(472) Evangelización de América –15. Alonso de Ojeda, descubridor de Venezuela
–¿Pero no quedamos en que se prohibió la palabra conquista y conquistadores?
–En (454) recordé que ya a mediados del XVI se va abandonando el término, y que la Recopilación de las leyes de Indias (1680, ley 6ª), suprime la palabra «conquista», sustituyéndola por las de «pacificación» y «población». Pero hablar hoy –alguna vez– de conquista y conquistadores no es pecado.
–Estamos aquí para recordar los Hechos de los Apóstoles de América, es decir las grandes gestas misioneras que deben ser conocidas, especialmente por los cristianos iberoamericanos. Pero antes de entrar a contemplar con más detenimiento la figura de los santos apóstoles de las Indias, en su gran mayoría religiosos, debemos recordar también, aunque sea brevemente, a los cristianos laicos que, sin ser propiamente misioneros, colaboraron positivamente en la evangelización.
Descubridores, conquistadores y cronistas, cada uno a su manera, colaboraron a la difusión de la fe en América, muchas veces con acciones decisivas. Ya hemos destacado en anteriores artículos las figuras de (460) Isabel la Católica, y de (463) Cristóbal Colón, y más adelante estudiaremos el talante apostólico de Hernán Cortés. Aludiremos ahora brevemente a algunos otros personajes que interesan a nuestro tema.
Charles Lummis (1859-1928), historiador norteamericano especialmente interesado por el mundo indio-hispano, declara que «la razón de que no hayamos hecho justicia a los exploradores españoles es sencillamene que hemos sido mal informados… Amamos la valentía, y la exploración de las Américas por los españoles fue la más grande, la más larga, la más maravillosa serie de valientes proezas que registra la historia» (Los descubridores 42; citado por María Elvira Roca Barea, Imperofobia 293).
* * *
–Alonso de Ojeda (1466-1515)
Nacido en un pueblo de Cuenca, en una familia hidalga de pocos recursos, conoció por mediación de un eclesiástico importante, pariente suyo, al Obispo Juan Rodríguez de Fonseca, presidente de la Junta de Indias. Participó en la toma de Granada, donde dio muestras de su valentía y saber militar. De él dice Las Casas que «todas las perfecciones que un hombre podía tener corporales, parecía que se habían juntado en él, sino ser pequeño».
En 1493, gracias al Obispo Fonseca, se embarcó con Cristóbal Colón en su segundo viaje, y llegaron a La Española. Después de mostrar sus dotes militares en diversos combates con los indios en Cibao, regresó a España en 1496. Sin permiso de Colón, capituló con los Reyes Católicos en 1499 un viaje, acompañado del cartógrafo Juan de la Cosa y del navegante florentino Américo Vespucio. Descubrió lo que hoy llamamos Venezuela, que a él debe su nombre, pues cuando vio casas construidas sobre el agua, pensó en Venecia, de donde le vino el nombre de Venezuela. También fue el primero en conocer el lago venezolano de Maracaibo y las costas de Colombia. Por su parte, Juan de la Cosa, su ayudante principal, elaboró el primer mapa de Venezuela-Colombia.
Regresado a España, capituló de nuevo con los Reyes un segundo viaje a Venezuela, que realizó en 1502, con derecho a fundar en aquel territorio. Fundó Santa Cruz, primera población hispana en territorio colombiano, el primero, pues, en tierra firme de América; pero por diversas contrariedades no prosperó. Fue denunciado por sus combates con los indios, y sufrió cárcel en La Española en 1502, hasta que fue liberado en 1504 por intervención del Obispo Fonseca.
