La tasa de reemplazo sacerdotal
Hace unas semanas hablaba de la crisis demográfica que afecta a España, incluso más intensamente que a otros países occidentales. En las ciencias sociales se habla de la «tasa de reemplazo generacional», que es la cantidad de hijos por mujer de media que se requieren para que la población se mantenga estable, equilibrándose los fallecimientos y los nacimientos. En general se considera que dicha tasa sería de 2,1 hijos por mujer, aunque otros estiman tasas más altas, hasta 2,5. En una situación en la que se mantenga durante un largo tiempo una tasa mucho más baja, como sucede en España desde hace décadas, se estima que no sólo se producirá un decrecimiento de la población, sino una gran cantidad de problemas sociales derivados de la gran desproporción entre ancianos y jóvenes.
Es evidente que una crisis semejante afectaría también a una sociedad como es la Iglesia y, en particular, al clero. Recordar que esa es la situación es la que se vive en la Iglesia española desde hace décadas, cuando nos aproximamos al Día del Seminario, puede parecer mala uva, pero los datos que nos ofrece la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades son los que son. Como se puede observar, en muchas diócesis el seminario es meramente anecdótico, y las ordenaciones sacerdotales inexistentes.
Hace un año comenté aquí el discurso del presidente de la Conferencia Episcopal Española al inicio de la 111ª la Asamblea Plenaria, en el que reconocía que «desde hace mucho tiempo venimos padeciendo una penuria seria de vocaciones para el ministerio presbiteral». En ese artículo, por el que he tenido que pagar un alto precio personal, yo insistía en que si se pretendiera resolver el problema de la escasez de vocaciones «bastaría con observar qué diócesis tienen abundancia de vocaciones y examinar cuáles son las diferencias con aquellas que tienen escasez». No creo que se pretenda en absoluto hacer ese análisis, así que parece que habrá que seguir diseccionando la crisis que vivimos.
Para empezar, quisiera plantear, a modo de aproximación, lo que podría llamarse «tasa de reemplazo sacerdotal». Es decir, habría que preguntarse: ¿cuántos seminaristas debe tener un seminario para, al menos, mantener los sacerdotes que tiene la diócesis? Porque en las diócesis que esa tasa no se dé y que estén experimentando ahora mismo problemas para atender a los fieles, no se debe esperar que la situación vaya a mejorar.
Las matemáticas se me dieron bien en el colegio, pero ahora soy un desastre total. Voy a hacer unas cuentas sin tener ni idea de estadística ni nada semejante, pero confío en que los amables lectores señalarán sin piedad mis errores para bien de todos. Voy a poner como ejemplo una diócesis cualquiera de 300 sacerdotes en activo. Supongamos que estos sacerdotes están repartidos entre 25 y 75 años, siendo la primera la edad más temprana para la ordenación (salvo excepciones) y la segunda la fecha oficial de «jubilación» del sacerdote. Es verdad que hay excepciones en todo, pero discúlpenme que no las tenga en cuenta. La cosa es que debería haber un aproximado de 6 sacerdotes en cada edad. Esto haría que para que se mantuviera la «población» sacerdotal deberían ordenarse al menos 6 sacerdotes al año. El número de ordenaciones, según las estadísticas, es de media un 11% del total de seminaristas. Esto daría que el seminario debería tener aproximadamente 55 seminaristas. Además, la tasa de abandono anual ronda el 10% según los datos, por lo que dicho seminario debería ser, en realidad, de aproximadamente 60 seminaristas. Si la diócesis tiene 300 sacerdotes, eso equivale a un seminarista cada cinco sacerdotes en activo en cualquier momento.
Para hacer un cálculo semejante a la tasa de reemplazo generacional, haría falta calcular cuántas vocaciones sacerdotales debería suscitar un sacerdote durante toda su vida pastoral. Pero este cálculo, además de superar mis escasas habilidades matemáticas, resultaría inútil, porque los sacerdotes suelen deber su vocación a distintos sacerdotes (y otras personas) que les han ayudado e influido. Habría que tener en cuenta los abandonos sacerdotales por motivos distintos a la edad, por lo que la tasa de un seminarista cada cinco sacerdotes debería ser mayor. Por último, nos estamos refiriendo a los sacerdotes diocesanos, sin tener en cuenta los religiosos. Pero como la crisis de la vida religiosa es quizá peor que la de la vida sacerdotal diocesana, no entraré en ese detalle.
