a quién mendigar un poco de paz y de consuelo. Por eso bendigo a Dios con toda mi alma por hermanos como usted (al igual que por todos los escritores de Infocatólica) que son un faro de luz en medio de esta tempestad y estas tinieblas.
Que el Señor le bendiga siempre y la Virgen lo lleve al cielo.
Y gracias Infocatólica por difundir estas clarísimas verdades en tiempos tan nebulosos.
Laus Deo Virginique Matri.
No puedo expresar con palabrar el amor que le tengo, desde mi más absoluta imperfección.
Cadena de Rosarios por España.
EspañaDeMaria.Es
El día que del planeta Tierra se haya disipado la oscuridad y la muerte y solo triunfe la luz y la via: Las herejías habrán desaparecido para siempre.
Y esto, entre otros descritos, solo ocurrirá cuándo y cómo S. Pedro quiere hacernos entender que debemos de prestar atención vigilante.
9. No retrasa el Señor la promesa, como algunos creen; es que pacientemente os aguarda, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia."
10. Pero vendrá el día del Señor como ladrón, y en él pasarán con estrépito los cielos, y los elementos, abrasados, se disolverán, y asimismo la tierra con las obras que en ella hay.
11. Pues si todo de este modo ha de disolverse,
¿cuáles debéis ser vosotros en vuestra santa conversión y en vuestra piedad,
12. en la expectación de la llegada del día de Dios, cuando los cielos, abrasados, se disolverán, y los elementos, abrasados, se derretirán?
13. Pero nosotros esperamos otros cielos nuevos y otra tierra nueva, en que tiene su morada la justicia, según la promesa del Señor,
Y la Pachamama en su resurrección de los muertos como tierra del planeta Tierra en nuevo Paraíso Terrenal: a la profunda escombrera
San Luis María Grignion de Montfort repite:
"Es, por tanto, justo y necesario repetir con los santos:
DE MARÍA NUNQUAM SATIS"
y su consagración:
"Totus tuus ego sum et omnia mea Tua sunt. Accipio Te in mea omnia. Praebe mihi cor Tuum, Maria."
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Cuando no se sabe porqué suceden las cosas en principio causa se suele decir: fue por casualidad; qué casualidad; casualmente. Cabe admitir pues que la casualidad es el triste refugio del ignorante origen de las cosas en su principio causa
Que la mayoría de los cristianos, incluidos teólogos de mucha toga,. birrete y tiara , no crean en el Pecado Original no es por casualidad.
Es porque esta gente no conocer el poder de Dios para librar , antes y después del parto, que una virginal mujer pueda ser liberada de la mórbida carga de este Pecado Original; por una parte.
Y por otra parte es porque desconocen el poder de Dios para que en la parte de su infinita parte, Él desde su divina naturaleza del infinito Espacio, pudo descender a este mórbido, oscuro y limitado espacio temporal; Y así, en poder de Dios, Él, revestirse de carne mortal en este sin Pecado Original; y por tanto inmaculado y virginal cuerpo de la mujer llamada María; Y,... morir y resucitar.
Y porque el saber implica responsabilidad en el decir y hacer, por otra parte, no quieren saber ni conocer en principio causa; cómo, antes del Pecado Original era este nuestro planeta Tierra y aquí sus moradores en aquel llamado Paraíso Terrenal. Y como, después será, cuando todo, una vez más por el poder de Dios y el concurso del hombre: todo sea restablecido como está escrito.
Y aquí cómo, estos teólogos con birrete y tiara catedralicia; desconociendo la mecánica física de este Pecado Original que destruyó el antiguo Paraíso Terrenal, no puedan creer en la mecánica del Pecado Original.
Y yo que no soy lo que aparezco; ni aparezco lo que soy: no os diré más, al menos que con el debido respeto de saber me lo preguntéis.
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Va de suyo. No cabe que, antes del Pecado Original habiendo habido una mujer -Eva- que por el poder de Dios; tuvo hijos de Dios; sin la concurrencia de la cópula carnal .
No cabe que después del Pecado Original, un Dios, en la parte de su infinita parte y por amor redentor; se limitara así mismo como infinito Dios , descendiendo a este limitado tiempo del planeta Tierra, en cuerpo de mujer que por lo menos no fuera como el de Eva lo fuera antes del Pecado Original.
Y Eva queriendo ser como Dios, dueña de su creación; en génesis contrario al poder de Dios carnalmente copuló; Y por este Pecado Original perdió la gracia de ser madre de los hijos de Dios.
Y por principio de herencia genética en cópula carnal, Eva, en causa y efecto mortal contaminó a toda su descendencia carnal.
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Nuestra Señora la Virgen María fue ensalzada a ser inmaculada, libre de la causa y el efecto mórbido del pecado original; porque. Ella, como bien necesario mayor desde el principio de la Creación, Eva, la primera mujer, libre y responsable de su condición, no obedeció y guardó el mandato de Dios.
Y si bien desobedece, esto es secundario a otra cuestión fundamental
La madre de todos los vicios, la soberbia demoníaca
María da su fiat al mensaje del Angel, vuelve a poner al hombre en sintonía con el Creador.
En base a esta decisión, como para Dios todo es presente, María es preservada del pecado original, y lo de lo que ella naciera también estaría preservado.
Así el Dios hecho hombre, en su naturaleza humana es preservado de la mancha doblemente, por la naturaleza divina del Verbo y por el fiat de su Madre
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Está como para una viñeta.
De tus purísimos ojos penden las felicidades, míranos Senora, no nos desampares.
Dulce Madre no te alejes
tu vista de mí no apartes
ven conmigo a todas partes
y sola nunca me dejes
y ya que me proteges tanto
como verdadera Madre
cúbreme con tu manto
y haz que me bendiga
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 🌹🙏🏼
Yo quisiera hablar un poco más sobre la virginidad de María. María nunca ha mirado a nadie que no fuera Dios. Sólo Dios. Sólo Dios. Sólo Dios. A María nunca la importó lo que pensara la gente de su tiempo sobre su divino Hijo o sobre Ella: sólo Dios, sólo Dios, sólo Dios, y no olvidemos que Jesús fue un judío marginal para los ciudadanos de su tiempo, y por tanto, María fue la Madre de un judío marginal, así lo enseñan los teólogos.
Y luego la paz que siempre tuvo María dentro de sí. Ese silencio de virgen. Ese permanente estar sólo en Dios, sólo en Dios, sólo en Dios. Era tanto el silencio virginal de María, que hasta las palabras del Arcángel la turban. Ese porte de María es el porte de virgen.
Pero lo qué más me sorprende de todo es su humildad. María en la Anunciación recibe una noticia: va a ser Madre de Dios. Madre mía!! Madre de Dios... Esta noticia en cualquiera de nosotros hubiera provocado un estado de euforia incontenible, y María qué hace... María pregunta al Arcángel: ¿y cómo será eso?...."
Qué belleza...
Se sorprendió hasta el Arcángel de su belleza y nos sorprendemos nosotros.
Gracias Señor, por habernos dado una Madre tan bella.
Ave María y adelante!
El nombre de la virgen era María (Lc 1, 27).
Y que el Sagrado Corazón nos bendiga a todos.
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