18.11.24

Un amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – Una santa sincronización

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.


El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.


Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena – Una santa sincronización

La esperanza humana es una vivencia que se ata a los días de domingo o al azar de la lotería. Esperar, en cambio, cristianamente, es notarse los ojos cuajados de lágrimas o ver la mesita de noche llena de medicinas y vivir sincronizados con la alegría, porque el optimismo de la fe es como el sol, que siempre está en lo alto, aunque las nubes se arracimen a ras de las casas.” (Beato Lolo, de su libro Cartas con la señal de la Cruz)

Esperanza. Es una palabra que nos llena el corazón muchas veces. Sin embargo, Manuel Lozano Garrido nos dice algo sobre ella que tiene todo que ver con el verdadero significado que, como suele pasar, no tiene mucho que ver con el sentido ordinario que le damos a la misma.

Digamos, para empezar, que Lolo nos vuelve a plantear algo que es espiritual pero desde dos puntos de vista. Y es el Beato de Linares (Jaén, España) gusta mucho de hacer tal tipo de planteamientos para que veamos las cosas del alma desde los dos puntos de vista: el de los hombres y que tiene que ver más con Dios. 

Sabemos que la esperanza es una de las virtudes que, junto a la fe y a la caridad, llamamos teologales porque, según se nos dice en el Catecismo de la Iglesia Católica (1813) “fundan animan y caracterizan el obrar moral del cristiano” y, por tanto, son algo más que meras expresiones que puedan quedar bien por lo que las mismas significan. Hacen, por tanto, que el discípulo de Cristo se comporte (como diría San Mañosearía) como alguien de “criterio". 

El caso es que Lolo nos habla, por así decirlo, de “dos” formas de la esperanza o, en fin, de dos consideraciones que podemos tener de la misma.

Para empezar, está la esperanza más pegada al corazón del hombre que tiene por buena la verdad según la cual tenemos esperanza cuando las cosas nos van bien o cuando nos sometemos al albur de lo que puedan decir unos números con resultados económicos. Y tal esperanza es, seguramente, la más extendida.

Pero luego está la otra. Y para darnos a entender lo que significa la “otra” esperanza no se le ocurre nada mejor a Manuel que ponerse como ejemplo de esta. Sí. Y es que lo que viene continuación de eso de la lotería tiene todo que ver con la propia existencia de quien, no queriendo ser beato… llegó a serlo. 

Sobre todo esto, ya es más que conocida la existencia sufrimiento de Lolo. Es decir, que esa mesita de noche que está “llena de medicinas” ya podemos saber que se refiere a la suya propia aunque, claro, no era la única aunque sí le valía de ejemplo perfecto para delinear lo que, en verdad, es la esperanza. 

Lo que nos dice el bueno y santo de Lolo es que es posible (¡Posible!) estar pasándolo mal físicamente pero, a la vez, estar esperanzado porque se tiene una fe que, bien arraigada en el corazón, lima hasta lo raso las punzadas del dolor.

Plantea Lolo, por tanto, una sincronización entre el sufrimiento y lo que supone darse cuenta de que es posible sobrenaturalizar tal sufrimiento porque todo tiene una causa y una razón de ser que es la fe que se tiene y que (como se dice hoy día) se pone en valor para que se estremezcan el corazón y la propia vida con un saber que lo que se sufre no es lo que debe poner el acento en la existencia. Y de tal sincronización sólo puede devenir algo tan grande como es saberse acompañado por Dios y entonces y con tal compañía todo cobra sentido y luz por muchas tinieblas por las que se esté pasando

De todas formas, no podemos dejar de reconocer que estas palabras del Beato Lolo cobran un sentido más que especial sabiendo que están contenidas en su libro Cartas con la señal de la Cruz en el que se recogen muchos testimonios de personas que mucho sufrían y, así, la esperanza en el sentido loliano es seguro confortó y a muchas de las personas que le habían enviado misivas a su compañero de dolor y sufrimiento. Esperanza que, como se dice en la Sagrada Escritura, es miel sobre hojuelas

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (91)

Creación: el más hermoso fruto de la fecundidad de Dios. Por eso es tan hermosa. ”

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Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

17.11.24

La Palabra del Domingo – Domingo, 17 de noviembre de 2024

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Mc 13, 24-32
 

24 ‘Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, 25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas. 26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria; 27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28 ‘De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. 29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. 31   El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.’”

  

Para siempre con Él

 

Después de haber hecho explícita la importancia que tiene, para nuestra alma, dar no de lo que nos sobra sino de lo que nos es imprescindible, es decir, de nuestro amor y de nuestra misericordia, de nuestro perdón y de nuestra comprensión (me refiero al episodio de la viuda y de la limosna del templo de la semana pasada) Jesús comienza un, denominado, discurso escatológico, es decir viene a profetizar, o sea, a decir lo que sucederá. Esto, no hay que dudarlo, el hecho de que ha de pasar porque el Mesías ya lo ha visto en la eternidad en la que habita junto a Dios.

Esta parte, este texto que el calendario litúrgico nos reserva para el día de hoy, se encuentra (es conveniente leer lo que hay antes y después, es decir Mc 13,1-23 y Mc 13,33-37) entre el anuncio, primero, de lo que ha de suceder cuando haya quienes se hagan pasar por Él y el hecho de que hay que estar preparados: “velad, por tanto, ya que no sabéis cuando viene el dueño de la casa” (Mc 13,35a). Es decir, que esta parte (Mc 13, 24-32) supone el centro de este discurso y, por eso,  la importancia que tiene y a la que ahora me refiero.

En esta parte concreta del discurso de Jesús, creo yo que pueden apreciarse dos elementos que resulta importante destacar: por una parte, el hecho de que Jesús deja claro que (al igual que dijo que Él estará siempre con nosotros, pero siempre, siempre)  sus Palabras, su Palabra (que es, por eso, Palabra de Dios) estará, también, con nosotros, que no pasará, que siempre podremos acudir a ella en busca, no sólo de consuelo sino, sobre todo, de doctrina y de camino.

El Periódico de México | Noticias de México | Columnas-VoxDei | «El cielo y  la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»

Por esto, esta parte es tan importante.

