Veritatis Gaudium y la teología tomista
El Papa Francisco acaba de promulgar la Constitución Apostólica Veritatis Gaudium, sobre las Universidades y Facultades Eclesiásticas. No es mi intención comentar el documento completo, sobre todo porque no me parece que tenga la capacidad para hacerlo de manera provechosa. Sí quisiera, sin embargo, poner atención sobre un punto sobre el que creo poder decir algo.
En el artículo 64 de las Normas aplicativas de la Congregación para la Educación Católica que acompañan y desarrollan la Constitución Apostólica se puede leer, referente a la Facultad de Filosofía: «La investigación y la enseñanza de la filosofía en una Facultad eclesiástica de Filosofía deben basarse “en el patrimonio filosófico perennemente válido”, que se ha desarrollado a lo largo de la historia, teniendo en cuenta particularmente la obra de Santo Tomás de Aquino».
A los que nos dedicamos al estudio de Santo Tomás nos alegra enormemente que se haga mención explícita del Aquinate en este documento, algo que faltaba, en cierto sentido, en la Sapientia Christiana de San Juan Pablo II, que era el documento magisterial que viene ahora modificado. En este documento, Santo Tomás no aparecía en el cuerpo, sino en dos notas a pie, citando la Carta Apostólica Lumen Ecclesiae del beato Pablo VI.El problema que me gustaría señalar, y que trasciende el ámbito del documento en cuestión, es el de obviar el papel de Santo Tomás en la enseñanza de la teología y, particularmente, de la teología especulativa o dogmática. Hoy en día, y especialmente tras la memorable Aeterni Patris del Papa León XIII, es muy frecuente, gracias a Dios, señalar el papel fundamental que ha de tener la filosofía perenne enseñada por Santo Tomás de Aquino en la formación católica. Es cierto que en el documento se encuentran no pocas menciones a la ciencia teológica, y en concreto a la teología escolástica, pero el título que señala el documento, «sobre la restauración de la filosofía cristiana conforme a la doctrina de Santo Tomás de Aquino», hace que la teología quede, en cierto sentido, en un segundo plano.
Efectivamente, en el momento en el que está redactada esta encíclica, uno de los mayores peligros se encontraba en el fomento de sistemas de pensamiento absolutamente inadecuados para desempeñar el servicio a la teología al que está llamada la filosofía cristiana. Lógicamente, y con toda la razón, se ha insistido en la crucial importancia que tuvo la obra filosófica de Santo Tomás. Su labor de corrección e integración de los principios válidos de los grandes sistemas filosóficos que confluyeron en la naciente Universidad del momento dotó a la Sagrada Doctrina de un conjunto de preciosas herramientas que, en un momento de gran crisis, preservó el equilibrio sapiencial de las Ciencias Sagradas.
Insistir en la grandeza de la filosofía tomista es justo y necesario, pero no se debe olvidar un dato muy importante: Santo Tomás no se consideraba filósofo. Uno de los estudiosos actuales más importantes de la filosofía tomista, Pasquale Porro, nos dice que «es un dato de hecho que Tomás no se consideraba en absoluto un filósofo: a sus ojos, la filosofía en general representaba más bien una estación quizá gloriosa, pero ya cerrada, circunscrita esencialmente a los griegos y a los árabes; una experiencia de la que hablar conjugando los verbos en pasado»[1]. El libro del que he extraído estas palabras pretende, precisamente, elaborar un perfil histórico-filosófico de Santo Tomás, algo que es posible e incluso necesario. Por tanto, hemos de decir que, en cierto sentido, Santo Tomás era filósofo.
Pero sobre todo Santo Tomás era teólogo. Su actividad académica se mantuvo siempre en el ámbito específico de la teología, disciplina a la que se arribaba, en efecto, después de conseguir el grado de Maestro de Artes, es decir, de acreditar un conocimiento suficiente de la filosofía. Una vez completado el comentario a los Cuatro Libros de las Sentencias, obra de Pedro Lombardo, Santo Tomás dedicó su actividad docente al comentario de la Sagrada Escritura como magister in sacra pagina. Por otro lado, participaba en cuestiones disputadas, fundamentales en la vida académica universitaria, sobre cuestiones de ámbito teológico. Y sus dos grandes Sumas, la Suma Teológica y la Suma Contra Gentiles son, ambas, tratados de teología.
