16.05.20

Bugnini y la refoma litúrgica. No quito ni pongo Rey

Este vídeo con imágenes inéditas es un homenaje “in memoriam” al P. José López Calo (1922-2020), sacerdote jesuita y musicólogo de prestigio internacional que vivió en primera persona las pugnas y dificultades de la gran reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Con tal motivo preparó una conferencia titulada “Rememoraciones litúrgicas de un noventón” para las Jornadas Nacionales de Liturgia organizadas por la Comisión Episcopal de Liturgia de la CEE en Santander en el año 2017. Finalmente, no pudo pronunciar por su avanzada edad, pero fue leída por Oscar Valado y publicada en el número 357 de la revista Pastoral Litúrgica.

Lo que han leído ustedes en el anterior párrafo es la presentación del vídeo que van a ver. Lo único que voy a decir es que, como me comentaba un amigo sacerdote, parece que hay cosas que no se dicen hasta que uno tiene 95 años. Y yo digo que más vale tarde que nunca.

Dios tenga en su gloria al P. López Calo

8.05.20

Negrito como paradigma

Lean ustedes:

Se llamaba Negrito, tenía cuatro años y se ha convertido en el primer caso confirmado de gato infectado en España de coronavirus y el sexto en el mundo. En su hogar, en Catalunya, varias personas estaban enfermas de Covid-19 y una de ellas, su propietario, murió a causa de la enfermedad. A Negrito las cosas no le fueron mejor. Sufría una cardiopatía grave que, al empeorar, hizo que le tuvieran que practicar una eutanasia. Ahora, la autopsia ha revelado que este felino tenía material genético del SARS-CoV-2.

Eso, en La Vanguardia. Y en El Español:

Investigadores del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA, en sus siglas en catalán) han detectado el primer gato infectado por coronavirus de España, el sexto en todo el mundo.

El gato, de nombre “Negrito” y que ya ha fallecido, vivía con una familia con diversas personas afectadas por COVID-19 en Cataluña y padecía una enfermedad cardíaca.

En la primera noticia se nos da el nombre del animal y no el del dueño también fallecido. En la segunda, ni siquiera se habla de dueño que murió por Covid-19.

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25.04.20

Secuestrada, casi invisible

Del Oficio de Lecturas de hoy, sábado 25 de abril:

La Iglesia, habiendo recibido, como hemos dicho, esta predicación y esta fe, aunque esparcida por todo el mundo, la guarda con diligencia, como si todos sus hijos habitaran en una misma casa; y toda ella cree estas mismas verdades, como quien tiene una sola alma y un solo corazón, y, en consecuencia, las predica, las enseña y las transmite, como quien tiene una sola boca. Porque, si bien en el mundo hay diversidad de lenguajes, el contenido de la tradición es uno e idéntico para todos.

Y lo mismo creen y transmiten las Iglesias fundadas en Germania, así como las de los iberos, las de los celtas, las del Oriente, las de Egipto, las de Libia y las que se hallan en el centro del mundo; pues, del mismo modo que el sol, creatura de Dios, es uno e idéntico en todo el mundo, así también la predicación de la verdad brilla en todas partes e ilumina a todos los hombres que quieren llegar al conocimiento de la verdad.
Contra los herejes, San Ireneo de Lyon

Así era la Iglesia en el siglo II. Una misma fe, una misma predicación independientemente de dónde estuviera. Así ha sido la Iglesia duante 20 siglos. Ciertamente ha sufrido el embate de cismas y herejías, pero dentro de ella la fe era la misma. 

Hoy esa Iglesia prácticamente se ha desvanecido. No digo que haya dejado de existir -los mártires dan testimonio de su existencia-, pero no es visibile en amplias zonas del mundo. Basta ver lo que predican buena parte de los obispos alemanes y lo que predican los polacos. No profesan la misma fe. Y dentro de la propia Iglesia en Alemania no es igual lo que predica el cardenal Kasper que lo que predica el cardenal Woeki. No es lo mismo lo que predica el cardenal holandés Eijk que lo que predican la mayoría del resto obispos holandeses. Etcétera.

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24.04.20

Sujetadme a la vieja para poder matarla bien

La escena debió ser digna de una película de terror. Una anciana con Alzheimer, que años antes había pedido recibir la eutanasia, se resistía, quizás por instinto o quizás porque le quedaba un hálito de lucidez, a que le pusieran la inyección letal. Entonces el doctor pidió a los familiares presentes en la habitación que la sujetaran. Una vez sujeta, le inyectó el cóctel mortal y la anciana murió.

Según el más alto tribunal de Holanda, aquello fue un acto legal, precisamente porque esa mujer había dejado por escrito su deseo de no seguir viviendo si llegaba a una situación médica irreversible.

Estamos ante un ejemplo más de porqué no hay que creer a los que dicen que las leyes de eutanasia quedarán limitadas a casos muy extremos. Lo mismo pasó con el aborto. Una vez que abres la puerta al mal,el mal lo ocupa todo y actúa como agujero negro, consumiendo la poca luz de decencia moral que le quede a una sociedad.

El componente pedagógico de las leyes es indudable. Cuando el mal se castiga, el personal se lo puede pensar dos veces antes de cometerlo. No desaparece, pero su alcance se limita. Cuando el mal no solo es consentido sino que se convierte en un derecho -caso del divorcio, el aborto, la eutanasia, la ideología de género, etc-, el bien y los que lo defienden pasan a ser objeto de persecución.

