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8.12.16

Explicando el dogma de la Inmaculada Concepción a un protestante.

Post publicado en mi primer blog, alojado en Religión Digital, el 14 de diciembre del año 2006. O sea, prácticamente hace 10 años. Mucho ha llovido desde entonces. Por ejemplo, el que era mi obispo, Mons. Jesús Sanz Montes, al que felicitaba al final del artículo, ahora es arzobispo de Oviedo. Y ya no vivo en Huesca, desde donde fueron escritas estas palabras. Pero sobre todo ha cambiado el hecho de que, por pura gracia de Dios, hoy tengo más devoción a nuestra Madre Inmaculada. Junto con nuestra salvación, fue el gran regalo que Cristo nos hizo a los cristianos en la Cruz. Nos dio por Madre a su Madre. De y por Aquella que es la llena de gracia, Dios nos derrama hoy y siempre gracia sobre gracia. Y, aunque sé que eso es casi como pedir el cielo en la tierra, le ruego al Señor que me conceda amarla como Él la amó.

El artículo tenía el toque apologético habitual en mí en esos tiempos. Llevaba poco como bloguero y los años anteriores me había dedicado en cuerpo y alma a la apologética católica con protestantes evangélicos. La gracia me llevó por esos caminos, como me lleva ahora, a pesar de mis muchos pecados, por los que transito. Además era lo menos que podía hacer como agradecimiento a Dios por haberme traído de vuelta a la Iglesia, a la fe católica. Pero a pesar de ese toque, lo que realmente quise hacer es hablar a ese hermano separado de corazón a corazón (cor ad cor loquitur), y por eso no entré en demasiadas honduras teológicas y apologéticas.

Hoy, 8 de diciembre del 2016, día en que la Iglesia celebra la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, republico esta carta destinada a todos aquellos que aman al Señor pero se oponen a reconocer los privilegios que Dios concedió a Aquella de quien la Escritura dice que habría de ser llamaba bienaventurada por todas las generaciones. A Aquella cuyo seno dio como fruto nuestra salvación. A Aquella cuyo Fiat a Dios anuló el Fiat de Eva a la serpiente. Como enseñó San Ireneo de Lyon en el siglo II, recogiendo seguramente una tradición de la era apostólica, ella es nuestra “causa salutis".

Laus Deo Virginique Matri.

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Estimado hermano en Cristo, el motivo de estas líneas es darte una explicación sobre alguna de las razones teológicas que llevaron a la Iglesia Católica a proclamar el dogma de la Inmaculada Concepción de la Madre de nuestro Señor Jesucristo. Aunque en realidad el dato no añade nada a lo que voy a exponerte, déjame que te diga que conozco todos y cada uno de los argumentos que te hacen rechazar ese dogma, pues yo mismo los sostuve hace años cuando, siendo protestante evangélico, me dedicaba a contradecir las doctrinas católicas en Internet. Mas la gracia de Dios pudo más que mi obcecación en agarrarme al libre examen de las Escrituras para seguir negando uno de los dogmas que, aunque te parezca mentira, más gloria da a Dios.

Tú y yo creo que coincidimos en aceptar la doctrina cristológica que nos viene dada de la Revelación y los concilios ecuménicos del primer milenio de la Cristiandad. Las misma enseña que Cristo, siendo una sola persona, es verdadero Dios y verdadero hombre. Por tanto, en su única persona coexisten la naturaleza humana y la divina. Esto pudo ser así gracias al milagro de la Encarnación.

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24.09.07

Un día tendrás que venir a María. Testimonio de un ex-Testigo de Jehová

Todavía no hemos tenido oportunidad de abrazarnos personalmente, pero José Luis Sansaloni es una de esas personas que Dios pone en tu vida y te marca para siempre. Te marca porque ves que cuando el hombre responde a la gracia de Dios, se producen auténticos milagros. No milagros de esos que superan las leyes de la naturaleza, aunque a veces también, sino de aquellos que transforman las almas para que sean cartas abiertas escritas por Cristo al mundo. Confieso que después de alguna de las largas charlas telefónicas que hemos mantenido, mis ojos han derramado alguna lágrima de gratitud al Señor por lo que ha hecho en las vidas de José Luis y su esposa.
Como bien dijo Bruno en su blog hace unos días, a veces desde dentro de la Iglesia no somos del todo conscientes del maravilloso don que tenemos por ser católicos, y son los conversos los que nos lo recuerdan. Soy de la opinión que es mejor no salir nunca de la Iglesia. Pero si el estar fuera de ella sirve para que, cuando regresamos, podamos dar testimonio de los tesoros que hay en su interior y que no se encuentran fuera, pues alabado sea Dios por ello.

