La claridad de Monseñor Aguer en el Sínodo
Daniel Iglesias me envió hoy la intervención de Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el Sínodo de los obispos. Desgraciadamente no nos hicimos eco de la misma en InfoCatólica, así que he creído oportuno solucionar ese error reproduciendo las palabras del prelado argentino en mi blog. Fueron las siguientes:
Entre las causas de la situación actual de la fe hay que considerar los errores teológicos y filosóficos que circulan en los centros académicos, seminarios y noviciados y que se divulgan mediante la predicación y la catequesis para confusión del pueblo de Dios. La nueva evangelización requiere superar esos defectos que debilitan la certeza de la fe; para ello, cuidar que la formación de los agentes pastorales se ajuste al magisterio de la Iglesia.
Ante la emergencia de la cuestión antropológica, importa destacar la mediación de la filosofía, de una consideración metafísica de la persona que recoja y trascienda los válidos aportes científicos. Desde allí, por vía de participación, se abre el acceso al fundamento absoluto, a Dios. En el pensamiento cristiano se armonizan teocentrismo y centralidad del hombre, como alternativa al antropocentrismo radical que proponen algunas corrientes contemporáneas.
Se hace necesario desarrollar una nueva apologética, un discurso en favor de la fe cristiana, tanto de nivel académico cuanto catequístico-popular, que sea un itinerario propuesto a la inteligencia y al corazón de los hombres y las mujeres de hoy.
Como ven ustedes, el prelado fue breve pero sustancioso. Y sobre todo, claro. La herejía causa un daño enorme a la fe de los fieles, sobre todo cuando la misma es difundida precisamente allá donde debería ser combatida de forma clara y rotunda. Si el error se enseña en seminarios, en noviciados, en centros académicos en manos de la Iglesia y en catequesis, ¿cómo pretendemos que el pueblo de Dios sobreviva en medio de la confusión que malforma sus conciencias?
En multitud de diócesis -obviamente no todas- se ha formado mal a los sacerdotes. Se ha formado mal a los religiosos. Se ha formado mal a los catequistas. En muchas se sigue siendo débil ante el error que difunden teólogos cuya fama, siempre creciente, es paralela a su alejamiento de la fe de la Iglesia. Vemos que todavía hay pastores que permiten que algunas de sus parroquias ensalcen y promuevan a esos falsos maestros. ¿Y pretendemos con esos mimbres dedicarnos a la nueva evangelización?
Mientras la Iglesia no se purifique del error, no puede ser maestra de la verdad con eficacia. Es evidente que contamos con muchos buenos pastores, con muchos buenos sacerdotes y con muchos buenos catequistas. Pero la verdad y el error, como el agua y el aceite, no pueden mezclarse. Y el mundo estará siempre dispuesto a dar más cancha mediática a los herejes que a los buenos maestros y a los santos. La apologética es necesaria hacia afuera y hacia adentro.
No basta con conformarse con predicar la verdad. Hay que combatir la mentira que campa casi a sus anchas en el seno de la Iglesia. Hacer tal cosa no nos corresponde a los laicos, porque no tenemos autoridad alguna para poner orden. Esa tarea es del Papa y de los obispos en comunión con él. Y yo diría que es sobre todo de los obispos, que no tienen porqué esperar a que Roma haga lo que ellos pueden y deben hacer.
Ojalá muchos sigan los pasos del Arzobispo de La Plata.
Luis Fernando Pérez Bustamante
13 comentarios
Tendemos a prestar demasiada atención a los "métodos" (los "cómo") y poca atención al objetivo y al contenido (al qué y al por qué).
El cristianismo light imperante y el crecimiento del agnosticismo, -o como decía alguien en otra parte, del "ingosticismo" (ignorancia religiosa premeditada)-, es el resultado de todo este desmadre.
Para muestra paradigmática el botón de Jairo del Agua.
Y digo que es un error, porque los contenidos de la evangelización son siempre los que siempre han sido; no hay contenidos nuevos, ni hay un nuevo evangelio. Es el Evangelio de siempre, que es desconocido por muchos; ese es el que debe ser anunciado.
Pienso que hay que ser muy cauto en el uso de las palabras, sobre todo si éstas pueden dar lugar a algún tipo de confusión, incluso aun cuando no se pretenda.
Y no olvidar nunca que "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre"; su mensaje posee siempre actualidad, sea cual sea el lugar o la época en que es anunciado.
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LF:
Depende quién se lo pida.
o es excusa tras la que parapetare cuando no se quiere hacer algo (como en españa)
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LF:
Si Una Voce on un grupo de fieles tradicionalistas que no sean lefebvrianos solicita la Misa según el rito extraordinario, no debería haber el menor problema para concederla. Y como los lefbvrianos ya tienen sus propias misas, dudo que las pidan a los obispos católicos.
Dicho lo cual, ese no es el tema de este post. No admito más comentarios.
hay que rezar el rosario por esta intención.
Saludos
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LF:
Eso mismo escribi en mi post de hace unos días:
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1210151127-evangelizacion-y-mision-hoy-c
También me ha parecido muy acertada la intervención del Prelado del Opus Dei en el Sínodo donde habló de la vida sacramental de los obispos y sacerdotes y el aspecto doctrinal de las homilías dominicales.
«El pueblo de Dios desea que los obispos y los sacerdotes sean maestros de santidad, justamente porque la buscan cada día, a través de la vida sacramental y de su propio ministerio. Deben ser hombres que rezan con fe, que aman apasionadamente el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento de la Confesión y los viven con piedad sincera, para enriquecerse con las gracias y poder ser, de este modo, portadores de la Buena Nueva a los demás sacerdotes y a todos los fieles. El recurso a estos medios instituidos por Jesucristo para poder identificarse con Él hace que los fieles, al escuchar a los Pastores, escuchen al Señor, y al verlos rezar, se sientan a su vez llevados a rezar. Si ven que ellos recurren con frecuencia a la Confesión, irán a recibir el perdón sacramental.»
«Es útil también meditar sobre el ejemplo de muchos santos, como el Cura de Ars, San Pío de Pietrelcina o San Josemaría Escrivá, y el del más recientemente Beato Juan Pablo II. Como ha recordado Benedicto XVI, ellos han dejado un ejemplo vivo de amor al Sacramento de la Penitencia y pueden reforzar la conciencia del deber de ser Buenos Pastores, que saben dar la propia vida por sus ovejas. Si se exhorta también a los presbíteros a sentarse en el confesionario habitualmente, muchas almas irán a lavar sus culpas y, de ese ministerio, florecerán vocaciones para el seminario y la vida religiosa y vocaciones de buenos padres y madres de familia.»
«También es interesante cuidar las homilías desde el punto de vista doctrinal y con el don de lenguas. Para muchos fieles la Santa Misa dominical, con la correspondiente Homilía, es la única ocasión para escuchar el mensaje de Cristo. Con un compromiso siempre renovado, la predicación será mucho más eficaz, sobre todo si se dirige también a la propia alma de quien predica: si se vive lo que se dice y se predica lo que se vive.»
Más celo por Cristo que por los "compañeros", por favor.
Sacerdotes santos y sabios; y no "modelnos" e intelectualizados; eso es lo que necesitamos ya.
Que el Señor atienda nuestras plegarias.
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