Hijo de Dios, hijo de María
Tras nueve meses viviendo en el trono más bello hecho nunca, Jesús nació en un pesebre de Belén. Hijo unigénito de Dios, de naturaleza divina. Hijo de María, de naturaleza humana. Una sola persona, dos naturalezas. La voluntad divina se unió en el Fiat de María a la voluntad humana. Si la primera Eva nació del costado del primer Adán, el segundo Adán nació del seno de la segunda Eva, madre de todos los creyentes.
No es bueno que el hombre esté solo, dijo Dios antes de crear a Eva. Y mayor necesidad tenían los hombres de no ser abandonados en la condenación y soledad del pecado. Por eso Dios se hizo carne y habitó entre nosotros. Nunca fue ajeno a nuestras necesidades, pero en Jesús, Dios y el hombre se encuentran y se unen en un milagro que asombra a la creación entera. María fue testigo privilegiada de ese milagro, que tuvo lugar en su seno. Es por ello que jamás podemos separar a Cristo de su Madre. Y es por ello que Él nos la entregó a todos, en la persona de San Juan, cuando estaba en la Cruz. Si María amó a su Hijo, también nos ama a nosotros. Si su Hijo la amó y la honró, nosotros debemos amarla y honrarla.
No puedo, no podemos, olvidarnos de otro testigo del milagro de la encarnación y nacimiento de Jesús. San José no es el actor secundario de ese guión divino. Es protagonista esencial, pues él protegió a la Madre y al Hijo. Él dio un hogar a Aquel que sin ser hijo de su sangre, era en verdad hijo suyo ante los ojos de sus familiares, vecinos y amigos. Sin duda amó a Cristo como pocos hombres le han amado. Sin duda Cristo le amó como a pocos hombres amó el Hijo de Dios. Sin duda tiene un puesto privilegiado en el cielo. Sin duda debe ocupar un lugar muy especial en nuestro corazón.
Hoy celebramos que la luz del mundo vio la luz del mundo. Los ojos de Jesús se abrieron para contemplar los ojos de su madre. No había otra cosa más bella que el Verbo de Dios pudiera contemplar al nacer. Aquel que había pasado la eternidad en una comunión de amor con el Padre y el Espíritu Santo, se encontró con la expresión más alta del amor humano, que es el amor de una madre por sus hijos. Amor divino y amor humano encontrados en una mirada. De ese amor vivimos. De ese amor tomamos fuerza. De ese amor nos alimentamos.
Luis Fernando Pérez Bustamante, hijo de Dios, hijo de María
19 comentarios
Que Infocatolica prosiga con su fecunda labor de proponer sólida doctrina, respuestas fundadas a tantos objetores y en esta fiesta tan entrañable para la fe cristiana continúe reuniendo en alegrìa a tantos, que seguimos su trabajo desde diferentes partes de la CATHOLICA.
PAX CHRISTI,
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- LF me gusta tu forma de acomodar el silogismo
-"Si la primera Eva nació del costado del primer Adán". - según esto debería ser:- La Virgen -segunda Eva- nació del costado de Jesús -segundo Adán-.
- Por lo demás: De ninguna manera: Eva nació ni del costado ni de la costilla de Adán.
-Felices Pascuas- Decían en mi pueblo.
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LF:
Yo es que digo lo mismo que San Justino y San Ireneo de Lyon en el siglo II. María es la segunda Eva
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-Por favor LF.
-San José no fue, ni pudo ser un protagonista esencial en el guión divino de la encarnación.
-San José fue protagonista divino de la maternidad de María sí; Pero solo como protagonista circunstancialmente accidental putativo. Que dejó de serlo cuando éste murió.
-Dicho sea para que las costumbres del lugar no afrentaran, la realidad virginal de antes y después del parto, de la mujer madre soltera llamada María.
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LF:
No voy a entrar en un debate teológico contigo.
Que el señor les de el ciento por uno en esta Vida y La Vida Eterna por la IMPORTANTÍSIMA labor que realizan para la Santa Madre Iglesia y la Sana Doctrina.
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LF:
Pues no le he puesto copyright, :D
Excelente post. A medida que voy sumando años se me va agigantando la presencia de San José en mi vida. Sus silencios, su callada aceptación de los designios divinos, su labor de padre, de esposo y hasta de trabajador artesano, dado lo excepcional de su situación, es sencillamente prodigioso. Para mí es el santo de los santos, y el precusor de padre y de hombre para todos los varones.
El hijo es el Hijo. Y San José es José. Nada menos...
Que el Señor os siga dando fuerzas, ilusión y medios para continuar vuestra impagable labor.
http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/3599/1/simposioteologia2herran.pdf
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LF:
Pío XII:
29. Por todas estas razones, el Magisterio de la Iglesia no prohíbe el que —según el estado actual de las ciencias y la teología— en las investigaciones y disputas, entre los hombres más competentes de entrambos campos, sea objeto de estudio la doctrina del evolucionismo, en cuanto busca el origen del cuerpo humano en una materia viva preexistente —pero la fe católica manda defender que las almas son creadas inmediatamente por Dios—. Mas todo ello ha de hacerse de manera que las razones de una y otra opinión —es decir la defensora y la contraria al evolucionismo— sean examinadas y juzgadas seria, moderada y templadamente; y con tal que todos se muestren dispuestos a someterse al juicio de la Iglesia, a quien Cristo confirió el encargo de interpretar auténticamente las Sagradas Escrituras y defender los dogmas de la fe [11]. Pero algunos traspasan esta libertad de discusión, obrando como si el origen del cuerpo humano de una materia viva preexistente fuese ya absolutamente cierto y demostrado por los datos e indicios hasta el presente hallados y por los raciocinios en ellos fundados; y ello, como si nada hubiese en las fuentes de la revelación que exija la máxima moderación y cautela en esta materia.
Mas, cuando ya se trata de la otra hipótesis, es a saber, la del poligenismo, los hijos de la Iglesia no gozan de la misma libertad, porque los fieles cristianos no pueden abrazar la teoría de que después de Adán hubo en la tierra verdaderos hombres no procedentes del mismo protoparente por natural generación, o bien de que Adán significa el conjunto de muchos primeros padres, pues no se ve claro cómo tal sentencia pueda compaginarse con cuanto las fuentes de la verdad revelada y los documentos del Magisterio de la Iglesia enseñan sobre el pecado original, que procede de un pecado en verdad cometido por un solo Adán individual y moralmente, y que, transmitido a todos los hombres por la generación, es inherente a cada uno de ellos como suyo propio.
(Humani Generis, 30)
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LF:
No es ofensa. Es que no quiero polémica en este post.
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