De "moro" a "cardenal" no va "ná"
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Sabemos que la diplomacia es una ciencia para el entendimiento de los pueblos, para buscar lazos comerciales, para extender la paz y el mutuo conocimiento. Pero, en el caso español, el ministro de asuntos exteriores lleva seis años haciendo una política que raya en lo ridículo entrevistándose con dictadores y genocidas, y lo de ayer ya es puro teatro de la alianza de civilizaciones: el ministro vestido de moro.
Hace unos días la prensa religiosa daba entre los aspirantes a la embajada de España en Roma al señor Moratinos, porque, según los que le conocen es y se llama cristiano, dentro de las filas del partido socialista.
Considero que un personaje del bajage biográfico de este señor ponerlo de embajador ante la Santa Sede sonaría a sorna, a rechifla y bajaría ese puesto diplomático al nivel más hundido de la historia de las relaciones entre España y la Santa Sede
Por seguir con la broma, ¿se imaginan ustedes, al señor Moratinos, para identificarse con su papel de posible embajador ante el Papa, ir a presentarle las cartas credenciales vestido con la reglamentaria ropa de un cardenal alquilada en cualquier sastrería religiosa romana, que existen y muy buenas en la Ciudad Eterna?.
Cada día, la parodia nacional, cuando la veo en la prensa, la escucho en la radio, o la contemplo en la televisión, me parece vivir una astracanada, una opera bufa, un juego de patio de colegio antiguo, unas veces me sonrío, otras medito, y en la mayoría de los casos como hoy rezo para que a España vuelva la sensatez, el sentido común, el buen gusto y la recta educación, porque estamos regidos por un pandilla de ineptos de grueso calibre.
¿Cuál será el capítulo siguiente de esta tragicomedia?. Mañana lo veremos, si Dios quiere.
Tomás de la Torre Lendínez
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