(278) A Mordor en tren
1.- No perdamos el tino.— Que hoy es muy fácil. Tiene la atmósfera teológica que nos envuelve, en general, una resaca de locura, una mar picada de inconsciencia, un canto de Sirenas en que es muy fácil perderse. Tan pronto se sumerge uno en el discurso eclesiástico hodierno, comienza a malentenderse y ahogarse en fenomenologías. Tanto parece que la nueva teología ha invadido la mente de la Iglesia. Quien no sepa nadar entre malas ideas, como entre tiburones, quédese en casa, al amparo de la piedad y del silencio, y no se dedique a pastorales temerarias ni a alemanas filosofías. Quien no sepa contrastar doctrinas, no se meta en agua tapá, como se dice por estos lares. No sea que, por falta de preparación, se descubra modernista, que es como no saber nadar y no hacer pie.
2.- A Mordor en tren.— Rechaza ante todo, amigo, del momento presente, su negrura, su rechazo de la cruz, su apetencia de derrota, su oscuridad conceptual, su afán incontrolado de suicidio. Pocos parecen saber que hay que arrojarlo todo a las llamas, si todo impide la comunión con Dios. Pocos parecen saber que existe un Anillo que hay que destruir, y que ese Anillo tiene un dueño, y que es pecando mortalmente como se hace uno esclavo de él.
Muchos hay, en la Iglesia militante, que quieren ir a Mordor por turismo, no a destruir el Anillo, sino a comprarlo como souvenir; muchos hay que, rechazando caminar en santidad, quieren librarse del via crucis, y volverse invisibles al nuevo orden mundial, para que no le acucie el mundo. Darse palmaditas en el hombro con los orcos es antinatural, como todo compadreo de la cierva con el lobo: siempre acaba mal.
Teme, por eso, amigo, del momento presente, la negrura de su inconsistencia, la insensatez de un viaje a Mordor por turismo, la gran locura de ir al Monte del Destino en tren, sin Sacrificio, sin gracia, de visita, a congeniar con el enemigo y no a combatirlo; hay peregrinaciones que requieren su penitencia; date cuenta de cuánto se apetece la autodestrucción cuando se evita el martirio, y se enaltece la oscuridad. La paz de Cristo es posible en el Reino de Cristo, no en el de los trasgos.
3.- Cabeza de pajarería.— Lo que hoy, algunos, quieren ofrecer a los neomodernistas, es su propia Casa, la del Dios vivo, esa que es columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15), y que nunca va a perecer. ¿Hay sinrazón más grande, que meter en casa los valores de la Modernidad? Cabeza hueca, de mucho piar, es de poco pensar. El bla bla bla que copia al mundo no es palabra eterna, sino chillidos de ave y farsa de loro.
¿Hay torpeza más suicida, que sustituir los mandamientos por derechos subjetivos? ¿Hay necedad más fiera, que darle al error la cabeza, meter en casa a los ladrones, para que dejen el hogar vacío y la cabeza a pájaros? Si no nos aferramos a lo verdadero, y lo conservamos tal y como lo recibimos, una vez perdidas las buenas doctrinas, las nobles nociones heredadas y el clásico sentir, ¿qué nos quedará, sino el mundo caído?
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Date cuenta del esplendor de la doctrina de Jesucristo y la belleza de su Iglesia, que es sendero de salvación. Date cuenta del legado transmitido, y no lo sustituyas por inventos; date cuenta de la realeza de Nuestro Señor, y no la des por cancelada. Date cuenta del estado de gracia, de cuya negación brotan los fuegos del infierno; date cuenta del clásico sentir, que es sensibilidad de hijo adoptivo y heredero.
David Glez Alonso Gracián
7 comentarios
Es difícil, es doloroso, es triste, es descorazonador, da miedo, y parece imposible: como toda gran proeza a lo largo de la Historia. Pero es que el camino fácil, la puerta ancha y el olvido es para los perdedores, no para los vencedores.
Así sucedió para los macabeos, así en la persecución de los 1os cristianos y los Stos Apóstoles, así en las Cruzadas, así en Covadonga, así durante el milagro de Empel, así en las Guerras Cristeras, así en la persecución religiosa del 34...y así hasta ahora.
Siempre, siempre: Cuado ya quedan pocos, cuando parece que todo está perdido, cuando parece que el diablo va a prevalecer, y cuando la oscuridad es casi absoluta, en ese último instante de todos...entonces la luz de Dios vuelve a brillar, a multiplicarse por todas partes (cubriendo toda baja) la Victoria se nos concede en un abrir y cerrar de ojos, y los Santos, todos ellos, vuelven a ser honrados y recordados para siempre. Porque la Santidad es lo que nos espera, tanto si caemos honrados por la palma del martirio, como si tomamos en vida el relevo apostólico de aquellos que cayeron.
Me quito el sombrero.
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A.G.:
Me gustó mucho esto que escribió:
Pero es que el camino fácil, la puerta ancha y el olvido es para los perdedores, no para los vencedores.
Así es, no se puede no pasar por la cruz, no participar de ella, no cargar con la nuestra, y sobre todo, no ser de Cristo siendo, a la vez, del nuevo orden mundial.
Me agrada que hable en su comentario de la providencia divina. Es cierto que es imprevisible lo que pasará, en nuestra mano está pedir al Señor que nos cuente entre sus elegidos.
No hay victoria sin sacrificio.
"Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que ya vivamos ya muramos, somos del Señor" (Rm 14, 8).
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A.G.:
Así lo creo yo también, pienso lo mismo que Ud. menciona:
Cristo en la Cruz debe ser nuestra imagen constante en el horizonte
Nuestra Señora nos ayude.
Soy de los que creen, como el sacerdote italiano Don Minutella, que eso no puede prolongarse mucho más en el tiempo y que, si Dios lo quiere, cuando ya no estén los actuales papas -el titular y el emérito-, habrá novedades institucionales de gran calibre.
Y que todo será a la mayor gloria de Dios.
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A.G.:
Gracias Ricardo.
No sé que pasará en el futuro ni cómo se resolverá la actual crisis de fe. Lo que sí sé es que la cruz debe volver a ser signo de la victoria.
No es extraño que los hermanos mayores, menores y medio pensionistas en la fe lo primero que hicieron para congeniare con el mundo y vivir con él fue desechar el libro de los Macabeos. El que quera entender que entienda.
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A.G.:
Muy cierto. Es que el luteranismo no cuadra con el martirio, porque como no cree en el estado de gracia, no vale perder la vida por mantenerlo. No cree, en esencia, que el mundo se divida en justos y pecadores. Por lo que no tiene sentido morir por continuar en la justicia.
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A.G.:
Gracias amigo. Nuestro Señor nos conceda continuar en la lucha.
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A.G.:
Así es, amar la cruz es signo de victoria.
Gracias Silvia.
Muchas gracias, AG. El Señor y su Santísima Madre Inmaculada le bendigan
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A.G.:
Gracias amigo José Díaz.
Como bien dice, el juego, a menudo acrítico, con fenomenologías y moderneces, intoxica nuestra fe, la abocan al modernismo. Poseemos saberes heredados de valor perenne, un espendoroso magisterio antimodernista, y la gracia de Dios.
Viva la Inmaculada Concepción.
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