(72) Gracia y libertad –VII. Santa Teresa del Niño Jesús. 1

–Bueno, a ver si con Santa Teresita acabamos de entenderlo.
–Así lo espero, con el favor de Dios.

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), nace en Alençon, Francia, la última de nueve hermanos. Dios se sirvió de sus padres, Luis José Martin y María Celia Guerin, beatificados en 2008, y de sus hermanas para dar a Teresita una educación cristiana de altísima calidad, que le hizo crecer en el mundo de la gracia con una precocidad extraordinaria.

A los 2 años toma ya «la resolución de hacerse monja», y a los 3 decide «no rehusar nada al buen Dios», recibir siempre su gracia. Ingresa en el Carmelo de Lisieux a los 15 años y muere a los 24. Beata (1923), santa (1925), Patrona universal de las misiones católicas, con San Francisco Javier (1927), llega a ser Doctora de la Iglesia (1997). Su doctrina espiritual se expresa fundamentalmente en sus Manuscritos autobiográficos, escritos en tres cuadernos escolares, que han sido distribuidos en once capítulos (I-XI). El cuaderno A (1895, a su hermana, Hna. Inés de Jesús), el B (1986, a su hermana, Hna. Mª del Sagrado Corazón) y el C (1987, a su priora, M. María de Gonzaga). Son conocidos como La historia de un alma. También son numerosas sus Cartas, Poesías y Oraciones. Y del final de su vida tenemos las Últimas conversaciones, anotadas por la Hna. Inés de Jesús.

El escrito que sigue viene a ser una antología de textos de Santa Teresita sobre la acción de la gracia de Dios en ella. Y quiera el Señor que los lectores que no hayan acabado de entender la doctrina intelectual que hasta aquí he expuesto sobre gracia-libertad, la entiendan por fin en la declaración experiencial que hace de ella esta santa Doctora.

La distribución desigual que Dios hace de sus gracias, tan claramente experimentada por Teresita en su propia vida, es el primer tema que toca en su primer cuaderno, y que desarrolla a lo largo de todos sus escritos. Bien podría ella ser llamada Doctora de la gracia.

«Este es el misterio de mi vocación, el de toda mi vida: el misterio, sobre todo, de los privilegios que Jesús ha dispensado a mi alma. No a los que son dignos; Jesús llama a los que quiere. O como dice S. Pablo: “Dios tiene misericordia de quien quiere y tiene compasión de quien quiere. No es, pues, obra ni del que quiere ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia” (Rm 9,15-16).

«Durante mucho tiempo estuve preguntándome a mí misma por qué Dios tenía preferencias; por qué no todas las almas recibían sus dones por igual. Era cosa que me maravillaba. Al verle prodigar favores extraordinarios a los santos que le habían ofendido –como S. Pablo, S. Agustín–, forzándoles, por así decirlo, a recibir sus gracias; o bien, al leer la vida de aquéllos a quienes Nuestro Señor colmaba de caricias desde la cuna hasta el sepulcro, apartando de su camino todo lo que fuese obstáculo para elevarse a él, y previniendo sus almas con tales favores que no pudiesen empañar el brillo inmaculado de su vestidura bautismal, me preguntaba a mí misma por qué los pobres salvajes, por ejemplo, morían en gran número sin siquiera haber oído pronunciar el nombre de Dios».

«Jesús se dignó instruirme acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza. Y comprendí que todas las flores creadas por él son bellas», tanto una rosa aromática y preciosa, como una mínima margarita. «Lo mismo acontece en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. Él ha creado a los santos grandes, que pueden compararse a las azucenas y a las rosas. Pero ha creado también a otros más pequeños… La perfección consiste en cumplir su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos» (I,2v-r).

Toda la vida de Teresita ha sido una obra maravillosa de la gracia de Dios. «No es mi vida propiamente dicha lo que voy a escribir, sino más bien mis pensamientos acerca de las gracias que Dios se ha dignado concederme»…

«La Flor [la Florecilla de Jesús] que va a contar su historia se complace en hacer públicas las delicadezas, totalmente gratuitas, de Jesús. Reconoce que nada había en ella capaz de atraer sobre sí las divinas miradas del Señor, y que sólo su misericordia ha obrado todo lo bueno que hay en ella. Él la hizo nacer en una tierra santa… Él la quiso precedida de ocho azucenas… Él, en su amor, tuvo a bien preservar a su Florecilla del aliento envenenado del mundo. Apenas empezaba a abrirse su corola, cuando este divino Salvador la trasplantó a la Montaña del Carmelo»… (I,3v). Sólo escribo «lo que Dios ha hecho por mí» (I,4r).

