InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Secularización interna de la Iglesia

22.02.16

Siento algo muy parecido al miedo

No os unzáis a un mismo yugo con los infieles. Porque ¿qué tiene que ver la justicia con la iniquidad? ¿O qué tienen de común la luz y las tinieblas? ¿Y qué armonía cabe entre Cristo y Belial? ¿O qué parte tiene el creyente con el infiel? 
2 Cor 6,14-15

Ayer me acosté con la noticia de tres jesuitas chilenos alabando las uniones homosexuales. Nada extraño, por otra parte, sabiendo en lo que se ha convertido la orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola, que debe ser el santo más triste de todo el cielo. Hoy me despierto con la noticia del cardenal Ravasi diciendo que tenemos cosas en común con los masones. Curiosamente, a eso de las cuatro de la madrugada me he despertado y durante un tiempo de oración le rogué al Señor que acabe ya con esta locura por la que está pasando la Iglesia. Pero claro, no sabía todavía lo de ese cardenal. Mi oración era absolutamente pertinente.

Hace tiempo que vengo diciendo a algunos de mis hermanos en la fe que íbamos a ver cosas peores. Pues bien, me pregunto si no me habré quedado corto. No soy muy partidario de caer en psicosis apocalípticas y en ver el fin de los tiempos a la vuelta de la esquina, pero no puedo escapar de la sensación de que puede que estemos entrando, esta vez sí, en esa etapa previa al regreso de Cristo.

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16.02.16

Humberto y Lucy, testimonio incompleto

El Papa se reunió ayer con las familias mexicanas. Según recoge Zenit y reproducimos nosotros, dieron testimonio público varias personas. Entre ellas, esta pareja:

El Santo Padre ha escuchado el testimonio de Humberto y Lucy, él soltero y ella divorciada, se casaron por lo civil hace 16 años. Hace 3 años que el Señor les habló y se acercaron a la Iglesia. Saben que no pueden acceder a la eucaristía, pero que pueden «comulgar a través del hermano necesitado, del hermano enfermo, del hermano privado de su libertad».

Es motivo de alegría que el Señor tocara la vida de Humberto y Lucy para que se acercaran a la Iglesia. Dios llama al pecador para que vuelva sus ojos a Él. Ahora bien, también nos llama para que dejemos atrás nuestros pecados. Y esa pareja vive, según palabras de Cristo, en adulterio. Han pasado ya tres años desde que regresaron a la Iglesia. ¿Cuántos tienen que pasar para que abandonen ese pecado? ¿acaso la gracia que operó en ellos ha dejado de funcionar?

El problema que tienen Humberto y Lucy no es que no puedan comulgar. El problema es que si no dejan de vivir en adulterio, la Palabra de Dios, que para algo está, indica que van camino de la condenación eterna. Y eso es muy serio. No pueden alegar desconocimiento de lo que Dios quiere. No valen excusas cuando tenemos que ponernos delante del Señor. No existe pecado invencible si permitimos al Espíritu Santo obrar en nuestras vidas. Y no se debe dar un testimonio incompleto viviendo en una situación pública y notoria de pecado, a menos que se reconozca que se está pidiendo la ayuda del Señor para superarlo.

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2.02.16

Religiosos en España. Cada vez menos, cada vez más mayores

El descenso del número de religiosos en España sigue un proceso lento pero firme. En el último año, dicho número ha caído un 3,5%. Y aunque no se da el dato, es probable que la edad media haya aumentado.

También ha bajado el número de novicios y novicias aunque se mantiene más o menos igual que en años recientes. 

Varias órdenes y congregaciones religiosas están enfrentando esa situación reorganizándose territorialmente. Pasan de tener varias provincias en España a una sola. Es también incesante el número de poblaciones españoles que se quedan sin religiosos que llevaban allá presentes desde hace siglos.

No todas las congregaciones sufren el mismo problema. De hecho hay algunas, como es el caso de las monjas de Lerma/Vergara o de la congregación presente en Sigena, cuyo bendito “problema” es que no tienen a dónde meter a tantas novicias y postulantes. Y hace bien poco vimos el peculiar caso de los camaldulenses de Montecorona, que vieron como el monje que iba a enterrar a los ancianos se ha tenido que volver a su país, Colombia, porque ha llegado savia nueva.

Analizar las razones de esta crisis es cosa harto complicada. El descenso brutal de la natalidad en este país no ayuda nada. A menos jóvenes, menos vocaciones. Pero es claro que la crisis entre los consagrados es mayor que la que se da, por ejemplo, entre los aspirantes al sacerdocio diocesano.