En 1508 el rey Fernando el Católico puso a concurso la gobernación y población de la Tierra Firme, y se presentaron como candidatos Diego de Nicuesa, que obtuvo Veragua, y Ojeda, que recibió la gobernación de Nueva Andalucía. No sigo narrando las aventuras de Ojeda, porque fueron muchas, y poco afortunadas. Valiente, atractivo, rápido, generoso, era hombre profundamente creyente y fiel a sus deberes religiosos. Pero su carácter era pendenciero, y carecía de la habilidad política y de la paciencia necesaria para gobernar, y concretamente para conseguir acuerdos pacíficos con los indios. Tras su fracaso en Nueva Andalucía, renunció a su cargo de gobernador y se trasladó a Santo Domingo, donde vivió retirado en el Monasterio de San Francisco hasta su muerte (1515).
Dispuso que a su muerte lo enterraran bajo la puerta principal del Monasterio, para que todos los que entraran en la iglesia pisaran su tumba, penando así los errores cometidos en su vida. En 1936, por decreto del presidente venezolano, fue fundada la Ciudad Ojeda, como homenaje al primer europeo que descubrió el lago de Maracaibo y dió nombre a Venezuela.
–La Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba
Ojeda siempre llevaba consigo en su mochila una imagen de la Virgen que le había regalado en España el obispo Rodríguez de Fonseca, el presidente del Consejo de Indias. Cuando en su segundo viaje fracasó, y hubo de pasar con su gente a La Española en busca de socorros, fueron a dar en una costa cenagosa del sur de Cuba, y hubieron de caminar varias semanas con barro hasta las rodillas, corriendo peligro sus vidas.
Cada vez que descansaban sobre las raíces de algún mangle, allí plantaba Ojeda su imagen de la Virgen, exhortando a todos a que le rezasen y pusieran en ella su confianza. En la mayor angustia, hizo voto de regalar la imagen en el primer pueblo que hallasen, que fue Cueyba, en Camagüey, donde les acogieron compasivos unos indios infieles. Ojeda, en el lenguaje de la mímica, se ganó al cacique para hacer allí una ermita.
Y el padre Las Casas cuenta: «Yo llegué algunos días después de este desastre de Hojeda», y estaba la imagen bien guardada por los indios, «compuesta y adornada». Quiso Las Casas quedarse con ella, ofreciendo otra a los indios, pero éstos no quisieron ni oír hablar del asunto. Y cuando al otro día fue a celebrar misa en la ermita, la imagen ya no estaba, pues el cacique se la había llevado al monte, y no la volvió hasta que se fueron los españoles.
Según parece es ésta la actual Virgen de la Caridad del Cobre, nombrada Patrona de Cuba por el papa Benedicto XV en 1916, y coronada en 1998 por Juan Pablo II en Santiago de Cuba, donde la Patrona tiene su Basílica Santuario Nacional.
El primer santuario mariano de las Indias, una humilde ermita, fue fundado por un laico cristiano con la ayuda de un cacique pagano (Historia II,60). También Cortés, como veremos, hacía lo mismo al afirmarse en un lugar: lo primero de todo, un altar con una cruz y en seguida la imagen de la Virgen con su glorioso Niño. Y muchas flores.
–Cristianos pecadores
Por lo demás, estos hombres que iban de exploración o de conquista –pacífica cuando podían, que no era siempre–, llevando a veces consigo una imagen de la Virgen, no eran santos, sino cristianos pecadores. Ojeda, por ejemplo, fue a veces muy duro con los indios, y Balboa lo denunció en carta al emperador. Eran pecadores, cristianos pecadores, para ser más exactos. Es decir, eran cristianos. Ojeda, como hemos visto, en 1510, era profundamente religioso, y por eso mismo tenía capacidad de arrepentimiento. Vicente Blasco Ibáñez escribió su vida en El caballero de la Virgen (1929) y Eleazar López Contreras en Centauros (2007). Entró Alonso de Ojeda en un monasterio para dedicarse hasta su muerte sólo a Dios, y quiso que su tumba fuera interminablemente pisada.
José María Iraburu, sacerdote
Bibliografía de la serie Evangelización de América
Los comentarios están cerrados para esta publicación.