Telemadrid y el orgullo gay: "es que deja mucho dinero"
Sorprendente el despliegue de medios de Telemadrid para hacernos partícipes a todos, y en directo, de las maravillas de la cabalgata del día del orgullo gay. No sé cuántas horas en directo para hacernos comprender las bondades de acontecimiento tan sano y divertido. ¿Ustedes recuerdan una cobertura parecida en acontecimientos de otro tipo?
Los medios privados pueden hacer con sus televisiones exactamente lo que les venga en gana siempre y cuando no rebasen los límites establecidos por la ley. Los dineros son suyos y cada cual los invierte en lo que le parezca más productivo y punto. Otra cosa es el equilibrio que deben mantener los que se financian con los impuestos de todos.
En los medios públicos servidor sería partidario de criterios claros para su funcionamiento. Por ejemplo, ¿qué acontecimientos merecen ser televisados en directo con excepcional cobertura mediática y sin límite de horas? Porque no nos vaya a pasar que algunos de corte rancio tengamos la sensación de que unos tienen más derechos que otros, y que la abundancia de derechos siempre va en la misma dirección.
No vi la retransmisión de Telemadrid. El día que me apetezca intoxicarme al menos elegiré yo los brebajes. Pero sí hubo algo que me tragué los días anteriores de la marcha y su directísima retransmisión, y es la cantidad de veces que en informativos de la cadena se nos estuvo explicando la cantidad de dinero que dejaría el evento en la ciudad: millones de euros.
Peligroso el asunto, porque nos lo repitieron una y otra vez en Telemadrid. Muy peligroso porque lo que en definitiva nos están diciendo, y están trasmitiendo a la gente, es que todo lo que genera euros es buena cosa, y miren por dónde, ni muchísimo menos. Convoquemos en Madrid la semana del sexo con exhibiciones por las calles. Proclamemos la semana del gran descuento en abortos. Montemos la fiesta del botellón infinito y de paso a ver si conseguimos batir el record de la mayor esnifada de coca en calle pública. Les aseguro que todas esas ideas traen gente, y gente que gasta, así que tomen nota que a lo mejor resulta interesante (sn capaces de tomarla).
Marchas del orgullo gay no tiene sentido ninguno en España, donde los derechos del colectivo homosexual no solo no están cercenados, sino que priman por encima de muchas realidades. Diga usted que no le gusta la marcha, que le parece de mal gusto y será tachado rápidamente por media humanidad de homófobo, represor, machista, cavernícola, y se libra de infocatólico porque no nos conocen. Eso sí, si alguien dice que los curas reprimidos, pederastas y mala gente, eso ya es libertad de expresión. Si alguien grita “arderéis como en el 36”, es una forma de expresión sin mayor trascendencia. Pero si otro responde “y vosotros correréis como en el 39” eso sin embargo es intolerable incitación a la violencia. Cosas.
Habría que hacerlas en otros lugares donde la práctica de la homosexualidad se paga con la pena de muerte, lo malo es que en esos lugares directamentr de cortan el cuello o te cuelgan de una grúa. Hay gente muy poco tolerante.
Telemadrid tan feliz con el asunto. Y convenciéndonos de sus bondades porque deja dinerito en Madrid. No me hagan seguir poniendo ejemplos…
41 comentarios
PD: a destacar la marranada de manifestación a que tanto bombo y platillo han dado los medios "afines": orines y cristales rotos por doquier, toneladas de basura desperdigada, venta de alcohol ilegal en locales no autorizados, todo en plan "macrobotellón" incontrolado, asistentes que fueron atendidos por intoxicación etílica o consumo de drogas (al menos éxtasis líquido y cocaína), ruido (ensordecedoramente ofensivo e ilegal) durante toda la noche, etc.
www.abc.es/madrid/20150706/abci-resaca-orgullo-basura-alcohol-201507052146.html
Vamos, unos angelitos. Si es que cada cual va a los sitios, actúa como es... y luego pasa lo que pasa.
Un saludo.
Comparar la marcha del orgullo ( que ni me va ni me viene) con la fiesta del botellón infinito o la mayor esnifada de coca, no viene a cuento, dado que el consumo de drogas en la vía pública no está permitido.
Seguirá teniendo sentido la marcha del orgullo mientras gente como Ud. y la mayoría de los que aquí comentan sigan usando expresiones como enfermos, degenerados, antinatura... Y un largo etc..
Podría usted proponer que se festejara el día del orgullo abstinente, quizás sea un éxito.
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Jorge:
Le agradezco que me dé la razón. Dice: "Seguirá teniendo sentido la marcha del orgullo mientras gente como Ud. y la mayoría de los que aquí comentan sigan usando expresiones como enfermos, degenerados, antinatura...". Cíteme una sola linea en mis años de bloguero de Infocatólica en la que haya utilizado esas palabras para referirme a personas con tendencia homosexual.
Comparar la movida del orgullo gay con la cabalgata de reyes es como comparar a la Tacones con la beata Teresa de Calcuta.
Ahora quieren dar clase de 'tolerancia'? Pleaseeeeeeeeeeee. Las personas Catolicas NO se chupan el dedo.
Haga usted una homilía relatando la cantidad de dinero que la parroquia recauda, y tendrá aplausos, palmadas de espalda y recomendación del Obispo. Haga una relatando la cantidad de almas curadas que pasan por su confesionario y tendrá suerte si no se le duermen.
