Ahora les ha tocado a los Magos

Contaban de un mal predicador que, en su afán de arrimar el ascua a su sardina, empezaba del siguiente modo el sermón de la solemnidad de San José: “San José era carpintero. Los carpinteros hacen los confesonarios, así que vamos a hablar de la confesión”.

Con el libro del papa titulado La infancia de Jesús pasa algo similar. Que el papa habla de Tarsis – Tartesos en España - , como de hecho habla, pues la conclusión se impone con una lógica aplastante: “Los Reyes Magos son andaluces”, y aquí paz y después gloria.

Yo comprendo que leerse enterito el Dictionnaire de théologie catholique, obra de muchos tomos y volúmenes, no está al alcance de cualquiera. Pero leerse La infancia de Jesús, de Joseph Ratzinger, sí lo está. 136 páginas, nada más. Y encima, bien escritas.

En el capítulo IV de este libro – que el papa escribe en calidad de teólogo, no de Sumo Pontífice - , se pregunta Benedicto XVI: “¿Quiénes eran los Magos?”. Analiza cuatro acepciones del término “magos”. Esa palabra – “magos” – se aplicaba en ese momento a cuatro categorías de personas: 1) A los sacerdotes persas. 2) A hombres dotados de saberes y poderes sobrenaturales. 3) A los brujos. 4) A los embaucadores y seductores.

Los Magos de los que habla San Mateo parecen pertenecer al ambiente religioso y filosófico persa. Quizá eran astrónomos. En cualquier caso, eran sabios, buscadores de la verdad y del verdadero Dios.

La tradición de la Iglesiaasí como ha llegado al pesebre del buey y del asno leyendo Isaías 1,3ha llegado a los Reyes Magos leyendo el Salmo 72,10 e Isaías 60. “Y de este modo – escribe el papa – los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en el pesebre los camellos y los dromedarios”.

¿Qué decían esos textos del Antiguo Testamento? Que esos sabios venían desde el extremo de Occidente: “los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo” (Salmo 72,10). E Isaías dice: “Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora” (Isaías 60,3).

Se menciona Tarsis – y se sugiere una identificación de Tarsis con Tartesos, en España -, pero nada más. El papa señala asimismo que la tradición “ha desarrollado ulteriormente este anuncio de la universalidad de los reinos de aquellos soberanos, interpretándolos como reyes de los tres continentes entonces conocidos: África, Asia y Europa”.

También se ha relacionado a los tres reyes con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez.

Pero el mismo Joseph Ratzinger sintetiza la enseñanza esencial: “Queda la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia”. Y concluye: “Representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo”.

Pero, si toca hablar de la confesión, no hay nada que hacer: ¡San José era carpintero!

Guillermo Juan Morado.

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