JMJ: Mejor no puede continuar
La JMJ en Madrid está siendo un gran éxito se mire por donde se mire. El Papa está en su salsa, feliz como pocas veces se le ha visto. Su magisterio es de un nivel extraordinario -eso ya no me sorprende- y los jóvenes están dando un gran ejemplo de civismo y amor por el Santo Padre. A eso hay que añadir el derroche continuo de la gracia del perdón que está teniendo lugar en el Retiro.
Ciertamente hay una minoría de indeseables que están intentando boicotear esa Jornada. Son la excusa perfecta para que determinados medios de comunicación no se centren tanto en el mensaje del Papa como en las movidas que provocan esos sujetos. Pero todo esto está sirviendo para que la sociedad española sea consciente de lo que ofrecen unos y otros. Los jóvenes peregrinos transmiten alegría, fe y gozo en Dios. La izquierda radical sólo ofrece bronca, peleas, disturbios y mal ambiente. Esto no tiene nada de particular. Ya dijo San Pablo que “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley” (Gal 5,22-23), mientras que “las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, ambición, divisiones, disensiones, rivalidades, borracheras, comilonas y cosas semejantes” (Gal 5,19-21). Tenemos delante de nuestros ojos esa verdad expresada por el apóstol.
Aunque hay muchas cosas que me están provocando emociones muy intensas -el Aleluya de Haendel ayer en Cibeles fue espectacular-, quiero señalar especialmente las palabras de una religiosa al Papa en El Escorial. Hablando en nombre de todas sus hermanas, le ha dicho:
Sabemos, Santidad, que la cruz que Dios ha puesto sobre sus hombros es muy pesada. Queremos decirle que no la lleva solo, cuente con nosotras, que, en el silencio del claustro o en la actividad con que servimos a la Iglesia, le ayudamos con nuestra sencillez y pobreza, y con la fuerza que recibimos de Cristo.
Al escucharla, he escrito en mi cuenta de Twitter: “¿Qué sería de la Iglesia sin estas mujeres?… la nada". Y me ratifico en ello. No somos del todo conscientes de cuánta gracia derrama Dios sobre la Iglesia gracias a la intercesión y los méritos de esa mujeres que lo han dejado todo para entregarse a Cristo y a nosotros. Cuidan a la Iglesia como la Virgen María cuidó a su Hijo. Son presencia viva del Salvador en medio nuesto.
También ha sido muy importante el encuentro del Papa con los jóvenes profesores universitarios. El Santo Padre ha explicado lo que la Universidad ha de ser -que no siempre coincide con lo que es- y les ha animado a ser humiles en el ejercicio de la docencia, así como a poner los ojos en Cristo, verdadero Maestro de maestros.
En definitiva, vivimos un momento histórico. Un Papa anciano en comunión con los jóvenes. Un Pastor apacentando a sus más tiernas ovejas. Y los demás, felices de contemplar semejante expresión de amor de Cristo por su Iglesia.
Luis Fernando Pérez Bustamante