Mikal, estéril por burlarse del rey danzante
Los cristianos sabemos que la Biblia está llena de relatos que guardan enseñanzas que valen para todas las épocas. Uno de los que más me ha llamado siempre la atención está en el segundo libro de Samuel:
2 Sam 6,14-23
David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante Yahveh, ceñido de un efod de lino. Él y toda la casa de Israel hacían subir el arca de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos. Cuando el arca de Yahveh entró en la Ciudad de David, Mikal, hija de Saúl, que estaba mirando por la ventana, vio al rey David saltando y girando ante Yahveh y le despreció en su corazón.
Metieron el arca de Yahveh y la colocaron en su sitio, en medio de la tienda que David había hecho levantar para ella y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Yahveh. Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y sacrificios de comunión, bendijo al pueblo en nombre de Yahveh Sebaot y repartió a todo el pueblo, a toda la muchedumbre de Israel, hombres y mujeres, una torta de pan, un pastel de dátiles y un pan de pasas a cada uno de ellos, y se fue todo el pueblo cada uno a su casa.
Cuando se volvía David para bendecir su casa, Mikal, hija de Saúl, le salió al encuentro y le dijo: “¡Cómo se ha cubierto hoy de gloria el rey de Israel, descubriéndose hoy ante las criadas de sus servidores como se descubriría un cualquiera!”
Respondió David a Mikal: “En presencia de Yahveh danzo yo. Vive Yahveh, el que me ha preferido a tu padre y a toda tu casa para constituirme caudillo de Israel, el pueblo de Yahveh, que yo danzaré ante Yahveh, y me haré más vil todavía; seré vil a tus ojos pero seré honrado ante las criadas de que hablas".
Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.
Hagamos el esfuerzo de imaginarnos la escena. El rey de Israel, experto guerrero, danzando delante del Arca de la Alianza como si fuera un locuelo descontrolado. Es fácil que algunos se burlaran en su corazón por semejante muestra de “alegría mística". Al fin y al cabo, ¿no debía ser él, siendo el rey, quien mostrara más respeto hacia el icono de la presencia de Dios en medio de Israel? ¿dónde quedaban la solemnidad y el decoro? ¿dónde la seriedad ante las cosas santas de Dios?
Mikal, hija del anterior rey, estaba entre los que se burlaron en su corazón de ese ataque de bendita locura del antiguo pastor de ovejas. Pero no le bastaba con mofarse del rey en lo secreto y tuvo el descaro de decírselo a la cara, buscando causarle un grave escarnio. Mas David no había roto el protocolo porque le gustara la juerga. Sí, estaba borracho, pero no de vino, sino de la gracia que lleva al alma a alabar a Dios. Llevaba al arca hacia su ciudad. Su alegría debía de ser similar a la de aquel Zaqueo que vio sorprendido como Cristo le anunciaba que visitaría su casa. Cuando Dios se va a vivir a tu lado, la alegría te inunda, el corazón se desborda y todo tu ser quiere danzar ante su presencia. Y si no es así, es que vives en la amargura de Mikal.
Hoy existen muchos que, como la hija de Saúl, se burlan de esa religiosidad poco dada a guardar determinadas formas, que tiene un punto de extravagancia, un toque de locura irreflexiva que no encaja con los patrones de lo políticamente correcto. Las muestras de cariño hacia las imágenes de Cristo y de su Madre son vistas por los “hijos” Mikal como algo propio de tiempos pasados, de gentes que no se dejan re-educar por una modernidad poco dada a la expresión viva del amor hacia lo más sagrado. Algunos, Dios no se lo tenga en cuenta, ven idolatría en donde sólo hay amor y cariño. Pero los hijos de Mikal son tan estériles como su madre burlona. No entienden que donde ellos ven algo digno de desprecio, Dios ve la alegría de almas que, con todas las limitaciones que se quieran, buscan agradarle con gestos visibles.
Nunca te burles de la forma en que un hijo de Dios decide expresar su alabanza al Señor. Sólo el Cristo que escudriña los corazones sabe si detrás de determinada parafernalia hay algo sincero o todo es una pose. No vaya a ser que en una de tus burlas y tus desprecios te encuentres con que tu alma se ha convertido en estéril y nunca más puedas disfrutar de esa santa locura que el rey David tuvo delante del Arca.
Luis Fernando Pérez Bustamante