Lo primero que habría que constatar es que posiblemente ninguna diócesis española cumple con la tasa que he propuesto. Madrid, con 112 seminaristas (según las estadísticas), debería tener únicamente 560 sacerdotes diocesanos. Pero su tasa de abandono es mucho mayor que la media, por lo que en realidad se queda todavía más corto. Mi diócesis, Toledo, que destaca por la ratio de seminaristas/población, garantizaría mantener un número de 335 sacerdotes en la diócesis, que actualmente es mucho mayor. No digamos nada de diócesis enormes como Barcelona, Zaragoza o el mismo Valencia que, teniendo mejor situación, no podría mantener en modo alguno sus cerca de más de 700 sacerdotes diocesanos.
Es cierto que muchos minimizan la profundidad de la crisis presente diciendo que también está bajando el número de fieles y de necesidades pastorales, debido a la descristianización más que a la crisis demográfica. Pero esto habría que preguntárselo a los sacerdotes que tienen que atender cada vez más cantidad de parroquias rurales en las que hay menos gente, sí, pero que necesitan del sacerdote igualmente.
Una diócesis que quiera aumentar su número de sacerdotes debería tener, por tanto, una tasa de sacerdotes / seminaristas superior a la indicada. ¿Es esto imposible? Yo sigo insistiendo en que no lo es. Vuelvo a citar el imprescindible escrito del P. Iraburu, Causas de la escasez de vocaciones, como herramienta indispensable para caminar en la senda correcta.
¿A dónde nos dirigimos con esta crisis? Sería interesante tratar de predecir qué va a suceder cuando haya diócesis que no puedan ya atender ni mínimamente sus parroquias, sobre todo ahora que parece que por fin los obispos se van dando cuenta de que la solución no consiste en importar sacerdotes de otros países (que, por otro lado, también suelen tener necesidad). Es claro que algunos confían en el imposible del sacerdocio femenino o en que se destruya la tradición del celibato sacerdotal. Ambas soluciones suicidas se han probado absolutamente estériles en las sectas protestantes o en el cisma anglicano.
¿Qué les parece que va a pasar?
35 comentarios
Primero calculamos la razón entre la cantidad de seminaristas que cursan un grado y la de los que cursan el grado siguiente a partir de la tasa de abandono. Por ej., si la tasa de abandono es 10%, la cantidad de seminaristas que cursan un grado es 100/90 = 1,11 la cantidad de los que cursan el grado siguiente. Llamando r este ratio, n el número de grados y S.i la cantidad de seminaristas en el grado i, tenemos:
grado: cantidad de seminaristas en ese grado
n: S.n
n-1: S.n x r
n-2: S.n x r^2
...
1 = n - (n-1): S.n x r^(n-1)
La cantidad total de seminaristas, que llamaré ST, es la suma de los n términos de esta serie geométrica, la cual es:
ST = S.n (r^n - 1) / (r - 1)
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FJD: Si es que no hay cosa como saber. El número de cursos en el Seminario no es fijo. Actualmente oscila entre 6 y 8.
Sólo observando: Cuando voy a manifestaciones heavies contra el aborto, por qué será que de los poquísimos curas que participan, la mayoría van de sotana? Este sábado estuve en una vigilia que se organiza cada quince días, comienza con una misa, Santisimo, y procesión con carteles y altavoz rezando el rosario hasta las puertas de un abortorio: por qué será que bastantes de la veintena de participantes, son de misa Tradicional? Quizá sea otro dato a tener en cuenta. SIn acritud.
Si está bajando el número de fieles, el número y proporción de sacerdotes necesario es aún mayor; porque es cuando es aún más necesario lo de 'Ir y anunciar el Evangelio'. Cuando hay pocos fieles, se cuenta con menos presencia de seglares para dar testimonio y la parte más visible -los sacerdotes- necesita convertirse en más activa. Si no fuera así, bastaría con decir que deje de haber fieles y así no hay escasez de sacerdotes porque no se necesita ninguno (equilibrio perfecto de oferta y demanda, nótese la ironía).
