[DE] Capitulo 24: El altar-sagrario y el altar portátil (I)

El Altar-Tabernáculo

 

La mensa, convertida en sede del Tabernáculo eucarístico o Sagrario, representa la última fase de la historia del altar.

El canon 13 del concilio de Nicea (325), que sancionó que los penitentes próximos a morir no debían ser privados del viático eucarístico, pues así lo aconsejaba una disciplina canónica antigua, nos autoriza a creer que el uso de conservar la eucaristía en las iglesias debía remontarse a una época muy remota, por no decir apostólica. Esto se deduce fácilmente de lo que dice San Justino (I Afiol. 67): después de la misa dominical, los diáconos eran los encargados de llevar el pan consagrado a los ausentes; lo mismo se infiere de cuanto escribía San Ireneo al papa Víctor sobre que los presbíteros romanos acostumbraban a mandar la eucaristía incluso a los hermanos cuartodecímanos. El episodio de Serapión de Alejandría a mitad del siglo III viene a confirmar esto mismo: Serapión, poco antes de morir, recibe de manos de un muchachito el pan eucarístico, que por aquel conducto se lo enviaba el presbítero de la Iglesia. En todo caso es lícito suponer que la Iglesia haría por lo menos lo que hacían los simples fieles.

Estos tenían facultad para conservar en sus casas la eucaristía. Lo atestiguan explícitamente Tertuliano y San Cipriano, por lo que se refiere a África; en cuanto a Roma, San Hipólito aconseja a los fieles estar en guardia ut non infidelis gustet de eucharistia, aut ne sorix aut animal aliud, aut ne quid cadat et pereat de ea . (1). Tal recomendación no podía dirigirse más que a seglares. Por lo demás, la costumbre de comulgar en casa era general en Occidente y en Oriente en los siglos IV y V duró largo tiempo.

¿En qué parte de la iglesia se conservaba la eucaristía? Las primeras noticias al respecto hállanse en las Constituciones apostólicas, las cuales mandan a los diáconos que lleven lo que sobre de las sagradas especies consagradas en la misa a un local a propósito, llamado pastoforia; éste en Oriente se hallaba al lado del altar, hacia el sur. En Occidente recibió el nombre de secretarium o sacrarium; se tenía cerrado bajo llave, que guardaban los diáconos, a los cuales desde los primeros tiempos de la Iglesia estaba encomendada la administración de la eucaristía. Del diácono San Lorenzo cantaba, en efecto, Prudencio:

“Claustras sacrorum praeerat, caelestis arcanum domus fidis gubernans clavibus, votasque dispensans opes” (2)

En este lugar había un armario ( conditorium ), del tipo del que aparece en el mosaico del mausoleo de Gala Placidia (Rávena), y en él se encerraba la capsa o cofrecito eucarístico, que fue el primer sagrario. Puede creerse que los fieles harían otro tanto en sus respectivas casas. El pan consagrado, envuelto en un paño blanco de lino o, como narra San Cipriano, colocado en un cofrecito ( árcula ) , se encerraba en el aludido armario para mayor seguridad. En el siglo VI, Mosco (+ 620) habla de un joven sirviente que, secundum provinciae consuetudinem, die sanctae Coenae dominicae, sumptam communionem involvit in línteo mundissimo et armadio reposuit (3).

Colomba eucarística de Frassionoro en Módena

 

Hasta el siglo IX aproximadamente se mantuvo en Occidente la disciplina que acabamos de describir. Por esta época, la Admonitio synodalis, entre las cosas que consiente tener sobre el altar, enumera también la píxide: pixis ad viaticum pro infirmis (4) . La terminología del decreto parece excluir que la píxide se encerrara en el conditorium; no obstante, esto era necesario por motivos evidentes de seguridad; tanto es así que algún tiempo más tarde, Durando hablará de un tabernáculo real y verdadero, llamado propitiatorium , colocado super posteriori parte altaris (5), y en el cual se guardaba la píxide. Añadirá, sin embargo, que no eran muchas las iglesias que lo habían adoptado; existiendo sólo in quibusdam ecclesiis (6) quizás en Francia y en Italia. Un ejemplar de este propitiatorium lo tenemos en el tabernáculo lemosín, de madera, con techo piramidal, del siglo XII, que se conserva en el Bargello, de Florencia. Tratábase naturalmente de tabernáculos movibles y de pequeñas dimensiones. En esta época, en Francia por lo menos, se daba el nombre de tabernáculum no a ese sagrario que hemos descrito, sino al cortinaje que a manera de tienda cubría la píxide; en otras iglesias el Sacramento era custodiado o en palomas eucarísticas ( colombae ) o en tabernáculos murales.

NOTAS

  1. Para que no guste de la eucaristía el infiel ni un ratón o cualquier otro animal o para que no caiga y se pierda alguna parte de ésta.
  2. Presidía los ritos sagrados encerrado, arcano de la casa celeste, gobernando con fiables llaves y dispensando las riquezas prometidas.
  3. Según la costumbre de la provincia, el día de la santa cena del Señor, tomando la comunión, la envolvió en un paño limpísimo y la la puso en un armario.
  4. Píxide para el viático a los enfermos.
  5. Sobre la parte posterior del altar.
  6. En algunas iglesias.

    Dom Gregori Maria