El rito progre

No es del todo cierto que existan solo dos modos de celebrar la Santa Misa: el rito ordinario y el extraordinario, este último plenamente válido y reconocido tras el Motu Proprio del Papa Benedicto XVI. De facto, existen tres modos de celebración. A los dos válidamente reconocidos, debe añadirse un tercero, que no se halla admitido, pero sí tolerado por la casi totalidad de nuestros prelados. En todas las diócesis existe más de una iglesia en la que se celebra. Con toda seguridad, con mayor proporción que el rito extraordinario. Se trata de una manera de celebrar que conculca las normas de la Santa Sede, pero que no recibe la admonición de ningún obispo, ni tan siquiera de los más ortodoxos. Y no me refiero a transgresiones escandalosas, ni a terribles escarnios, sino a una forma de celebrar, que, a pesar de hallarse fuera de toda norma, se ha venido aceptando y tolerando sin más. Es el tercer modo de celebrar la Santa Misa. El rito progre.

Sus características más comunes son las siguientes:

- La iglesia se halla decorada con los más diversos murales, pintados todavía con estética escolar de hace más de treinta años.

- El sacerdote celebra sin casulla y a veces con estola étnica.

- Sí los hay, los monaguillos y monaguillas van vestidos de calle, sin ornamento alguno.

- El celebrante saluda a "todos y todas" y se dirige a los "hermanos y hermanas". La doble distinción (de género) se repite pesadamente durante toda la ceremonia.

- Los cantos suelen ser del estilo "kumbayá" y en ningún caso se cantan los tradicionales.

- En el momento de entrega de las ofrendas se produce un desfile de fieles al altar, portadores de toda clase de objetos, desde un botijo a un litro de aceite, desde un mapamundi a un dibujo infantil.

- Se omite el lavatorio de manos.

- Nadie se arrodilla durante la consagración.

- La doxología final del "Por Cristo con Él y en Él" se recita en voz alta por todo el pueblo.

- Se canta el Padrenuestro con música de Simon y Garfunkel y se cogen de la mano todos los fieles.

- Se elimina la aclamación posterior al embolismo de "Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre Señor".

- El sacerdote desciende del altar para dar la paz a las primeras filas de fieles. estos a su vez se pasean por todo el templo, dándose la mano o abrazándose unos a otros, con una algarabía indescriptible, especialmente entre los más mayores.

- El canto del "Agnus Dei" no existe, sino que son simples cantos de paz. Inclúyase desde el "paz y amor para las guerras" al "Agermanats anirem caminant", "Pau a la tera, pau a les altures", etc, etc.

- Se comulga siempre con las dos especies y con la mano, teniendo que ser el propio comulgante el que moje el pan en el cáliz.

- Se pasa por alto, o casi como un mero trámite, la purificación de los vasos eucarísticos, siendo realizada muchas veces por el ministro extraordinario de la eucaristía.

Este modo de celebrar se puede observar en numerosos templos. En la diócesis de Barcelona es el rito mayoritario. Va desde la estética "River valley" a la más pura indolencia sacerdotal. En muchos casos se ha convertido en una mera inercia. Ya no se conoce otra manera de celebrar. Se ha venido tolerando y se ha asumido como forma válida. Lo único cierto es que no ha aportado un incremento de fieles, ni parece despertar un entusiasmo inenarrable. Las parroquias con rito progre suelen corresponderse con las más vacías. Pero ellos siguen erre con erre.

Oriolt