Es cierto que una gran parte del corpus tomista son los comentarios a las obras de Aristóteles. Sin embargo, la opinión más común de sus biógrafos es que Santo Tomás emprendió estos comentarios movido por el interés que tenían para la teología, empezando por el tratado Sobre el alma. Torrell, citando a Gaulthier, dice que «debemos enfatizar que este trabajo en su origen nació de la práctica de la profesión de teólogo». Con Weisheipl opina que «Tomás nunca habría dedicado su tiempo y energía a estos comentarios si no hubiera visto en ellos una urgente labor apostólica»[2].
¿Qué papel otorga la Veritatis Gaudium a Santo Tomás en el panorama de las Universidades y Facultades Eclesiásticas? Según hemos dicho, en este documento la atención a la doctrina tomista se cita explícitamente sólo en la Facultad de Filosofía, siempre dentro de las Normas aplicativas de la Congregación para la Educación Católica. En el apartado dedicado a la facultad de Teología se hace una referencia en una nota al pie, semejante a la que se hacía en la Sapientia Christiana, citando la Lumen Ecclesiae. En cierto sentido, por tanto, aumenta algo la visibilidad del Doctor Común en el documento actual, aunque hubiera visto mucho mejor que se insistiera más en la centralidad que debe ocupar la doctrina tomista dentro del estudio de la teología.
Porque bajo la insistencia en la filosofía tomista y la exclusión o solapamiento de la teología tomista, se puede ocultar un prejuicio muy común en las últimas décadas y que es enormemente perjudicial para la necesaria restauración de la teología católica. El prejuicio es el de pensar que la teología tomista no es más que una filosofía y que hoy la teología escolástica en general es algo pasado de moda y ajeno al «espíritu del Vaticano II». Los que insisten en esta visión suelen decir que la teología escolástica era excesivamente racionalista y no tenía una perspectiva bíblica. Y es muy frecuente contraponerla a la «teología arrodillada», haciendo un uso bastante desviado de la ya de por sí desafortunada expresión, en mi opinión, de von Balthasar.
Nada más lejos de la realidad. Como hemos dicho, la base de la teología tomista es un estudio atento y fiel de la Sagrada Escritura, desde la mente de la Iglesia, expresada de manera privilegiada por los Santos Padres. A los datos positivos de la fe recogidos de esta escucha de la Biblia se aplica la razón, de acuerdo con la metodología de la ciencia. Eso es el fides quaerens intellectum, en que ha consistido siempre la Sagrada Doctrina para la tradición católica. Además, se trata de la teología elaborada por un santo, que se ha santificado precisamente en la profesión de teólogo. Servir a Cristo para Santo Tomás ha consistido en aplicar su razón al Misterio para poder transmitir mejor aquello que contemplaba en el estudio, la oración y, de forma particular, la celebración de la Santa Misa.
Santo Tomás consiguió realizar una síntesis teológica sin precedentes y sin nada que se le haya aproximado después. San Pío V reconocía, al proclamarlo Doctor de la Iglesia, que la doctrina tomista había disipado los errores de los herejes surgidos después de su canonización. De hecho, la razón de esta proclamación fue, muy posiblemente, el reconocimiento de que sin la síntesis teológica tomista hubiera sido muy difícil hacer una réplica contundente a los errores de la herejía protestante, que asolaba la cristiandad europea en ese momento. Y el recurso a la exposición tomista de la doctrina católica no ha dejado de ser eficaz hasta hoy.
En definitiva, es evidente la necesidad que tiene la Iglesia de una filosofía cristiana de inspiración genuinamente tomista. Pero mucho más necesaria es una teología profundamente tomista, que suponga la aplicación del método de tal filosofía a los principios que la fe recibe de las fuentes de la Revelación. En la crisis actual de la fe, la teología y el magisterio, el recurso a la síntesis teológica tomista es, a mi entender, el único camino para la recuperación de la única Tradición en la que se puede ser católico.
