A cualquier cosa llaman religión (2): el Copimismo
Después de analizar la autodenominada “religión Jedi”, pasamos al segundo caso de actualidad, que está protagonizado por la Iglesia Misionera del Copimismo (o Kopimismo, según las versiones más o menos castellanizadas). Con este término se designa el movimiento creado en el año 2010 por el joven sueco Isak Gerson, estudiante de Filosofía, con apariencia de confesión religiosa, pero que en el fondo no es más que un barniz espiritual para una actividad tan difundida hoy como es la piratería de productos informáticos y culturales, sobre todo a través de la tecnología P2P (redes peer-to-peer, es decir, el intercambio de archivos). Este fenómeno aislado ha pasado a ser noticia en los primeros días del año 2012, cuando Suecia lo ha reconocido oficialmente como religión tras un proceso de solicitud que ha dirigido el fundador.
En poco tiempo se han multiplicado las páginas de Internet de un supuesto culto religioso que precisamente ha nacido del ciberespacio y para el ciberespacio. No es posible saber cuántas personas lo integran, aunque las encuestas podrían encontrar unas cantidades nada despreciables, como pasaba en el caso del Jediísmo, ya que no se exige mucho que digamos. En la web mexicana del movimiento leemos lo siguiente: “Para pertenecer a la comunidad copimista, no es necesario ser miembro de ninguna organización. Es suficiente con que uno se sienta llamado a respetar y adorar a la más sagrada de las deidades: la información. El culto a través de la meditación es suficiente para ser considerado parte de la comunidad copimista. Una persona que se identifica con nuestra filosofía, esté o no registrada formalmente con la Iglesia de Copimismo, es considerada copimista”. Otra vez nos encontramos con un movimiento sin organización, con una espiritualidad sin estructura, con una clara desinstitucionalización que tanto gusta hoy. Las personas pueden considerarse miembros de una comunidad que no les exige compromiso real alguno.
Sin embargo, y de forma ciertamente contradictoria, este movimiento admite que la adhesión a la Iglesia Misionera del Copimismo como tal va más allá del sentimiento de pertenencia, para el que bastan bien pocas cosas como hemos visto. Para ser miembros, los que ya se sienten copimistas de corazón, “tienen que someterse a un rito”. ¿En qué consiste? En primer lugar, tienen que copiar el símbolo del grupo en su ordenador, y después deben revelar sus datos personales a la organización a través de Internet.
El credo del Copimismo gira en torno a la comunicación, el intercambio de conocimientos, la copia y la distribución de material. Todo esto es, según sus simpatizantes, “éticamente correcto”, y añaden que “enriquecer la información que copiamos es el más sagrado acto de copiar, más sagrado que la perfecta copia digital de información, porque expande y mejora la riqueza de la información existente”. Internet, igual que el acto de copiar, es sagrado. Y después de exponer sus axiomas, los adeptos de este nuevo culto afirman que deben “consagrar sus vidas a vivir bajo estas reglas”. El movimiento se autodenomina misionero porque es tal su empeño: difundir información, difundir su ideología e “influir en otros para que adopten una perspectiva más copimista de la vida”, lo que viene a significar el cambio de las leyes que protegen los derechos de autor, que se consideran “leyes anti-copimistas”. En el fondo, lo más espiritual que puede encontrarse es la reiterada afirmación de la sacralidad de la información y del acto de copiar.
Los símbolos religiosos son variables, algo normal teniendo en cuenta las curiosas doctrinas que acabo de resumir. Se han repetido mucho los comandos que se forman con las teclas del ordenador para copiar y pegar información (Ctrl+C, Ctrl+V), incluso sobre cruces y símbolos del ying y el yang. Ahora explican que su símbolo es una pirámide con una letra K en su interior, que denominan “pirámide sagrada Kopimi”.
Por más vueltas que le dé uno, no se encuentran otras referencias espirituales o éticas que se salgan de esta obsesión monotemática. Si en el Jediísmo había unas consideraciones filosóficas y morales de un cierto nivel que le daban alguna apariencia más religiosa, no se puede decir lo mismo de este culto pirata. El texto normativo más extenso que he podido leer, la llamada “Constitución para el misionero”, no es más que una recopilación de reglas de tipo organizativo, que muestran una excesiva jerarquización de algo que parecía tan “espontáneo” (seguramente para lograr su inscripción como confesión religiosa o al menos asociación civil). Entre los organismos y ministerios varios que forman esta “iglesia” están la Conferencia Copimista, el Concilio Copimista, el Director de la Misión, los contables y los nominadores.
No es extraño que todo esto haya pasado en Suecia, país que ya conoció en 2006 el nacimiento del primer Partido Pirata, un grupo político cuyo objetivo es cambiar las leyes nacionales que protegen la propiedad intelectual. El paso siguiente que han dado los partidarios de la copia y distribución de archivos sin respeto a los autores ha sido esta parodia de religión. Pronto empezarán a hacer ruido y a invocar la libertad de conciencia y de culto –la más importante y delicada en los sistemas democráticos y de derechos humanos– para legitimar sus prácticas ilegales. En sus escritos pueden encontrarse, como se ha visto antes, expresiones que así lo permiten vislumbrar, como cuando hablan de la necesidad del cifrado “en los Estados represivos” con el fin de “llevar a cabo sin interrupciones el servicio divino y las actividades pastorales sin ningún tipo de amenaza para la seguridad de los creyentes”.
Esto no lo digo yo, sino que lo afirman sus propios representantes. Quien firma como “Amadísimo Líder” y se presenta como “escéptico, individualista y copimista hasta el tuétano” en la página web del Copimismo en México dice lo siguiente: “Si la iglesia llega a registrarse como una religión, los piratas digitales podrían solicitar inmunidad bajo el derecho constitucional de la libertad de religión, ampliamente reconocido como un derecho humano fundamental. A pesar de eso, los Operadores de la Iglesia aseguran que el Copimismo no va dirigido a buscar inmunidad contra las acciones judiciales”. Dos frases contradictorias: piensan acogerse a la libertad de culto para seguir con la piratería, pero no es lo que buscan. ¿Alguien lo entiende?
¿Una parodia de lo religioso? Es lo que parece a simple vista. Además, leyendo algunos de sus documentos y explicaciones públicas, la balanza del juicio crítico se inclina hacia lo paródico y humorístico, cuando afirman que utilizan el término “iglesia” en su sentido de convocación de personas por una causa común y que, más allá del rechazo que pueda producir la palabra, creen que puede servir para intranquilizar algunas conciencias y tomarse a broma algo, como lo religioso, que no debería tomarse en serio, sino con humor. Creo que las conclusiones pueden ser claras.
Y, siguiendo la ortodoxia y la ortopraxis del Copimismo, aquí voy a “copiar y pegar”. Según informan algunos medios de comunicación, Peter Ingham, obispo católico de Wollongong (Australia), ha dicho que “es una locura y parece una parodia de religión, una parodia de los derechos de autor y una parodia del Gobierno el registrar tal organismo como religioso”. También señala que si no tiene nada que ver con Dios o con alguna imagen de lo divino “es una farsa. Parece que es sólo una manera de moverse por la ley de la piratería y los derechos de autor”. Pues ya está: copiado y pegado. Amén.
Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 20/02/12
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