La red y la trinchera de defensa de Torres Queiruga

Está en marcha la operación de defensa del pensador gallego señalado por la Comisión Episcopal de la Fe como peligroso, cuando menos, para la fe de los creyentes.

Uno de sus defensores dice que atacando a este gallego se ataca a toda la teología. Ante tamaña idiotez mental me aseguro que los obispos españoles han hecho muy bien con la Nota emitida el pasado Viernes de Dolores.

Cada vez que los dinosaurios progres nostálgicos de primaveras eclesiales que nunca más volverán, se pillan un cabreo como el que ahora mismo no digieren es que la Iglesia Católica en España ha hecho lo que tenía que hacer desde hace años con ese heterodoxo y otros posibles que todavía colean por foros y asambleas.

Siempre tengo claro que a más enfados, mejores aciertos. La Iglesia no puede estar a merced de que un cura esté regando fuera del tiesto durante años y no le corte el chorro. A éste ya era hora que le tocara.

Los defensores de este heresiarca están montando una red clientelar al estilo de la mafia sicialiana. Están, incluso, escarbando en la vida juvenil del obispo de Almería firmante de la Nota de los obispos, buscando algún borrón o fallo y poder empapelarlo como sea.

La trinchera donde están apostados los defensores es Religión Digital, el bazar de los sueños rotos y el portal multirreligioso donde te venden un pito o una pelota lo mismo que en las viejas tómbolas pueblerinas.

Ahí, está el director, el señor Vidal, un escribiente que dispara perdigones contra todo lo que se mueva en el paisaje eclesial, si de carambola puede darle una perdigonada al trasero del cardenal de Madrid, monseñor Rouco.

Entre gallegos anda el juego. El primero el condenado por desconfiado de Dios; el segundo, el ametrallador, también gallego, de la sombra del cardenal de Madrid,otro gallego, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, de cuyo seno ha salido la Nota de condena.

La procesión semanasantera que han montado los dinosarios progres, civilmente, han colocado sobre las andas al condenado por desconfiado de Dios y de la Iglesia, y lo portan unos costaleros, que ya no cumplen ninguno los setenta años. Menudo aquelarre organizado por gallegos.

Por lo tanto, para acabar, animo a los obispos españoles que esta condena no sea la última, deben venir más porque todavía circulan por las calles personajillos que se creen dioses, aunque sean de barro, para destruir la unidad del Credo de la Santa Madre Iglesia, cuya protección de falsos pastores les fue encomendada a los obispos sucesores de los apostóles de la Iglesia que Jesús fundó sobre la Roca de Pedro y sus sucesores.

Tomás de la Torre Lendínez

8 comentarios

  
MUY bueno
Muy bueno. Me imagino que el expediente De Victorino lo perdió D: Julian Barrio con el Codicex Calistinux
02/04/12 12:36 AM
  
Asclepio
Pues yo pienso que no son tantos; cuatro gatos mal contados y además sucios espiritualmente y en alpargatas morales.

La realidad es que a la larga, se va a quedar solo como la O y más corrido que una mona.

Se le ha visto ya claramente su ropaje heterodoxo, maniqueo y claramente panteista. Una birria de engañosa y falsa pseudoteología.

Ya no engaña a nadie. Su enseñanza en herética y está desautorizado por la autoridad católica competente.

O rectifica, o a la calle a medrar y buscarse la vida.

Quién mal anda, mal acaba.

02/04/12 10:21 AM
  
Luis Fernando
No, cuatro no son. Hace unos años eran cien los que firmaron un documento de apoyo a Queiruga.
02/04/12 11:44 AM
  
conchi
Es de cristianos odiar el pecado pero no al pecador.Será más justo orar por ellos que maldecirlos.¿O no?.Estamos en la Semana Santa y pronto oiremos decir a Jesús en la Cruz:"¡Padre perdónalos que no saben lo que hacen!".Recemos y perdonemos.
02/04/12 12:23 PM
  
luis henríquez l.



He leído alguna que otra obra de Andrés Torres Queiruga, además de algunos artículos suyos, y he leído sobre él y una vez lo escuché en la Pontificia de Salamanca, en las Jornadas Filosóficas organizadas por la revista "Diálogo Filosófico", hace como unos cinco años. En el refrigerio de clausura de las jornadas, luego de saludar al claretiano y filósofo Ildefonso Mirillo, a quien ya conocía de otras movidas relacionadas con la difusión en España del personalismo comunitario, quise saludar al profesor Torres Queiruga. Y lo hice. Me pareció un hombre afable, cercano, cálido. Y pensé: “Es uno de esos curas que, por ser de trato cercano, me atraen, conectan con mi sensibilidad y con la visión que tengo de cómo deberían relacionarse los curas con los laicos, con el común del Pueblo de Dios”. Un cura con el que parece posible una relación cordial basada en la “igualdad”, la horizontalidad, más allá de clericalismos y de posiciones de “privilegio”. Insisto: es la impresión que me dio, que me transmitió el solo saludarlo; huelga decir que no desconozco que no esacasean los que, al parecer habiendo tratado más al sacerdote católico y profesor Torres Queiruga, se han despachado de lo lindo con él en los últimos días en Internet, a propósito o raíz de la reciente Declaración Doctrinal sobre algunos aspectos heterodoxos de su pensamiento teológico publicada por la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE.

