La organización conocida como Yunque
AciPrensa publicó ayer, en una noticia titulada «El Yunque» rompe el silencio: Ni organización secreta ni desobediente a la Iglesia, diversos fragmentos de un texto que les ha remitido José de Jesús Castellanos López, vicerrector de la Universidad Vasco de Quiroga, uno de los dirigentes de la Organización del Bien Común (OBC) y Presidente del sitio web www.paraelbiencomun.com.
Habiendo recibido InfoCatólica el texto completo de José de Jesús Castellanos López, procedemos a publicarlo íntegramente.
La Organización conocida como Yunque
A últimas fechas mucho se ha escrito sobre el Yunque; sobre su existencia, sobre si es o no una asociación secreta y sobre su relación con la Iglesia. La última controversia tuvo lugar en España.Fue un juicio que giró en torno a si ciertas personas pertenecían o no a esta Organización. La Justicia, en dos instancias, declaró que no procedía tal pronunciamiento. Pero,¿existe realmente la organización del Yunque? Y de ser así ¿qué es esta Organización, a qué se dedica y cómo actúa? ¿Qué principios tiene?
Existencia y Fines
La «Organización del Yunque» existe realmente y está presente en varios países, pero su nombre es «Organización del Bien Común». Originalmente y por tradición entre sus miembros, se le denominaba sencillamente como «La Organización». La referencia al «Yunque» le viene de una frase que esta organización asumió como inspiración y como lema. Esta frase está tomada de una carta de exhortación que san Ignacio de Antioquía escribió a Policarpo, en la cual exhortaba al joven obispo:«mantente firme como el Yunque al ser golpeado», y continuaba diciendo «por amor a Dios hemos de soportar todas las cosas», pues Él «sufrió en todas formas por amor a nosotros».
La Organización del Bien Común es una agrupación de laicos católicos que promueve la participación organizada en el ámbito cívico político para contribuir a la animación cristiana de las realidades temporales, conforme a las directrices propuestas por la Doctrina Social Cristiana en orden al Bien Común y como expresión de la caridad.
Conforme a este propósito, definen expresamente su vocación como: «actuar como laicos católicos, en el campo cívico-político, para participar en forma organizada en la construcción del Bien Común, en fidelidad a la Iglesia y a su doctrina, y con la conciencia de la autonomía propia del orden temporal, procurar el Reino de Cristo en el alma y su proyección a lo social, movidos por la caridad y así buscar la santificación».
Esta asociación fue fundada en plena guerra fría, en 1953, en la ciudad de Puebla, México, por Ramón Plata Moreno y un grupo de compañeros universitarios convocados por él. El impulso original fue hacer frente a la acción de varios profesores y compañeros, que inculcaban la visión marxista y atea contra la religión católica en la Universidad pública de Puebla.
Ramón había pasado por el aspirantado de los Lasallistas pensando que tenía vocación de religioso y, posteriormente, estudió la preparatoria con los jesuitas. Sus compañeros también tenían una buena formación cristiana.
Para que esta acción espontánea tuviera solidez doctrinal y organizativa, se acercaron al padre Manuel Figueroa S. J., del Instituto Oriente, quien tenía conocimiento de grupos reservados formados por católicos que existían en México. Hubo varias iniciativas de asociaciones reservadas de católicos durante el Siglo XX. Una de ellas, la «U», que actuó durante la guerra cristera y a la que perteneció el beato Anacleto González Flores. Monseñor Luis María Martínez-actualmente en proceso de beatificación- creó la Unión de Católicos. Otra es el grupo conocido como «Los Tecos», al cual conocía bien el padre Figueroa. En Chile, san Alberto Hurtado organizó un grupo de características semejantes, y en Polonia, San Juan Pablo II también formó parte de un grupo reservado durante la resistencia al nazismo, entre otros ejemplos.
Desde el principio, Ramón Plata pensó en que este compromiso con Cristo fuera profundo, por lo que planteó que se plasmara en un juramento de dedicación generosa a la causa de testimonio cristiano en la política, siguiendo el espíritu de servicio y de lealtad, pero siempre en armonía con los deberes de estado. Dicho juramento fue aprobado por el entonces Arzobispo de Puebla, y tiempo después fue revisado y perfeccionado por un Cardenal que hoy en día sigue en funciones.