Las televisiones son de lo más frívolo que hay en los mal llamados medios de comunicación, y de lo mas manipulado también.
Yo lo afirmo después de ser becario en canal sur....
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Jorge:
Eso sería lo más suave..
Opino que para cobrar subvenciones, hacerse famoso de la noche a la mañana, triunfar en televisión y gozar de prerrogativas que los demás no tenemos, tenía que haber unas vías más justas e higiénicas que las que ellos utilizan.
Y ahora, a esperar que me llamen homófobo ( otro palabro) xenófobo, fascista y CirculodelosPositivistasLógicosdelCírculodeVienafóbo.
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Jorge:
No creo. Para llamarle eso hay que leer algo más que las memorias de la Tacones.
Uf, muchas. Procesiones, Navidad, manifestaciones contra el terrorismo, reunión de las familias, boda del entonces príncipe, visita de Obama, etc, etc.
"Hace cuatro años sostuve una polémica con César Vidal (con este la cosa fue algo grotesca), Jiménez Losantos, José María Marco y otros sobre homosexualidad y homosexualismo. Como la confusión al respecto es gigantesca, definí el homosexualismo separándolo de la homosexualidad. Esta es un asunto particular que cada cual resuelve mejor o peor; el homosexualismo, en cambio, es la ideología sobre la sexualidad, que se extiende a otros terrenos, partiendo de la idea según la cual la homosexualidad es una opción tan “correcta” como la sexualidad normal entre hombre y mujer. La homosexualidad es un hecho, inevitable para muchos, y que debe aceptarse, pero de ningún modo puede ser ensalzada como modelo de nada. Procuro evitar el término “heterosexual” porque ya es una concesión al homosexualismo (habría muchas formas de sexualidad equivalentes). Digo “normal” no solo porque sea muy mayoritaria, que también, sino sobre todo porque es la que corresponde a la diferencia y complementaridad de los órganos sexuales, los temperamentos e inclinaciones, entre varón y mujer, y porque está ligada a la procreación, es decir, al mantenimiento de la especie humana. Estos simples datos marcan una diferencia esencial, no solo cuantitativa, sino también cualitativa, con la homosexualidad, “el amor estéril”. Se trata de algo tan obvio, tan evidente, que ningún sofisma o rebuscamiento argumental puede negarlo o desdibujarlo. De hecho, la diferenciación de sexos es tan fuerte que las parejas homosexuales suelen reproducirla dividiéndose los papeles en un inútil remedo. Por ello tampoco el gaymonio pasará nunca de ser una parodia de matrimonio, por mucho que lo legalicen unos políticos más o menos corruptos y demagogos.
El homosexualismo aduce que en la realidad existen muchas formas de satisfacción sexual, por lo que todas ellas serían “normales”. Por supuesto, ello es cierto si reducimos la sexualidad a la obtención de momentos de placer. Y en tal caso la pederastia, el bestialismo, la coprofilia, la necrofilia, etc., serían todas ellas perfectamente normales o naturales. Y lo son desde ese punto de vista, el de una concepción del sexo que Julián Marías denunciaba como “zoológica” (el mono bonobo se ha convertido en un referente y modelo de la “ciencia” homosexualista). Pero la sexualidad humana está muy relacionada con la psique y el conjunto de la personalidad, que es más que animal. Así, muchas formas de sexualidad están relacionadas, al menos estadísticamente, con deficiencias o perturbaciones psíquicas. Según diversos estudios, los medios homosexuales presentan mayores tendencias al suicidio, a la depresión, al uso de drogas, a la pederastia, etc. Una argucia pretende que ello se debe a la represión que sufren, pero ese victimismo es falso, y basta contemplar la esperpéntica pornocarnavalada del “orgullo” para percibir el trastorno psíquico de muchos de los “orgullosos”. Trastorno manifiesto en su extrema y agresiva chabacanería. No todos los homosexuales se portan así, por supuesto, y hasta cabe pensar que los chabacanos son una minoría, pero casi ninguno protesta por tales miserias: estas parecen connaturales al movimiento. Cierto también que muchos homosexuales no se sienten representados por el movimiento homosexualista, y tienen razón. Los homosexualistas usurpan e intentan secuestrar la voluntad y los intereses de un grupo social, pero no lo representan, como tampoco los marxistas a los obreros o los feministas a las mujeres, por poner dos casos clásicos. Y tampoco es casual que homosexualismo, abortismo y feminismo vayan juntos.
Una argucia muy empleada en la agitación homosexualista consiste en afirmar que la relación consentida entre dos hombres o dos mujeres solo les compete a ellos, no hace daño a nadie y nadie tiene derecho a juzgar. Eso, en general, es obvio (no tanto si ese consentimiento perjudica a terceros, por ejemplo); pero el homosexualismo no tiene nada que ver con ello, sino que pretende elevar una desdichada peculiaridad personal a lo social y políticamente normal, y no pensar así supondría discriminación. Como si mantener la evidencia de que la cojera es un defecto supusiera alguna clase de discriminación contra los cojos. Se trata del “pensamiento histérico”, hoy difundidísimo y sobre el que pienso escribir un ensayo.
