Parroquias en huelga


Al menos cuatro parroquias barcelonesas se declararon en huelga el pasado día 29 de marzo. Huelga de misas y convocatoria a unirse a la manifestación del Paseo de Gracia, porque ese era el único motivo del reclamo. La jornada de silencio y plegaria no era más que un eufemismo. Silencio, quizá si hubo; pero la plegaria brilló por su ausencia. Eso sí, se dignaron a abrir los templos. ¡Ni que fueran suyos!

Las cuatro parroquias del barrio de Pueblo Seco que decidieron, unilateralmente y sin permiso del arzobispo, declararse en huelga son las siguientes:

- Parroquia de Santa Madrona, cuyo párroco es mossèn Josep Catà Mitjans, cura comunista, que en sus años mozos se jactó públicamente de haber quemado la sotana, una vez aprobado el Concilio Vaticano II.

 - Parroquia de Sant Salvador d’Horta, encargada desde el pasado verano al extremista Catà, que substituyó a mossèn Foraster, el cual, jamás de los jamases, habría consentido una huelga de misas.

  - Parroquia de Sant Pere Claver, cuyo párroco es el jesuita Josep Ricart Oller.

Se les puede ver en la foto practicando el rito progre. Catà es el primero a la derecha y Ricart el de la izquierda de todo.

Pero el verdadero artífice de esta jornada de misas caídas es el rector de la parroquia de Lourdes, Joan Cabot Barbany, el más joven de todos ellos, último mohicano del progresismo, miembro del colegio de consultores de la archidiócesis y arcipreste de Ramblas-Pueblo Seco. Les dejo la sugestiva foto que cuelga de su facebook y otra con el Sr. Cardenal.

Estos son los tres rectores de cuatro parroquias limítrofes, que dejaron a 40.000 almas sin eucaristía, sin dignarse a buscar un cura suplente, ni decretar siquiera unos servicios mínimos. Todo ello bajo el mojigato eufemismo de "jornada de silencio y plegaria". Falso.

Por una de esas casualidades de la vida, el mismo día de la huelga, bajaba uno, a eso de las ocho de la tarde, por la calle Aribau, cuando a punto de llegar a la Plaza Universidad, escuchó el ruido de disparos de goma. En aquel momento, y aunque los disparos sonaban lejanos (los tumultos estaban en Plaza Cataluña), una multitud de valientes apretó a correr. No corría, ciertamente, pero entre el grupo se hallaba otro de los sacerdotes de Pueblo Seco, hombre ya mayor y vocación adulta. Otro que venía de la manifestación, cual bien delataban unas viejas zapatillas de deporte color azul, que calzaba por si tenía que apretar la marcha.

Justo en aquellos momentos, entre otras menudencias, se acababan de quemar en Barcelona ¡300 containers!; se había arrasado completamente el Starbucks de Ronda San Pedro; se había rociado con un extintor a un pobre comerciante en la Estación de Sants y luego derribado de un buen puñetazo; se habían destrozado infinidad de escaparates y, según la policía autonómica catalana, se había intentado incendiar el Corte Inglés.

En aquel instante me vino a la mente esa huelga de misas y ese cura con deportivas azules. Y pensé cuanto ha tirado el nacional-progresismo eclesial catalán del hilo de esa cometa. Cuantas veces hemos escuchado aquello de que peor es el vandalismo de los mercados. Todavía hoy Arcadi Oliveres, miembro de Justicia y Paz, declara que tan violentos son los antisistema como los Mossos. El mismo Arcadi Oliveres que cuando esos antisistema, a los que el adoctrinaba en plena Plaza Cataluña, asediaron el parlamento e incluso pretendieron robarle el perro lazarillo a un diputado invidente, se permitió proclamar que la culpa fue de la policía que provocó. Esos incidentes que la TV3 califica vergonzantemente como "bretolades". "Brètols" que ya alcanzaban la cifra de 4.000 el pasado 29 de marzo.

Escaparates de comercios de Barcelona fueron golpeados por minorías violentas.Que se lo expliquen a esa pobre joven con la cara llena de lágrimas detrás del escaparate de su tienda. Comerciantes abandonados por las autoridades, los partidos, la prensa, los sindicatos. Y también los curas. Sí; parte de la iglesia ha dado hilo a esa cometa y ahora ha incubado un terrible problema de orden público. Pero seguirán sin alzar su voz a favor de la policía y de esos pacíficos ciudadanos que se han encontrado con sus comercios destrozados por la pura barbarie. El consabido equilibrio socialdemócrata: "tan brutal son los antisistema como los mercados; tan bárbaros son los manifestantes como la policía". Ni tan siquiera se atreven a condenar sin la adversativa.

Creo que es hora ya de que muchos cristianos perdamos el miedo y hablemos claro: estamos a favor de la policía; estamos a favor de que los comerciantes no se vean coaccionados al abrir sus locales; estamos a favor de que se permita a los trabajadores acudir a sus lugares de trabajo sin la intimidación de los piquetes. Estamos en contra de que nuestros sacerdotes se declaren en huelga y dejen sus parroquias sin misas. Estamos en contra de esa demagogia barata que pretende aprovecharse de la crisis para volver a los más funestos regimenes populistas (verdad Catà). La crisis actual no es la crisis del capitalismo, como diserta Arcadi Oliveres; es la crisis de un estado del bienestar que no se puede mantener. No engañemos más al pueblo. Sobre todo no lo engañen desde los púlpitos. Especialmente, aquellos que ya lo engañaron en los años 70 y 80 prometiéndoles el mundo feliz del comunismo. Son los mismos que se declararon en huelga en las parroquias de Pueblo Seco.

Oriolt