Al final, no se trata de otra cosa que la que dice el mismo Papa Francisco que se propone con el documento al que nos estamos refiriendo: «una oportuna revisión y actualización […] a las directrices del Vaticano II». Precisamente en las directrices del Vaticano II a este respecto lo que leemos es lo siguiente: «aprendan luego los alumnos a ilustrar los misterios de la salvación, cuanto más puedan, y comprenderlos más profundamente y observar sus mutuas relaciones por medio de la especulación, siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás» (Optatam Totius, 16).
16 comentarios
En el Concilio de Trento, en el centro de la asamblea episcopal, se expuso la Sagrada Biblia, la Summa Theologica de Sto. Tomás y decretales de los Papas. La Suma "Teológica" precisamente.
"estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo"
(Constitución Veritatis Gaudium)
PARA MÍ, se hacen evidentes 2 cosas:
Que la mención a Santo Tomas con relación a las Facultades de Filosofía es en cuanto a un Doctor Angélico deformado como deformado está su pensamiento en AL.....
Y que la no mención del Aquinate con relación a la Teología, es porque no se omite por ignorancia.
nada nuevo aún
Hay que dar el paso que ha dado la Iglesia en estas últimas décadas: cambiar a Santo Tomás, tan medieval él, por Rahner, tan moderno, tan kantiano, tan alemán, tan ecuménico y tan guay. Y cambiarlo en filosofía y en teología.
No von Balthasar (que, al menos, creía en la armonía de razón y fe, en la interioridad del catolicismo), sino RAHNER, que sólo Dios sabe en que creía.
Rahner, el ídolo hollywoodense de la teología de los últimos 60 años (junto con su maestro Lonergan, y, más allá, Maréchal). Mucho del desastre del pensamiento de la Iglesia hoy está allí.
Reitero mi total acuerdo con el autor.
Saludos cordiales.
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FJD: Por eso he dicho que Santo Tomás era filósofo en cierto sentido. ¿En qué sentido? En el sentido de que, efectivamente, tuvo que desarrollar un sistema racionalmente coherente. Sin embargo, eso no anula que su labor docente y su principal atención estaban en el campo de la teología. Y que si desarrolló un sistema filosófico lo hizo principalmente para el servicio de la teología.
Como ya ha dicho algún comentarista, el problema está en la crítica Rahneriana a la teología tomista, y en particular a la estructura de la Prima. Para Rahner, la teología tomista, especialmente el De Deo ut Uno, no pasaba de ser una teología filosófica. Ese prejuicio, groseramente injusto, se ha transmitido y se muestra precisamente en la polarización de la importancia de Santo Tomás en el campo exclusivo de la filosofía y no en el de la teología, donde le correspondería en pleno derecho.
La ciencia que tiene como principios a las verdades de fe es la teología, no la filosofía. Otra cosa, sin duda, es que el filósofo sea creyente y teólogo.
Saludos cordiales.
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FJD: No estoy de acuerdo con la expresión. Tal vez porque habría que matizarla. Evidentemente la filosofía tomista no es teología, y viceversa. Pero lo mismo que se ha de negar la identificación, se ha de negar el "desgajamiento", porque la filosofía tomista nace de una preocupación teológica, brota de la razón iluminada por la fe y sanada y elevada por la gracia y sirve directamente al quehacer teológico.
Sin embargo, éste es un tema muy amplio que trasciende el tema que he tocado. Mis argumentos son claros: Santo Tomás era académicamente teólogo y no filósofo (no enseñaba en la facultad de artes, sino en la de teología); Santo Tomás desarrolla su filosofía desde una preocupación directamente teológica; la razón por la que es Doctor de la Iglesia es la utilidad de su síntesis teológica en la defensa de la fe; el Vaticano II lo recuerda en torno a la teología especulativa proponiendo explícitamente su método y no en torno a la filosofía.