Los homosexualistas tratan de imponerse con enorme agresividad, intolerancia y falta de respeto. Expuse en tuíter esta opinión: “Nadie en su sano juicio siente orgullo de ser homosexual o de tener un hijo homosexual. Otra cosa es el respeto”. Fueron interesantes las reacciones, que oscilaban entre el insulto, la obscenidad y la amenaza por “homófobo”. Amenaza, pues es sabido que intentan hacer de lo que llaman “homofobia” un delito penado, por “incitación al odio” o similares. Es decir, podrían meterte en la cárcel –eso persiguen-- no ya por la expresión de una idea, sino de un sentimiento. Los homosexualistas rezuman odio a la Iglesia, por ejemplo, pero según ellos ese odio debe ser autorizado, protegido y hasta promovido por la ley. Y perseguida, en cambio, cualquier discrepancia son sus gansadas que ellos interpreten como “incitación al odio”.
Toda la marea de injurias, deseos de muerte y amenazas que despertó mi comentario venía trufada de exigencias de “respeto” y “tolerancia”. Pero ocurre que los “orgullosos” son cualquier cosa menos tolerantes y respetuosos: insultan, atacan y se mofan de la Iglesia, de la familia, de la sexualidad normal, con una saña que revela la escasa consistencia real de su orgullo, su inseguridad inevitable."
1 No ver la TV. Y eliminar del dial Telemadrid.
2 No votar PP. Que gustazo ver a Monago en la calle. Ahora vamos a por Nuñez Feijoo y Rajoy.
Algún día se sabrá cuánto dinero recala directamente en los partidos, también el PP, de estos grupos de presión.
Así que, a los de la antorcha, que se calmen, que lo tienen peor aún que entonces.
Al PP es a quien hay que agradecer la llegada de los comunistas marxistas al ayuntamiento de la capital y la infiltración de progres anticristianos en la comunidad de Madrid.
Al PP es a quien hay que agradecer la excarcelación de terroristas, asesinos y violadores de las prisiones.
Al PP es a quien hay que agradecer que siga vigente la ley del aborto.
Al PP es a quien hay que agradecer el ascenso del secesionismo aldeanista en Cataluña, Provincias Vascongadas, Navarra, Islas Baleares, Galicia, Valencia, Islas Canarias y Andalucía, porque aquí también hay zoquetes secesionistas, sí.
Al PP es a quien hay que agradecer la vigencia de la ley de desmemoria histérica, por la que el ayuntamiento marxista de Madrid va a remover el nombre de 170 calles, entre otras el de Caídos de la División Azul, aquella unidad de voluntarios que salvó a España de entrar oficialmente en la Segunda Guerra Mundial.
Podría seguir poniendo ejemplos de las bondades que nos ha traído a los españoles el partido progre de derechas, pero resulta ocioso en este foro. Todos los lectores, menos los trolls, están al cabo de la calle.
Pero, por último, es a la Conferencia Episcopal Española a quien hay que agradecer el apoyo mediático al PP, a través de 13TV y la COPE, gracias al cuál muchos católicos siguen creyendo, erróneamente, que el PP es el representante del voto católico y de la unidad de España.
A ver si despertamos de una vez todos y hacemos lo que tenemos que hacer para salvar nuestra Fe y a España.
Saludos cordiales.
Que quiere usted decir con '" a ver si despertamos " ??? Quizá votar a algún partido de los que en las pasadas elecciones de mayo sacaron en toda España menos de 8.000 votos????
Que conste que el pp hace cosas mal
No soy tan fanático como para no darme cuenta ....pero partidos de 7000 votantes no van a tener ni un sólo diputado
En cuanto a que la unidad de España es un asunto opinable he de decir que no es así. La existencia y la unidad política y territorial de España proceden de la previa unidad de todos los reinos visigodos en torno a la Fe Católica. Es así desde el III Concilio de Toledo, en el año 589. Esto es historia, datos objetivos y comprobables, no opinión.
Sin la Fe Católica no se comprende la unidad de España, ni habría Fe Católica ni en España, ni en gran parte del mundo, si no fuera nuestra patria una unidad territorial y política.
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Jorge:
Capillas tampoco tantas. Con adoración perpetua me constan tres.
Habla de coherencia con la fe
Bueno.... Pues vote usted lo que crea aunque sea a un partido con 7000 votantes en todo el territorio español.
Otros , como yo NO SOÑAMOS CON LOS GUSTARIA QUE FUERA , SINO QUE NOS CEÑIMOS A LO QUE HAY y , en consecuencia, preferimos elegir entre los 5 -7 partidos que existen EN LA REALIDAD , NO EN NUESTRA IMAGINACIÓN, con posibilidades de obtener diputados y senadores , Y ELEGIMOS el que menos malo nos parece O EL QUE CREEMOS QUE TIENE FUERZA real PARA FRENAR LA LLEGADA DEL COMUNISMO VENEZOLANO
Usted es muy libre de preferir el votar a un partido de escasísima implantación y que quizá en el mejor de los casos siendo muy optimistas saque un diputado
Yo prefiero votar a algo que seguramente sacará 100 diputados aunque me guste sólo el 40 % de las cosas que hace
EL MAL MENOR POLITICO... TACTICA MAQUIAVELICA DEL LIBERALISMO \\
Doctrina y táctica del Mal Menor
Quisiera decir algo católicamente correcto sobre el concepto de “mal menor”. Y explicar que una cosa es la lícita doctrina moral del mal menor y otra más discutible la táctica política del mal menor. La táctica política malminorista es, desde hace doscientos años, seña de identidad del llamado catolicismo liberal, una ideología que ha pretendido conciliar la Verdad que predica la Iglesia con el relativismo y el naturalismo. Soy consciente de que muchos católicos sinceros siguen confiando en las tácticas maquiavélicas del mal menor y del voto útil tal vez porque no acaban de descubrir otra que les convenza. Después de pensarlo un poco les diré mi opinión: que hacer propuestas malas sabiendo que son malas y esperando con ello evitar el triunfo de propuestas peores suena, cuando menos, bastante inmoral. Y además es ineficaz.
