(496) El Corpus Christi eucarístico, declaración definitiva del amor de Dios
Porque es infinitamente bueno, «Dios es amor», Deus caritas est (1Jn 4,8). Porque Dios es amor es infinitamente bueno. Y porque es amor infinitamente bueno difunde su propia bondad: bonum est diffusivum sui.
Según esto recordaré cuáles son para los hombres las cuatro revelaciones fundamentales del amor que Dios nos tiene
Primera, la Creación. Siendo infinito en el ser, la bondad, la belleza, Dios existe desde toda la eternidad y no tiene ninguna necesidad de las criaturas. Las pone en la existencia, las hace pasar de la nada al ser, movido por un amor inmensamente bueno, que crea las criaturas para que participen de su ser y bondad. Por puro amor y bondad, gratuitamente, las crea y las conserva en el ser: por puro amor y bondad, en Él «vivimos y nos movemos y somos» (Hch 17,28). Ésta es la primera y permanente declaración del amor que Dios nos tiene.
Y el hombre es amor, al ser en el mundo visible, el único ser creado «a imagen y semejanza de Dios» (Gén 1,26). Por eso el hombre es hombre en la medida en que ama a Dios, a los hermanos, a la creación. Por el contrario, el hombre que no ama, o que ama poco y mal, apenas es hombre: es una falsificación del ser humano verdadero, una caricatura del hombre. Y en esta trágica condición pecadora caen Adán y Eva y toda la humanidad, que de ellos reciben una naturaleza humana herida.
Segunda, la Encarnación del Hijo divino. El hundimiento del hombre en el pecado de Adán y Eva no tiene remedio por medios naturales: «pecador me concibió mi madre» (Sal 50). El hombre nace afectado de una enfermedad mortal, de la que él, con sus propias fuerzas, no puede salvarse. Por eso San Pablo escribe a los cristianos de Éfeso: «vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados… pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos por nuestros delitos, nos dio vida por Cristo: de gracia habéis sido salvados» (2,1.4-5). Ésta es la segunda declaración del amor que Dios nos tiene, preparada en nuestro mundo en la historia de la salvación iniciada por Dios en Abraham.
«El Verbo era Dios… Todas las cosas fueron creadas por Él, y sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho» (Jn 1,1.3). «Él es la imagen [visible] del Dios invisible, el Primogénito de toda criatura; porque en Él fueron creadas todas las cosas del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles… Todo fue creado por Él y para él. Él es antes que todo, y todo subsiste en él» (Col 1,15-17). El Verbo encarnado, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, por obra del Espíritu Santo se hizo hombre en las entrañas virginales de María para, como un segundo Adán, iniciar una «nuevo creación», a la que se accede por el agua y el Espíritu Santo en un «segundo nacimiento», que nos da ser «nuevas criaturas».
Tercera, la muerte de Cristo en la Cruz. El Hijo eterno del Padre, «nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios verdadero, por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo. Y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre. Y por nuestra causa fue crucificado» (Credo). El Verbo encarnado «no reputó codiciable tesoro mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó, tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres… Se humilló, hecho obediente [al Padre] hasta la muerte, y una muerte de Cruz» (Flp 2,6-8). Ésta es la tercera declaración del amor que Dios nos tiene, una declaración que se perpetúa en la liturgia del la Eucaristía, pues ésta hace siempre actual el Sacrificio de la Cruz en nuestros altares (Pablo VI, Mysterium fidei, 1965).
Cuarta, la Eucaristía, el Corpus Christi. Resucitado al tercer día y ascendido a los cielo, el Cristo vencedor del pecado y de la muerte, del mundo y del demonio, se queda con nosotros para siempre en la Eucaristía, en modo visible/invisible, hasta que vuelva con nosotros finalmente en la Parusía. Es una «locura de amor» inefable: mysterium fidei. En ella da cumplimiento fiel a su palabra: «Yo estaré con vosotros siempre, hasta la consumación del mundo» (Mt 28,20). «Éste es mi cuerpo, que se entrega por vosotros: haced esto en memoria mía» (Lc 22,19). «Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él» (Jn 6,55-56). Ésta es la cuarta y definitiva declaración del amor que Dios nos tiene. Recordémoslo cada vez que recibimos la comunión: «–El cuerpo de Cristo. –Amén».