Los cristianos, los discípulos, sus discípulos, siempre podemos refugiarnos en Él y en su Palabra para sacudir nuestro corazón y solventar las muchas preguntas que nos hacemos a diario: ¿hasta dónde debo amar; hay, acaso, límites?, o ¿cuál es, para mí, el sentido de la caridad ante el necesitado?, o ¿qué puedo y qué no puedo perdonar? Si Él dice que “el cielo y la tierra pasarán pero” sus “palabras no pasarán” y esto quiere decir que, también en la eternidad, cuando ese cielo y esa tierra hayan pasado, para nosotros, las Palabras de nuestro hermano Jesús alumbrarán nuestro paso mostrándonos el camino mejor.

Por si no fuera suficiente, para nuestro corazón anhelante, con saber que tendremos, a nuestra mano y a nuestro corazón, de donde salen las obras, el Verbo, otra cosa nos comunica el Mesías de total importancia para nuestro devenir.

Con relación a la parte siguiente, y final, de este discurso que, en su totalidad, recoge Marcos en 13, 1-37, destaca algo esencial: de cuándo ha de suceder lo que Jesús dice no sabemos nada; ni siquiera los ángeles ni Él mismo, pues sólo Dios lo sabe. Esto ha de servirnos de alerta. Si los cristianos (y no digo sólo los católicos) hemos de mantener una relación con Dios a través de la oración y con el prójimo a través de nuestro comportamiento directamente relacionado con ese “amor” que le debemos por ser, además de hermano nuestro, hijo de Dios, no podemos dejarnos vencer por el desaliento ni por el pesimismo. Contra el primero hemos de luchar con la esperanza del que sabe que todo bien está por llegar; contra lo segundo, esa losa triste que nos hunde en la fosa terrible de la perdición, hemos de luchar reconociendo, en nosotros, esa filiación divina que nos señala como herederos del Reino de Dios.

Ese “velad” con el que acaba este discurso que, aunque no esté comprendido en el texto para el día de hoy, es de vital importancia y resulta esencial para tener una idea completa de lo que hablamos, nos muestra la necesidad de mantener esa doble relación-realidad (Dios-prójimo) que, de verdad, nos acerca al Padre.

Para este día de hoy, y para mañana, y para siempre, podemos preguntarnos cómo está nuestro nivel de apertura al prójimo y nuestro nivel de relación con Dios. Ese permanecer despiertos va dirigido, directamente, a nosotros, a todos los que, de una manera o de otra, nos sentimos llamados a formar parte de esa multitud que lavará sus pecados en la sangre del cordero, esa sangre que clama, desde el Reino de Dios, desde la otra parte del Reino, nuestra atención y nuestro corazón.

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no tienen en cuenta que el final del mundo, de este mundo, ha de llegar.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que creen que les basta este mundo para vivir.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a estar preparados, a prepararnos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Seguramente, saber lo que va a pasar debería ayudarnos a ser conscientes de lo que eso supone para nuestra alma. Debería…

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

11.11.24

Un amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – Lo que es la libertad que Dios nos da

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena – Lo que es la libertad que Dios nos da


“La libertad tuvo desde el principio, por consentimiento de Dios, una conciencia real de sus dominios y de sus ventajas y prohibiciones.” (Beato Lolo, de su libro 
El sillón de ruedas)

La libertad.

Cuando se escribe acerca de la palabra sobre la que tanto se ha dicho y se dirá a veces no se repara en Quién fue quien, precisamente, la otorgó al hombre.

En su infinita y bondadosa libertad (es decir que hizo lo que hizo porque quiso hacerlo) el Creador dio la posibilidad a la criatura creada a Su imagen y semejanza de que tuviese la posibilidad de tener lo que se llama libre albedrío. Y de eso nos habla aquí el Beato de Linares (Jaén, España)

El caso es que también estamos de acuerdo con Lolo cuando dice que la libertad fue dada “desde el principio” o, lo que es lo mismo, desde que Adán y Eva fueron puestos en el Paraíso. Y por eso, por cierto, pasó lo que pasó…

Dios, por tanto, consintió en que tuviéramos libertad y eso debería hacernos pensar, más de una vez, cómo la utilizamos aunque sepamos que, por parte de nuestro Creador, no hay problema alguno que hagamos con ella lo que bien nos parezca.

Lo que con estas palabras quiere decirnos Manuel Lozano Garrido es que sabían aquellos dos primeros seres humanos que eran libres y que no podían alegar ignorancia a tal respecto porque saber, lo que se dice saber, bien que lo sabían.

Debemos decir, antes de seguir, de que aunque parezca que hablamos aquí “del principio” bien podemos aplicarnos lo que aquí digamos a nuestro ahora mismo porque la libertad, en cuanto tal, sigue siendo la misma posibilidad de hacer o deshacer, por nuestra parte, lo que queramos hacer o, al contrario, romper.

Que fueran libres aquellas primeras creaturas de Dios quería decir que sabían muy bien a qué atenerse. Y es que el estado de felicidad absoluta que tuvieron que vivir en el Paraíso hasta que pecaron les permitía tener un amplio camino ante sí en su hacer o no hacer…

Ellos sabían muy bien lo que Dios, su Padre y Creador, les había dicho acerca de cuál podía ser su comportamiento en aquel lugar donde es seguro no había pena ni dolor hasta que de allí fueron expulsados. Y nosotros también sabemos muy bien qué está acotado en nuestra vida y hacía no sería conveniente ni siquiera mirar…

A este respecto podemos decir que son muchas las ventajas de saber ejercer bien la libertad en nuestra vida. Y cualquiera de las personas que lean esto saben muy bien a qué nos referimos. Pero también somos conscientes de aquello que tenemos prohibido porque hace muchos siglos que Dios se lo dijo a Moisés y quedó plasmado en aquellas dos tablas que contenían los Diez Mandamientos.

Y diciendo eso damos a entender a la perfección que no podemos alegar ignorancia. No ha lugar a que digamos que en realidad nosotros no sabemos a qué atenernos porque sería una falsedad verdaderamente trágica para nosotros y para nuestra vida eterna.

No. Sabemos muy bien lo que supone para bien nuestra libertad (somo lo sabían Adán y Eva) y tenemos más que claro lo contrario o, lo que es lo mismo, qué es lo no nos es lícito.

Sí, tenemos libertad porque Dios ha querido que la tengamos aunque da la impresión, muchas veces, que no acabamos de entender lo que eso significa.

Lolo, de todas formas, lo entendió a la perfección y así respondió como respondió.


Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.


Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (90)

Creación: ‘Operación, Generosidad’, de Dios”

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Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

10.11.24

La Palabra del Domingo – Domingo, 10 de noviembre de 2024 

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Mc 12, 38-44

38 Decía también en su instrucción: ‘Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, 39 ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 40 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa. 41 Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. 42 Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as.

43 Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: ‘Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. 44 Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir.”

 

COMENTARIO 

Lo que más vale y sirve 

Escatología y merecimiento. Estos dos conceptos, que encierran mucho de lo que Jesús nos comunicó, tienen mucho, todo, que ver en el texto que el Calendario Litúrgico nos ofrece para hoy. Escatología y merecimiento es lo que se refleja en la actuación de la viuda y sentimiento de comprensión por parte de Jesús.

En este texto de Marcos, Jesús nos aclara dos situaciones que, siempre, suelen producirse y que han de suponer, para sus discípulos, un ejemplo de lo que no puede ser y, a la vez, y al contrario, de lo que ha de ser.

En primer lugar, Jesús hace hincapié en que hay algunas personas (en este caso los escribas pero que se puede extender a otros) en las que primero, en su comportamiento, priva la apariencia sobre lo que de verdad tendría que ser su forma de actuación ya que, además de creer en Dios, eran personas notables dentro de la sociedad de la época.

Lo que en la vida de estas personas predomina, a lo que le dan más importancia, es aquello que los demás ven, lo que pueden tener como actuación de persona notable, importante, indiscutiblemente superior: ser saludados en las plazas (por la popularidad que esto encierra), ocupar los puestos de honor en las sinagogas, los primeros asientos, donde se supone que se sientan los notables.

Pero no sólo este aspecto exterior es criticado, con razón, por Jesús. También las acciones que hacen, no sólo la apariencia, importan al Mesías. Estos escribas se hacían cargo de los bienes de aquellos hombres que habían fallecido, dejando a sus viudas en una probable miseria, en una pobreza inmerecida y causada, sólo, por la avaricia de aquellos aparentes creyentes. Y, además, y esto molestaría mucho a Jesús, “fingen hacer largas oraciones”. Este fingimiento lo es en el conocimiento de que no lo hacían con fe sino, seguramente, por cumplir con unas formas, para hacer ver que rezaban largamente. Recordando aquello que dijo el Mesías de que “no todo el que dice Señor, Señor…” refiriéndose a aquellos que parecen ser muy piadosos y a la hora de la verdad, en su corazón, nada es lo que parece es fácil imaginar lo que le molestaba esto a Jesús. Y si, además, sabemos que “Dios ve en lo oscuro”, a esto ha de acarrear lo que sigue.

El sentido escatológico, del más allá, de la vida eterna, del definitivo Reino de Dios, del otro lado del Reino (pues en este mundo ya podemos disfrutar de este lado de este) se refleja en ese juicio al que seremos sometidos. Aquellas personas, ahora escribas, serán “juzgados con más severidad” motivado, esto, por su apariencia, buscada, primero, de cara a los demás y, segundo, por abusar de sus cargos. Esto les debería de pesar, en sus vidas, aunque, por su forma de actuar, no lo parezca.

También nosotros deberíamos pensar si es más importante lo que de nosotros puedan pensar. Me refiero al tema de los respetos humanos, lo que verdaderamente ha de ser importante para nuestras vidas, lo que de verdad ha de ser esencial para tener una relación correcta con Dios.

El merecimiento, lejos de asentar sobre su realidad el conseguir la vida eterna, pues es una donación gratuita de Dios por su bondad, lo vemos en el caso de la viuda.

El Periódico de México | Versión para imprimir | Columnas-VoxDei |  «Guardaos de los escribas»

De las personas que acuden al Templo, muchas de ellas dan mucho ya que tenían mucho para dar pero, en realidad, daban lo que les sobraba. Al menos, es lo que aparece, a mí me parece, en el texto de Marcos.

Pero otras personas, como la viuda, a los ojos de Dios, tienen más mérito ya que lo que da no le sobra, no es lo que pueda despreciar para darse importancia. Da lo que, para ella, a este caso me refiero, al de la viuda, es muy importante, vital, esencial para su propio menester. Eso es lo que importa, al fin y al cabo, que demos lo que poseemos pero no porque nos sobre. Creo yo que es más importante ofrecer a Dios a nosotros mismos y no unas migajas de nuestro tiempo que empleamos en ayudar a los demás, en la forma que sea. Dios ha de querer, de nosotros, todo lo que poseemos, no obstante somos creación suya.

Pensemos que este texto acaba y empieza con el mismo tema. Los escribas, al parecer, esquilman a las viudas, y a pesar de todo, una viuda da todo lo que tiene. Pensaría, erróneamente, que si lo que había acaparado el escriba era para Dios, que no sería así, probablemente, pues de otra forma no sería criticado por Jesús, bien podía dar lo que tenía, que era poco, también para Dios.

Y nosotros, ¿también damos todo lo que poseemos, todo lo que somos, a Dios? o ¿somos cristianos a tiempo parcial, de esa forma light que tanto impera hoy día?

 

PRECES

 

Pidamos a Dios Por todos aquellos que prefieren ser hipócritas al respecto de su fe.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no comprenden lo que vale la pena hacer en materia espiritual.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a comprender tu Palabra y el mensaje de Cristo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

¡Qué diferente es la percepción que tiene Dios de las cosas de la nuestra!

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

4.11.24

Un amigo de Lolo - Lolo subió al Cielo

Eleuterio Fernández Guzmán, blog Mera defensa de la feEs común escuchar en muchos funerales como el sacerdote oficiante cae en un error que no es poco corriente: dice que el fallecido ya está en el Cielo con Dios.

Decimos que es un error porque, primero, no se sabe en su totalidad la realidad espiritual de quien ha muerto pero, en segundo lugar, no sabemos qué consideración tendrá Dios con su alma. Por tanto, y en resumidas cuentas, es difícil determinar si una persona, así de repente, ha subido al Cielo cuando ha muerto.

Es bien cierto que esto se puede decir para tratar de consolar a la familia de la persona fallecida. Sin embargo, mejor sería que se advirtiera (para los vivos) que hay que tener en cuenta la totalidad del comportamiento de una persona para determinar, en su Juicio particular, cuál es su destino eterno. Pero así, de repente, decir que un alma ha subido al Cielo sólo puede hacerse de aquella de la que pueda decir que sobre ella recaía la llamada “fama de santidad”. Es decir, que sólo (y aun así no lo sabemos) en tales casos el sacerdote se podría aventurar a decir que, en efecto, el hermano fallecido, está en el Cielo.

Pero, como decimos, está la fama de santidad.

Es fácil entender qué se quiere decir con esto. Y es que sobre una persona creyente católica es posible que concurran tales dones y gracias espirituales que le hayan hecho llevar una vida santa. Eso, como podemos comprobar, no es fácil. Sin embargo, Dios Padre Todopoderoso hace que sí lo sea en determinados casos.

Cuando eso sucede fácilmente pueden apreciarse tales dones y tales gracias. Entonces decimos, se dice, que tal o cual creyente tiene fama de santidad o, también, que es un santo en vida.

Eso pasa, exactamente, con nuestro Beato. Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, cumplía los requisitos para considera que, ya en vida, era un santo. Y no nos referimos en exclusiva (que también) a uno de aquellos de lo que los primeros cristianos consideraban como tales que, como sabemos, eran todos ellos (ellos se llamaban entre sí  “santos como se dice en Hechos 9, 13: “Respondió Ananías: ‘Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los muchos males que ha causado a tus santos en Jerusalén’”). No. Nos referimos a la santidad propia de aquellos creyentes católicos que, en vida, han mostrado y demostrado las virtudes propias de los que, con el tiempo, son considerados santos por la Iglesia católica.

Lolo era, pues, uno de esos.

Que Lolo era eso lo podemos apreciar a lo largo de su vida que, como sabemos, fue sencilla. No era una persona que saliera por los caminos a convencer de la necesaria conversión de los corazones. Y no lo era porque sabemos de sobra cómo fue su vida desde su sillón de ruedas. Sin embargo, bien sabemos que Manuel Lozano Garrido, Beato Lolo, fue mucho más sin recorrer sendas ni nada por el estilo. Y es que fue santo en un minúsculo espacio de tierra. Algo así como ocurrió con la Beata Ana Catalina Emmerick. Todos ellos, sin moverse de sus escasos metros cuadrados pudieron convencer al mundo de que el sufrimiento no es un fin sino un medio para llegar lejos, lejos, lejos. Pero también fueron capaces de darnos a entender que la voluntad de Dios está muy lejos de ser entendida por sus humildes hijos. Sin embargo, que sin ser entendida es posible tratar de aplicarla a la vida de aquellos hijos de Dios dotados de especiales gracias y dones sí que lo hemos visto en más de una ocasión.

Entonces… ¿podemos decir que Lolo subió al Cielo cuando falleció un 3 de noviembre de 1971?

En realidad, Lolo fue capaz de ser lo que era: un hijo de Dios que se sabe tocado por el aliento del Padre y que, a través de su Espíritu, goza con la existencia y hace gozar, también, a los demás, con su propia vida. Por eso dijo el Padre Martín Descalzo que Manuel Lozano Garrido “Se dedicaba a ser cristiano. Se dedicaba a creer” y, por tanto, y en base a tal creencia, su modo de ser y su forma de actuar era, en efecto, prueba de ser un cristiano cabal y, como diría otro santo (San Josemaría) “un hombre criterio”  (Cf. a contrario, Camino, 33).

Pero si hay algo que Lolo manifestara era una alegría que, dadas las circunstancias físicas de su vida, lo engrandecían como cristiano y lo elevaban, ya entonces, a los altares de la fama de santidad de la que aquí hablamos. No hundirse bajo ningún concepto en la fosa de desesperación sino, al contrario, subir, subir, subir, hacia Dios desde un simple y santificante sillón de ruedas.

Lolo subió a la Casa del Padre un 3 de noviembre (que fue ayer mismo), como decimos. Tenía, pues, 51 años de los cuales había pasado 29 años en un sillón de ruedas demostrando mucho y haciendo, también, mucho bien a los que le visitaban y, desde entonces, a las personas que, de una forma u otra (según quiera el Espíritu Santo) lo hemos conocido. Mucho bien que debe ser agradecido con abundancia de oraciones y, si es posible, de obras.

Y es que Lolo era, ya en vida, un ejemplo de santidad en vida. Por eso creemos que subió al Cielo en el mismo instante de dejar la Tierra en la que nació para bendecirla con su forma de ser y con su gran amor a Dios y a su prójimo.

 
Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.


Panecillo de hoy:

 

Merecimientos para el Cielo los de Lolo; vaya ejemplo a seguir…

 

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Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

3.11.24

La Palabra del domingo - 3 de noviembre de 2024

Resultado de imagen de SAnta BibliaMc 12, 28b-34



 “’¿Cuál  es el primero de todos los mandamientos?’ 29 Jesús le contestó: ‘El primero es:  ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor,  30  y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y  con todas tus fuerzas. 31 El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.  No existe otro mandamiento mayor que éstos.’ 32 Le dijo el escriba: ‘Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que  Él es único y que no hay otro fuera de Él,  33 y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.’ 34    Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: ‘No estás lejos del Reino de Dios.’ Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.”

COMENTARIO


La verdadera Ley de Dios

 
Muchas de las personas que seguían a Jesús y muchas de las que le perseguían le hacían preguntas. En unas ocasiones era para del Maestro y otras para ver si contestaba de forma que se le pudiera acusar de no seguir la Ley de Dios. Eran, pues, muchas veces, una simple y vulgar trampa en la que, no lo olvidemos, caían los que la habían tratado de plantear.

Pero la pregunta que le hacen a Jesús y que trae aquí el evangelio de San Marcos es clave. Como para ver si conocía la Ley de Dios esa clase de inquisición podía aclarar muchas cosas para sus presentes oyentes y para los que, en un futuro, conocerían de su doctrina y mensaje. Si la norma divina, en general, estaba constituida por los diez mandamientos que Dios entregada a Moisés, saber cuál es el más importante, el primero, no dejaba de tener importancia. Aunque, claro, el escriba ya sabía la respuesta. Quizá se tratara de una prueba de fe.

Como siempre, Jesús sorprende a todos. Y parece mentira que aún no lo conocieran lo suficiente como para saber que ciertas preguntas no se le debían hacer. Y es que no sólo les refiere cuál es el primero de los mandamientos sino, por estar totalmente ligado a él, también se segundo: Dios y prójimo, esos son los ejes por donde ha de ir el corazón del hombre como hijo de Dios.