La doctrina moral del Mal Menor
Los buenos filósofos explican que el mal no tiene entidad propia porque sólo es ausencia de bien. El mal menor pues no es más que carencia de bien. Y en este sentido mal menor es exactamente lo mismo que bien mayor. Como en el ejemplo de la botella “medio llena”o “medio vacía”sabemos que el nivel puede cambiar a más o a menos. Sabemos que diversas limitaciones internas o externas nos alejan siempre de la perfección individual y social. Por eso la doctrina del mal menor, que exige procurar siempre el mayor bien posible y evitar el mal en lo posible, es válida siempre. Ante una elección -suponiendo que nuestra única responsabilidad sea elegir- no existe otra posibilidad de rectitud ética que elegir lo mejor. Y si todo es malo hay que elegir el mal menor. Y no estará de mas convenir que en ciertos casos el negarse a elegir, es decir, la abstención, aún siendo un mal, puede ser el verdadero mal menor que estamos buscando. Todo ello suponiendo -insisto- que nuestra única responsabilidad sea elegir. La cosa cambia, como veremos, si nuestra responsabilidad no es elegir, sino hacer, o proponer. Al fin y al cabo vivimos en una sociedad plural en la que tenemos el deber de participar. ¿Se satisfará ese deber con la mera elección pasiva del mal menor? Si el llamamiento es a participar, a hacer, a construir, habrá que HACER el bien.
La táctica política del Mal Menor
La táctica política del mal menor ya no se limita al momento electoral, pues consiste en proponer unos males (menores) para evitar que triunfen otros males (mayores). Es la tentación política que nos acosa cuando tenemos la responsabilidad de hacer propuestas. Y llegados a este punto he llegado a una conclusión: desde el punto de vista ético nunca puede ser lícito proponer un mal, aunque éste sea menor.
He aquí algunos argumentos de por qué no es bueno el malminorismo
- Porque la doctrina católica es clara al respecto cuando afirma que la conciencia ordena “practicar el bien y evitar el mal”(Cat. 1706 y 1777), que no se puede “hacer el mal”si se busca la salvación (Cat. 998) y que “nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien”. (Cat.1789)
- Porque la responsabilidad de los laicos católicos no puede limitarse a elegir pasivamente entre los males que los enemigos de la Iglesia quieran ofrecer, sino que debe ser una participación activa y directa, “abriendo las puertas a Cristo”.
- Porque el mal menor pretende asignar a los católicos un papel mediocre y pasivo dentro del nuevo sistema “confesionalmente aconfesional”.
- Porque el mal menor convierte en cotidiana una situación excepcional.
- Porque una situación de mal menor prolongada hace que el mal menor cada vez sea mayor mal. Los males “menores”de nuestros días pesan demasiado como para no evidenciar un enfrentamiento radical con el Evangelio: el individualismo, la relativización de la autoridad, el primado de la opinión, la visión científico-racionalista del mundo... principios que se manifiestan en la pérdida de fe, la crisis de la familia, la corrupción, la injusticia y los desequilibrios a escala mundial, etc.
- Porque la táctica del mal menor se ha demostrado ineficaz en el tiempo para alcanzar el poder o reducir los males.
- Porque es preciso exponer en su integridad el mensaje del Evangelio ya que “donde el pecado pervierte la vida social es preciso apelar a la conversión de los corazones y a la gracia de Dios”(...) y “no hay solución a la cuestión social fuera del Evangelio”(Cat. 1896)
- Porque la propuesta de un mal por parte de quien debiera proponer un bien da lugar al pecado gravísimo de escándalo que es la “actitud o comportamiento que induce a otro a hacer el mal”).
(Cat. 2284). A este respecto es muy clara la enseñanza de Pío XII: “Se hacen culpables de escándalo quienes instituyen leyes o estructuras sociales que llevan a la degradación de las costumbres y a la corrupción de la vida religiosa, o a condiciones sociales que, voluntaria o involuntariamente hacen ardua y prácticamente imposible una conducta cristiana conforme a los mandamientos (...) Lo mismo ha de decirse (...) de los que, manipulando la opinión pública la desvían de los valores morales”. (Discurso de 1/6/1941. Recogido en: Cat. 2286).
- Porque un mal siempre es un mal y “es erróneo juzgar la moralidad de los actos considerando sólo la intención o las circunstancias”(Cat. 1756).
Cómo nace el Mal Menor
Históricamente, la táctica política del mal menor nace en la Europa cristiana postrevolucionaria de la mano de dos movimientos políticos católicos: el catolicismo liberal y la democracia cristiana. Es complicado desentrañar los motivos que llevan a sus promotores a adoptarla en la teoría. Y son contradictorios los hechos y las decisiones adoptadas en la práctica. No entraré a juzgar la intención. En muchas ocasiones los malminoristas han sido hombres de iglesia, católicos inquietos por los avances de la revolución y deseosos de hacer algo en un contexto de debilidad de la respuesta católica a la revolución liberal.
