Terrassa 42 – Barcelona 26

Tras solo cuatro años de existencia, el número de seminaristas de la diócesis de Terrassa ya se ha destacado inexorablemente del de Barcelona. Mientras el seminario de Turull mengua, el egarense no para de crecer. El año pasado Barcelona contaba con 33 seminaristas, este año con siete menos. Por el contrario, Terrassa cuenta con dos más. Los números suelen ser fríos, pero inapelables. Téngase en cuenta, además, que el seminario egarense solo cuenta con cuatro años de antigüedad, mientras que el barcelonés tiene más de 500 años de existencia y que la población de la archidiócesis duplica de largo la de Terrassa.

El hito de Monseñor Saíz Meneses de crear un seminario (!y llenarlo!) en pleno siglo XXI no tiene parangón, pero lo que tampoco tiene parangón es la absoluta hecatombe del seminario de Barcelona. Cuyo hito también tiene nombre y apellidos (en este caso plural): Lluis Martínez Sistach y Josep María Turull. 26 seminaristas para una población de 2.600.000 almas.

Pero no se trata solo de compararlo con la vecina Terrassa, sino con otras diócesis españolas. La comparación de estadísticas nos revela el desolador páramo de la vocación sacerdotal barcelonesa. A Barcelona la superan Madrid con 125 seminaristas; Toledo con 79; Getafe 50; Valencia 44; Sevilla 35; Córdoba 33; Cuenca 33; Cartagena con 28 y Tenerife 27. Por no hablar del semillero de vocaciones de los seminarios "Redemptoris Mater" del camino neocatecumenal, inexistentes en Cataluña.

La caída libre del seminario barcelonés se acentúa cada año: en el curso 2008-2009 contaba con 36 seminaristas; en 2009-2010 con 33 y este 2010-2011 con 26. Pronto se va a escuchar el eco en las inmensas estancias de la calle Diputación. Hoy ya vacías y cada vez más destartaladas. Con la particularidad que en el presente curso hay tantos ingresos como abandonos. 6 seminaristas nuevos, por otros 6 que han abandonado. Otro registro que da que pensar.

Como les decía anteriormente este desplome es imputable prima facie al cardenal Martínez Sistach. A día de hoy se puede afirmar que su política vocacional ha sido calamitosa. También debe achacársele una evidente culpa " in eligendo ". La promoción de Turull al rectorado del Seminario, decisión unilateral y exclusiva de Sistach con el parecer mayoritariamente contrario del clero barcelonés, ha superado las expectativas más pesimistas. Turull, con la tesis doctoral pendiente todavía de aprobación, sin mayor experiencia pastoral que cuatro años como párroco de Sant Raimon de Penyafort, no tenía el perfil adecuado para tan importante cometido. Muchos sacerdotes y laicos lo manifestaron, ante la incredulidad y sorpresa de su elección. Pero tenemos un arzobispo que carece de asesores, que no solo es incapaz de delegar, sino que jamás escucha consejo alguno. Ni tan siquiera deja que se lo expresen. Ahí tiene el fruto de su inmenso error. No solo observa languidecer su seminario, sino que contempla con horror como cada vez se agranda más la distancia con el de la vecina Terrassa.

De paso ha conseguido que Turull sea ya un personaje amortizado, que no da más de sí. Frustrada su ridícula aspiración a la mitra, hoy en día no es más que el rector fracasado de un seminario irrelevante. Cuando se jubile Sistach, Turull volverá a una parroquia (quizás no tan céntrica como la de Sant Raimon de Penyafort). Los demás prelados catalanes no le tienen ninguna estima. Ni tan siquiera Vives (hoy en día el sucesor mejor colocado) lo mantendría en su puesto. No puede verlo ni en pintura.

Por último, quería hacer una reflexión al hilo de mi artículo de la semana pasada respecto a la marginación diocesana del obispo Taltavull. Uno de los lugares donde se hace más evidente su postergación es en el Seminario. Observen únicamente -una imagen vale más que mil palabras- la foto del Papa Benedicto XVI (más bien de Sistach que ocupa y absorbe el centro de la imagen) con seminaristas, formadores, acólitos y cantores. ¿Dónde está Taltavull?

Oriolt