No, el “verdadero milagro” no fue el “compartir”
Soy católico y, como tal, ofrezco gustosamente mi respeto, obediencia y cariño al Papa y, en general, a todos los pastores de la Iglesia. Dios mismo, en un gesto de amor y ternura por nosotros, dispuso que en la Iglesia hubiera pastores que hicieran presente a Cristo Buen Pastor. Es algo estupendo, por lo que doy muchas gracias al cielo.
No hay que olvidar, sin embargo, que, como no estamos en una secta, ese respeto, obediencia y cariño a los pastores se fundamentan en la roca firme de la Verdad. Por eso mismo, conllevan rechazar cuanto se aparte de la fe de la Iglesia, incluso aunque esté en boca de un pastor. Si algo nos enseñó el pontificado anterior es que no podemos callarnos cuando un pastor dice algo contrario a la doctrina católica. La triste experiencia nos ha mostrado que eso solo lleva a que se multipliquen los errores y la confusión causada por ellos.
En ese sentido y cuando creía que se habían acabado ya los sobresaltos, me veo en el penoso deber de señalar lo que parece un importante error que se ha colado en el mensaje enviado anteayer por León XIV a los participantes en la Conferencia de la FAO (es decir, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura). La mayor parte del mensaje se refiere a temas prudenciales y, por lo tanto, discutibles y que no afectan directamente a la fe. Hay, sin embargo, un párrafo que no veo cómo puede ser aceptado por un católico: