¡Extirpad al perverso de entre vosotros!
La Iglesia de Cristo se ha enfrentado siempre al problema de cómo tratar los casos de quienes viven en pecado público. A Dios gracias, tenemos un ejemplo claro de lo que conviene hacer en esas ocasiones. El capítulo 5 de la primera carta del apóstol San Pablo a los corintios lo explica muy bien:
Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho.
Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
No está bien vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? Alejad la vieja levadura, para ser masa nueva, como sois ázimos, porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolada. Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ázimos de la pureza y la verdad.
Os escribí en carta que no os mezclarais con los fornicarios. No, cierto, con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendríais que saliros de este mundo. Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que llevando el nombre de hermano sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con éstos ni comer; ¿pues qué a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!
Si se hubiera hecho siempre caso a San Pablo, ¡cuántos escándalos nos habríamos evitado! Ciertamente la Iglesia no puede dedicarse a espiar la moralidad de sus miembros. Y el secreto en el sacramento de la confesión impide que se ponga en evidencia pública a quien peca en lo oculto. En ese caso, solo Dios y el confesor deben saber el pecado. Ahora bien, a lo largo de la historia de la Iglesia, también la reciente, hemos visto demasiados ejemplos de irresponsabilidad permisiva ante quienes viven notoriamente en una situación pecaminosa. No hace falta que los enumere.
La pregunta que cabe hacer es: ¿cuándo estamos ante un pecado público? ¿dónde está el equilibrio entre dar credibilidad a cualquier rumor o hacer como si nunca pasara nada hasta que la evidencia golpea en los titulares de los medios de comunicación?
Cuando quien vive en pecado tiene una responsabilidad pastoral importante, sea sacerdote u obispo, el escándalo puede aparecer en cualquier momento. Es evidente que el primero que sabe que no hace lo que debe es el propio pecador. Si no se acoge a la gracia que transforma el corazón difícilmente puede tomar la decisión de alejarse de sus tareas eclesiales, aun a riesgo de que un día “le pillen con las manos en la masa".
Ahora bien, tanta gravedad tiene la actuación de los “perversos” como la actuación cómplice de quienes, sabiendo la verdad aparte del secreto sacramental, ocultan lo que ocurre e incluso permiten que el indigno siga ocupando puestos dignos en la Iglesia. Y de eso hemos tenido, y me temo que seguimos teniendo, demasiados ejemplos.
Finalmente el Señor, que dio su vida por la Iglesia, permite que salgan a la luz escándalos que podrían haberse “solucionado” haciendo caso de las palabras de San Pablo. Sea quien sea el próximo Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro, le debemos rogar filialmente que siga en la línea de tolerancia cero marcada por Benedicto XVI. Es más, sin caer en una caza de brujas, podría incluso profundizar en ese camino. O quienes tienen autoridad para hacerlo limpian de basura la Iglesia, o Dios mismo se va a encargar de la limpieza llevándose por delante a quienes profanan a la Esposa del Cordero y a sus consentidores. Se llamen como se llamen y ocupen el puesto que ocupen. Está en juego la salvación de muchos débiles en la fe, que pueden sentir la tentación de alejarse de la Iglesia por este tipo de escándalos.
Si a los fieles que viven en una situación irregular por haberse divorciado y vuelto a casar no se les permite comulgar, ¿a cuento de qué se va a permitir ejercer el sacerdocio, o el episcopado, a quienes se tiene la certeza de que viven en pecado?
Debe ponerse fin a eso de tapar los problemas con medidas “diplomáticas” que buscan salvar la cara de los perversos. Debe ponerse fin a eso de ir moviendo un “problema” de parroquia en parroquia o de diócesis a diócesis. Hacen falta más ceses y menos dimisiones pactadas. Hace falta que la Iglesia lance un mensaje claro y rotundo de que piensa obedecer a lo que Dios, por medio del apóstol San Pablo, le pidió hace 20 siglos. Todo ello, por supuesto, sin olvidar que se debe buscar y facilitar la conversión del pecador. Pero sin dejar tampoco de lado el hecho de que junto con el perdón al que ha causado un escándalo y busca la misericordia, debe ir aparejada la penintencia. No basta un “pelillos a la mar".
