Tenemos un problema con el término proselitismo
El papa Francisco recibió esta semana en audiencia al Instituto Pontificio para las Misiones Extranjeras (PIME), que está cerca de cumplir 170 años de su fundación. En su discurso el Pontífice tuvo a bien recordar que es la gracia de Dios quien obra la consagración de hombres y mujeres a la labor evangelizadora:
«Evangelizar es la gracia y la vocación propias de vuestro Instituto, su identidad más profunda. Sin embargo, esta misión, conviene enfatizar, no os pertenece, porque brota de la gracia de Dios. No hay escuela para convertirse en evangelizadores; Hay ayuda, pero es otra cosa. Es una vocación que tenéis de Dios. O eres evangelizador o no lo eres, y si no has recibido esta gracia, esta vocación, te quedas en casa».
Aunque ciertamente todos los fieles debemos estar preparados para dar razones de nuestra fe (1ª Ped 3,15), no todos tenemos el carisma propio del evangelizador. Como bien enseña San Pablo:
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
Efe 4,11-12
La evangelización es fruto del mandato del Señor a sus apóstoles y es absolutamente necesaraia para la salvación de los elegidos:
«Porque todo el que invoque el nombre del Señor se salvará». ¿Pero cómo invocarán a Aquel en quien no creyeron? ¿O cómo creerán, si no oyeron hablar de él? ¿Y cómo oirán sin alguien que predique? ¿Y cómo predicarán, si no hay enviados? Según está escrito: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Nueva!» Pero no todos obedecieron al Evangelio. Pues Isaías dice: «Señor, ¿quién creyó nuestro anuncio?» Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, a través de la palabra de Cristo.
Rom 10,13-17
Sin embargo, el Papa advirtió a los miembros del PIME que una cosa es evangelizar y otra hacer proselitismo:
«Hay un peligro que vuelve a surgir, que parece estar desactualizado pero que está regresando, confundir la evangelización con el proselitismo. No. La evangelización es un testimonio de Jesucristo, muerto y resucitado. Es Él quien atrae. Por eso la Iglesia crece por atracción y no por proselitismo, como dijo Benedicto XVI. Pero esta confusión surgió en parte de una concepción político-económica de la “evangelización", que ya no es evangelización. Mas es la presencia, la presencia concreta, por la que te preguntan por qué eres así. Y entonces anuncias a Jesucristo. No estás buscando nuevos socios para esta “sociedad católica”, no, estás mostrando a Jesús: que se muestra a sí mismo en mi persona, en mi comportamiento; Y abrir espacios con mi vida a Jesús. Esto es la evangelización. Y esto es lo que sus fundadores tenían en sus corazones».
Reconozco que no entiendo cuál es el concepto que Francisco tiene sobre el término proselitismo. Habla de no buscar “nuevos socios para esta sociedad católica” y dice que esto forma parte de una concepción político-económica. Pues, sinceramente, no sé a qué se refiere.
No es el primer Papa que habla en términos negativos del proselitismo. Benedicto XVI, en la homilia que predicó en la Misa de inauguracion de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en el santuario de Aparecida, Brasil, 13 de mayo de 2007, dijo:
La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por «atracción: como Cristo «atrae a todos a sí» con la fuerza de su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose en espíritu y concretamente con la caridad de su Señor.
Lo cierto es que la palabra proselitismo en español tiene un significado muy concreto, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española:
Proselitismo
1. m. Celo de ganar prosélitos.
Y:
Prosélito, ta
1. m. y f. Persona incorporada a una religión.
2. m. y f. Partidario que se gana para una facción, parcialidad o doctrina.
Uno de los más grandes santos de nuestro tiempo, San Josemaría Escrivá de Balaguer, lo defiene así en Camino:
793 Proselitismo
Es la señal cierta del celo verdadero.
No puede caber en cabeza católica el rechazo del celo de ganar almas para Cristo y su Iglesia. Y aunque evidentemente el testimonio de una vida de santidad es un instrumento magnífico para la conversión de los incrédublos, tampoco tiene el menor sentido rechazar la predicación de palabra, que es eficaz por sí misma. De hecho, dado que no parece que abunden entre nosotros santos en vida, por mucho que lo dijera Benedicto XVI, si hemos de esperar a que la Iglesia crezca mucho por atracción, tenemos un problema. No anda la Iglesia precisamente en sus mejores momentos a la hora de dar ejemplo al mundo y no hace falta que explique las razones de ello.
Ruego se me permita lanzar una advertencia. La idea de que “hay que ganar almas para Cristo pero no necesariamente para el catolicismo” es venenosa a más no poder. Implica negar que la Iglesia Católica es -o subsiste en ella- la Iglesia de Cristo. Implica negar el dogma de que “fuera de la Iglesia no hay salvación” (salvedad sea hecha de la ignorancia invencible). Como bien dijeron los padres de la Iglesia, “no puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por Madre“. Por tanto, no es igual ser cristiano protestante, anglicano, ortodoxo, mormón, etc, que ser cristiano católico.
La Iglesia no es en sí misma objeto de fe, pero sí es objeto de fe que existe una sola Iglesia, Católica y Apostólica. Por tanto, el verdadero evangelizador católico busca la conversión del no católico a la fe católica, que es la forma perfecta de convertirse a Cristo. Y quien niegue eso no merece el nombre de católico.
San Paciano de Barcelona:
«Christianus mihi nomen; Catholicus vero cognomen. Illud me nun cupat: istud ostendit. Hoc probor: inde significor».
«Cristiano es mi nombre ; católico mi apellido. El primero describe lo que soy, el segundo lo explica y lo pone a prueba»
Laus Deo Virginique Matri
Luis Fernando Pérez Bustamante