Se puede llegar al malminorismo por diversos motivos que se superponen y entremezclan:
- Por “contaminación”del pensamiento revolucionario y el deslumbramiento ante la aparente perfección de las nuevas ideologías. Buscando, por ejemplo, el compromiso de la Iglesia con una forma política concreta (nacionalismo, parlamentarismo, democracia de partidos, etc.)
- Por exageración de los males del Antiguo Régimen y su identificación con la misma Doctrina Católica.
- Por cansancio en la lucha contrarrevolucionaria, por el acomodo conservador de quienes están llamados a la valentía.
- Por una derrota bélica de las políticas católicas, o tras un período intenso de persecución religiosa.
- Por una aparente urgencia de transacción con los enemigos de la Iglesia a fin de que, al menos, sea tolerada por unas autoridades hostiles una mínima labor apostólica.
- Por maniobras de partidos revolucionarios que intencionadamente procuran sembrar dudas y división entre los católicos.
- Por la carencia de verdaderos políticos católicos lo cual anima la intromisión del clero en la política concreta.
- Por la misma intromisión clerical en el juego político lo que a su vez retrae de la participación a unos y desautoriza la labor independiente -y tal vez discrepante en lo contingente- de otros laicos.
- Por ingenuidad de los católicos que confían sin garantías en las reglas del juego establecidas por los enemigos de la fe.
- Por una sobrevaloración del éxito político inmediato olvidando que, como dice el catecismo: “el Reino no se realizará (...) mediante un triunfo histórico de la Iglesia en forma de un progreso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal”. (Cat. 677)
- Por una creciente desorientación y falta de formación del pueblo católico que genera pesimismo o falta de fe en la eficacia salvadora de los principios del Derecho Público Cristiano.
- Por un enfriamiento en la fe y la religiosidad. Porque sin ayuda de la gracia es muy difícil “acertar con el sendero a veces estrecho entre la mezquindad que cede al mal y la violencia que, creyendo ilusoriamente combatirlo, lo agrava”. (Centesimus Annus, 25. En Cat. 1889)
Cómo ha evolucionado la táctica del Mal Menor
La táctica del mal menor no se ha introducido de golpe en ningún momento. Lo ha hecho de forma progresiva (a peor) a lo largo de los dos últimos siglos. En la historia política de los países europeos se podrían identificar las siguientes situaciones:
- En un primer momento, tras el choque violento de la revolución, y argumentando el accidentalismo de la Iglesia (que corresponde a la institución pero no a los laicos), los malminoristas toleran, consienten y hasta promueven la disolución de estructuras políticas y sociales tradicionales (monarquía, gremios, instituciones religiosas, bienes comunales, etc.) que eran de hecho un freno a la revolución.
- Paralelamente a la secularización de la política y por un cierto maquiavelismo, empiezan a omitir los argumentos religiosos a la hora de hacer propuestas con la ilusión de captar así el apoyo de los no católicos. Algunos llegan a afirmar como justificación para no hablar de la Redención que “la doctrina cristiana es más importante que Cristo”lo cual no deja de ser puro pelagianismo.
- El paso siguiente en la táctica malminorista es el intento de unión de los católicos en torno a un programa mínimo pero no para presentar una alternativa al nuevo régimen sino para integrarse mejor en él con la idea de “cambiarlo desde dentro”. Para ello se procura el desprestigio de otros políticos y tácticas católicas marginales.
- Un recurso frecuente en los malminoristas es tratar de ganar la simpatía de la jerarquía mediante promesas de “paz y reconciliación”que permitan la reconstrucción material de las Iglesias y el mantenimiento regular del culto. Se trata de un intento desesperado de salvar “lo que se pueda”, de tentar a la jerarquía de la Iglesia con una dirección política que no le es propia. Que podría ser algo excepcional, pero no la tónica habitual de participación política católica.
- En ocasiones son los propios obispos o miembros del clero quienes promueven grupos políticos en esa línea con una mentalidad puramente defensiva de la Iglesia. Esta intromisión empobrece la acción política de los católicos, la hace “ir a remolque”de las propuestas revolucionarias, y compromete a la Iglesia con soluciones políticas legítimas pero opinables. Cuando alguien propone hacer acción social, como lo hizo en España un influyente obispo, “para que no se nos vayan los obreros de la Iglesia”está falseando la finalidad de la verdadera acción social, que no puede ser un mero instrumento de catequesis, sino un deber de justicia y responsabilidad de los laicos.
