InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Importado

14.03.09

El blog X.

Supongo que muchos de los lectores habrán leído ya la carta del Papa a la totalidad de los 567 obispos que hay en el mundo. Me permito señalarles un pequeño párrafo interesante que puede pasar inadvertido:

Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias.

Como sé que más vale un buen cotilleo que cinco principios metafísicos, les voy a contar uno bien jugoso. Tengo entendido que el Papa, al escribir esas líneas no estaba hablando en general, sino que pensaba en varios espacios virtuales concretos que se han convertido en sus preferidos en los últimos meses y que constituyen una de las fuentes que ha utilizado para algunos párrafos de sus tres encíclicas.

Leer más... »

13.03.09

¿Tiene algún sentido no comer carne los viernes de Cuaresma?

abstinencia en cuaresma

De los cinco mandamientos de la Iglesia, el que habla de “ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia”, es probablemente el más desconocido, despreciado e ignorado de todos. Dudo que una encuesta en España entre restaurantes, cafeterías, mercados o servicios de comida a domicilio revelase una gran diferencia entre el consumo de carne los viernes de cuaresma y el resto del año. Hace un par de años, fui de convivencias con la parroquia durante la Cuaresma a una casa regentada por religiosos y, el viernes, nos pusieron para comer muslitos de pollo.

¿Por qué sucede esto? Generalmente, cuando una norma o un mandamiento son olvidados o despreciados de forma casi universal, se debe a una de dos causas: o bien se trata de una norma obsoleta, que ya no tiene sentido en el tiempo actual, o bien sucede exactamente lo contrario, la norma pone el dedo donde más duele y, por eso, se evita. Creo que conviene que intentemos discernir a cuál de los dos casos corresponde la abstinencia de carne los viernes de Cuaresma.

A mi juicio, el problema fundamental que impide comprender adecuadamente este tema ya existía en tiempos de San Pablo: es la obsesión con la ley. Si lo importante de esto para nosotros es, ante todo, cumplir o no cumplir un precepto, no entenderemos nada. Si sólo se trata de marcar con una crucecita otra obligación cumplida, para que podamos estar tranquilos, estamos engañándonos a nosotros mismos.

Leer más... »

11.03.09

Creo por unos caramelos de colores

Signos de la fe (XIII). Cuando era pequeño, iba a veces con mi madre a una tienda de caramelos cerca de mi casa, que ya no existe. Era una tienda de ésas en las que los dulces se venden a granel y el cliente los va metiendo en bolsitas que luego se pesan al terminar. Como a todos los niños, me encantaba esa tienda. De hecho, recuerdo los caramelos de entonces como mucho más coloridos que los caramelos de ahora, con una luz especial que da a las cosas la ilusión.

Estando en la tienda mientras mi madre compraba, yo, de vez en cuando, tomaba un caramelo y me lo comía, sin pagarlo. No recuerdo que me hubiera planteado siquiera que eso pudiera estar mal o bien. De hecho, no me escondía al hacerlo, hasta el punto de que, inocentemente, debí de mencionarlo un día en mi casa. Como es lógico, mi madre, al oírlo, me regañó y me hizo ver que eso era robar y estaba mal.

En vez de darme un azote o castigarme, mi madre decidió que yo debía ir a la tienda a dar algo de dinero por lo que había cogido y a disculparme por ello. Pasé una vergüenza horrible. Memoricé lo que tenía que decir (todavía lo recuerdo, después de tantos años) y, cuando llegué a la tienda, lo solté de carrerilla y mirando al suelo, mientras la dependienta apenas podía contener la risa. Dejé mis monedillas en el mostrador y me marché corriendo.

Leer más... »

9.03.09

Camino de Gaza (II): dos relatos

Dos lectores, victoria y Cristhian, me han enviado sus relatos de ocasiones en las que han podido compartir su fe. Uno de ellos es muy breve y el otro más largo, pero creo que ambos son muy interesantes.

La historia de victoria me confirma algo que ya he mencionado algunas veces: a menudo, las personas necesitadas que piden dinero están deseando que uno hable con ellos. Ver que le importan a alguien es aún más importante que conseguir ese dinero que puede que necesiten desesperadamente. Si les damos dinero, haremos bien, pero si además les tratamos como seres humanos y les anunciamos el Evangelio, estaremos ofreciendo algo que no se puede comprar.

En el relato de Cristhian, me ha gustado ver algo muy importante en el contexto de las discusiones de estos días sobre creer en Dios: el anuncio del Evangelio transforma la vida de las personas y eso es algo que se puede experimentar, que salta a la vista. Quien lo ha visto o lo ha probado en sus propias carnes, sabe que Dios ha actuado. El comienzo del relato ya lo había incluido Cristhian en los comentarios de un post anterior, pero he querido incluirlo para que la historia esté completa.

Leer más... »

7.03.09

Signos de la fe (XI): El sentido de la vida

Una de las cosas que tienen en común todos los hombres, en todas las culturas y en todas las épocas es la necesidad de encontrar un sentido para la vida. Si bien la búsqueda es común a todos, las respuestas a la misma son tremendamente diversas. No sólo en las distintas épocas y culturas, sino en cada hombre en particular.

Muchos, incluso la mayoría, se afanan en la práctica por encontrar ese sentido en cosas muy diversas: el éxito profesional, el dinero, el bienestar, una casa, un coche nuevo, las vacaciones, etc. Sin embargo, la búsqueda en esa dirección nunca tiene fin, porque siempre se quiere más. Acabamos de comprar el coche nuevo que llevábamos meses deseando y ya estamos pensando en que lo que de verdad querríamos es otro modelo mejor. Por fin hemos conseguido el puesto de Subdirector y ya estamos planeando lo que haremos cuando consigamos el de Director. Ninguna de esas cosas satisface la necesidad de sentido que tenemos y, por ello, generalmente, llevan a una insatisfacción y un desencanto crecientes.

Esa insatisfacción hace pensar que el sentido buscado por el hombre no puede encontrarse en cosas. El sentido de la vida no puede estar en algo, sino que tiene que referirse necesariamente a alguien. Una persona no puede encontrar un sentido para su vida en algo que es menos que ella: en objetos, en cosas que no tienen capacidad de amar ni de comprender. De alguna forma, un sentido verdadero para la vida humana tiene que estar relacionado con las personas.

Leer más... »