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor y lo amarás - Alfa y Omega

Al primero de ellos, Jesús contesta con una respuesta que era de esperar: el Shema : “Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Dt 6, 4-5) en el que se expresa, con meridiana claridad, cuál es el más importante de los mandatos divinos, que nuestro Dios es el único Dios. Pero no sólo dice esto. Dice algo que da contenido a esa unicidad de Dios: no sólo es el único Dios sino que, por eso, y por ser hijos suyos, tenemos que amarlo con todo nuestro, su, corazón y con toda nuestra, su, alma y con todo nuestro, su, espíritu y con todas nuestras, sus, fuerzas.

Podemos preguntarnos que cómo se ama a Dios con todo nuestro corazón, y con nuestra alma, etc. Esto es, evidentemente, cosa difícil, por ese mismo cómo. Y la dificultad está no en lo que hay que hacer sino en nuestra propia naturaleza humana. Sin embargo, si transformado nuestro corazón de piedra en uno de carne amamos a los demás perdonando, queriendo, con misericordia… pues entonces estamos amando a Dios con nuestro corazón. De la misma manera, con toda nuestra alma le amamos si tenemos un contacto con él diario, a cada momento, si nuestro estado de oración es despierto, si preferimos la Palabra que sale de la boca de Dios antes que el pan, como gusto propio.

De la misma manera,
si sometemos, por controlados, los muchos apetitos humanos que nos poseen (concupiscencias incluidas) para, así mostrar, un espíritu más puro y unas ganas, por fuerzas, más acendradas de tener y mantener una relación de exquisita filiación y amor con el Padre Eterno, pues entonces le amaremos sobre todas las cosas y cumpliremos con lo dicho por Jesús.

Pero Jesús, por si no fuera esto ya demasiado, también les habla del segundo mandamiento general (que englobaría desde el 4º al 10º de los contenidos en las tablas de la Ley: amarás a tu prójimo como a ti mismo) Esto que a veces resulta muy complicado de llevar a cabo, lo llevó, con todas sus consecuencias, escrito en su comportamiento, el mismo Cristo.

Es de suponer que nadie vaya a someterse a sí mismo a ningún trato vejatorio, a que nadie, contra sí mismo, haga nada que le pueda perjudicar, ni pensará mal de sí mismo, ni se dañará. Pues entonces, eso que hacemos con nosotros mismos es lo que debemos hacer por los demás. Pero, claro, nadie podría argumentar que hace algo malo a otro porque también se lo hace a sí mismo pues esto sería intrínsecamente perverso, además de ser una exclusa en exceso burda a los ojos de Dios.

Por lo tanto,
el amor al prójimo, al próximo (véase, por ejemplo, la propia familia) es la otra forma de manifestar amor por Dios. De otra forma se perdería una parte muy importante de esa relación que tenemos con el Padre.

La respuesta del escriba es, según Jesús, acertada, correcta, de acuerdo a lo que Él mismo había dicho. El Reino de Dios se acerca a esa persona o, mejor, esa persona se acerca al Reino de Dios, que así se manifiesta y esto es reconocido por el Mesías. Sin embargo, teniendo en cuenta que el Reino de Dios ya lo trajo Jesús, es de entender, de lo dicho por Jesucristo, que aún le faltaba depurar su corazón, hacer de este uno de carne. Sin embargo, pues, algo había avanzado.

Nosotros, los que hoy seguimos a Jesús y los que creemos que Dios es el único Dios y que hay que amarlo de la forma que dice esa conocida oración judía (y, por lo tanto, nuestra) tenemos buen espejo en la figura de nuestro hermano Cristo y mucho podemos aprender de lo que contiene la Escritura (que refleja su vida y hechos ) y, así, también podemos conseguir que se pueda decir de nosotros que, aunque pueda faltarnos mucho para alcanzar el Reino de Dios, el del otro lado del mundo, en éste, en esta parte del Reino, ya gozamos con la contemplación anticipada, y espiritual, del rostro de Dios y que, además, tenemos en nosotros en Reino que nos corresponde, la gracia del Todopoderoso y Creador.

 
PRECES
 
Pidamos a Dios por todos aquellos que no tiene por importante para sus vidas la verdadera Ley de Dios.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no tienen a Dios por Padre legislador y juzgador.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a llevar en nuestros corazones tu santísima Ley.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dios tiene una Ley que deberíamos respetar pero…

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

28.10.24

Un amigo de Lolo- Frases que bien valen la pena – A la tentación ni agua del alma

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.


El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.


Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena – A la tentación ni agua del alma

La tentación es como los milagros que el mal se permite; pero el barro no puede dar sino una gloria de fango.” (Beato Lolo, de su libro Dios habla todos los días)

Cuando nuestro amigo Manuel Lozano Garrido nos habla de la tentación es hasta posible que creamos que eso es un tema más que sabido y que, por ejemplo, al Hijo de Dios lo tentó Satanás en el desierto y que de eso ya está todo dicho. Y, sin embargo, vemos que no… que sobre la tentación es casi seguro que aún haya mucho que decir. 

Sabemos, por otra parte, lo que supone que seamos tentados. Y por eso le pedimos a Dios en el Padre Nuestro que no nos deje caer en la tentación. y eso ha de querer decir que nosotros saldremos vencedores de la tentación si no caemos en ella pero no quiere decir, por supuesto, que no la vaya a haber e incluso que no seamos nosotros mismos quienes la elaboremos para nuestro corazón…

Sobre la tentación podemos decir que es hasta posible que creamos que no es cosa tan grave porque, al fin y al cabo, es posible que cayendo en ella alcancemos algo que no está tan mal. Y eso, que es argumento más que sencillo, es también un agarradero tipo excusa que a veces nos mantiene muy bien. 

Ya hemos dicho en otra ocasión (y seguramente más veces) que San Josemaría dejó dicho que con la tentación ni siquiera hay que conversar porque de hacerlo es posible que caigamos en ella pues es, ciertamente, lo que busca Satanás o alguno de sus siervos.

Lolo también nos habla de la tentación pero nos dice algo que puede quizá sorprendernos. Y es que, según el Beato de Linares (Jaén, España) es algo así como un milagro que el “mal se permite". Y no podemos negar que esta expresión es verdaderamente curiosa. 