Por lo que he leído de sus obras, Queiruga me parece un autor difícil; y eso que escribe muy bien, con gran talento literario -no en balde es académico de la lengua gallega. Sin embargo, como ustedes fácilmente colegirán, comprenderán, ni tengo un grande conocimiento de la obra teológica y filosófica del profesor gallego Torres Queiruga ni lo conozco en persona lo suficiente para poder emitir un juicio “riguroso” sobre la heterodoxia u ortodoxia de su reflexión teológica. Ni me compete hacerlo, pues, como desde siempre se nos ha dicho, “doctores tiene la Santa Madre Iglesia que sepan hacerlo”.

Y digo bien lo de “doctores tiene la Santa Madre Iglesia católica” pues yo soy de los que creen que en efecto la Iglesia católica, santa y pecadora y necesitada de permanente reforma, es Madre y Maestra. Por eso me duelen muchas injurias que, a mi juicio injustamente, se vierten contra ella, desde dentro y desde fuera de la Iglesia universal; injurias contra la Iglesia, contra los obispos, contra el Papa, contra la doctrina católica, a base de ponerlo en solfa todo, todos los dogmas. Todo.

Sin embargo, como tampoco “condeno” a Queiruga, lo que haré, en la medida de mis posibilidades -que son y serán siempre limitadas- es tener muy presente la Notificación de la Comisión para la Doctrina de la Fe de la CEE sobre algunas de las tesis teológicas del profesor Torres Queiruga -porque, como ya he dicho, para mí el Magisterio de la Iglesia católica no es una opinión teológica más sino que es vinculante, es el tercer gran pilar o lugar teológico de la fe, juntamente con la Sagrada Escritura y la Tradición-, en diálogo crítico y confío que fecundo, constructivo, con el pensamiento de Torres Queiruga y hasta con el de Periquillo de los Palotes, si fuere menester, ya sea principalmente para alimentar mis propias inquietudes intelectuales.

De modo que en la medida de mis posibilidades de interés, oportunidad y tiempo, “dialogaré” con Torres Queiruga, es decir, con su celebrado pensamiento teológico y filosófico -sin duda, estamos ante uno de los teólogos españoles más reputados en el extranjero-, siempre teniendo como palabra vinculante la voz del Magisterio. Hasta el extremo de que en caso de conflicto entre lo que afirma alguien como Queiruga y lo que afirma el Papa, el Magisterio, tendré soberana y delicadamente en cuenta, como dijera el mismísimo cardenal J.H. Newman -una de las glorias teológicas de la Iglesia universal de los dos últimos siglos, el ilustre cardenal converso del anglicanismo-, soberana y delicadamente en cuenta mi conciencia, y en segundo lugar, la voz autorizada del Papa, la del Magisterio. Esto es, mi conciencia no por encima de la autoridad del Papa, del Magisterio, sino iluminada por ambas instancias.

No obstante lo escrito, o como mismo he escrito lo que he escrito y de la forma como lo he escrito -que es a modo de revelación de algunas de mis convicciones más de fondo-, también querría confesar que una de mis grandes tentaciones es la de, cómo decirlo, “pasar de lo que enseñan el Papa y el Magisterio” porque, total, para lo que tienen en cuenta muchas veces en la propia Iglesia católica los jerarcas el compromiso militante fiel al Magisterio…

Es una de mis grandes tentaciones de acabar arrojando la toalla. Porque sí: los mismos que ahora condenan la teología heterodoxa de Torres Queiruga son los que han ido tolerando, desde hace décadas, la cómoda instalación en la Iglesia católica de toda suerte de trepas, mediocres, burócratas, antimilitantes, figurones, espiritualistas desencarnados, falsos progresistas mundanizantes y meros enchufados que muy poco o nada arriesgan en el camino de la fe cristiana. Con lo cual la mediocridad de vida generalizada en el seno de la Iglesia católica es algo que sencillamente se ha hecho ya pura pestilencia.