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¿Quién nos da el Cuerpo de Cristo?
El Padre celestial. Lo dice Jesús claramente: «es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo» (Jn 6,32). Es el Padre, el que «tanto amó al mundo, que le dió su Unigénito Hijo» (Jn 3,16): lo dió en Belén, lo dió en la Cruz, lo da en la Eucaristía. «Pudiera ser que alguno muriera por uno bueno. Pero Dios probó [mostró, demostró, garantizó, reveló, declaró] su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, Cristo murió por nosotros» (Rm 5,8).
El Verbo encarnado, nuestro Señor y Salvador Jesucristo: Él «entrega su cuerpo y su sangre» en sacrificio de expiación para nuestra salvación (Lc 22,19). «Nadie tiene amor mayor que éste de dar uno la vida por sus amigos» (Jn 15,14).
El Espíritu Santo. «Por obra del Espíritu Santo», se realiza en la Virgen María la encarnación del Verbo, Y «por obra del Espíritu Santo» obra Dios la transubstanciación eucarística del pan y del vino en el cuerpo y la sangre del Salvador Jesucristo. Consiguientemente en la Misa, en la epíclesis, antes de la consagración, el sacerdote pide al Padre: «te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que sean el Cuerpo y la + Sangre de Jesucristo, nuestro Señor» (Pleg. euc. III).
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, que nos dan el Corpus Christi. Cuando vamos a comulgar, sobre todo, reconozcamos en la fe con toda gratitud que es la Santísima Trinidad la que nos da el pan vivo bajado del cielo.
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La Santísima Virgen María nos da el cuerpo de Cristo, que durante nueve meses se ha formado en su seno por obra del Espíritu Santo. Así ha venerado y adorado siempre la Iglesia el sagrado cuerpo de Cristo. Es la fe católica que se expresa muy bien en el Pange lingua, el himno litúrgico compuesto por Santo Tomás de Aquino (+1274) para la nueva solemnidad del Corpus Christi.
Corporis mysterium… nobis datus, nobis natus, ex intacta Vírgine… El misterioso Cuerpo del Cristo glorioso nos ha sido dado, nos ha nacido, de la Virgen inmaculada. Tengámoslo muy presente cuando en la Misa nos acercamos a comulgar: este pan vivo que recibo de la Santísima Trinidad nos ha sido dado, nos ha nacido, de la Virgen inmaculada: nobis natus ex intacta Virgine. Ella nos ha dado el Corpus Christi. Ella, que tantas veces comulgó antes de su Asunción, nos ayude a recibirlo con una fe y un amor semejantes a los suyos.
La Santa Madre Iglesia es la que nos hace posible la comunión eucarística del Cuerpo vivificante de Jesucristo. Es ella, como Madre, la que da a sus hijos este alimento sobrenatural perfecto, esta medicina que tiene fuerza santificante para sanar todas las enfermedades del alma.
La Iglesia nos asegura el verdadero Corpus Christi por medio de sus sacerdotes ministros. Si no hay sacerdotes, no hay Eucaristía, no hay Sacrificio de alabanza y expiación, no hay Pan vivo celestial que baje a nuestros altares. Demos, pues, gracias a Dios que, como nos dice el Vaticano II hablando de los presbíteros,
«siendo el solo santo y santificador, quiso tomar a hombres como compañeros y ayudadores que le sirvieran humildemente en la obra de la santificación. De ahí que los presbíteros son consagrados por Dios, a fin de que, hechos de manera especial partícipes del sacerdocio de Cristo, obren en la celebración del Sacrificio [eucarístico] como ministros de Aquel que en la liturgia ejerce constantemente, por obra del Espíritu Santo, su oficio sacerdotal en favor de nosotros» (Presbyterorum ordinis 5).
