¿Sólo marketing?

Traigo dos anécdotas para reflexionar:

PRIMERA: En el año 2000 la compañia Disney sufría problemas de ventas. Se habían reducido en un tercio en cuatro años. Se contrató a un nuevo ejecutivo para relanzarlas. Éste, trajo ideas revolucionarias, demasiado. Ideó una campaña consistente en vender camisetas con imagenes vintage “rescatadas” de archivo con sloganes sorprendentes. En una se podía ver a Blancanieves y la frase “vive con 7 enanitos” o en otra Campanilla parecía estar mirándose el trasero en un espejo. En definitiva, se estaba cargando la imagen naif de los personajes claves de la marca Disney. Así se le hizo ver desde la propiedad, y tuvo que disculparse y retirar la campaña. ¿De verdad puede la Iglesia cambiar cosas importantes de su “negocio” para llegar a más gente y tener más “ventas"?

SEGUNDA: En 1982 en los EE.UU. el analgésico sin receta más vendido era el Tylenol. Alguien, nunca se ha sabido quién, manipuló varios frascos añadiendo cianuro en cantidades mortales. En un sólo día hubo 7 muertes, La marca se enfrentó a algo insólito. Nunca habia pasado algo así a ninguna empresa. Abrieron camino en cómo afrontar estas crisis. Adoptaron dos decisiones importantes. Primera retiraron del mercado todo el producto (millones de envases) y multiplicaron la dificultad de manipular los botes que contenían las pastillas. Segunda decisión, abrieron telefonos específicos para atender a los clientes preocupados y a la prensa. Se dió toda la información disponible, cuanto antes y sin ocultar nada. Se colaboró con las autoridades y se ofreció una recompensa jugosa por información valiosa para hallar al culpable. Cuando volvió al mercado Tylenol recuperó su posición. El consumidor percibió la buena labor de la marca. ¿Actúa la Iglesia con la misma idea de transparencia y colaboración cada vez que surge un problema real de mala praxis? ¿Transmite la misma sensación de honradez, cercanía y búsqueda de la mejora?

Podrán encontrar 75 pequeñas anécdotas como las relatadas en el libro que la editorial LID acaba de publicar. De lectura muy rápida la recomiendo a cualquier persona que sea curiosa. Yo las he trasladado un par al ámbito eclesial, ustedes podrán aplicarlo a su mundo, sin duda.

LURY, Giles

“75 historias de márketing con moraleja”

LID editorial, 2015

6 comentarios

  
Juan Mariner
Hay un vicio secular en al Iglesia Católica en no hacer autocrítica (se entiende en asuntos no esenciales); nunca nadie se equivoca en la jerarquía, como si fuesen poseedores de la verdad absoluta en su actuación; unos se van sustituyendo a otros funcionarialmente y aquí paz y después gloria y las iglesias vacías y las diócesis devastadas.

Los cambios en la Iglesia no vienen por dejar comulgar a los divorciados vueltos a casar o a los fornicadores o por acabar con el celibato o por ordenar sacerdotisas o por dejar que los homosexuales manden. Los cambios deben venir por dejar de meterse en política, en temas opinables, en acortar los sermones (ir al grano, es tan importante comenzar puntual como acabar puntual), en no interrumpir la ceremonia con explicaciones vagas e innnecesarias, en ilustrar a los fieles sin malos modos, en dejar los experimentos en casa y con gaseosa, en inculturizar en la Fe (la ignorancia campa a sus anchas)...
28/10/15 10:36 AM
  
DavidQ
Como profesional de marketing me siento con derecho de opinar.

Sí, no y todo lo contrario.

Si analizamos a la Iglesia como una empresa es un auténtico ejemplo de todo lo bueno que puede llegar a alcanzar una empresa. La Iglesia inventó la globalización mucho tiempo antes que ningún mercadólogo y la maneja de manera sorprendentemente eficaz (con todo y aquélla "novedad" del "pensamiento global y acción local").

Desde ese punto de vista, el marketing de la Iglesia es increíblemente bueno. Casi sin usar publicidad, propios y extraños se enteran de absolutamente todo lo que hay que enterarse sobre la Iglesia: sus principios, valores, fortalezas y debilidades. Cualquier empresa daría un brazo y una pierna por tener el nivel de relaciones públicas que tiene la Iglesia, a un costo mínimo.

SIN EMBARGO, la Iglesia no maneja un marketing en el sentido comercial de la palabra. No se adapta al consumidor: es el consumidor el que debe adaptarse a ella (otra cosa por la que los marketeros le venderían su alma al diablo). Así pues, no encaja en las definiciones mercadológicas de transparencia, cercanía y mejora constante de las empresas comerciales: marcha al ritmo de su propio tambor.