Un día tendrás que venir a María
por José Luis Sansaloni

Es difícil saber por qué el Señor ha dicho "yo os escogí a vosotros y no vosotros a mí" y como suele cumplir eso -por regla general- con las personas que menos lo merecen.

Pero una y otra vez leo en su Palabra cosas que me confirman este hecho. Uno de mis versículos favoritos se encuentra en el libro del profeta Daniel en su capítulo 10 verso 12. Allí donde el ángel le dice Daniel: "No temas, Daniel, porque desde el primer dia en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras y precisamente debido a tus palabras he venido yo."

¿Será eso tal vez lo que ha sucedido en el transcurso de estos más de cuarenta años en los cuales han pasado tantas cosas en mi vida? ¿Tendrá algo que ver con esto esa serie de milagros sobrenaturales que me han sucedido y que hacen que la vida que Dios me ha regalado, sea una continua aventura de amor y confianza en mi Dios y Señor?

Pienso… "es posible". El Señor, que siempre ha "manejado mi barca" lo sabe y en mí está el acercarme en temor y reverencia a El, mi amado Padre, que es para mí, mucho más grande que lo que mis torpes palabras puedan jamás explicar. No puedo dejar de nombrar a mi amada madre María, Madre de la Iglesia que me está compensando con creces todos mis años de alejamiento de ella.

Manuel, un veterano romero de la Virgen del Rocío, me dijo una vez en Sevilla hace unos años, mientras examinábamos un libro de la romería de esa preciosa advocación de la Virgen y tomábamos unas típicos aperitivos andaluces: "Tu amas demasiado al Señor -allí hizo larga pausa-, un día tendrás que venir a María."

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15.08.07

Salve Regina

Salve, Regina, mater misericordiae,

vita dulcedo et spes nostra, salve.

Ad te clamamus exsules filii Hevae.

Ad te suspiramus, gementes et flentes in

hac lacrimarum valle.

Eia, ergo, advocata nostra,

illos tuos misericordes oculos ad nos converte.

Et Iesum, benedictum fructum ventris tui,

nobis post hoc exsilium ostende.

O clemens, O pía, o dulcis Virgo María.

9.04.07

Yo he llorado escuchando este testimonio

Fernando Casanova nació el 30 de marzo de 1964, en Caguas, Puerto Rico. Es casado y padre de tres hijos. Fue pastor evangélico pentecostal hasta el 25 de enero del año 2002. Entró en la comunión plena de la Iglesia Católica el 17 de abril de 2003. Nombrado Profesor Estable de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino, Roma, el 8 de abril de 2004, ahora es Profesor de Teología en el Centro de Estudios de los Dominicos del Caribe (CEDOC).

Tras esos datos un tanto fríos hay un testimonio precioso que a mí me ha conmovido el alma. Prefieron no explicarlo con palabras. Lo mejor es que lo veáis vosotros mismos:
Click acá para ver el vídeo.

30.01.07

La perpetua virginidad de María desde el punto de vista judeocristiano

Lo prometido es deuda.

La perpetua virginidad de María desde el punto de vista judeocristiano.

Tomado de la Asociación de Católicos hebreos:

Desde los antiguos días bíblicos el adulterio acarreó con él un sentido de profanación, es así que una mujer que hubiera tenido contacto con otro hombre1 aún siendo a la fuerza, ya no podía estar con su esposo (Gn .49, 4; 2 S.20, 3; 16, 21-22, Libro del Jubileo 33, 6-9; Epstein, Ley del Matrimonio en el Talmud, p. 51). El código deuteronómico enseña que una mujer que esté divorciada de su esposo y que contraiga matrimonio con otro hombre, no puede regresar a su anterior esposo (Dt 24, 4). Como dijo el Señor a través del profeta Jeremías: Si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Otra traducción: "Sí un hombre aparta a su esposa y ella se va de él y se convierte en la esposa de otro hombre, ¿debe él regresar a ella?, ¿no debe su tierra (el propio cuerpo de su esposa) estar grandemente contaminada?" (Jer 3, l; ver Targum a Dt.24, 1-4). En la ley rabínica una mujer que ha cometido adulterio está "corrompida" y no puede continuar siendo la mujer de su esposo, sino que debe divorciarse. Además, cualquier contacto íntimo de la esposa con un hombre judío o gentil, potente o impotente, natural o no natural, obliga al divorcio.

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