Luis Fernando Pérez Bustamante
32 comentarios
Un cordial saludo.
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LF:
Y tanto que viene de lejos. Pero hoy internet hace que todo se sepa inmediatamente en todas partes.
Sobran palabras ante el corporativismo que permite estos sucesos tan espantosos.
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LF:
¿Sabe por qué dejo su comentario?
Porque me resulta creíble. Yo fui testigo directo de algo muy parecido en Ávila hace cosa de 10 años. Del mismo cardenal ante una audiencia de seglares y sacerdotes. Eso sí, sin mencionar al Papa. Su desvergüenza no llegó a tanto.
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LF:
En lo que yo vi hizo una defensa calurosa de los sacerdotes sospechosos bajo el argumento de que "una vez sacerdote, sacerdote para siempre". Y pidió un aplauso para ellos. Fue literalmente como lo cuento. Estuve en un tris de montar un cirio. Si me pasa hoy, lo monto. No se me olvidará jamás la sonrisa perversa que exhibió mientras decía eso.
Un cordial saludo y gracias por aclararlo.
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LF:
Si yo hubiera tenido blog entonces, sé lo que habría hecho. De todas formas, no nos alarmemos. Son muchísimos más los que no caen tan bajo.
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LF:
Se puede ser perfectamente ortodoxo en lo doctrinal y espantosamente heterodoxo en la praxis y en lo pastoral. Yo le escuché decir eso en un congreso de conversos. Y era como para que los conversos que estábamos allá saliéramos corriendo de vuelta a donde estábamos. Lo que ocurre es que cuando la gracia de Dios te lleva de vuelta a la Iglesia, te prepara para lo que te puedes encontrar. Y acabas sabiendo que en la misma hay gente "pa tó".
Será muy ortodoxo el mencionado cardenal, pero la mayor ortodoxia es la Caridad. Sin ella, todo lo demás es mero envoltorio. Y los niños ultrajados (por cierto, también Iglesia) merecían toda la defensa de la Jerarquía.
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LF:
Cuando el beato Juan Pablo II se dio cuenta de que la cosa era lo que parecía, inmediatamente encargó todo al cardenal en el que más confiaba a todos los niveles: Ratzinger. Más vale tarde que nunca.
Ignoro si tales declaraciones son ciertas o han sido sacadas de contexto, pero en caso de ser verdaderas personalmente me repele que implicados en tales hechos sean los electores del Papa. Por muy legal que sea su intervención, a mi me resulta inmoral.
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LF:
El cardenal Law participó en el último cónclave, a pesar de que ya se había retirado por su nefasta gestión de los casos de abusos.
Lo del derecho, pase, pero ¿lo del deber?
Habría que ver las palabras exactas de Scicluna.
"Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños". Lc 17
Asique ya sabemos donde tienen que estar los complices en vez de ir al Conclave.
Hoy hasta la fe más recia se tumba, no olvidemos que tenemos a nuestro alcance toda la información sobre la Iglesia a nuestra disposición y en tan solo una semana te puedes hacer a la idea de la magnitud del problema del fraude eclesiástico.
Eso de no alarmarse no lo comparto, por no alarmarse hace diez o cinco años está pasando lo de ahora, y las Iglesias entretanto se van quedando vacías.
En lo demás completamente conforme. Un artículo muy necesario. No debemos eludir nuestra responsabilidad y como le dije a mi obispo, es la hora de actuar, que me he cansado de rezar.
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LF:
Por eso creo que Dios va a poner orden. Hay fieles que no soportan estas cosas.
