¿Qué hay que hacer en Navidad?
Hay tantos cantos preciosos de Navidad en la Tradición de la Iglesia que es difícil decidirse por alguno para ponerlo en el blog. He elegido uno muy cortito y muy bien cantado por un coro polaco. El himno se llama Omnis mundus jocundetur, es decir, “Alégrese el mundo entero”. No se preocupen, que además del texto latino incluyo una rápida traducción, para los que sean de Ciencias.
Me gusta especialmente este canto porque va a lo esencial, sin perderse por las ramas. ¿Que es lo que estamos llamados a hacer los cristianos en Navidad? A esta pregunta se responde, año tras año, en las homilías de cien mil parroquias del mundo entero, de las formas más diversas: ir a la Misa del Gallo, ser solidarios, ayudar a los pobres, evitar el consumismo, cuidar de la familia, llevar nuestras ofrendas al Niño, pensar en los demás… todas ellas cosas buenas e importantes, pero vistas así, de golpe, desaniman un poco. Parece que lo que se nos pide en Navidad es que seamos perfectos, que todo lo hagamos bien. Y, como nuestra experiencia de otras Navidades es que no somos en absoluto perfectos, tantos deberes navideños resultan pesados y agobiantes.
En mi opinión, lo esencial que Dios nos pide a los cristianos en Navidad es lo que dice este canto: que nos alegremos. Es algo tan sencillo que solemos despreciarlo, pensando, como Naamán el sirio, que Dios nos pedirá cosas difíciles y complicadas. En realidad, Dios ha hecho lo difícil y lo complicado, lo inesperado e inimaginable: se ha hecho carne. Ha acudido en nuestro auxilio y se ha hecho uno de nosotros, transformando para siempre lo que significa ser un hombre. En esta noche, Dios nos regala lo que la Humanidad entera ha deseado desde la noche de los tiempos y lo que cada uno de nosotros desea: que Dios hable por fin, que rompa su silencio, que nos diga que nos quiere, que no estamos solos, que está a nuestro lado, que le importamos, que nuestros sufrimientos son sus sufrimientos.
Quien contempla el nacimiento del Señor y se alegra, tendrá fuerzas para querer a sus familiares como son, para buscar a los que están solos, para tener paciencia con los pesados, para visitar a los que están enfermos y consolar a los que sufren. Porque, como dice la Escritura, “el gozo en el Señor es nuestra fortaleza”. Quien se alegra por la riqueza recibida de Dios, su mismo Hijo, podrá abrir el corazón a los pobres y necesitados y compartir con ellos lo superfluo e incluso lo necesario, abrazando con gozo la pobreza del establo de Belén. Se dará cuenta con alegría de que es absurdo tener el corazón aherrojado por los bienes, porque es inmensamente rico, por gracia de Dios. Podrá reconocer que no está por encima de los pobres o los pecadores, sino que, como ellos está inmensamente necesitado de recibir el amor y la misericordia de Dios.
Quien contempla el Misterio de la Navidad, podrá cantar y alegrarse aun en medio de sufrimientos y dificultades, aun recordando a sus familiares que ya murieron, aun estando solo, enfermo o abandonado. Y, sobre todo, podrá dar esperanza a quien no la tiene, que es quizás lo que más se echa de menos en estas Navidades secularizadas de nuestro tiempo, en las que las cenas, los regalos, las fiestas y el alcohol apenas pueden ocultar un profundo vacío existencial. Lo dice el canto: “Alégrese el mundo entero”. El mundo entero, no sólo los cristianos, ni los buenos, ni los piadosos. El Regalo que Dios nos hace es para todos, porque Dios quiere que todos los hombres se salven. Sin embargo, multitud de personas se están muriendo en vida a nuestro alrededor, porque no han encontrado ese regalo. Lo buscan desesperadamente, sin saberlo, a todas horas y en todo lo que hacen, y no hay nadie que les diga que eso que buscan lo tienen gratis, porque Dios se lo ha regalado. ¿Cuándo se darán cuenta de ello? Cuando, en medio de tantas y tantas personas que ocultan su tristeza con una alegría superficial, encuentren a cristianos verdaderamente alegres, que disfrutan de la verdadera Navidad.
Que el canto nos ayude a todos a alegrarnos del nacimiento del Niño Dios.
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Omnis mundus jocundetur nato salvatore
casta mater quae concepit Gabrielis ore.
Sonoris vocibus
sinceris mentibus,
exsultemus et laetemur hodie.
Christus natus ex Maria virgine,
Gaudeamus et laetemur itaque.
Alégrese el mundo entero,
pues ha nacido el Salvador
de la Virgen Madre
que concibió por el anuncio de Gabriel.
Con voces vibrantes
y corazones sinceros,
exultemos y alegrémonos hoy.
