InfoCatólica / María Lourdes Quinn / Categoría: .... 1) Jesucristo

26.04.10

¿Ve a Dios Padre en Jesucristo?

A petición del Papa Pablo VI, Lew Grade decidió producir la película “Jesús de Nazaret”. El director, Franco Zeffirelli, eligió a Robert Powell para interpretar a Judas Iscariote, pero tanto le impresionó al director la penetrante mirada del actor, que le ofreció a él el papel principal y no a Al Pacino o a Dustin Hoffman como pensaba hacer.

A pesar de la fama internacional que ganó, Robert Powell reconoce que al final no le gustó ese papel por las condiciones bajo las cuales tuvo que desempeñarlo. No sólo tuvo que aprenderse mucho material cada día y combatir el aburrimiento de estar 9 meses en el desierto (de los cuales pasó muchas semanas esperando tiempo favorable), sino que también sufrió hipotermia en la escena de la crucifixión.

Pero, sobre todas esas incomodidades, a este actor (no católico) no le agrada mucho ese papel porque se da cuenta de que el papel de Jesús, al contrario de otros, está destinado a no poder ser desempeñado a la perfección. Según él, ningún hombre puede interpretar a un dios. Los católicos comprendemos eso muy bien, porque creemos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

En el Evangelio del IV Domingo de Pascua, Jesucristo mismo proclama: “Yo y el Padre somos uno.”(Jn. 10, 30). Y hay una escena en “Jesús de Nazaret” que refleja ese Gran Misterio y Revelación del Señor de una forma tan sencilla como profunda

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23.04.10

¿Por qué es el pez un símbolo cristiano?

El Evangelio del III Domingo de Pascua muestra cómo Cristo Resucitado aparece a siete discípulos suyos junto el lago de Tiberíades con pan y pescado sobre brasas. Dirigiéndose a S. Pedro: “toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.” (Jn. 21, 13). El pan y el pescado recuerdan la multiplicación milagrosa de panes y peces, prefiguración del Banquete de la Eucaristía.

Pero, según “Simbolismo del Ichthys” de la Enciclopedia Católica, la popularidad del símbolo entre los primeros cristianos no se debe a esa referencia bíblica:

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21.04.10

¿Por qué no se rompieron las redes en la segunda pesca milagrosa pero sí en la primera?

En la pesca milagrosa de Cristo Resucitado que narra el Evangelio del III Domingo de Pascua: “«las redes no se rompían» (Jn. 21, 7). S. Agustín resalta la diferencia entre las pescas milagrosas que obró el Señor con la cooperación de S. Pedro antes de que le llamara a seguirle y después de Su Resurrección cuando:

“las redes no se rompieron; fijándose sin duda, en este otro prodigio que refiere San Lucas, en el que se rompían las redes, por los muchos pescados que habían cogido.” (De cons Evang., 2, 9)

¿Por qué no se rompieron las redes en la segunda pesca?

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19.04.10

¿De verdad queremos vivir eternamente?

Al comienzo del Evangelio del III Domingo de Pascua, los apóstoles se encuentran junto al Lago de Tiberiades y “Simón Pedro les dice [a los demás]: - «Me voy a pescar.» (Jn. 21, 3). Ya habían visto a Cristo Resucitado dos veces en Jerusalén y fueron a Galilea para encontrarse con Él allí de nuevo.

No sabían qué hacer mientras esperaban, y S. Pedro decidió volver a practicar su antiguo oficio de pescador, a lo que se dedicaba antes de haber conocido al Señor. Es natural lo que hicieron los apóstoles, pescando cuando no sabían todavía qué esperar de la Vida.

El Papa Benedicto XVI ocupa la Sede de S. Pedro desde hace 5 años hoy, y en su segunda encíclica “Spe Salvi” medita sobre la reacción del hombre moderno a la gran noticia de que Cristo Resucitado nos ha abierto las puertas a la Vida Eterna.

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18.04.10

Revelaciones del Cristo de la Gran Promesa

El Evangelio del Domingo de la Divina Misericordia indica que el discípulo que reconoció a Cristo Resucitado esperando a sus apóstoles en la playa fue: “aquel discípulo que Jesús tanto quería” (Jn. 21, 7). Tradicionalmente, se piensa que ese discípulo es el mismo S. Juan Evangelista.

El Bto. Bernardo de Hoyos (1711-1735), beatificado hoy domingo (18 de abril de 2010) en Valladolid, tuvo muchas visiones que recibió del Señor y de santos como el apóstol S. Juan, encontrándose con él “arrimado al Corazón de Jesús” tras recibir la Comunión. Explica sobre S. Juan: “con cuánta razón se le da en la Vida de Santa Gertrudis el título de Portero del Corazón de Jesús; por lo cual es casi inseparable el amor al Corazón de Jesús de un tierno afecto a este Santo evangelista.”

Resalta en sus escritos cómo Sta. Gertrudis le pregunta a S. Juan Evangelista que por qué habiendo reposado sobre el Santísimo Pecho y Corazón del Señor en la Última Cena no escribió sobre el Sagrado Corazón en su Evangelio. Le responde S. Juan: “El dar noticia de las pulsaciones y movimientos del Corazón de Jesús, quedó reservado para los tiempos futuros, en los cuales, oyendo los inflamados afectos del Corazón de Jesús, se encienda el mundo envejecido y resfriado en el amor de Dios”.

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