Un natural malo y una educación excelente. El don de la gracia de Dios no actúa en Teresita sobre un don de naturaleza sana y excelente. Todo lo contrario. Ella misma se describe con una niña hipersensible, dada a llorar, con un enorme amor propio, y atacada a veces por unas rabietas de intensidad anormal. Transcribe de una carta de su madre:

«Cuando las cosas no salen a su gusto, se revuelca por el suelo como una desesperada, creyéndolo todo perdido. Hay momentos en que la contrariedad la vence, y entonces hasta parece que va a ahogarse. Es una niña muy nerviosa» (I,8r). Narra también la terrible rabieta que una vez tuvo contra la criada Victoria (II,15v-16r).

La gracia divina concedió, por el contrario, a Teresa una excepcional educación cristiana. «Dios se ha complacido en rodearme siempre de amor» (I,4v). Recordaré sólo algunos detalles muy significativos. Su hermana Paulina, por gracia de Dios, le obligaba en ocasiones a ejercitarse en ciertos vencimientos, como a vencer el miedo a quedarse a oscuras sola de noche: «considero una gracia muy señalada el que me acostumbráseis, Madre mía querida, a vencer mis temores» (II,18v). A los seis o siete años, yendo con su padre de paseo, un señor y una señora que les saludaron dijeron cortesmente que la niña «era muy guapa. Papá les contestó que sí: pero me di cuenta de que por señas les decía que no me dirigiesen alabanzas» (II,21v).

Muy lectora, la gracia de Dios le libró de malas lecturas. «No sabía jugar, pero me gustaba la lectura; me hubiera pasado la vida leyendo. Gracias a Dios, tenía en la tierra ángeles para guiarme; cuidaban de escogerme los libros… Nunca permitió Dios que leyese uno solo capaz de hacerme daño. Es verdad que al leer ciertos relatos caballerescos, no siempre percibía de momento la realidad de la vida; pero en seguida me daba Dios a entender que la verdadera gloria era la que duraba eternamente» (IV,31v-32r).

La gracia de la vocación la recibe de Dios con toda certeza. A los nueve años «comprendí que el Carmelo era el desierto adonde Dios quería que yo fuese a esconderme. Lo comprendí con tan viva evidencia, que no quedó la menor duda en mi corazón. No fue el sueño de una niña a quien uno pueda llevar en pos de sí; fue la certeza de una llamada divina» (III,26r).

Tuvo no pocas penas en su infancia y adolescencia. «Dios, que deseaba sin duda purificarme y sobre todo humillarme, permitió que aquel martirio íntimo durase hasta mi entrada en el Carmelo, donde el Padre de nuestras almas barrió como con la mano todas mis dudas… Si Dios permitió al demonio acercarse a mí, me enviaba también ángeles visibles que me ayudaban» (III,28v-29r).

A los diez años pasó una misteriosa enfermedad, con unos dolores de cabeza y delirios, que parecían fingidos. Su padre, viéndola tan mal, entregó varias monedas de oro para que se ofrecieran misas por ella en Nuestra Señora de las Victorias, en el santuario de París. «Se necesitaba un milagro, y fue Nuestra Señora de las Victorias quien lo obró… De repente, la Santísima Virgen me pareció hermosa, tan hermosa que nunca había visto nada tan bello… Pero lo que me llegó hasta el fondo del alma fue la encantadora sonrisa de la Santísima Virgen» (III,30r). Con este gozo, quedó curada. Unos años más tarde, en 1887, visitando en París ese santuario, «la Santísima Virgen me dió a entender claramente que había sido ella, en verdad, quien me había sonreído y curado» (VI,56v).

Santa muy oculta y muy popular. No pocos santos, ya en vida, han sido reconocidos como santos. Pero no fue así en el caso de Santa Teresita. Cuando murió, no había en su comunidad conciencia de que habían convivido con una gran santa. Sólo lo fueron descubriendo al leer sus cuadernos biográficos. El Señor le reveló interiormente esta gracia. La que había de venir a ser una de las santas más populares de nuestro tiempo, hasta hoy, en vida pasó oculta e inadvertida.