El mal no es ni poco conocido para nosotros ni algo inconsistente sino justamente lo contrario en los dos aspectos citados: lo conocemos muy bien y tiene una fuerza, tal fuerza, que muchas veces no podemos torcerle el brazo sino que nos rompe el nuestro…

Un milagro es algo que también llamamos extraordinario porque se sale de lo normal. Así, cuando Jesucristo multiplicaba panes y peces o resucitaba a un muerto no podemos decir que eso fuera algo que hiciera cualquiera sino que sólo era posible en manos del Hijo de Dios que, como Dios mismo hecho hombre todo lo podía. Era, todo, “extraordinem” porque iba más allá de lo que cualquiera podía hacer. Pues eso mismo dice Manuel Lozano Garrido que puede pasar con la tentación. 

El mal puede llegar a conseguir algo extraordinario como es vencer a quien quiere vencer. Y eso, para quien está convencido de que no debe dejarse vencer es algo que no es normal. Y eso es el “milagro” que la tentación se permite. 

El caso es que la tentación, si caemos en ella, no nos da nada bueno en el fondo. Vamos, ni en el fondo ni en la superficie porque lo único que con tal “barro” (digamos también “fango") obtenemos es una suciedad para el alma que a veces puede resultar muy difícil de limpiar.  Por eso habla Lolo de la “gloria de fango” que en el fondo es dejarse vencer por la tentación. Y es que de tal tipo de barro nada bueno puede salir y, mucho menos, algo que podamos aprovechar espiritualmente. Y por eso a la tentación no debemos darle ni una gota de agua del alma, no dar ocasión a que nos venza. Y eso, Lolo, bien que lo sabía. 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Entender el sufrimiento es un bien más que importante.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (88)

Dios maneja los hilos de la Historia y ni un acontecimiento está pensado para la ruina y desolación de los hombres.”

……………………………

Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

27.10.24

La Palabra del domingo - 27 de octubre de 2024

Resultado de imagen de SAnta Biblia

Mc 10, 46-52

 
“46 Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ‘¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!’ 48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’ 49 Jesús se detuvo y dijo: ‘Llamadle.’ Llaman al ciego, diciéndole: ‘¡Animo, levántate! Te llama.’ 50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. 51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’ El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’ 52 Jesús le dijo: ‘Vete, tu fe te ha salvado.’ Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.”


COMENTARIO

Ut videam! (¡Que vea!)

Bartimeo es un hombre pobre. Ejemplo de la exclusión que suponía, para la sociedad de la época, no ser válido (y no sólo físicamente, pues recordemos la consideración que se tenía del niño y de la mujer) es que había devenido mendigo: un mendigo ciego. No sabemos si era mendigo por ser ciego  o lo era por otra causa, pero, teniendo en cuenta los muchos casos en que en la Escritura se dan casos similares, fácil es pensar que, en esto, sus contemporáneos tampoco habían seguido la Ley de Dios, la de la misericordia. Porque, además, estaba sentado fuera de la ciudad (‘salía de Jericó”, dice el texto), como si estuviera excluido, por si no fuera poco su situación. Por eso su situación era tan especial y tan necesitada de un auxilio grande, más que notable y voluntario de parte de quien quisiera ayudarle.

Jesús, da la impresión, que por Jericó sólo pasa de largo, sin quedarse para nada. Marcos dice que llegaron y ya salían. Sin embargo no perdía, puedo decir, “ripio” de lo que pasaba a su alrededor. Es fácil imaginar que el gentío que lo acompañaba sería bastante tumultuoso y ruidoso. Pero Bartimeo, como aquella semilla que está, porque crece, en el borde del camino, espera que el agua viva caiga sobre él o, al menos, le escuche. Espera, por decirlo pronto, alguna esperanza que le saque de su postrada situación. Por eso se ve en la obligación de alzar la voz, de levantar, por encima de aquella gente, su grito de desesperación que busca lo contrario de lo que lo ampara, ahora. Tiene ansias de conocer a quien pasa. Es posible que sepa de quien se trata (pensemos en alguien que le hubiera dicho, a aquel ciego, que venía Jesús por el camino) y, está seguro, sólo Él pueda ayudarle.

En Bartimeo se reconoce a aquel que, persistente, desea, con fe, alguna cosa que, para él, es muy importante. Pero no sólo lo es para su persona sino que va más allá. Ese “que vea”, esa necesidad de desprenderse de ese velo que lo separa del mundo que le rodea, bien podemos aplicarlo a nosotros: También debemos querer ver, con los ojos de la fe, aquello que nos rodea para, así, hacer cambiar nuestra vida si sigue un camino equivocado. Y si es posible, hacerlo con tanta insistencia como este ciego Bartimeo.

XXX Domingo del Tiempo Ordinario

Es más, el hijo de Timeo, tira aquello que, seguramente, es lo único que tiene: “su manto”, aquello que lo cubre de las inclemencias del tiempo, aquello que va a quedar viejo, que ya no necesita porque algo bueno le espera. Deja atrás lo que fue para ser otro hombre, curado, con posibilidad de ver y de mirar.

Pero Bartimeo no se limita a pedir lo que hubiera sido perfectamente comprensible. Con su fe, que Jesús reconoce, pide al maestro que tenga piedad, misericordia. Esto, como no puede ser de otra forma, ejerce un efecto inmediato en Jesús que, al ver a Bartimeo, sabiendo quiera era, pues conoce su fe (como haría con los amigos del paralítico que bajan, a través del techo, hasta donde se encuentra predicando, para que lo cure) y, a pesar de esto, insiste en preguntarle que qué es lo que quería. Sin duda lo que pretendía Jesús es que el propio Bartimeo manifestara esa voluntad que se apoyaba en su fe. Porque el Mesías siempre espera que se le pida (actitud de oración tan necesaria…) y, con esto, reconoce lo que ya sabía y que confirma. Aquel ciego merecía verdaderamente lo que pedía.

Así
Jesús, como tantas veces, como tantas otras veces, procede a curar la enfermedad de aquella persona, a devolverlo a la vida común entre sus contemporáneos, a salvarlo para la vida civil de la que era, seguro, un excluido. Por eso le manda que se vaya, a vivir, ahora que puede. Pero esa curación, esa sanción, tiene un fundamento que ha de ser superior al mismo fundamento que origina tal acto. No lo hace, ese milagro, porque el ciego le hubiera caído especialmente bien, que también, sino porque demostró, ha demostrado, la fe suficiente como para que el Mesías le ayude. No es que no lo hubiera hecho igual si esa era su voluntad, sino que insiste en que ha sido la fe la que le ha salvado.