Esto significa que es un antievangelio, la teologia solo debe cenirse al Deposito de la Fe, los tratados politicos, sociales y de NUevo Orden Mundial que esta firmando y firmara la SAnta SEde conllevaban la cultura de la ideologia de genero y marxismo y Nueva Era.
Pueden investigarse esas nuevas Normas de esta Constitucion y preguntarse por que abrogan las de San JUan PAblo II.
Los Tratdos Internacionales que Firma o promueve la Santa SEde pueden encontrarse algunos de ellos en la web provida y catolica de voiceofthefamily.com
recuerden inmigracion y refugiados es el tema que las nuevas Normas obligan a las universidades y son temas temporales y politicos o intereligiosos, donde destruyen el estudio de la Palabra Divina y la revelacion para integrar la gentilidad o paganismo y humanismo de la ilustracion.
POrfvor pongan atencion porque nuestras facultades han dejado de ser teologicas y libres con esa Constitucion.
Establecen las Normas la obligatoriedad de una profesion de fe ... yuna obligatoria ensenanza con el MAgisterio nuevo no se hace la fidelidad a Cristo.
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FJD: Es muy posible que tenga razón, pero, como he reconocido en el escrito, no me siento capacitado (ni tengo tiempo o ganas, sinceramente) para examinar el alcance del documento.
Si lo hace, es decir, si concluye sobre la base de premisas cognoscibles por la sola razón natural, desde el punto de vista filosófico nada cambia en cuanto a ese argumento el presentarlo por sí mismo o en un contexto teológico.
De lo contrario la filosofía tomista se parecería a esas plantas de invernadero que no pueden ponerse a la luz del sol.
Saludos cordiales.
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FJD: Que haya una distinción epistemológica entre los argumentos filosóficos y teológicos sólo lleva a que se diga que tales ciencias son distintas, pero no que son "desgajadas" (a no ser que el uso de ese adjetivo sólo quiera significar distinción). Por lo demás, quedan en pie todos los demás argumentos.
Y eso por no hablar de la eventual elevación de las conclusiones filosóficas que supone el uso de la filosofía en el quehacer teológico, tal como hace Santo Tomás. Garrigou Lagrange lo explica así (no tengo tiempo ahora de traducir la cita):
"Sacred theology uses the natural premise taken, for instance, from metaphysics. It first approves of the premise for this purpose under the guidance of the divine light of revelation, at least negatively, according as this natural premise is not in opposition to what has been revealed. Then it makes use of this premise not only by a motion that applies the same to act but also by a motion that is instrumental in the attainment of its higher end. This end is a certain understanding of the supernatural mysteries either in themselves (if it is a case of an explicative process of reasoning), or as regards their consequences, corollaries (if it is a case of an illative process of reasoning). Therefore the theological conclusion thus obtained, although it has less certainty than a proposition of the faith, has more certainty than a natural premise as such, because it is deducted from this premise which has been elevated and clarified by a higher light. Thus also in this case, the instrument produces an effect that transcends its own power and it operates by way of disposing for the effect of the principal agent." (Reginald GARRIGOU-LAGRANGE, O. P., The One God. A commentary on the First Part of St. Thomas’ Theological Summa, transl. Dom. Bede ROSE, O.S.B., St. Louis (Mo.) – London: B. Herder Book Co., 1946, p. 69)
Por favor verifiquen desde las Universidades esos tratados y acuerdos multilaterales que ha firmado la Santa Sede Como el Pacto del Paris en econtra el cambio climatico (antinatalista), o los acuerdos con la ONU.. respecto que impulsan laAgenda 2030 para llevar a todas las mujeres del mundo los derechos sexuales reproductivos incluidos el aborto y la anticoncepcion. Otros pactos sobrer control de poblacion, ect.
“las Facultades eclesiásticas erigidas o aprobadas por la Santa Sede dentro de Universidades no eclesiásticas, que confieren grados académicos tanto canónicos como civiles, deben observar las prescripciones de esta Constitución, respetando los acuerdos bilaterales y multilaterales que hayan sido estipulados por la Santa Sede con las distintas Naciones o con las mismas Universidades.”.
Esta nueva Constitución afecta a la educación a distancia, un servicio “cada vez más demandado”.