«Recibí una gracia que siempre he considerado como una de las mayores de mi vida, pues en aquella edad no recibía aún las luces divinas de que ahora me veo inundada… Dios me hizo comprender que mi gloria quedaría oculta a los ojos de los mortales, y que consistiría en llegar a ser una gran Santa… Este deseo podría parecer temerario, teniendo en cuenta lo débil e imperfecta que yo era –y aún lo soy ahora, después de siete años vividos en religión–. No obstante, sigo sintiendo hoy la misma confianza audaz de llegar a ser una gran Santa, pues no me apoyo en mis méritos –no tengo ninguno–, sino en Aquél que es la Virtud y la misma Santidad. El solo, contentándose con mis débiles esfuerzos, me elevará hasta sí, y colmándome de sus méritos infinitos, me hará Santa» (IV,32r; subrayados suyos).

A los once años se preparó cuidadosamente a la primera comunión, con la ayuda de María, su hermana: «ella me indicaba el medio para llegar a ser santa por la fidelidad en las más pequeñas cosas» (IV,33r). Es el santo camino ya enseñado por San Francisco de Sales, Bossuet, Jean Pierre de Caussade, S.J. y otros maestros espirituales de la escuela francesa.

Por entonces, dice Teresita, el Señor encendió en su corazón «un gran deseo de sufrir, quedando al mismo tiempo convencida de que Jesús me tenía reservadas un gran número de cruces. Al instante me hallé inundada de tan grandes consolaciones, que las considero como una de las gracias más extraordinarias que he recibido en mi vida… Experimenté también el deseo de no amar más que a Dios, de no hallar alegría fuera de él. Con frecuencia repetía en mis comuniones las palabras de la Imitación [del Kempis]: “¡oh Jesús, dulzura inefable! Cambiadme en amargura todas las consolaciones de la tierra”. Esta oración brotaba de mis labios sin esfuerzo, sin violencia; me parecía repetirla, no por voluntad propia, sino como una niña que repite las palabras que una persona amiga le inspira» (IV,36r-v). La gracia de Dios obrando en ella y con ella.

La gracia hace que todo en Teresa, también sus deficiencias, sea para su bien. Todo es para el bien de quienes aman a Dios (Rm 8,28). Muy precoz en lecturas y pensamientos, era torpe en labores manuales y en el trato con las otras niñas. Era muy distinta de ellas, y aunque quería conseguir su aprecio, no lo conseguía.

«Ahora considero todo aquello como una gracia de Dios, el cual, queriendo sólo para sí mi corazón, escuchaba ya mi súplica “cambiando en amargura las consolaciones de la tierra”. Tanta mayor necesidad tenía yo de ello cuanto que, seguramente, no hubiera permanecido insensible a las alabanzas». Carecía, confiesa, «de habilidad para ganarme las simpatías de las criaturas. ¡Dichosa falta de habilidad! ¡Cuántos y cuán grandes males me ha evitado! (IV,37v-38r). «Doy gracias a Jesús por haber permitido que sólo hallase amargura en las amistades de la tierra. Con un corazón como el mío, me hubiera dejado prender y cortar las alas. Y entonces ¿cómo habría podido “volar y descansar” [Sal 54,6]?… Jesús conocía lo débil que yo era, para exponerme a la tentación… Yo sólo encontré amargura donde otras almas más fuertes que la mía encuentran gozo, aunque renuncian a él porque son fieles» (IV,38v).

«No es, por tanto, mérito mío, ni mucho menos, el haberme visto libre del amor a las criaturas, pues sólo la gran misericordia del Buen Dios me preservó de él. De faltarme el Señor, reconozco que hubiera podido caer tan bajo como Santa María Magdalena. Sí, ya sé por las palabras de Nuestro Señor a Simón que “aquél a quien menos se le perdona, menos ama” [Lc VII,47]; pero esas profundas palabras resuenan con inmensa dulzura en mi alma, porque sé también que Jesús me ha perdonado más a mí que a la Magdalena, puesto que me ha perdonado de antemano, impidiéndome caer». Obró Dios con Santa Teresita como un médico que, más que curar a su hija de una caída, se adelanta a quitar la piedra del camino para que no se caiga (IV,38v).