En sus orígenes, la Organización se enfocó a la lucha contra el comunismo ateo en el ámbito universitario. Con el paso del tiempo su trabajo se fue ampliando hasta comprender más temas, como la lucha por la libertad de educación, la libertad religiosa, la defensa de la familia, la lucha a favor de la vida, la democracia plena y participativa, la economía socialmente responsable, la seguridad, la justicia y la paz, entre otros.
La Organización del Bien Común es una asociación discreta
La Organización del Bien Común no es una asociación secreta. Ha sido presentada y es conocida por varios cardenales y obispos, con quienes existen numerosos casos de colaboración. En cambio, lo que sí reconoce esta asociación es que tiene una norma de discreción, desde su fundación, a la cual todos sus miembros se obligan libremente. Para ellos, la discreción es consecuencia de que la política debe ser una práctica prudente. Por discreción entienden tanto la habilidad para formar juicios, como el don para expresar o mostrar con agudeza y oportunidad lo debido, y no expresar o mostrar lo que no se deba mostrar o expresar.
Para ellos, la discreción está fundamentada en varias razones. La primera es la aspiración a que todos sus miembros vivan la virtud de la humildad, evitando la vanagloria por los triunfos obtenidos, los cuales consideran que no existirían sin la ayuda de Dios.
Otra es para el bien y la seguridad de sus integrantes. El respeto de la vida privada, de las trayectorias y responsabilidades de sus miembros, y el bien común, son razones que para ellos justifican la discreción hacia el exterior. Esto se aplica respecto a la estructura de la organización, sus miembros y a información reservada o confidencial. Todo ello en relación con personas o instituciones que no tienen derecho ni necesidad de conocerlas.
Amar y servir a la Verdad, es una obligación moral de los miembros de la OBC, quienes deben saber armonizarla con la discreción. Esto no es fácil cuando se viven situaciones de acoso sobre la pertenencia de miembros a la Organización u otros temas. A su vez, en ningún caso la discreción puede ser una excusa para la incoherencia ni para evitar el necesario testimonio de las propias convicciones.
La relación con la Iglesia: fidelidad y autonomía.
Ramón Plata Moreno buscó, desde la etapa fundacional, el consejo y apoyo de jesuitas del Instituto Oriente de Puebla y de los Lasallistas. Uno de los consejos del padre Figueroa a Ramón fue que presentaran su proyecto al arzobispo de Puebla, Monseñor Octaviano Márquez y Toriz. Tras esta presentación, el Arzobispo les dio su venia y nombró al padre Figueroa como su asesor, pero no como su director. Así, desde sus inicios, surge como una organización del conocimiento de la Iglesia, autónoma y abierta al consejo de obispos, sacerdotes y especialistas.
Eran tiempos de un cierto clericalismo que pretendía que los laicos dependieran en todo su actuar de la jerarquía de la Iglesia. Sin embargo, el recuerdo de los tristes resultados que habían tenido para los «cristeros» los llamados «arreglos» entre la Iglesia y el Gobierno, aconsejaba distinguir los campos cívico y eclesiástico. Hay que considerar que quienes heroicamente entregaron las armas en la guerra cristera, lo hicieron a sabiendas de que el Gobierno no respetaría la amnistía fijada en los acuerdos.
Desde su nacimiento, y conforme al consejo del Arzobispo Márquez y Toriz, la Organización no ha ostentado, ni ostenta, la denominación de «católica», ni ha sido dependiente en su funcionamiento de la autoridad eclesiástica. Se concibió a sí misma como un grupo cívico-político, como organización de católicos que actúan en política, anticipándose así, en cierta manera, a la llamada que la Iglesia, a partir del Concilio Vaticano II, ha hecho a los laicos en relación con su presencia en el mundo y la participación política.
Enfermo en su lecho de muerte el padre Figueroa y en compañía de miembros de la Organización, les dijo varias veces la expresión «sta firmus» («mantente firme»), hasta que ellos entendieron el mensaje y le respondieron «ut incus percussa» («como el yunque al ser golpeado»). Ellos tomaron este lema como una despedida y un compromiso de permanencia.
