La vida de un obispo jubilado

“He encontrado la ciudad de Jaén muy cambiada en el aspecto urbanístico”, así me contestaba anoche por teléfono monseñor Ceballos Atienza, obispo emérito de Cádiz-Ceuta, durante una breve entrevista que mantuvimos.

Don Antonio está muy contento y feliz de estar entre sus paisanos. Hace una vida casi monástica: celebra la Misa a las 8 de la mañana en la capilla de las Hermanitas de los Pobres donde reside; pasa el día atendiendo el correo y leyendo; tras el almuerzo y breve descanso, se sumerge en el silencio de la capilla en la profunda oración ante el Señor en el Sagrario, que siempre ha hecho desde que era seminarista, sacerdote y obispo.

Es uno más de los residentes, se atiene plenamente al horario comunitario, en el comedor se sienta con los compañeros de la residencia y toma los mismos alimentos. Comparte una fluida conversación con todos, quienes le van tomando el cariño que monseñor Ceballos siembra siempre en las distancias cortas con todas las personas.

Ha escogido la residencia de las Hermanitas de los Pobres, de Jaén, porque durante su etapa de párroco de San Bartolomé visitó mucho aquella casa al estar incluida en el perimetro de su feligresía. Tras su jubilación ha optado venir a vivir como un mayor más dentro de esa residencia.

El pasado sábado estuvo en la Catedral de Jaén participando, junto al obispo diocesano, en la ordenación de dos nuevos diáconos, alumnos del Seminario de Jaén. Allí estuvo rodeado de una buena parte del clero diocesano que concelebró en la Eucaristía. Con monseñor Ceballos estaban muchos sacerdotes de su promoción.

El año entrante se cumplen las bodas de oro de la ordenación sacerdotal de don Antonio, que tuvo lugar el 29 de junio de 1962 en la Capilla Mayor del Seminario de Jaén, presidiendo la ceremonia el obispo diocesano, por entonces, don Félix Romero Mengibar.

Tras pasar aquel verano como coadjutor de la parroquia de la Asunción de la localidad de Jódar, don Antonio fue nombrado superior del Seminario Menor, concretamente de la sección de Retóricos, además de profesor de francés y latín.

Quien firma este artículo recibió de aquel joven cura el cargo de cronista de la comunidad de alumnos del Seminario, donde hice mis primeros ensayos con la pluma y con narrar noticias claves de la vida sencilla pero llena de ilusión que viviamos en el gran edificio situado en la calle Juan Montilla, número 1, de Jaén.

Anoche por el teléfono recordé aquellos años de estudio y preparación para el sacerdocio y lo mucho que le debo a monseñor Ceballos Atienza en mi vocación al ministerio presbiteral.

Esta es la vida sencilla de un obispo que como Horacio, el poeta latino, hoy vive feliz “lejos de los asuntos y negocios” que hasta hace unas semanas ha estado pastoreando en la diócesis gaditana. Ahora la lectura, el estudio, la oración y la vida litúrgica ocupan todos los días que pasan muy rápidos para monseñor Ceballos Atienza.

Tomás de la Torre Lendínez

1 comentario

  
Mr Stockmann
El obispo Antonio ha sido, es, y será una de las personas que más me han impresionado enmi vida. La primera vez que lo traté personalmente fué cuando fuimos a la Jornada Mundial de la Familia en Valencia, hace ya unos años, cuando convivimos en un mismo sitio. Allí lo conocí impartiendo Misa y conviviendo; orando y viendo con los demás los partidos de la selección. La última vez que lo ví tambien me marcó, pues fué el día de mi confirmacíon, la pasada primavera. Tras una emotiva ceremonia, estuve hablando con él durante un rato y me instó, medio en broma, medio en serio, a que me hiciera sacerdote (me lo estuve pensando seriamente, pero al final descubrí mi verdadera vocación).
En fin, don Antonio, muchas felicidades por su retiro y que Dios le bendiga.
12/12/11 3:51 PM

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