Este es un mensaje claro para nosotros. Lo que nos salva, la fe. Con la fe podemos encarar los problemas, aun los más graves, de nuestra vida. Pero como Bartimeo, no basta con reconocer el bien que nos haya hecho Dios sino que acto seguido, sin solución de continuidad, hay que seguir a Jesús, reconocer en Dios a nuestro Padre, no dejar caer en saco roto lo hecho sino saber cuál es la primera razón, la causa, de que eso se haya producido. Fe, pues; obras, también.

No seamos, pues, ciegos voluntarios, sino, al contrario, pretendamos, al menos, sanar nuestra vida con una visión y fe de Dios que, verdaderamente, nos ayude.

PRECES
 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren dejarse iluminar por Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no buscan a Cristo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a aceptar la luz que tu Hijo trajo al mundo para que el mundo se salvase.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

No deberíamos ser ciegos tantas veces porque es cierto que lo somos… voluntarios.

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

21.10.24

Un amigo de Lolo – Frases que bien valen la pena – Algo más que una frase, una oración

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación 

Ya son algunos años los que, el que esto escribe, lleva haciendo lo propio sobre el Beato de Linares (Jaén, España) en esta casa de InfoCatólica. Siempre ha valido la pena hacer algo así y aportar, aunque sea, un granito de arena a la comprensión de un creyente tan fuerte y profundo como es Lolo.

El linarense universal, que tanta atracción espiritual tiene para quien lo conoce, no deja de producir interés en aquel que se acerca a su persona a través de su obra. Y es que, no pudiendo hacerlo ahora personalmente o, digamos, en la intimidad de la conversación entre amigos, que lo somos todos aquellos que ansiamos serlo, es seguro que acercarse a Lolo de forma cercana nos viene la mar de bien.

Lolo nos acerca a lo bueno que tiene saber que, cuando se es hijo de Dios la mejor forma de serlo es, sencillamente, siéndolo. Y él es una muestra perfecta de cómo hacer algo que, algunas veces, a muchos nos resulta difícil y a algunos… imposible. Acerquémonos, desde ahora, a la obra misma de Lolo y a su intimidad podríamos decir, con lo que vamos a ganar, seguramente, mucho y más que muchoY, para más abundancia de lo bueno y mejor, al final de todo esto les ponemos uno de los aforismos espirituales que publicó Lolo en su libro Bien venido, amor“. Vamos, miel sobre hojuelas, como se dice en la Biblia pues esto, al fin y al cabo, es cosa del alma de cada cual.

Frases que bien valen la pena – Algo más que una frase, una oración

Oración para saber sufrir solo


Señor: Me pregunto si es posible un dolor con escafandra, que abarquille sus tentáculos sobre un corazón mientras los mismos labios dan a partir, sencillamente, el precio  de una corbata o el calor que se nos echa de pronto. Si sufro, me gustaría oír mi grito caracoleando dentro de una coraza de carne petrificada, revestida de amianto, mientras al otro lado se ríe, se canta y se paladea pura y gozosamente el regalo frondoso de la vida.  (Extraída de “El sillón de ruedas”)



Querer que los demás no sufran con los padecimientos de uno no deja de ser manifestación de amor. El dolor para sí y, en todo caso, compartido con el Amor misericordioso del Padre Dios que consuela a sus hijos y, con más naturalidad, a los que necesitan su auxilio. Y eso es lo que el Beato Lolo (Linares, Jaén, España) manifiesta en la oración que hemos traído hoy a esta casa de InfoCatólica. 


Ciertamente hay muchas formas de sufrir aquello por lo que, de malo, pasamos a lo largo de nuestra vida: la que manifiesta el mismo con altavoz y la que es callada.

La primera de ellas denota que no ha descubierto, quien así padece, que el propio sufrimiento se puede ofrecer por una buena causa. Por ejemplo, por aquellos que, seguramente, sufren más que nosotros, por las benditas almas del Purificatorio que, de seguro, lo están pasando peor que nosotros porque, a sabiendas de que un día verán a Dios Padre no ven el momento en el que eso pase. Es como el dolor de quien sabe que quedará curado pero sufre más por lo que ha de venir que por lo que padece.

La otra forma de sufrir es la propia de un hijo de Dios que sabe que siempre puede apoyarse en su Creador. Es la que nos propone Manuel Lozano Garrido y es la que él quiso practicar a lo largo de sus muchos años de dolor y padecimientos físicos.

Lo llama Lolo “dolor con escafandra” y supone reconocer que, como seres humanos que somos, vamos  a padecer en un momento o en otro, algún tipo de sufrimiento o de dolor. Entonces, en tal momento, debemos hacer lo posible para que nuestro prójimo no añada a sus vivencias particulares y posibles preocupaciones las que corresponden a las nuestras. Hacer, así, como si el dolor fuera cosa exclusivamente nuestra aunque sepamos que también lo es de Dios, que no se aísla de nosotros cuando sufrimos o padecemos. Y es que Dios siempre está ahí. Pero nos gustaría que el mundo continuara con su marcha (de todas formas eso es lo que va a pasar) pero obviando lo que pasa por nosotros.

Pero hay algo más: a la par, a la vez que se sufre y se quiere un dolor particular, sin aspavientos ni transmisiones al prójimo se ha de procurar un hacer con el otro de tal forma que pareciera no se sufre nada. Eso, en verdad, sólo lo consiguen aquellos que han alcanzado tener un corazón limpio y en el que el Creador ha mostrado su espíritu (porque es su templo) que, como Lolo, son capaces de tales heroicidades espirituales. 

Al otro lado del dolor sólo debe pervivir lo que es bello y bueno, lo que hace gozar de la existencia propia de los hijos de Dios que se dejan gobernar por la Ley buena y santa del Padre. Al otro lado del dolor no debe quedar resto alguno de la hiel por la que se esté pasando. Al otro lado, en fin, del sufrimiento, debe quedar sembrada la semilla de la esperanza de la que nazca un mañana donde no habrá dolor y donde todo recuerdo del mismo habrá quedado borrado. Allí, entonces, será el momento de gozar para siempre, siempre, siempre, de la bienaventuranza, de la visión beatífica de Dios Padre Todopoderoso. Y todo lo malo habrá quedado erradicado de nuestra vida. Y sólo habrá gozo y alegría; sólo gozo. 


Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Pidamos a Dios que nuestro dolor sea sólo nuestro y no trascienda al corazón del prójimo. 


Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (87)

Sobre la oscuridad de las tardes nubladas nos consta que el sol existe, y las plantas siguen germinando por su fuerza”

……………………………


Para leer Fe y Obras.


Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

20.10.24

La Palabra del domingo - 20 de octubre de 2024

Resultado de imagen de SAnta BibliaMc 10, 35-45

“35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: ‘Maestro, queremos, nos concedas lo que te pidamos.’ 36 El les dijo: ¿Qué queréis que os conceda?’ 37 Ellos le respondieron: ‘Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.’ 38 Jesús les dijo: ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?’ 39 Ellos le dijeron: ‘Sí, podemos.» Jesús les dijo: ‘La copa que yo voy a beber, sí la beberéis y también seréis bautizados con el bautismo conque yo voy a ser bautizado; 40 pero, sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.’ 41 Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan.42 Jesús, llamándoles, les dice: ‘Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores  absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. 43 Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, 44 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, 45 que tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.’”

        

COMENTARIO

Servir como Cristo sirvió… ¡Como Cristo!
 
Santiago y Juan, haciendo honor al mote con el que Jesús los nombraba, hijos del trueno (Boanerges), actúan de esa forma arrebatada que les caracterizaba y les diferenciaba de los otros Apóstoles. Eran hombres, y como tal actúan. Tratan de que Jesús les conceda estar a un lado de su persona, uno a la derecha y otro a la izquierda. Querían poder, por decirlo rápidamente. 

También la madre de los Zebedeos diría a Jesús lo mismo pretendiendo ese puesto existencial de verdadera importancia para sus hijos. Actuaba como madre al igual que hacen, ahora, Santiago y Juan. 

Jesús, conociendo la naturaleza humana, les conmina a que contesten sobre lo que son capaces de hacer. Como lo quieren todo, todo lo ofrecen, hasta beber la amargura del cáliz de la pasión que aún no conocen pero que, sin duda, también beberán (al menos uno de ellos en toda su crudeza). Con esto, los apóstoles que ahora desean manifestar su especial relación con el Maestro, afirman esa fidelidad diciendo ese “podemos”. Este acto de fe debería servir de ejemplo para los que nos entendemos o creemos seguidores de Jesús e hijos de Dios porque dicen querer, ignorando su futuro, abandonándose, totalmente, en las manos del Creador. Son, por eso, además de unos hombres que actúan como hombres, unos discípulos que actúan como discípulos. 

Así, Jesús les dice que, efectivamente,
van a sufrir como Él sufrirá y que “recibirán el mismo bautizo que yo”, bautismo que lo será no de agua sino de sangre, la que emanará de su cuerpo en el camino de su calvario. Cada cual tendrá el suyo, Santiago antes que Juan pero, al fin y al cabo, cada cual en su forma. 

Como tantas veces aparece a lo largo de las Escrituras, la figura de Dios, que todo lo preside, es la que, en su persona, da solución a esta situación de anhelo, de parte de Santiago y Juan, y de decir las cosas claras, por parte de Jesús. Es Dios el que decide quien se sienta en qué sitio; eso no corresponde, ni siquiera, a Jesús; es Dios el que, desde la eternidad, eligió a aquellos que se sentarían  a la derecha y a la izquierda de Jesús. Eso ya debía de quedar zanjado y, aunque se produzca una posterior discusión entre estos dos discípulos y el resto, diez, no es menos cierto que lo que vendría después, dicho por Jesús, dejaba las cosas en su verdadero sitio. 

Qué significa el lavatorio de pies?

Lo que verdaderamente hace seguidores de Jesús a los que quieran seguirlo, es el ejercicio de una virtud, el servicio, servir (saber hacerlo), para el cual Él ha venido y de lo cual tantas veces habla. No se puede ni actuar como si el poder que se tiene fuera cosa nuestra (recordemos lo que le diría a Pilato sobre el poder que él creía que tenía, que venía de lo alto) sin entender que es donación de Dios ni, por otra parte, abusar del poder que se tiene frente a los que pueden ser, o considerarse, inferiores, de la forma que sea. Estas acciones no cabe llevarlas a cabo. Esto es una forma de seguirle, un comportamiento que se ha de cumplir y, sobre todo, ejercitar. 

Pero, para Jesús, en orden a la transmisión de la Palabra de Dios de la cual ha venido a manifestar su verdadera forma, sin tergiversar nada, hay algo que es mucho más importante, como hemos dicho arriba: el servir, la entrega a los demás, el ofrecimiento de sí mismo, la donación. Eso es lo que les hará, verdaderamente, seguidores suyos, hijos de Dios. Ese servir los hará, por eso mismo, humildes y esa humildad los llevará a ser, a considerarse, los últimos, los “servidores” (y, por eso mismo, “serán los primeros”) Este mensaje, junto con el de la fidelidad, sin conocer, de Santiago y de Juan; este mensaje es para todos nosotros, para que consideremos de importancia para nuestras vidas (para que con él conduzcamos nuestra existencia). 

Jesús mismo se pone de ejemplo: Él, el hijo del Hombre (expresión que se recoge en Daniel 7, 14 y del que dice que “su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido”) como aquel que llegará en la plenitud de los tiempos para darse por los demás, ha venido a servir, y, teniendo en cuenta que, como también dijo Jesús, el aprendiz no ha de ser más que su Maestro, siendo nosotros aprendices (como mucho), no podemos no servir, no debemos no entregarnos a los demás (en la forma que cada cual pueda y según sean sus circunstancias, claro) ni podemos, tampoco, hacer oídos sordos a tan claros mensajes que recoge el texto de Marcos en el que el servicio a los demás es la forma exacta de seguir al Mesías. 

Pidamos a la Madre de Dios que nos auxilia en esta voluntad nuestra de ser fieles servidores del Maestro, fieles hijos de Dios. 

 
PRECES

 
Pidamos a Dios por todos aquellos que no piensan sino en sí mismos.

 
Roguemos al Señor.

 
Pidamos a Dios por todos aquellos que no tengan voluntad de servir al prójimo.
 

Roguemos al Señor.

  
ORACIÓN
 

Padre Dios; ayúdanos a ser buenos servidores tuyos.
  

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.
  

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

¿Servir como Cristo? Sí, como Cristo…

Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.