Eppur si muove - Unas positividades bastante penosas

Padre, perdónalos

Ahora va a resultar que matar al inocente ser humano que se encuentra en el seno de la madre va a ser cosa bendecida por determinados pastores nuestros.

Penoso. Esto es penoso. Y lo es porque causa pena que haya personas de fe, se dice, que católica, que de una manera o de otra, por acción, diciéndolo, o por omisión, callando, den su visto bueno a una ley del aborto que, además, no va a ser la proyectada en su Anteproyecto (pues hay matarifes dentro del Partido Popular que no les parece nada bien, siquiera, que se mate como se pretende matar y quieren que se siga haciendo con solera, gracia y permiso oficial sin trabas ni nada de nada). El caso es que todo esto da qué pensar acerca de la fe y de las conveniencias de cada cual en según qué circunstancias.

En todo esto debemos decir que todo radicalismo es poco. Y decimos esto porque no podemos olvidar que radical es aquello que parte de la raíz, de lo que sostiene y, en fin, de aquello sin lo cual nada de lo demás, puede salir adelante. Y en el tema del aborto las medias tintas son sinónimo de relativismo y suponen dar aliento al Maligno para que siga sembrando la especie según la cual algunas muertes no han de ser tenidas en cuenta.

Y al hemos dicho otras veces pero lo volvemos a repetir: lo peor de todo esto es que pastores nuestros se muestren excesivamente dadivosos con los partidarios del aborto. Así de claro debemos decirlo.

Y, como no debemos esconder nada de lo que creemos es importante, lo decimos con toda claridad.

El aún arzobispo de Barcelona, y cardenal, Sistach ha dicho que el Anteproyecto de Ley acerca del aborto “protege al nasciturus, al niño concebido indefenso y no nacido". Y por eso le parece, digamos, “positiva”.

La verdad es que si el cardenal cree que es positivo que, a pesar de que se “pretenda” proteger a algunos no nacidos, está bien que a otros nasciturus les puedan ir dando matute sin efecto alguno en la conciencia de quien mata y de quien deja matar… pues vamos listos.

Aquí lo que importa es, al parecer, no quedar mal con el “pensamiento único” que dice que el aborto es una realidad asumida por la sociedad y que lo que se trata de de parecer caritativo con la vida ajena según y cómo lo dicte el poder político. Y esto es, verdaderamente, triste y da qué pensar.

Matar, el aborto es matar por si alguien no se da cuenta de eso que tan evidente es, no puede ser, nunca, “positivo” por mucho que se pueda avanzar en no matar a algunos. Bien sabemos que ya se buscará el subterfugio para que se pueda seguir matando: lo será por bien de la madre, por bien del médico, por el bien de la humanidad o, simplemente, porque así le interesa a quien gobierna. Excusas, para eso, seguramente no van a faltar y puestos a justificar lo pueden justificar todo. Pero todo, todo estando, en el colmo de la cara dura y del exceso de legitimidad sostener tal decisión sobre las urnas llenas de votos tipo “carta blanca”.

No es posible, ni puede serlo nunca, creer que está bien matar a uno y no a otro. Matar es quitar una vida. ¿Tan difícil es entender eso? Que no se puede aligerar la conciencia creyendo que es legal y que lo que hagamos bajo el paraguas de la norma está bien y ya está. ¿Olvidamos fácilmente lo que son las leyes intrínsecamente perversas? Sí, son aquellas que no hay que acatar ni cumplir ni nada que suponga una cosa u otra. ¿Acaso el derecho a la vida no es el primero de todos los derechos? ¿Acaso no se conculca el mismo cuando se acaba con él?

Para acabar, hagamos esta sencilla muestra:

Pongamos a un lado a los que defienden la vida y no quieren, para nada, que se pueda matar, nunca, con el aberrante sistema del aborto. Digamos que dicen “Aborto cero”.

Pongamos a otro lado a los que apoyan el aborto de forma absoluta y a los que, por omisión o por acción en exceso “comprensiva”, hacen lo mismo. Digamos que dicen “Aborto siempre o según y cuándo”.

Pues bien, ya pueden ustedes ir situándose en uno de los dos grupos. Aquí no hay espacio intermedio, más light o relativista aún: o se está con la vida o contra la vida. Así de sencilla y de clara es la cosa.

Las medias tintas, sólo, para los que no saben escribir en sus vidas con claridad.

Y es que matar, siempre es matar, lo diga Agamenón o su porquero.

Por cierto, alguien puede decir que es que se le tiene ganas al cardenal de Barcelona pero no puede negarse que una cosa es tenerle ganas sin razón alguna y otra, muy distinta, estar sobrados de razones para tenerle ganas.

¡Ah, y más arriba también, también deberían tenerle ganas!

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Muerte legal, ley antinatural.

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