Entonces, a las preguntas: ¿Se maneja la Iglesia con transparencia? Más de lo que cualquier empresa podría hacerlo. ¿Colabora en los casos de mala praxis? Muchísimo. Ninguna empresa comercial le entregaría sus ejecutivos a la justicia con la agilidad que lo hace la Iglesia. ¿Transmite una sensación de honradez, cercanía y búsqueda de la mejora? Sí y no. Para quien quiere verlo, no hay empresa más honrada, cercana y en búsqueda de la conversión constante. Para quien no quiere verlo, es una ostra sellada con crazy glue.

Pero al final, ¿importa? En términos mercadológicos (corto plazo, utilidades, rentabilidad) no importa en lo más mínimo. En términos eternos, con visión hacia la vida eterna y la construcción del Reino de Dios, se está haciendo más de lo que nadie podría hacer.
29/10/15 1:17 AM
  
Néstor
Pieza esencial de un "marketing" positivo a futuro en la Iglesia es una lista de unos tres metros más o menos de larga con los nombres de los errores anatematizados y las personas excomulgadas, que cuando lo vayan desenrrollando desde el suelo para leerlo tras sonar las trompetas haga pensar en los heraldos de la Edad Media.

Saludos cordiales.

29/10/15 7:46 PM
  
rojobilbao
DavidQ, para que haya nuevos clientes es bueno además de mantenerse fiel a tu "cuore business" tener buena imagen (no digo buena prensa) y la política encubridora de pederastas de la época de San Juan Pablo II no ha ayudado a ello. Chanchullos como el vatileaks, tampoco. El adalid de ñla moralidad debe predicar con el ejemplo. Y la Igleisa, que está mejorando, aún debe recorrer un camino.
30/10/15 11:06 AM
  
DavidQ
rojobilbao:

¿Busca la Iglesia "nuevos clientes"?

La pregunta tiene su inri (valga el juego de palabras), porque el Señor con frecuencia rechazaba seguidores y el mandato apostólico es "predicar" o "anunciar", no necesariamente "atraer".

A diferencia de una empresa comercial, la Iglesia podría sobrevivir perfectamente con sólo dos o tres fieles ("donde dos o tres estén reunidos en Mi nombre..." Mt 18,20).

Aun asumiendo que hubiera habido encubrimiento, vatileaks y como decía mi ex párroco "si Juan Pablo II se acostara con la Madre Teresa", la Iglesia seguiría siendo la misma, cosa que no puede afirmar ninguna empresa marketera.

El camino de la Iglesia no necesariamente va hacia la popularización, el mass media ni la mayoría republicana. Más bien, va hacia la persecución (Mt 5,11) "como ocurrió con los profetas que les precedieron" (Mt 5,12).

Por eso, las técnicas de marketing no se aplican a la Iglesia de la misma manera que se aplican a una empresa comercial, ni siquiera como se aplican a una ONG, como nos ha señalado claramente el papa Francisco.

La única manera como uno puede juzgar los resultados de la Iglesia es en largo (larguísimo) plazo. Aunque la juzgáramos como una empresa, una empresa con 20 siglos de historia no puede salir mañana con un nuevo logo y una nueva imagen para atraer a los hipsters, no solo resultaría increíble sino que para el momento que lograra girar el timón en esa dirección, los hipsters ya llevarían varios años muertos y enterrados.

La Iglesia solo puede ser vista desde una dimensión eterna, o al menos, muy, muy prolongada. Dentro de 500 años, ¿alguien recordará todavía a Juan Pablo II, los gestos de Francisco y la renuncia de Benedicto? ¿Tendrán algún valor los números de fieles atraídos por esta o aquélla acción? En la historia de la Iglesia, poquísimas acciones "marketeras" han quedado: la centralización del poder en Roma, el Rosario, algunas órdenes religiosas, ciertas apariciones marianas... De los escándalos Borgia y del canto gregoriano ya va quedando muy poco, de las predicaciones masivas de San Bernardino de Siena apenas queda un recuerdo, ermitaños y estilitas ya no hay ninguno.

Sin ir más lejos, para cuando termine este siglo, la pederastia no pasará de ser una anécdota, independientemente de cómo se resuelva.
05/11/15 6:35 AM
  
Chimo
Rojobilbao, la Iglesia no es el adalid de la moralidad, ni pretende serlo, sino de la Verdad. No confunda los conceptos.
05/12/15 9:04 PM

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