Cristo ha nacido de María la Virgen,
así pues, gocemos y alegrémonos.
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24 comentarios
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No sólo no lo pueden ocultar, sino que lo exhiben sin remedio en toda su realidad. Unas navidades de alcohol, consumo alocado, jolgorio y francachela llevan en sí mismas el castigo de a la estupidez de haberlas convertido en eso.
Eso sólo es evidente para tí, porque eres cristiana. La gente, a pesar de la experiencia, sigue pensando que el alcohol, el consumo alocado, el jolgorio y la francachela les van a hacer felices.
Una simplificación muy mala, como si la "gente" fuera tonta.
Actualmente se ha perdido la noción, o mejor, la esperanza, de que la felicidad exista y sólo queda lo de San Pablo: comamos y bebamos.
La gente no busca la felicidad en nada. Si a algunos os gusta decir que "la gente" busca la felicidad en esas cosas, pues vale... pero no es cierto. Ya no se busca.
Disfrutarla contemplando la Miseriordia de Nuestro Salvador y pidiendo para todos y todas(como se dice ahora, je,je)que no nos deje de su mano.
Los católicos, a dar ejemplo de vida coherente.
Y en el Año Nuevo, propósitos nuevos: voy a rezar más, voy a sacrificarme más, voy a querer más a los demás, voy a ...
Feliz Navidad Bruno y demás comoponentes de infocatolica, que la paz del señor este con vosotros y os acompañe siempre para seguir desarrollando este imprescindible servicio de evangelización.
Un abrazo navideño en Cristo y María.
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Huy, qué emoción Bruno me ha llamado "cristiana". Cualquier día, a este paso, a lo mejor hasta me llama "católica"...
La madre le contestó: "Así no celebras nada".
My sister...
Feliz Navidad a todos
Salud
Muy interesante el tema que planteas.
Por un lado, el ser humano no puede dejar de buscar la felicidad. Le resulta totalmente imposible. Es mucho más fácil dejar de respirar que dejar de buscar la felicidad.
Por otra parte, lo que sí que se puede hacer es buscar felicidades "chatas", sub-humanas, casi animales. Quien dice "comamos y bebamos, que mañana moriremos" lo que hace es buscar la felicidad que cree que se puede encontrar, aunque sepa que es muy reducida, porque ha perdido la esperanza de una felicidad más plena.
Desde este punto de vista, lo que sucede a la gente de hoy es que, en buena parte, se ha deshumanizado. Ha renunciado a las aspiraciones propiamente humanas, para contentarse prácticamente con placeres casi animales. No porque deje de añorar cosas más importantes, sino porque se han convencido a sí mismos de que es imposible conseguir esas cosas más importantes. Se han convertido en paralíticos espirituales, esperando día tras día y año tras año a que los cristianos, en nombre de Cristo, les digan: Coge tu camilla y vete.
Saludos.
"La Navidad también es permaneceer colgado durante dos horas en un ascensor hasta que te liberen."
Quizás tu Navidad se ha parecido así más a la de aquellos que se quedaron colgados en Belén, sin alojamiento ni lugar donde tener a un niño...
Supongo que al final todo habrá ido bien. Saludos y una muy feliz Navidad.
Nosotros también buscamos diversión -procurando no salirnos de un cierto orden-, y no la confundimos con la felicidad.
La mayoría de los neopaganos no son tontos, y no ponen sus esperanzas en los placeres más tontorrones. Las ponen en la familia, los amigos, la salud, o el dinero, en otro plano.
Todos conocemos parejas de ateos que se quieren, que tienen buenos amigos, buenos ingresos, un bonito piso, interes por la cultura, y que se preocupan por los demás.
Si eso no es la felicidad, se le parece bastante.
Lo malo es que siempre acaba por fallar, y llega la muerte, la enfermedad, la soledad... y ahí es cuando se suelen producir las conversiones.
Pero creo que el antidoto contra una cierta animalización de las costumbres, que sí se da en algunos sectores, es más la cultura que la religión.
Es cosa de la forma de hablar, supongo.
Dice el Diccionario de la RAE que felicidad es:
1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
2. f. Satisfacción, gusto, contento. Las felicidades del mundo.
En ese sentido, el disfrute de un bien siempre es, de algún modo, cierta felicidad. A lo que tú te refieres es, entiendo, a la felicidad plena (la perfecta beatitudo, diría Santo Tomás). Igual que hay multitud de bienes, jerarquizados desde los más pequeños hasta el Sumo Bien, también hay infinidad de posibles felicidades, desde las más bajas (la diversión, que tú mencionabas), pasando por otras más elevadas (las que provienen de bienes mayores como familia, amigos, etc.) hasta la única felicidad perfecta, que es la que proviene de la contemplación de Dios.