El yunque, junto con la fragua, ha simbolizado la forja de hombres y la resistencia ante las persecuciones, así lo simbolizaron también otras figuras del cristianismo, como la doctora de la Iglesia santa Catalina de Siena, el beato Cardenal von Galen, el beato Anacleto González Flores mártir de la persecución religiosa en México, san José María Escrivá de Balaguer o san Juan Pablo II.
Durante el Concilio Vaticano II hubo una embestida de tradicionalistas y progresistas contra el Concilio y, sobretodo, contra el Papa Pablo VI. Ante esto, la Organización se definió a través de publicaciones y grupos a favor del Concilio y del Papa. Originalmente los miembros de la Organización tenían contacto con grupos fundamentalistas, por lo que esta postura implicó el rompimiento con quienes sosteniendo argumentos contra el Papa se negaron a rectificar su posición. Esto generaría, después, ataques contra el fundador de la Organización, Ramón Plata y contra la Organización.
Uno de esos ataques fue el asesinato de dos de sus miembros, César Fernando Calvillo y Juan Bosco Rosillo, quienes fueron acribillados en la segunda Marcha Nacional Juvenil de fidelidad al Papa Pablo VI, con el lema «dejaremos nuestra huella», que se realizó en 1975 en el Monumento de Cristo Rey, ubicado en el centro geográfico de México. Al dispararles, los homicidas increparon a los jóvenes, llamándolos «papólatras», según relató un sobreviviente a la agresión.
No obstante, la peregrinación al monumento de Cristo Rey continúa realizándose anualmente hasta nuestros días. Promueven así la fe de miles de jóvenes que peregrinan para reconocer a Cristo como Rey. La peregrinación más reciente fue el pasado sábado 28 de enero de 2017, en la cual participaron casi 40 mil jóvenes.
Otro de los ataques lo sufrió Ramón Plata Moreno, fundador de esta obra, quien recibió varias amenazas contra su vida y el 19 de marzo de 1976 sufrió un atentado. Al guardar en la cochera de su casa su camioneta, un individuo le hizo nueve disparos. Los médicos que lo atendieron manifestaron que había sido un milagro que las trayectorias de las nueve balas no tocaran órganos vitales. Testigos que estuvieron cerca de él afirman que Ramón Plata se puso en manos de Dios, ofreció sus dolores y su vida para la salvación de las almas de los que lo atacaron, y adquirió plena conciencia de que estaba en manos de Dios y no en la de los enemigos. Su esposa ha dicho que Ramón «aun estando interno en el hospital, decía que había que orar, que pedir por ellos, por sus agresores». Posteriormente, en la Nochebuena del 24 de diciembre de 1979, Ramón Plata fue asesinado cuando se disponía a celebrar la Navidad con su familia.
Al concebir la participación cívico-política como una verdadera vocación y camino de santificación, para los miembros de la Organización es indispensable la vida en la Iglesia, la asistencia espiritual, los sacramentos y la formación en la doctrina. Para ello buscan que algunos religiosos y sacerdotes les conozcan y auxilien. Buscan la fidelidad en consonancia con la autonomía, al no depender de la autoridad eclesiástica.
Esta autonomía les permite el ejercicio libre y maduro de las responsabilidades ciudadanas de sus miembros, así como la necesaria disposición de un espacio prudencial para la gestión de cuestiones políticas opinables, y evita comprometer en ellas a la Iglesia. El ejercicio de esta libertad en los asuntos temporales, deseada para los laicos por la propia Iglesia, en absoluto separa a los asociados a la Organización del Bien Común de la plena comunión con aquella.
Incomprensiones y conciliación
Tras su fundación en Puebla, la Organización se extendió a otras ciudades de México. Después de fundarse en la capital del país, surgió una dificultad con el Arzobispo de México, Mons. Miguel Darío Miranda, quien tras escuchar críticas de quienes no comprendían esta asociación, envió una carta a los colegios católicos, advirtiéndoles que no permitieran que se formaran grupos del MURO (movimiento universitario creado por la Organización) en sus escuelas, ni que maestros o alumnos se afiliaran a él.