- El caso del Ralliement propuesto por León XIII, que envalentonó aún más a los enemigos de la Iglesia en Francia, o la verdadera traición de ciertos obispos mexicanos a los católicos cristeros, milagrosamente perdonada por el pueblo fiel, son dos ejemplos de las nefastas consecuencias a las que puede llevar el malminorismo. En este sentido la claridad del Concilio Vaticano II al exigir la abstención del clero de toda actividad política representa una rectificación importante. Es preciso reconocer que el empeño cobarde de algunos cristianos por buscar la mera supervivencia material de la Iglesia, la “añadidura”, ha sido un anti-testimonio escandaloso. Es un escándalo que quienes dicen con el Evangelio “Buscad el Reino de Dios y su justicia...”olviden que el mal moral es “infinitamente más grave”que el mal físico. (Cat. 311)
- Más recientemente y coincidiendo con la euforia previa al Concilio Vaticano II se procuró la disgregación de partidos, asociaciones, instituciones y estados católicos con la idea de potenciar una especie de “guerra de guerrillas”que pudiera conquistar así la opinión pública y llegar a todos los rincones del entramado social. Los resultados están a la vista: no sólo se han debilitado o extinguido las antiguas herramientas sino que además no ha surgido esa nueva”guerrilla”y no se ha conquistado nada nuevo -o poco- que no fuera ya católico.
- El último paso del malminorismo y la demostración palpable de su maquiavelismo es la justificación del voto útil lo que, paradójicamente, contradice el mal menor porque propugna que se vote no ya al menos malo, sino a la opción que tenga mayores posibilidades de triunfo, aunque sea peor que otras opciones con menos posibilidades.
La ineficacia del Mal Menor
Al analizar la génesis y desarrollo de las tácticas malminoristas, en ningún caso condeno aquí la intención de quienes las han apoyado o apoyan. Simplemente quiero constatar algunas razones que expliquen por qué el malminorismo nunca consigue lo que se propone. No consigue reducir el mal mayor:
- Porque las energías que debían gastarse en proponer bienes plenos se gastan en proponer males menores.
- Porque es una opción de retirada, pesimista, en la que el político católico esconde sus talentos por temor, o por falsa precaución.
- Porque la táctica del mal menor predica la resignación; y no precisamente la resignación cristiana, sino la sumisión y la tolerancia al tirano, a la injusticia y al atropello. Con tácticas malminoristas nunca se habría decidido el alzamiento español de 1936, ni habría caído el muro de Berlín. No habría habido Guerra de la Independencia Española, ni insurgencia católica en la Vendée, ni Carlistas en España, ni Cristeros en México. Y tal vez ninguna oposición habría encontrado el avance islámico por Europa. No habrían existido ni Lepanto, ni Cruzadas, ni Reconquista.
- Porque el mal menor se presenta como una forma inteligente de favorecer económica y físicamente a la Iglesia olvidando que la mayor riqueza de la Iglesia -su única riqueza- es el testimonio de la Verdad, testimonio que si sigue hoy vivo es gracias a la sangre de los mártires.
- Porque hay ejemplos sobrados en los que el triunfo del malminorismo ha dado el poder a partidos que reclamando el voto católico han amparado, y eso ha pasado en media Europa, una legislación anticristiana (divorcio, aborto, etc.).
En definitiva, el malminorismo no ha sido derrotado nunca porque en sí mismo es una derrota anticipada, una especie de cómodo suicidio colectivo. Es el retroceso, la postura vergonzante y defensiva, el complejo de inferioridad. Defendiendo una táctica de mal menor, los cristianos renuncian al protagonismo histórico, como si Cristo no fuese Señor de la historia. Se creen maquiavelos y sólo son una sombra en retirada. Niegan en la práctica la posibilidad de una doctrina social cristiana, y niegan la evidencia de una sociedad que, con todas sus imperfecciones, ha sido cristiana. El malminorismo, contrapeso necesario de una revolución que en el fondo es anticristiana, ha fracasado siempre, desde su mismo nacimiento.
En cambio, la historia de la Iglesia y de los pueblos cristianos está llena de hermosos ejemplos en los que el optimismo -o mejor, la esperanza cristiana-, nos enseña que es posible, con la ayuda de Dios, construir verdaderas sociedades cristianas. La política cristiana no ha fracasado en la medida en que todavía hoy seguimos viviendo de las rentas de la vieja cristiandad occidental.
Conclusiones
Es alentador comprobar que, gracias a Dios, los errores filosóficos o teológicos, cuando se concretan en movimientos y personas, siguen adelante en medio de felices incongruencias, acuciados por la realidad de las cosas. Raras veces llegan a desarrollar las últimas consecuencias de sus principios. Por eso el resultado de una acción política, aunque parta de unos principios erróneos, es incierto y sorprendente. “Dios creó un mundo imperfecto, en estado de vía”. (Cat. 310) y ni siquiera el acceso al gobierno político de personas santas podría eliminar todas las imperfecciones de este mundo.
Una vez reconocida esta tremenda limitación de la realidad política, nuestra responsabilidad de laicos católicos no puede ser la resignación ante un mundo imperfecto, sino la lucha y la aventura por procurar el acercamiento a ese ideal de perfección que propone también a un nivel social el Evangelio. Aquí radica el verdadero y sano pluralismo que debe existir entre los católicos, porque sin reconocer cierto “derecho a la equivocación”será imposible rectificar y mejorar.
La Doctrina de la Iglesia está pidiendo a los laicos católicos una participación activa en la vida política, solos o acompañados. Todo llamamiento a la unidad entre los católicos no puede exigir mas que una unión en los principios pre-políticos, es decir, en torno a una misma idea de bien común. Y esa acción política católica es responsabilidad exclusiva de los laicos, no de la Institución jerárquica. Laicos solos, o laicos agrupados. Pero laicos.
En cuanto a los conceptos de mal menor y voto útil, estas son mis conclusiones:
- El mal menor como doctrina moral es siempre válido si nuestra responsabilidad es exclusivamente la elección.