«Si mi corazón no hubiese sido dirigido hacia Dios desde su primer despertar, si el mundo me hubiera sonreído desde mi entrada en la vida, ¿qué habría sido de mí?… ¡Con cuánta gratitud canto las misericordias del Señor! Cumpliendo las palabras de la Sabiduría, ¿no me “retiró Él del mundo antes de que su malicia corrompiese mi espíritu y sus apariencias engañosas sedujesen mi alma” [Sab 4,11]?» (IV,40r).

El Señor «quiso llamarme a mí [al Carmelo] antes que a Celina [que era mayor que ella], y ella merecía mejor que yo, ciertamente, este favor. Pero Jesús sabía cuán débil era yo, y por eso me escondió primero en las cavernas de la piedra [Cantar 2,14; Ex 33,22]» (IV,44r). «Si el cielo me colmaba de gracias, no era debido, ciertamente, a mis méritos, pues era aún muy imperfecta» (V,44r).

De la fragilidad sufriente a la fortaleza alegre. Por temperamento, por sí misma, Santa Teresita era muy débil en sus sentimientos, muy frágil y vulnerable. Era una sufridora.

«Realmente en todo hallaba motivo de aflicción. Exactamente todo lo contrario de lo que me pasa ahora, pues Dios me ha concedido la gracia de no apenarme por ninguna cosa pasajera. Cuando me acuerdo del tiempo pasado, mi gratitud se desborda en mi alma viendo los favores que he recibido del cielo. Se ha obrado en mí tal cambio, que ni yo misma me reconozco. Deseaba, es verdad, alcanzar la gracia de “tener un dominio absoluto sobre mis acciones, ser su dueña, no su esclava”. Estas palabras de la Imitación me impresionaban profundamente. Pero sólo con el tiempo y a costa de deseos, por decirlo así, llegaría a obtener esta gracia inestimable. Entonces no era más que una niña que no parecía tener voluntad propia; lo cual hacía pensar a las personas de Alençon que era de carácter débil» (IV,43r-v).

«Verdaderamente, mi extremada sensibilidad me hacía insoportable. Si me acontecía disgustar involuntariamente a alguna persona querida, lloraba como una Magdalena… Y cuando empezaba a consolarme de la falta en sí misma, lloraba por haber llorado. Eran inútiles todos los razonamientos; no conseguía corregir tan feo defecto» (V,44v). ¿Cómo iba a entrar ella así en el Carmelo?… Necesitaba un cambio, una gracia especial. Distingue Santo Tomás entre gracia operante y gracia cooperante: «la primera depende de la gracia sola, mientras que la segunda de la gracia y del libre albedrío» (STh III,86, 4 ad 2m). Pues bien, el Señor concedió entonces a Teresita, según ella misma lo describe, una gracia operante maravillosa:

«Era necesario que Dios obrase un pequeño milagro para hacerme crecer en un momento. Y el milagro lo realizó el día inolvidable de Navidad… La noche en que Él se hace débil y paciente por mi amor, a mí me hizo fuerte y valerosa. Me revistió de sus armas. Desde aquella noche bendita nunca más fui vencida en ningún combate. Por el contrario, marché de victoria en victoria. Comencé, por decirlo así, “una carrera de gigante” [Sal 18,5]… Fue el 25 de diciembre de 1886 [a los 13 años] cuando se me concedió la gracia de salir de mi infancia; en otras palabras, la gracia de mi completa conversión… Teresa ya no era la misma. Jesús había cambiado su corazón» (V,44v-45r).

Continuará, con el favor de Dios.

José María Iraburu, sacerdote

Post post.- A usted que, quizá, es tan asiduo a este blog le falta hacer algo importante, justo, equitativo y saludable, si de verdad quiere que siga publicándose. Mire en INICIO, en la portada, arriba, a la derecha, un pequeño banner MODOS DE COLABORAR CON INFOCATÓLICA, pinche en él o pinche aquí mismo… y proceda en consecuencia. “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7).


Índice de Reforma o apostasía

12 comentarios

  
Norberto
Gracias D. José Mª, Theresita es alguien muy especial para mi.
20/03/10 1:31 PM
  
Hector
Padre Agradecido eternamente, creo que debo ir hoy a la libreria a comprar un libro, que me resistia a comprar...