Pidamos, pues, a Dios que suscite en la Iglesia sacerdotes santos y numerosos, de modo que nunca nos veamos privados del Corpus Christi, del pan vivo bajado del cielo.
José María Iraburu, sacerdote
26 comentarios
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JMI.-Tiempos en que la inmensa mayoría de bautizados no va a Misa los domingos.
Oremos, oremos, oremos.
ORACIÓN POR LOS SACERDOTES Y LAS VOCACIONES SACERDOTALES
“Jesús, Buen Pastor, que has querido guiar a tu pueblo mediante el ministerio de los sacerdotes: ¡gracias por este regalo para tu Iglesia y para el mundo!
Te pedimos por quienes has llamado a ser tus ministros: cuídalos y concédeles el ser fieles. Que sepan estar en medio y delante de tu pueblo, siguiendo tus huellas e irradiando tus mismos sentimientos.
Te rogamos por quienes se están preparando para servir como pastores: que sean disponibles y generosos para dejarse moldear según tu corazón.
Te pedimos por los jóvenes a quienes también hoy llamas: que sepan escucharte y tengan el coraje de responderte, que no sean indiferentes a tu mirada tierna y comprometedora, que te descubran como el verdadero Tesoro y estén dispuestos a dar la vida “hasta el extremo”.
Te lo pedimos junto con María, nuestra Madre y san Juan Maria Vianney, el Santo Cura de Ars". Amén.
Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Sea por siempre bendito y alabado Jesús Sacramentado.
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JMI.-Amén.
Bendición +
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JMI.-En las palabras de Cristo en la última Cena.
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JMI.-Gracias por su gratitud. Bendición +
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JMI.-Gracias. Bendición +
En cuanto he leido esta frase me he preguntado que quiere decir ese "para los hombres"; si se suprime "para los hombres" resulta menos confusa.
Dios le Bendiga padre.
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Deo gratias.
Bendición + JMI
!!! Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar ,y la Virgen concebida ,sin pecado original !!!
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Tomad y comed...
Ni Jesús ni su Iglesia quieren restringir la comunión a los "perfectos".
No, nunca se ha pensado así en católico.
Bendición + JMI
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JMI.-Bendición eucarística +
Es el " rebaño pequeño " del que hablaba El Maestro.
En el Apocalipsis se habla de una inmensa muchedumbre que no se puede contar de toda raza,pueblo, tribu y nación. También de un grupo reducido : 144.000. Doce mil sellados por cada uno de los doce Apóstoles.
San Pablo dice , que hay que hacer un exámen así mismo,muy serio,antes de participar del Pan y del Vino ; porque participar indignamente ,sin discernir el Cuerpo Místico de Cristo, puede traer consecuencias muy graves..
Por tanto,el participar de la Eucaristía es algo muy personal,que cada cristiano debemos discernir ,si somos dignos de formar con Cristo,un sólo Cuerpo y un sólo Espíritu.
Mi discernimiento del Cuerpo Místico de Cristo, me dice, qué sólo deben participar,el Magisterio de la Iglesia,y las personas de vida consagrada en la Iglesia. Y también las personas que se consideren dignas ; ,que sin ser personas consagradas,se consideren dignos de formar con Cristo ,un Sólo Cuerpo y un Sólo Espíritu.
Las personas no dignas de participar,de ninguna no nos debemos sentir excluidos del Reino de Dios ; porque somos la inmensa muchedumbre de fieles laicos gobernados por las personas dignas, que forman el Cuerpo y la Sangre del Señor ; juntamente con Cristo.
Un cordial saludo,y que Dios lo bendiga.