El ser humano, por su propia naturaleza, no puede no buscar la felicidad. El problema está en dónde la encuentra, si en bienes pequeños que no pueden satisfacerle más que un instante o en el Verdadero Bien del que todos los bienes son imagen.
Como dices, la diferencia se percibe siempre en las dificultades, los problemas. En sí, al ser algo bueno, el disfrute de cualquier placer tiende a la plenitud. Por eso, las limitaciones de un buen vino no se perciben al disfrutarlo, sino al encontrar sus límites: al ver que se acaba o que si abusamos de él nos embrutece o que al estar apegados a él nos volvemos egoístas o que no nos alivia cuando éstamos enfermos, etc.
Por otra parte, como también mencionabas, no hay nada de malo en los bienes inferiores, siempre que estén en su lugar. Por eso el cristiano puede disfrutar de las canciones, del vino, de la familia o de cualquier otro bien, siempre que no los ponga en el lugar de Dios. Y, de hecho, si los coloca verdaderamente en su lugar, disfrutará más de ellos y de forma más duradera que quien los coloca equivocadamente en el lugar del Sumo Bien.
En cuanto a lo de la cultura, sólo estoy de acuerdo si añadimos "en cierta medida" y "durante un tiempo", porque de hecho las mayores animaladas las han cometido siempre personas con cultura y civilizaciones muy desarrolladas, que han perdido de vista, de alguna forma, el fin último del hombre.
Saludos.
Lo que yo creo que se ha perdido es la esperanza de una felicidad definitiva y total.
La búsqueda, la aspiración a la que tú te refieres, "en tanto que naturaleza humana" puede persistir, pero... sin esperanza pierde consistencia y no pasa, para muchos, de ser un mero sueño.
El deseo de felicidad no conduce necesariamente a Dios, igual que tampoco la gente neopagana lo sacia en alcohol o comilonas, como tú dices.
En eso, el neopaganismo vuelve al estado de ánimo propio del paganismo, del que la literatura nos ha dejado buena constancia: cierta desesperación de la felicidad, cierta convicción de que lo propiamente humano no es alcanzar la felicidad ni la eternidad.
Cf. la impresionante oda erótica de Catulo que tanto impresionaba a Belloc:"los soles pueden morir y volver; para nosotros, una vez que se muere la breve luz, una noche perpetua debe ser dormida" (nox est perpetua una dormiunda). El canto de los impíos que cita San Pablo, etc.
O la historia de Titonio, elevado a una inmortalidad que no le pertenece por ser meramente humano (la solicita para él la Aurora, su amante), y por ende condenado a una decrepitud permanente y a transformarse en un insecto.
Lo propio del paganismo, más que la hybris, la rebeldía frente a los dioses que siempre es condenada como insensatez, es la aceptación resignada y desesperada de los confines de la muerte como el límite de nuestra existencia. Gozar del instante, aunque se nos deshaga entre los dedos. Renunciar a una felicidad eterna y plena como prometen las sirenas. Conformarse con vivir apaciblemente y descender al Hades y al olvido.
And yet, and yet... la "imago Dei" impresa en nosotros se rebela, y duele... Esta es la cruz del pagano, más bien la rueda del hamster de su existencia.
-lo esencial que Dios nos pide a los cristianos en Navidad es lo que dice este canto: que nos alegremos
-Quien contempla el nacimiento del Señor y se alegra, tendrá fuerzas para querer a sus familiares como son
-podrá abrir el corazón a los pobres y necesitados
-podrá dar esperanza a quien no la tiene, que es quizás lo que más se echa de menos en estas Navidades secularizadas
¿Eso es lo que transmitimos los que nos quejamos de las Navidades secularizadas?
Me temo que no, o al menos no todos, no siempre.
He estado estos días compartiendo la fiesta con personas creyentes y no creyentes que sí transmitían alegría, apertura a los demás y esperanza. No se puede decir lo mismo de muchos creyentes. Y lo malo es que el desánimo y el mal rollo se contagian tanto como la alegría y la esperanza. Y no cuenta lo que decimos sino lo que efectivamente hacemos.
Me ha resultado muy interesante la cuestión que planteas y creo que merece la pena discutirla con más calma. Voy a intentar responder a ella en uno de los próximos posts.
Saludos.
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La verdad la elocuente de cuantas he leído en estas navidades, asun.
Aparte de fijarnos en la aportación negativa que hacemos muchas veces poniendo obstáculos a la alegría y la esperanza, me gustaría que te fijases especialmente en el punto sobre abrir el corazón a los necesitados. He visto en el blog de Rodrigo un corto que ofrece ese contraste entre dos mundos, del que no solemos ser conscientes. Ni siquiera en la Navidad, pues nos aturdimos con luces y comilonas, olvidando con frecuencia su verdadero sentido.
Dejo el link.
http://www.youtube.com/watch?v=KD5njBPI4jk&feature=player_embedded#
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