A.M.D.G
20/03/10 1:46 PM
  
piel de toro
Padre, gracias,en estos momentos de inmensa confusion para los creyentes, es maravillosamente iluminante todo lo que escribe, un rocio para el alma, ya solo por tenerle a Ud. este blog no puede cerrarse. ahora mismo voy a mandar mi contribucion, espero lo hagamos en muchos.
Gracias de nuevo, le tengo en mis oraciones.
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JMI.- Gracias por su gratitud.
Y me alegra saber que el corazón y la cartera los tiene juntos.
Muchos no.
20/03/10 9:00 PM
  
Miguel Serrano Cabeza
A veces se divide el corazón.

Uno querría vivir una vida sencilla, encerrado en Dios y en aquello que Dios quiere.

Pero otras veces querría hacer lo que hay que hacer para, de forma santa y ordenada, obtener lo necesario para usarlo en lo que es mejor: tener dinero y entregarlo a InfoCatólica.

Por desgracia, me tengo que conformar con una modestísima aportación mensual.

Dios decide que las cosas sean como Él quiere que sean, siempre sorprendentes. Siempre buenas. Siempre impresionantes en su tremenda sencillez.

Cosas que, vistas desde fuera, constituyen escándalo, necedad y locura no sólo para algunos observadores circunstanciales, sino también para los más próximos.

No sé qué es lo que pasará con InfoCatólica. Lo que sí sé es que, por la Gracia de Dios, ni mi familia ni yo somos ya los que éramos antes de que InfoCatólica existiera, antes de que Dios decidiera derramas Sus Gracias a través de este portal que, para nosotros, ha sido y es el Belén en nuestras vidas.

Ahora, camino del Calvario, vivimos y esperamos la Voluntad de Dios en Su Gracia.

LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI.
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JMI.- Caminamos juntos, Miguel, y el Señor va con nosotros.
21/03/10 9:57 AM
  
Epicteto
ORACIÓN PARA OBTENER UNA GRACIA DE LA SANTA FLORECILLA DE LISIEUX.


" ¡Oh Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, de confianza y de amor! Desde lo alto de los cielos deshoja sobre nosotros esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de humildad, para que rindamos nuestro orgullo y aceptemos el yugo del Evangelio; la rosa de la confianza, para que nos abandonemos a la Voluntad de Dios y descansemos en su Misericordia; la rosa del amor, para que abriendo nuestras almas sin medida a la gracia, realicemos el único fin para el que Dios nos ha creado a su Imagen: Amarle y hacerle amar. Tú que pasas tu Cielo haciendo bien en la tierra, ayúdame en esta necesidad y concédeme del Señor lo que Te pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Así sea ".

Rezar un Padre Nuestro.

***

( Y lo que te pido es , Santa Flor del Carmelo, Patrona las Misiones y a tu compañera Carmelita en la gloria del cielo y Copatrona de Europa Santa Teresa Benedicta de la Cruz ( Edith Stein ) donde juntas gozáis de la presencia del Dios verdadero; te pido por " los pobres salvajes, que por ejemplo, mueren en gran número sin siquiera haber oído pronunciar el nombre de Dios ".

Pedirle a Dios, para TODOS ellos, santos misioneros, cultura, sanidad y medios materiales para que tengan una vida digna, y puedan conocer a Jesucristo Nuestro Señor Redentor del Mundo y Rey del Universo).

21/03/10 8:25 PM
  
Ricardo de Argentina
Epicteto, si Usted es el mismo del post anterior, pues vayan mis disculpas por haberlo supuesto no católico. A tenor de lo que ha escrito, no me quedan dudas de que es Ud. un hijo de la Iglesia.

Me permito suponer, además, que ha comprendido lo acertado de las enseñanzas del P. Iraburu en orden a que Dios dispensa su gracia según su santa voluntad y no en cuotas iguales para toda la humanidad. Y esto lo supongo en virtud de la devoción que manifiesta Ud. por la santa de Lisieux, que tan claro veía y decía estas cosas, como podemos leer en este post.
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JMI.- Gracias, Ricardo. De todos modos, sobre el tema se ha dicho cuanto había que decir, de un lado y otro, y ya solamente se repiten los mismos argumentos. Por eso doy el tema concreto por cerrado.
22/03/10 3:32 AM
  
Raúl
Realmente es muy interesante todo lo que escribe, Padre. Leyendo sus artículos me doy cuenta de que lo que usted dice no es más que la tradición católica, la doctrina de toda la vida. Y uno se da cuenta también de lo alejados que estamos de ella, muchos católicos incluidos.