Los países otrora cristianos son un claro ejemplo de las consecuencias de la apostasía. El cóctel es perverso: el divorcio masivo provoca destrucción del concepto de familia como institución básica y permanente de la sociedad. El sistema político-económico impide la independencia de los jóvenes, que tienen que esperar años y años para poder formar una familia, que además tiene pocas posibilidades de éixto. La mentalidad antinatalista, que se sustancia en el uso masivo de anticonceptivos y del aborto, provoca un envejecimiento brutal de la población. Y entonces entra en juego la eutanasia, para quitarse de en medio los ancianos sobrantes.

En medio de todo eso, la Iglesia, cuya labor de asistencia social es innegable, lleva tiempo dedicada a hablar de ecología y a proponer la solidaridad, la fraternidad y la igualdad entre todos. El discurso que sale de las altas jerarquías es sospechosamente parecido al de los paladines del Nuevo Orden Mundial y de los viejos y nuevos populismos izquierdosos. Llevamos décadas promoviendo un humanismo en el que Dios no pasa de ser un elemento más, y a veces ni eso, de la ecuación. Incluso el Cristo que se predica es un Cristo solamente humano, desposeído casi por completo de sus atributos divinos. Un Cristo que ni reina ni impera.

Todo ello lleva a la irrelevancia casi absoluta de la propia Iglesia. Da igual el peso mediático que tenga si el mensaje que transmite está más cerca de la Nueva Era y el hippismo pacifista y buenista del siglo pasado que el de la denuncia profética del evangelio. Cristo empezó su vida pública predicando la conversión. Gran parte de la Iglesia huye de la denuncia del pecado personal y de advertir de las consecuencias de apartar a Dios de la vida pública. Cosa lógica, ya que hace décadas que se entregó en manos del liberalismo que durante dos siglos luchó para acabar con el Reinado Social de Cristo. De tal forma que han hecho que parezca que dicho Reinado es una reliquia inútil, cuando no despreciada y atacada, del pasado.

Y no contentos con eso, hemos visto profanar la Sede de Pedro con cultos idolátricos paganos, sin una reacción significativa del episcopado mundial, que a veces parece más el cuerpo de élite que sigue al líder de una secta que el verdadero colegio de sucesores de los apóstoles, todos ellos vicarios de Cristo en sus diócesis. Que no se les olvide que una autoridad canónica que no va acompañada de autoridad moral y de fidelidad al evangelio, lo cual implica combatir el error, no vale para nada.

Si no fuera por la promesa de Cristo de que las Puertas del Hades no prevalecerán, caeríamos en la desesperación de creer que esa anciana que se resistió a morir representa a la Iglesia. Y que los responsables de la misma son la que sujetan sus brazos para que el médico de la muerte ponga fin a su vida. 

Nuestra esperanza es Cristo. Él salvará a su Iglesia. No podemos albegar la menor duda de ello. Por pura gracia, debemos y podemos ser fieles a Él en medio del horror que nos rodea. 

Santidad o muerte

Luis Fernando Pérez Bustamante

23.04.20

Los obispos españoles, el Papa y el bocachanclas de Pablo Iglesias

Tras leer lo que ha dicho hoy el vicepresidente del gobierno de España, Pablo Iglesias, sobre la renta mínima, los obispos españoles y el papa Francisco, he llegado al convencimiento de que el político comunista no ha escuchado las palabras de Mons. Argüello ni leyó lo que escribió el Pontífice a los movimientos y organizaciones populares. 

Por tanto, vayamos primero con lo que dijo el Papa. Resulta que Francisco enmarca su escrito en la crisis provocada por el coronavirus Covid-19 y la necesidad de que la población esté confinada. Es en ese contexto en el que habla de los «vendedores ambulantes, recicladores, feriantes, pequeños agricultores, etc,… que no tienen un salario estable para resistir este momento y las cuarentena se les hacen insoportables. Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal (*) que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos»

Parece evidente que Francisco habla de una medida a tomar mientras dure la pandemia y no de forma definitiva, pues una vez que toda esa gente pueda salir de sus casas para volver a trabajar, tendrán de nuevo la capacidad de ganarse la vida. De hecho, ese fue el sentido de nuestro titular en InfoCatólica.

¿Y qué fue lo que dijo Mons. Argüello, portavoz de la Conferencia Episcopal Española? Esto:

«es urgente y necesario en este momento [proporcionar] una renta básica para esas personas que han perdido su empleo u otras personas que ya se encontraban en situación de verdadera necesidad, cuya subsistencia tenía que ver con actividades de salir a la calle que ahora no se pueden hacer».

O sea, prácticamente lo mismo que el Papa. Eso sí, don Luis añadió que esa renta mínima no puede ser “eterna", porque lo que necesitamos no es que el Estado nos dé una migajas para poder comer sino que trabaje a favor de que existan condiciones favorables para que encontrar un empleo con el que ganarnos la vida:

«La necesidad perentoria de una renta básica en este momento no debería ser una coartada para una especie de subsidio permanente que retire del horizonte de las personas todo lo que el trabajo representa… no es deseable para el bien común de la sociedad pensar en grupos amplios de ciudadanos que vivan de manera subsidiada».

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