Este documento fue difundido en la prensa, sobre todo de izquierda, para poner un «sambenito» de radical y secreta a la Organización, que ya se les oponían en las aulas. Esta situación los movió a buscar vocaciones en las preparatorias de la UNAM y las vocacionales del Politécnico.
Más de diez años después, algunos miembros de la organización fueron electos para la directiva de la Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) y surgieron denuncias atacándolos porque habían sido del MURO. La conciliación se logró gracias a que el mismo Cardenal Miguel Darío Miranda les avaló totalmente. Y tiempo después, con motivo de los 20 años de vida del MURO, el Cardenal reconoció que había estado mal informado y aceptó celebrar la santa misa en la iglesia de San Juan Bautista, en Coyoacán, donde permitió que se tomara una foto con la leyenda del MURO como fondo, que fue publicada en algunos diarios de México. Pese a ello, venga a cuento o no, sus enemigos recuerdan aquella «condena», pero silencian la reconciliación.
Tiempo después, la presencia de esta organización en otros ámbitos del país y la denuncia que hacían sus miembros de la infiltración marxista en ambientes católicos, llamó la atención de un Obispo, quien propuso a la Conferencia del Episcopado Mexicano una condena general. Sin embrago, en esos momentos era presidente de la misma Monseñor Octaviano Márquez y Toriz, profundo conocedor de esta organización, quien salió en su defensa y logró que la propuesta se desechara.
Varios años más tarde, al inicio de la década de los noventa, durante la presidencia del Cardenal Adolfo Antonio Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey, en el Episcopado Mexicano, los dirigentes de la Organización hicieron una presentación formal de la misma ante el Consejo Permanente de los obispos. Y en el 2012 se hizo una nueva presentación ante el Consejo de Presidencia.
La Organización y las asociaciones con las que trabaja o se relaciona
Una de las acusaciones que se hace a la Organización del Bien Común, es la utilización de «asociaciones como fachada» y se descalifica a personas a las que se tacha de «yunques» por participar en esas asociaciones o apoyarlas. Esta acusación es absurda. En las sociedades democráticas para actuar en los ámbitos cívico y político es indispensable hacerlo a través de asociaciones. Para ello, o se crea una agrupación o se participa en ella. La labor política es difícil ejercerla de otro modo. Se trata de grupos reales, de cuerpos intermedios, que deben actuar permanentemente para lograr los fines que persiguen. A su vez, para mayor eficacia y mejor organización, estas asociaciones hacen alianzas con otros grupos. Esto es algo natural en la vida política.
Las asociaciones creadas o promovidas por la Organización del Bien Común, tienen sus fines específicos y un nombre propio que se debe tanto a la labor discreta de la organización, como porque algunas no fueron fundadas por ella sino que algunos miembros de la organización participan en ellas, como porque en obras creadas por miembros de la Organización participan muchas personas que no son miembros de ésta.
La estigmatización generalizada como «yunques» de personas que participan en estos movimientos, es también absurda. Es imposible que haya tantos miembros en todas las partes y en todas las causas sociales donde se afirma que participa la Organización del Bien Común. Tan solo como ejemplo, la revista Proceso ha afirmado que detrás de las Marchas a Favor de la Familia a finales del año pasado en México estuvo el Yunque; en las marchas del 10 de septiembre, que se realizaron en varias ciudades, participaron más de un millón 274 mil personas, y el 24 de septiembre en Ciudad de México participaron más de 300 mil personas. Estas personas se sumaron a estas marchas porque las causas que persiguieron las marchas las ven como suyas.
Otro ejemplo de ello es el Comité Nacional Pro Vida, creado por miembros de esta organización y de otros movimientos, que ha denunciado las complicidades políticas que promueven leyes y políticas públicas a favor del aborto. El Presidente que más tiempo estuvo al frente de Pro Vida, Jorge Serrano Limón, ha sido fundador del Centro de Atención a la Mujer, el cual busca apoyar a mujeres que quieren abortar y motivarlas para que salven la vida de sus hijos. A esta causa se han sumado tantas personas, que hoy en día hay 151 Centros en 18 países de Latinoamérica, en los cuales se han salvado hasta este momento más de 269 mil vidas, con grandes beneficios espirituales y psicológicos para las madres, sus bebés y los voluntarios que les han ayudado.
José de Jesús Castellanos López
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