No sé si entrará dentro del plan de su blog, pero creo que sería interesante también tratar alguna vez el tema de la Misericordia de Dios, o la Divina Misericordia, sobre todo ahora que se acerca la celebración del domingo de la Misericordia. Junto a la Gracia también es fundamental la Misericordia de Dios para con los hombres, los pobres pecadores, como decía la Virgen en Fátima.

Mejor dicho, no sé si ese tema entrará dentro del plan que Dios tiene para su obra y de su Divina Voluntad.

En cualquier caso le felicito y le agradezco sus escritos, porque creo que son muy necesarios en el mundo actual.
22/03/10 4:26 PM
  
clara
A Santa Teresita se le entiende fenomenal...
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JMI.- Bueno, en parte es porque la explico muy bien. Ejem, ejem...
22/03/10 6:16 PM
  
Epicteto
Mi querido amigo Ricardo el de Argentina:

Ha dado el la diana. Soy católico, practicante y temeroso de Dios. Del último banco de la última fila de la Santa Iglesia.

Y de los que siempre piensan, que Jesús de Nazaret, adivinando sus pensamientos, les dijo: "No son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos... Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
Y también que el hijo pródigo, recibió su herencia, dejo a su Padre, y dominado por los demonios de la vanidad, la lujuria y la soberbia, fue e hizo su vida como quiso,..... hasta que lo gastó y perdió todo, paso hambre, frío y otras calamidades, el único trabajo que pudo conseguir no saciaba su hambre, no tenía que comer. Recién entonces se dio cuenta que había metido hondamente la pata, se arrepintió y decidió volver a la casa de su Padre como una oveja perdida, y como tal fue recibido, su Padre se alegro e hizo una GRAN FIESTA., " porque hay más alegría en el cielo por un pecador arrepentido que noventa y nueve justos".

Ese es mi Dios, que he aprendido desde pequeño, en el
Colegio de los
Sagrados Corazones del Padre Damián, en Madrid.

MI Dios, ama antes a un pecador como soy yo, que ha 99 santos justos.

Cordiales saludos.

Tengo un hermano Director de Banco en Buenos Aires y conozco muy bien Argentina. Tiene una inmensa finca en la Pampa. Cuando voy con mi esposa allí, soy plenamente feliz.

Una gran Nación hermana.

Abrazos.

22/03/10 9:57 PM
  
Liliana
Por el momento el aporte en dinero no es posible, mas adelante no lo se, porque en todo el mundo hay sucursales donde depositar todos los domingos, donde la Gracia de Dios es derramada, y quien se deja empapar por ella, se gana un paraíso donde los Ángeles predestinados a guiar y cuidar se ponen en acción, así como lo hicieron con Jesús.
Santa Teresita del Niño Jesús también da testimonio de esto, dice que previene de los malos hábitos y también sana cuando se llega a la enfermedad.
Si depositamos dinero para un gobierno terrenal, cuanto mas debemos depositar para el Reino de Jesucristo que tiene custodios invisibles y visibles para cada uno de nosotros en todo el universo.
Claro que para esto es necesario una mente mística en todos los católicos, para profundizar la creación, y no correr el riesgo de tomar los hechos como inexistentes, que seria negar la Grandeza milagrosa de Dios para la liberación de la humanidad.
Agradezco de todo corazón la oportunidad de compartir y profundizar el camino de la Gracia y Libertad en Jesucristo a través de su recibida y dada bondad.
Un abrazo fraterno laical y argentino, para todos, en especial para usted Padre José María Iraburu.
23/03/10 1:51 PM
  
Mª Angeles
Gracias por escribir sobre esta santa de la que me considero amiga y a la que leí con 18 años en "Historia de un alma". Fue una gracia enorme encontrarla, conocer sus escritos y repasarlos de vez en cuando. Es una santa para los "pequeños". Su doctrina del caminito cualquier cristianos la puede seguir, sólo se trata de hacerse niño, con la cualidades que tiene un niño: confianza ilimitada en su Padre y abandono en sus brazos. Teresita, ruega por nosotros.
27/03/10 11:44 AM
  
Juan Fermin
Padre:
a Dios gracias que escribió ese maravilloso libro Teresita, asi usted nos hacía entender de una buena vez la relacion de la Gracia&Libertad.
Le estoy muy agradecido.
Yo también voy a colaborar con infocatolica,asi usted y san pablo me quieren mas jaja

si no nos vemos, Felices Pascuas de Resurreción
Juan Fermin
Argentina

29/03/10 9:13 PM

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