"El programa de renovación propuesto por el concilio Vaticano ii a veces fue mal entendido y, además, a la luz de los profundos cambios sociales que estaban teniendo lugar, no era nada fácil discernir la mejor manera de realizarlo. En particular, hubo una tendencia, motivada por buenas intenciones, pero equivocada, a evitar los enfoques penales de las situaciones canónicamente irregulares. En este contexto general debemos tratar de entender el desconcertante problema del abuso sexual de niños, que ha contribuido no poco al debilitamiento de la fe y a la pérdida de respeto por la Iglesia y sus enseñanzas.
Sólo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que dieron lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de sus causas y encontrar remedios eficaces. Ciertamente, entre los factores que contribuyeron a ella, podemos enumerar: procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; una tendencia en la sociedad a favorecer al clero y otras figuras de autoridad y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos, cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y la falta de tutela de la dignidad de cada persona. Hay que actuar con urgencia para contrarrestar estos factores, que han tenido consecuencias tan trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han obscurecido la luz del Evangelio como no lo habían logrado ni siquiera siglos de persecución".
"Hay que actuar con urgencia para contrarrestar estos factores, que han tenido consecuencias tan trágicas para la vida de las víctimas y sus familias y han obscurecido la luz del Evangelio como no lo habían logrado ni siquiera siglos de persecución"
Es un párrafo tremento de un Papa nada corporativista ni buenista. Un brillante y excelso teólogo, sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. Dice la verdad. Le dolerá, pero no la enmascara.
Claro que todo pecador puede arrepentirse, faltaría más, todos somos pecadores. Pero no recuerdo ningún santo a quien haya que bajar del santoral por haber sido abusador de menores. Pudieron ser paganos que se convirtieron a Cristo, pero una vez convertidos y transformados en seguidores suyos fueron sinceros y no vivieron como hipócritas de doble vida.
Así que tienes razón, LF, yo también creo que Dios va a poner orden porque hay fieles que ya no soportan escándalos de dobles vidas. Ni siquiera San Pablo los podía soportar, según tu propia cita.
¿ Alguien quiere corregir a San Pablo ?
Y no olvidemos esto: predomina la santidad en la Iglesia, desde el Vaticano al último de los pobres fieles de a pie, no lo dudemos jamás, pero tampoco cerremos los ojos. Porque si los cerramos, no podremos combatir contra el mal.
http://www.cadenaser.com/sociedad/articulo/fiscal-pide-carcel-cura-abusar-nino-responsabilidad-arzobispado-madrid/csrcsrpor/20050715csrcsrsoc_5/Tes
Lo peor es que creo que ni el cura piensa que eso está mal...
Donde queda el sacrificio de Cristo para salvarnos del mal o del pecado, si no vivimos como salvados, sino como crucificados.
A los creyentes que viven en Cristo y para El, en el servicio a los demás, les crecen alas no para mirar el cielo, si, para vigilar su Iglesia.
Es verdad cuantos escándalos hubiese evitado Dios, con una Iglesia obediente llena de Fe, centrada en la Santísima Trinidad y no en si misma.
Un saludo cordial.
Gracias a Dios, la Justicia Divina, ha comenzado.
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Los terroristas, los violadores, los ladrones también son pobres pecadores, pero nadie en su sano juicio defiende que no deban estar en la cárcel, por dos razones: a) justicia hacia las víctimas b) evitar que vuelvan a dañar a alguien.
La Jerarquía no quiso ni hacer justicia a las víctimas ni evitar que los pederastas siguieran haciendo daño a otros niños: se limitaron a silenciarlos y cambiarlos de parroquia, con lo que siguieron haciendo de las suyas.
El pecado que implica una violencia hacia otra persona es, además, un delito. Y ha de ser juzgado y evitado.
Por cierto, los niños abusados también son parte de la Iglesia, y posiblemente son más Iglesia que los sacerdotes abusadores.
Me refería más bien a las actitudes inaceptables moralmente en el ámbito cristiano pero que no son delito según el código penal, no podemos mezclar todo de cualquier forma.
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LF:
Lo que la Iglesia dice en casos como el de usted es que no se rompa el matrimonio civil, lo cual perjudicaría a su hija, pero que convivan como si fueran hermanos.
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