En mi opinión, la secularización postconciliar se ha cebado especialmente con esta parte tan importante de la Iglesia. Hay órdenes y congregaciones que son hoy una pálida y mortecina sombra de lo que eran hace siglos e incluso hace décadas. La heterodoxia ha campado a sus anchas sin que casi nadie hiciera nada por evitarlo. Es más, dado que quienes están al frente de esas congregaciones son hijos e hijas de dicha secularización, cabe preguntarse si existe la más mínima posiblidad de que abandonen ese camino de muerte.

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15.01.16

Lo que el caso anglicano dice acerca de la Iglesia Católica hoy

La Comunión anglicana se ha encontrado ante la realidad de tener que afrontar un cisma debido a la cuestión del “matrimonio” homosexual. Aunque pueda parecer que se ha impuesto el sentido común, en el sentido de que han sido apartados los episcopalianos de EE.UU, que aprobaban esa práctica considerada como abominación por la Escritura, lo cierto es que ha primado más el pragmatismo. La otra opción era que toda el continente africano anglicano dijera adiós al resto de anglicanos del resto del mundo. Y da la casualidad de que el anglicanismo tiene mucha más fuerza en África que en su Inglaterra natal y en el resto de los países donde tiene cierta presencia.

Por tanto, entre elegir que unos pocos millones -cada vez menos- de anglicanos norteamericanos quedaran fuera o lo hiciera todo un continente, los primados anglicanos han optado por lo primero.

De cualquier forma, el caso anglicano es realmente peculiar y demuestra por dónde no se ha de ir. Desde que esa comunión eclesial -no es Iglesia porque no conservan la sucesión apostólica- ha ido dando pasos en dirección a la teología liberal, ha ido perdiendo fieles, sacerdotes y obispos por el camino. Cuanto más se ha acercado al mundo, más claramente el mundo les ha dado la espalda. 

Primero aceptaron ordenar mujeres. Hace años, ordenaron como obispo en EE.UU a un señor que se había amancebado con otro señor. Hace poco decidieron que ordenaban obispas. Y de no ser por los africanos, que han puesto pie en tierra, en breve estarían celebrándose bodas gays en la Catedral de Canterbury. ¿Consecuencias? Pues que en Inglaterra hay menos de un millón de anglicanos que van al culto dominical cada semana. Eso supone que, en la práctica, el anglicanismo está al borde de la desaparición en el país donde nació. 

¿Puede ocurrir algo semejante en la Iglesia Católica? No solo puede. Está ocurriendo. Mons Johan Bonny sigue siendo a día de hoy obispo de Amberes (Bélgica). Hablamos de un obispo que, como los episcopalianos de EE.UU, quiere el reconomiento por parte de la Iglesia Católica de las uniones homoxesuales, ¿En serio se puede decir que el resto de obispos católicos, está en comunión con él? ¿se lo preguntamos uno a uno, sin que tengan que dar nombres? ¿alguien sabe si Roma le ha dicho algo a ese obispo?

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13.01.16

Advertencia de Cristo a los que se creen muy listos

Últimamente proliferan todo tipo de personajes eclesiales, de cualquier rango, que parecen tener la intención de enmendarle la plana a Dios, ninguneando algunas de las enseñanzas de Cristo para que su mensaje sea más agradable a los oídos del mundo. Por ejemplo, si Cristo abroga el divorcio, ellos buscan mil y una maneras de saltarse esa voluntad del Salvador, permitiendo, de facto, que la gente se divorcie y se vuelva a casar. Si san Pablo advierte que comulgar en pecado mortal es, en sí mismo, otro pecado mortal -y muy grave-, esos fontaneros de la falsa misericordia trabajan a destajo para llevar a miles de almas, por no decir millones, a la profanación constante del sacramento de la Eucaristía. 

El propio Lutero, de vivir hoy, estaría encantado de ver cómo desde el catolicismo se apoya su tesis de que la justificación es meramente forense, de tal manera que al pecador simplemente se le pide que crea, que confíe en el Señor, que tenga cierta fe, pero sin que se produzca en su interior un cambio radical de vida, abandonando el pecado por el poder de la gracia. 

Es más, aquellos que osamos recordar que sin conversión no hay salvación, que sin arrepentimiento difícilmente puede haber perdón, que sin santidad -cada cual en el grado que le sea concedido-, nadie verá a Dios, somos calificados como fundamentalistas, como amargados que no queremos que la gente venga a la Iglesia. Los mismos que llevan décadas sin predicar sobre el poder de la gracia para transformar los corazones y convertir a los pecadores en santos, ahora ofrecen a esos pecadores atajos falsos hacia la salvación. Atajos cuyo destino solo puede ser el abismo de la condenación.

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