- El mal menor como táctica política nace en la Europa postrevolucionaria en un contexto de debilidad de las opciones políticas cristianas.
- La táctica del mal menor es pesimista e ineficaz.
- La táctica política del voto útil es puro maquiavelismo político y aunque aparentemente contradice la táctica del mal menor es en realidad una vuelta de tuerca en una misma concepción que esteriliza la acción política de los laicos católicos.
F. Javier Garisoain Otero
Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista
Publicado en la revista ARBIL
Vaya, ¡qué contestación tan obsoleta, poco interesante y de mal tono, tino, forma y talante da vd a Joaquín!
No he tenido ocasión de leer completo el texto que transcribe Joaquín (que no escribe él, sino F. Javier Garisoain Otero, Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista), pero no sería el primer texto que leo argumentando y documentando sobre ese Mal Mayor denominado "mal menor".
Por ejemplo, los diversos artículos sobre los partidos "malminoristas" que ha escrito en este mismo sitio el P.Iraburu, a quien es una barbaridad acusar de "obsoleto" o "poco interesante".
¿No será que la crítica al pernicioso malminorismo es algo actual, interesante, oportuno... pero incómodo para algunas anquilosadas formas de pensar?
PD: Hay partidos como Vox que han sacado a la luz las discrepancias entre las votaciones reales y los resultados dados por definitivos en las elecciones. En Sevilla, por ejemplo, destaparon que se contabilizaban como resultados definitivos los recuentos parciales de las elecciones (estaba cantado que había pufo, ya que sus cifras de votos decrecieron durante el recuento, y eso no puede pasar cuando sólo se suma).
Al obligar al recuento, aparecieron diferencias de varios miles de votos en diversas candidaturas ("casualmente", la de Vox era la candidatura a la que mayor porcentaje de votos se quitaba; de hecho, si se hubiese añadido ese mismo porcentaje de votos "robados" a sus resultados en las europeas, habrían conseguido representación, cosa incomodísima para muchos).
Yo me lo pensaría dos veces antes de despreciar a partidos sanos a los que los monstruos corruptos no permiten medrar por el expeditivo e ilegal procedimiento de robarles votos en los recuentos.
PD: El lema de Vox en las últimas elecciones era "votar en conciencia". Supuestamente, la democracia funciona con la gente votando en conciencia, de modo que las distintas ideologías estén proporcionalmente representadas. El malminorismo es una perversión de ese sistema, ya que hace a la gente votar lo que no le gusta, creando un miedo infundado a votar en conciencia.
Pero hemos visto millones de personas acudiendo a concentraciones contra el aborto, a favor de la familia, en la JMJ... ¿Qué ha hecho a toda esa gente NO votar en conciencia?
El tóxico malminorismo, estrategia arriolesca donde las haya.
Un saludo.
Hoy se cumplen 30 años de la aprobación en España de la primera ley del aborto, que despenalizaba este horrendo delito en tres supuestos y que supuso la ventana por la que se justificó el asesinato de ceca de dos millones de seres humanos indefensos en el seno materno y el primer paso a la consideración de esta terrible práctica en un derecho, dando carta de naturaleza a que un ser humano pueda tener derecho sobre la vida de otro.
Desgraciadamente para España, a los españoles de hoy este tema les importa muy poco y la inmensa mayoría no lo considera un tema prioritario o lo justificaría en algún caso concreto, pero esto no fue siempre así. Hace 30 años, cuando Ledesma era ministro de justicia del Gobierno de Felipe González, impulsó esta ley, había un número significativo de españoles que alzaron su voz contra esta atrocidad y que podrían haber supuesto un importante frente anti abortista.
Así, años antes de la aprobación de esta ley, ya había españoles que intuían, frente a la incredulidad del resto, lo que podría ocurrir y comenzaron a generar opinión y movilizar a los españoles sobre los peligros que se cernían. Lugar destacado en este frente merece el brillante político y notario Blas Piñar, que en 1982 organizó la primera gran manifestación contra el aborto en España a la que asistieron de manera masiva, españoles de bien y que fue apoyada explícitamente por sectores de la jerarquía católica, como Monseñor Guerra Campos, que ante la defensa del bien, no tenían problema alguno en asumir las críticas que incluso desde su propia acera, podrían propinarle. El mismo Piñar, publicó un brillante ensayo titulado Derecho a Vivir en el que aportaba inapelables argumentos jurídicos, antropológicos y morales en contra de todos los atentados contra la vida y la dignidad humana que él advertía que podrían darse en España, y que lamentablemente, el tiempo confirmó.
No se puede continuar con un análisis serio del viraje de España en su percepción del aborto sin mencionar el primer paso legal para ampararlo. Este es la redacción del artículo 15 de la Constitución Española de 1978, que da cabida al aborto como así han certificado sentencias del propio Tribunal Constitucional. Hay que recordar que la Constitución del 78 fue apoyada por la inmensa mayoría de los políticos venidos del franquismo, excepción de nuevo de Blas Piñar, y por la Iglesia Católica que, como según reconoce el cardenal Tarancón en una entrevista autobiográfica: el episcopado era consciente de que esta situación traería diversos males como el aborto y el divorcio, pero no quedaba más remedio que apoyar la nueva situación "por respeto a la pluralidad política."
