Carta a una hermana
Dios es tan bueno conmigo que últimamente me ha permitido conocer casos de hermanos y hermanas que regresan o entran por primera vez a la plena comunión con su Iglesia. E incluso a veces esas conversiones se dan a pares, como es el caso de Beatriz y Katia. Esta última me ha pedido que escriba una carta de bienvenida a su amiga. Aquí la tenéis:
Estimada hermana, lo primero de todo quiero darte la enhorabuena. Has sido fiel al llamado del Señor y estás a punto de entrar en plena comunión con su Iglesia. Sin duda la gracia de Dios te ha movido a dar este paso pero, como dijo San Agustín, "el Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti". Cuando somos fieles a Dios, Él nos abre aún más las puertas de su gracia inagotable.
Dice la Escritura que "cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman". Pues bien, parte de esas cosas están en su Iglesia, la cual está llena de tesoros de auténtica espiritualidad esperando a que los descubramos para nuestra edificación. No dudes de que encontrarás cosas en la Iglesia que no te van a gustar por culpa del pecado de sus hijos, pero, de sobra lo sé, será mucho más lo bueno que te espera una vez que emprendas esta aventura de ser católica. Hay tantas cartas escritas por Dios, que son las vidas de los santos, que no tendrás tiempo de leerlas todas.
Pido al Señor que te conoceda la gracia de captar la grandeza de la Eucaristía, donde Cristo se nos hace presente para que tengamos comunión con él. Ya dijo San Pablo (1ª Cor 10,16) que la Eucaristía es la comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. Cada vez que vayas a comulgar, hazlo como si estuvieras abriendo la puerta de tu corazón para que el Señor entre en ti para cenar contigo (Ap 3,20). Y qué gozo hay en recibir al Señor de esa manera. Por tanto, no permitas nunca que la comunión se convierta en un mero rito. Quien vive la Eucaristía con santa devoción está viviendo la anticipación de la comunión perfecta y eterna que se da en el cielo.
El tesoro que ahora recibes no es para que te lo quedes sólo para ti. Has de compartirlo con tu prójimo, con tu familia, con tu gente. Sé espejo que refleje la luz de Cristo en tu alma. Sé católica "contagiosa" para que transmitas la alegría de la fe de tal manera que quienes no la tengan sientan deseos de tenerla. Ama a la Iglesia, que es la mejor forma de amar al Señor de la Iglesia. A pesar del pecado que veas en sus miembros, ámala. Es la novia del Cordero. Y vas a ser parte de ella. No permitas que la cizaña te impida ver el trigo. Y en la medida del don de Dios que haya en ti, sirve como fiel hija de Dios en los campos de mies que tenemos delante de nosotros.
Poco más puedo decirte. Procura alimentar mediante la oración la llama que ahora tienes en tu alma. No dudes en acudir al sacramento de la reconciliación cada vez que tropieces en el camino y así podrás crecer más rápidamente en santidad. No dejes que nadie te robe el gozo de ser hija de Dios y de su Iglesia. Y, muy importante, recuerda que en los santos, y sobre todo en María, tienes una ayuda constante para que llegues al final del camino que es Cristo mismo. Encomiéndate a ellos y no olvides de honrarles como se merecen. Comprenderás pronto que, tras la salvación y la filiación divina, María es el mayor regalo que nos ha dado Jesucristo. Espero que pronto puedas decir aquello que Isabel, llena del Espíritu Santo, dijo cuando recibió la visita de la Virgen: ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1,43).
Que la gracia de Dios te acompañe y te guíe,
Luis Fernando
8 comentarios
Es importante que conozca la devoción del Santo Rosario, y lo practique diariamente, porque así seréis más fuertes por la gracia de Dios, contra los poderes del mal y superar cualquier tentación que el demonio pueda arrojar. Con la devoción del Santo Rosario, el demonio queda confundido y derrotado. Los poderes del mal no tienen efecto en los verdaderos devotos del Santo Rosario. Y aunque se puede rezar en cualquier lugar tranquilo, sin ruido, mucho mejor es ante Cristo en el Sagrario, sin hacer caso al ruido ajeno. Que lo importante y agrada mucho al Señor, es esa intimidad entre el alma y Dios.
Luis Fernando os ha escrito una interesante carta que también hay que tener en cuenta. Y todo para gloria de Dios que es bendito por los infinitos siglos de los siglos.
Eso sí, que abran su corazón a ese tesoro porque el Señor les irá mostrando las bendiciones que hay en la práctica de dichas devociones si se hacen de forma no rutinaria sino poniendo todo el sentido en las mismas.
paolita rampos
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