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JMI.-Las condiciones que la Iglesia indica para que la comunión eucarística sea recomendable, lícita y santificante ya están dadas. Y no van por donde Ud. señala. Hay sobre el tema bastante Magisterio apostólico, y si Ud. no lo conoce, no debe permitirse aconsejar nada sobre cuestión tan grave. Lea el decreto de San Pío X (20-dicm-1905). Y el Catecismo de la Iglesia (n.1389).
Ante el Misterio de Cristo comprendemos lo limitado por parte del hombre para concebir el Infinito de Dios. Misterio inefable, del que "ni ojo vio, ni oído oyó, ni pasó por pensamiento de hombre alguno lo que Dios tiene reservado para los que lo aman" (I Cor 2, 9). En Cristo culmina la obra de la Creación “todo fue creado por Él y para Él” (Col 1, 16). Las creaturas reciben del Verbo Creador su razón de existir; Dios las creó y conserva en el ser a fin de recibir de ellas gloria ad extra, esto es, fuera de la que recibe de Sí Mismo en la Vida de la Santísima Trinidad. Es la condición mayor a la que puede aspirar el hombre y el cosmos, ser tributarios de la gloria divina. Pero esto nos lleva a reconocer que toda la Creación exulta en la gloria que el Creador le ha participado a fin de que le sea tributada por las creaturas. El peor castigo infligido al demonio es haber perdido esta condición eminente de ser instrumento de la gloria divina, puesto que, dice Santo Tomás de Aquino, “lo peor es la corrupción de lo mejor”. Somos como un arpa de Dios para ejecutar la música con que Dios embellece su Trono Altísimo. Esto nos lleva a considerar en qué proximidad nos hallamos respecto al Trono de Dios, si ejecutamos ante Él la “música subidísima” que escuchaba San Juan de la Cruz. Esta nuestra misión, comprendida tras el velo del Misterio, debe incendiar la tierra y transfigurar el mundo, para lo cual vino Cristo a restaurar nuestra dignidad original. El mundo ignora nuestra condición de sacerdotes, profetas y reyes. Esta parte de la humanidad, el ”pequeño resto”, tiene la misión de edificar el Reino fundado por Cristo y alentado por Él. Ante la declinación inexorable de la Babilonia, alegrémonos, porque ´Cristo Reina desde el Santísimo Sacramento y encamina el mundo hacia la restauración de su perfección original.
"Tomen,esto es mi Cuerpo,q se entrega por ustedes.Hagan esto en memoria mía!”.Después,tomó una copa,dio gracias y se las entregó y todos bebieron de ella.Y les dijo:" Esta copa es la Nueva Alianza , sellada con mi Sangre q se derrama por muchos" .
/Oramos, a fin de tener presente,q la Sagrada Eucaristía,es el viático,el alimento para el largo caminar de la vida,hacia la verdadera Vida en las moradas del reino de los Cielos,q,nos permitirá comulgar con la Santísima Trinidad por toda una eternidad .
/Imploramos,para no olvidar,q Jesús,nos espera en la Eucaristía(Lc 22.19-20)quien dijo:"Si no coméis la carne del Hijo del hombre,y no bebéis su sangre,no tenéis vida en vosotros.El q come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre,la verdadera bebida.El q come mi carne y bebe mi sangre permanece en mi y yo en el"(Jn 6,53-57)
Excelente!
Gracias
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JMI.-Gracias por su gratitud.
Bendición +
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La Iglesia obliga a " sus fieles " a participar los domingos y días de fiesta en la divina liturgia y a recibir al menos una vez al año la Eucaristía, si es posible en tiempo pascual, preparados por el sacramento de la Reconciliación. Pero la Iglesia recomienda vivamente a " los fieles " recibir la santa Eucaristía los domingos y días de fiesta, o con más frecuencia aún, incluso todos días ".
Aquí está el quid de la cuestión : "los fieles ". Quienes son " los fieles cristianos " según el Antiguo y Nuevo Testamento ? .En primer lugar. Jesucristo, " el testigo fiel " . "Y los que están con Él son los
llamados, y elegidos y fieles ". (Apocalipsis 1:5 .Apocalipsis:14. Apocalipsis: 17:14 . Y Apocalipsis: 19:11 ).
Como usted muy bien dice ,la cuestión es muy grave . También lo dice San Pablo ,y además apela a la responsabilidad personal de cada cuál ,y a hacer un examen individual para discernirse el significado del Cuerpo y la Sangre del Señor ,y ver si subjetivamente ,el cristiano es digno de formar con Cristo y los demás Santos ; un Solo Cuerpo y un Sólo Espíritu.
La pregunta sería la siguiente : me considero digno de encontrarme entre los cristianos " llamados, y elegidos, y fieles " ? Apocalipsis: 17:14 ..........
A mi juicio ,estos son los fieles cristianos ,a los que se refiere el Catecismo de la Iglesia Católica. Personalmente me considero un simpatizante ,en éste contexto. Y cada cuál, que juzgue por sí mismo .Yo no estoy aconsejando a nadie sobre cuestión tan grave.
Reciba usted un cordial saludo.
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JMI.-No lee usted bien. Le aconsejo que deje el tema en manos del Magisterio apostólico, sin dar consejos "suyos".
El Santo Padre el Papa San Pío X aconseja la comunión diaria a " los fieles cristianos " ,libres de pecados veniales y en todo caso ,por consejo del confesor."
De la lectura completa del Decreto de San Pío X deduzco que la comunión diaria o frecuente ,va unida a la confesión, igualmente diaria o frecuente ,para comulgar en Gracia de Dios y con el consejo del confesor.
Padre José Maria ,por esta cuestión me he acarreado la enemistad de los sacerdotes de mi Parroquia; porque escribí una " carta al director" de ABC ,y al revista Alfa y Omega , denunciando a mi parroquia por convertir el confesionario en cuarto de la limpieza donde se guardaban todos los utensilios de limpieza del templo. No satisfecho con esto le escribí al entonces,Señor Obispo de Alcalá......
Me parece muy bien la comunión frecuente,siempre y cuando se exijan las condiciones necesarias para comulgar dignamente ,tal y como lo enseña el Decreto de San Pío X ,y también las graves consecuencias de comulgar indignamente. Por ser una cuestión muy seria , y de vital importancia para la Iglesia y para " los fieles "; los Obispos y sacerdotes deberían explicarlo también brevemente antes de impartir la Sagrada Comunión..
Un cordial saludo,padre José Maria ,y que Dios lo colme de Bendiciones.
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JMI.-"De la lectura completa del Decreto de San Pío X deduzco que la comunión diaria o frecuente ,va unida a la confesión, igualmente diaria o frecuente ,para comulgar en Gracia de Dios y con el consejo del confesor".
No lee usted bien. Le aconseje que deje el tema en manos del Magisterio apostólico, sin dar consejos "suyos".
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JMI.-Ya lo he corregido. Gracias.
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JMI- Amén.
Al paso de Jesús, que toda rodilla se doble, en el templo y en las calles, y que toda lengua proclame:
¡¡Viva Jesús Sacramentado!
¡¡Viva, y de todos sea amado!!
que nuestro Buen Pastor forje un numerosisimo y devoto ejercito de buenas almas a su servicio, para que le demos Gracias por poder redimirnos ante su Sagrado Padre, nuestro Creador
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JMI.- Amén.
Recemos para que Dios multiplique el número de los sacerdotes, uno de cuyos deberes más importantes es presidir y celebrar la Misa para bien de todas las almas.
Y no dejemos de adorar a Cristo presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
Ayer participe en la vigilia de la ANE sobre el Corpus Christi y fue espectacular. Acompañar al Señor en adoración durante la noche es una delicia.
El Señor le bendiga
Paz y bien
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