Pero como ya ocurriera antes y como ocurrió posteriormente en otras muchas situaciones parecidas, aquellos interesados en implantar este tipo de leyes, sabían cómo neutralizar a los que se oponían. Contaban con el apoyo, bien por acción o bien por omisión de aquellas organizaciones políticas y sociales que tenían la autoridad moral, el apoyo político y el afecto de millones de españoles que veían en ellos a los garantes de los valores propios que conforman España y cuyas consignas seguían ciegamente. Así, miembros de la derecha, se mostraban contrarios a la Ley, mientras eran oposición, para mantener la fidelidad del votante preocupado por estos temas, mientras desarticulaban, mediante el silencio y la calumnia, a aquellas opciones que mostraban una beligerancia mucho más activa y real. Con el tiempo, quedó clara la postura de esta formación política y su sucesora, el Partido Popular que cuando alcanzó el gobierno, primero con mayoría simple, y luego con mayoría absoluta, no sólo no derogó la ley del aborto socialista, sino que impulsó y legalizó nuevas formas de aborto como la píldora RU 486, la llamada PDD, y una ley que amparaba la manipulación de embriones humanos "con fines científicos", lo que a la postre supuso un terrible aumento del número de abortos, llegando a cifras que superan ampliamente el número de los llamados abortos quirúrgicos y cuyo número se suma a los 511.429 asesinados en las dos legislaturas del gobierno de Aznar. Entre tanto, los medios de comunicación omitían esta terrible realidad y cuando lo hacían era para dar altavoz al feminismo que iba implantando como un mantra la idea del derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, obviando que el ser humano que está por nacer, dispone de una corporalidad distinta a la de la madre. Y así con el paso del tiempo se iban durmiendo las conciencias y la jerarquía de la Iglesia Católica, única institución capaz de generar un clima amplio de resistencia frente a esta barbarie, optó por el silencio, a veces interrumpido con tibias e insuficientes declaraciones contribuyendo así por omisión a la aceptación general del aborto como una realidad imposible de cambiar.
No es hasta años más tarde, cuando la querella interpuesta por Alternativa Española contra el doctor Morín, conocido medico abortista, destapando las cotidianas atrocidades del aborto silenciadas hasta entonces, cuando el aborto volvió al primer plano del debate social, surgiendo una nueva oportunidad en cuanto a la derogación de este mal. Pero una vez más, la "derecha", en complicidad con sus terminales mediáticas, volvieron a aplicar la dormidera a la sociedad española, centrando el debate en cambios de la ley en aspectos formales, como son la necesidad de permiso paterno para abortar o los plazos por supuestos, sin abordar la única solución moralmente aceptable, que es la absoluta derogación de cualquier tipo de ley que ampare el aborto.
De esta manera, la "derecha" seguía consolidando la realidad del aborto, que pasaba, de la Ley socialista del 85 a la Ley abortista Aído con el reconocimiento explícito del aborto como un derecho de la mujer y colocando a Mariano Rajoy como garante de la Ley abortista de Felipe González.
El último capítulo de esta triste historia fue el intento de reforma de la ley Aído que propuso el ministro de justicia Gallardón, afortunadamente desechado por su propio Gobierno y que de haber salido adelante, hubiese supuesto la escandalosa aprobación de una ley abortista, con el asentimiento de un importante grupo de asociaciones provida, que erróneamente contemplaban esta reforma como un avance, así como de numerosos miembros de la jerarquía católica.
A fecha de hoy, el debate sobre el aborto corre el riesgo de volver a ser cubierto "bajo un espeso muro de silencio", condenando a una muerte sin defensa a cientos de miles de niños y a España, a su suicidio moral, social y demográfico. Sólo la reapertura del Caso Morín, luchado en solitario por Alternativa Española y su gabinete jurídico, con un enorme esfuerzo profesional y económico, puede mantener vivos la lucha y el debate.
Cada español debería hacer una profunda reflexión sobre este tema y muy en especial, todos aquellos que tienen responsabilidad a la hora de generar criterio, formación y principios morales. La verdad y asuntos de bien común, como la vida y la familia no pueden estar sujetos a componendas de ningún tipo, ni a rebajas morales y ser moneda de cambio de intereses políticos puntuales.
No tener esto en cuenta, ha estrangulado la familia en España, primero con leyes divorcistas que niegan la indisolubilidad del matrimonio, provocando un índice de rupturas matrimoniales en porcentajes socialmente insostenibles. La frivolizacion del vínculo culmina con la equiparación legal del matrimonio a las uniones de parejas del mismo sexo. Así la legalización del divorcio se convierte es un primer paso hacia la legalización del aborto, y éste a su vez abrirá el paso a la eutanasia.
Las dramáticas consecuencias que esta concatenación supone, son inasumibles para ninguna sociedad. Tenemos, cada uno de nosotros, la obligación de combatir estas leyes injustas, aunque sea en solitario, hasta su total derogación. De lo contrario, tan culpables seremos, por omisión, como el médico que abortó, la madre que consintió, el pueblo que calló, el político que legisló y el Rey que sancionó.
AES MADRID
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Jorge:
Perfectamente.
El Padre D. Jorge tiene una trayectoria, y queda meridianmente claro que no apoya los saraos del padre Angel ni de ningun otro, así que tiene todo el derecho de criticar TM.
Sobran las palabras.
Saludos cordiales.
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