No obstante, viene en mi auxilio en todos esos momentos de turbación y perplejidad la certeza de que los pastores de la Iglesia universal son pecadores también… De manera que siendo quien estas líneas escribe pecador también, como ellos los jerarcas, como todos… Solo que, cuando estoy en medio del vendaval de esos conflictos que acabo de mentar, suelo concluir con que si la mediocridad imperante en la Iglesia católica actual me llevara a tirar la toalla, mi testimonio de vida -que es también el de un mediocre- sería aún peor del que ya es. Dicho de otro modo: si yo acabara tirando la toalla, los que quieren la destrucción de la fe -los hay de éstos metidos en el seno de la propia Iglesia católica-, cantarían victoria, pues justamente lo que pretenden es la claudicación en la fe de cuantos más creyentes católicos mejor.

La Iglesia católica en España está no poco podrida: son ya demasiadas décadas, lo menos medio siglo, de labor de reemplazo o sustitución de militantes, esto es, evangelizadores, por meros burócratas que muy poco o nada arriesgan en el camino de la fe. Pero, más allá o más acá de condenas a teólogos como Andrés Torres Queiruga, la gran fidelidad que nos piden estos tiempos de crisis es, me parece, aguantar dentro de la Iglesia universal a pesar del miserable escándalo que supone tomar conciencia de la cantidad de hipocresías e incoherencias que se perpetran en su seno.
02/04/12 1:37 PM
  
Tito Livio
Apreciado D. Tomás,

Estoy plenamente de acuerdo con usted, especialmente cuando afirma que: "La Iglesia no puede estar a merced de que un cura esté regando fuera del tiesto durante años y no le corte el chorro. A éste ya era hora que le tocara".

Pero precisamente, en esta frase está el problema de fondo. La cuestión, el problema, no es que haya individuos que escriban y difundan estupideces teológicas, esto siempre ha sucedido desde hace 2012 años y las cartas de los apóstoles están llenas de advertencias a las primeras comunidades cristianas sobre esos tipejos que "difunden errores".

Pero hoy hay una gran diferencia con respecto a hace 2012 años. Mientras que los apóstoles en cuanto tuvieron noticias de que en una comunidad ciertos tipejos montaban su chiringuito teológico, los apóstoles se lanzaban a por ellos y advertían a la comunidad implicada sobre esos tipejos. Y no sólo advertían sino que condenaban a tales tipejos y a sus seguidores. Así actuaba la Iglesia de hace 2012 años, vamos con dos bien puestos.

¿qué ocurre hoy? pues que, tipejos como ese Queiruga campan a sus anchas durante años y años "sin término" y la Iglesia (sus pastores principales, los obispos) callan y callan durante años "sin término". Es así posible que esos tipejos estén "regando fuera del tiesto" durante años sin que nadie les "corte el chorro", tal como sí hacían los apóstoles.

Por lo tanto, este es el problema. A mi no me escandalizan los Queirugas de turno, de estos ha habido y siempre habrá. Lo que me escandaliza y escandaliza al Cielo (estoy convencido) es que la Iglesia, sus principales pastores, sucesores de los apóstoles, callen y callen y callen años y años y más años y el mal sembrado por tales tipejos se extienda y se extienda hasta verse como algo normal. Esto es lo verdaderamete escandaloso, el inclumplimiento del deber de tantos y tantos sucesores de los apóstoles.

En esta ocasión, por fín, tales sucesores de los apóstoles han cumplido con su deber, pero... ¡anda que no les ha costado!

Lo dicho, escandaloso.
02/04/12 1:59 PM
  
Agamenon
La nota de la comisión episcopal es clara, precisa, caritativa, verdaderamente magisterial. Señala lo que se sale del carril eclesial, la verdadera tradición de la Iglesia, quod semper, quod ab omnibus...
No hay que dramatizar... Lo malo es que a Queiruga y a Pagola, se les hace cuesta arriba (¿soberbia intelectual? centrarse en la fe común. Luego se victiman... El pobre Marciano Vidal también anda por esos caminos. Estos no son los teólogos que hoy necesitamos.
02/04/12 6:08 PM
  
Gonzalo
luis enriquez, tu caso es buena muestra de lo que significa disfrazar ignorancia y odio a la Iglesia con erudicción - falsa erudicción -, por supuesto. Muy a tu disgusto tengo que recordarte que estamos ante una nueva generación de obispos jóvenes nombrados por Benedicto XVI conservadores en lo moral y plenamente ortodoxos en la defensa de la doctrina y Magisterio de la Iglesia. Tus insultos a los hijos de la Iglesia, y a la propia Esposa de Cristo en esa interminable perorata no es nada inteligente.
03/04/12 12:58 AM

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