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FJD: No es el tema del post. Último comentario al respecto.
La cuestión es en definitiva si puede haber una filosofía cristiana y si el cristiano puede hacer filosofía sin ponerse en contra de su fe.
Si puede haberla, debe ser a la vez cristiana y filosofía, y no puede depender formalmente de las verdades reveladas, porque entonces es teología.
Para ser filosofía, debe poder consistir enteramente en razonamientos que toman por base evidencias intelectuales y sensibles de orden natural al alcance en principio de todos los hombres, creyentes o no.
Y eso implica, obviamente, que se debe poder exponer de ese modo, sin referencias explícitas a las verdades de fe.
Lo de "cristiana" lo tiene, por un lado, de su no oposición objetiva a la verdad de la fe, y por otro lado, de la presencia de la fe en la mente del filósofo, que lo guía en la elaboración de su filosofía desde fuera de la filosofía misma, es decir, marcando objetivos y limites al pensar filosófico, pero no entrando formalmente en la argumentación filosófica como tal.
Otra cosa, sin duda, es la función de la filosofía en la teología, que es de lo que habla allí Garrigou - Lagrange y que es otra función distinta de aquella que la filosofía tiene por el solo hecho de serlo: la contemplación de la verdad con los recursos naturales de la razón.
Que no creo que deba desaparecer en el cristiano, porque la gracia no destruye la naturaleza, sino que la supone.
Ambas funciones están relacionadas, y cada una potencia a la otra, a su modo, pero son distintas y no se deben confundir.
Saludos cordiales.
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FJD: Entonces insisto. Santo Tomás usaba la filosofía en cuanto teólogo. Desarrolló su sistema en cuanto teólogo. Eso es simple verdad histórica.
Eso no quita que se pueda hacer abstracción de un sistema filosófico del corpus tomista. Incluso es cierto que Santo Tomás escribió tratados meramente filosóficos. Pero no se puede extraer su síntesis filosófica sin tal abstracción.
En cuanto a la filosofía cristiana, más aún que la fe es necesario hablar de cómo la gracia sana la razón herida por el pecado. La razón tiene capacidad objetiva de alcanzar verdades del orden natural que han sido reveladas. Pero hay una necesidad moral de la Revelación y, por tanto, de la gracia, para conocerlas firmemente y sin error. La filosofía tomista no es comprensible sin esa acción de la gracia. Por eso desgajar la filosofía tomista de la teología, más allá de una distinción epistemológica de lo que en realidad es dependiente, me parece arriesgado.
De hecho, la única forma de proponer la filosofía tomista como filosofía es la segunda.
Y la capacidad natural de la razón para conocer la verdad después del pecado original no se reduce al supuesto de que dicha verdad haya sido previamente revelada por Dios.
Como decían, por ejemplo, los tradicionalistas como De Bonald.
Platón y Aristóteles conocieron muchas verdades de orden natural sin dependencia histórica alguna de la Revelación.
La independencia epistemológica de la filosofía tomista es real, y se basa en la misma consistencia de las cosas y en la capacidad natural de la inteligencia para conocerlas, que no han quedado anuladas por el pecado original,
Sin duda, la filosofía, en su función apologética, digo, sólo puede cumplir el rol de poner los "preámbulos de la fe", pero precisamente porque son preámbulos, deben apelar a la razón natural.
Saludos cordiales.
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FJD: Si se admite que la filosofía tomista ha de proponerse como abstracción de la obra teológica de Santo Tomás, entonces no veo de dónde viene la discusión y la continua insistencia, porque eso es precisamente lo que defiendo en el artículo. A saber, que Santo Tomás era antes teólogo que filósofo y que si elaboró una síntesis filosófica lo hizo con el interés de su labor teológica.
Alargar una discusión sin precisar exactamente cuál es el punto de disenso es algo absurdo y, me permito decirlo, poco tomista. Y a la larga lleva a desfigurar los argumentos del contrario.
Pongo un ejemplo, yo recuerdo la doctrina de la necesidad moral de la revelación, defendida por Santo Tomás y presente en la tradición tomista, y recordada por Pío XII en Humani Generis, y usted me sale poco más o menos con la acusación de ser un tradicionalista radical.
Por si acaso, pongo la cita de Humani Generis, que corresponde literalmente lo que dije en mi anterior comentario: "Quapropter divina « revelatio » moraliter necessaria dicenda est, ut ea, quae in rebus religionis et morum rationi per se impervia non sunt, in praesenti quoque humani generis condicione, ab omnibus expedite, firma certitudine et nullo admixto errore cognosci possint (Conc. Vat. D. B. 1876, Const. De Fide cath. cap. 2, De revelatione)."
Por eso dice el texto latino: "ab omnibus".
El argumento de Santo Tomás, como observa Chesterton, es un argumento "democrático", es decir, preocupado por la situación de la gran mayoría de la humanidad.
Pero eso no quita que después del pecado, la razón de "algunos" pueda conocer firmemente y sin error algunas de esas verdades de orden natural que tienen que ver con el sentido de la existencia humana.
Sin ese "todos", parecería que la razón natural, luego del pecado original, es absolutamente incapaz de conocer esas verdades firmemente y sin error, lo cual sí se parece al tradicionalismo, cuando a lo sumo habría que decir que no las puede conocer todas firmemente y sin error.
De hecho, aún los más grandes filósofos paganos han incurrido siempre en algún error importante en sus sistemas filosóficos.
Es decir, la razón humana, después del pecado original, conserva de suyo la capacidad de conocer las verdades de orden natural, si bien en su ejercicio concreto, es necesaria la Revelación divina para que todos puedan conocer todas esas verdades firmemente y sin error (ab omnibus).
De lo contrario no se explica, tampoco, cómo algunos filósofos antiguos conocieron algunas de esas verdades sin depender de la Revelación sobrenatural.
Saludos cordiales.
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FJD: Si le apetece seguir discutiendo hasta el infinito, no lo dentendré. Aunque me parece un ejercicio absurdo. Sobre todo en la medida en que yo he señalado claramente las tesis que mantengo varias veces y, sin embargo, todavía no adivino qué es lo que discute usted.
En cuanto a la necesidad moral, lo que he dicho es lo que he dicho, exactamente lo mismo que Pío XII, exactamente lo mismo que Dei Filius, y más o menos lo que dijo Santo Tomás. La necesidad moral de la Revelación supone que en el estado actual las verdades reveladas accesibles a la razón (qué manía con discutir lo que yo no he afirmado: he dicho "necesidad moral") no se conocen sin la Revelación ni facilmente ni sin mezcla de error. Y la prueba está en que los filósofos antiguos conocieron algunas de ellas, sí, pero mezcladas con errores.
Eso no quiere decir que ésos no conozcan "firmemente" las verdades que sí logren conocer, por la sola razón. Hay una firmeza propia de la evidencia natural y el razonamiento, pero ciertamente no es "para todos".
Lo de la facilidad o dificultad es claro que no afecta al tema de la capacidad natural de la razón, incluso considerada después del pecado original.
La "necesidad moral" entiendo que quiere decir que es una necesidad que depende de las condiciones de ejercicio de la razón humana y no de su esencia o naturaleza.
Saludos cordiales.
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FJD: ¿Podría usted señalar dónde he negado yo la capacidad natural de la razón para conocer las verdades reveladas? Más aún, ¿qué diantres tiene eso que ver con lo que he dicho en el artículo?
Recuerdo, una vez más las tesis que defiendo:
1. Que Santo Tomás era profesor de teología y no de filosofía.
2. Que si hizo filosofía fue para el servicio de la teología.
3. Que hay un prejuicio sobre la teología tomista que se pretende, especialmente desde Rahner, mera filosofía.
4. Que poner en relieve la filosofía tomista sobre la teología puede ser signo de ese prejuicio.
¿Algo que decir sobe eso, que es lo que se dice en el artículo? Porque quizá no es el lugar adecuado para seguir discutiendo sobre algo sobre lo que, en definitiva, está usted discutiendo consigo mismo.
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