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FJD: Efectivamente, pasa como en la demografía general, que la crisis ha durado tanto tiempo que la tasa de reemplazo no basta en absoluto.
Los progresistas tienen tanto derecho como los conservadores y tradicionalistas a ser llamados por Dios.
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FJD: Mire, como mal menor estaría dispuesto a darle la razón. Resulta que todos los seminarios de España son hoy más o menos progresistas. Tradicionales, ninguno. Si al menos hubiera ambas posibilidades...
Primero se permitirá el acceso de mujeres al sacerdocio.
Pero eso no resolverá el problema. no hay tantas que lo deseen.
Y luego, por fin, se eliminará el celibato; aunque solo retrasará un poco el fin definitivo.
El fin definitivo será algo que debería la Iglesia haber hecho hace años: Reinventará el presbiterado, haciéndolo más cercano a lo que vivieron los primeros apóstoles y confiando esa misión (y otras) en los fieles laicos y laicas.
Y ahí se acabará el problema.
Tendremos los presbíteros que tengamos que tener.
Serán distintos a ustedes (gracias a Dios) y también la Iglesia será distinta, pero eso es lo de menos.
A fin de cuentas la Iglesia no ha dejado de cambiar en los últimos 1000 años.
Aunque ustedes se empeñen en decir que no.
Es, obviamente, un deseo más que una profecía. Pero tengo mis esperanzas de que los números al final, serán lo que obligue al cambio.
Dios proveerá.
Si quisiera que la Iglesia se quedara como está, suscitaría más vocaciones y no lo hace.
En sentido más amplio, es la misma causa la de la crisis demográfica y la de las vocaciones sacerdotales: la "materialización" del pensamiento en la sociedad.
No me desagradaria, incluso me gustaria, aunque tambien implique una renuncia para mi, que quisiera ser monje, sacerdote en la Cartuja, incluso misionerobsi no es una orden de las hippieprogres. Pero cura de parroquia......no ...
Comprendo la falta de sacerdotes, pero viendo como funcionan la mayoria de parroquias en la actualidad, me resultaria realmenre extraño que sintiera atraccion hacia este modo de vida: bodas, bautizos, comuniones, funerales, carequistas marujas de niños, grupos aleluyados de oracion que se cogen las manos, matrimonios matriarcales, mucha vieja por todas partes, niños que molestan a los viejunos, cofradias, procesiones etc, etc. Es decir, no entiendo como alguien se puede sentir atraido a llevar una parroquia.
Se sentira atraido hacia la esencia del sacerdocio, eso lo entiendo, pero lo otro....
Disculpe, pero se lo digo con total sinceridad.
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FJD: Tiene usted toda la razón en el sentido de que la vida de parroquia supone hoy una de las peores formas de martirio continuado para un sacerdote. Sin duda la vida monástica tiene muchos más atractivos. Quizá esa abundancia de formas de sacrificio, humillación y olvido de uno mismo es lo que sigue haciendo que, a pesar de todo, merezca la pena ser sacerdote diocesano.
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FJD: Muchos nos leen. Otra cosa es que nos escuchen.
1. Llevar a los jòvenes a la oraciòn. Porque la oraciòn es dialogo y encuentro con Dios y como se puede amar a quien no se conoce. Aunque hay que reconocer lo que nos cuesta a veces rezar. Ayudanos Señor a orar.
2. Eucaristìa. Dios se hace presente en la eucaristìa. Debemos dejar espacios para pedir perdòn, reflexionar y dar gracias. Se celebra la santa misa deprisa y corriendo. Un ejemplo es la oraciòn del Padre Nuestro. Que Si fuesemos capaces de meditar cada palabra de esta oraciòn podrìamos estar horas y horas y no nos cansariamos.
3. Confesiòn y dirrecciòn espìritual. ¿Porque cuesta tanto confesar, escuchar al joven y guiarle?.
4. Santidad. Los que atraia a los dìscipulos de Jesùs era su ejemplo y su forma de vida.
Ahora bien mi experiencia como joven que intenta vivir la fe, voy a la santa misa todos los dìas, rezo todos los dìas 30 minutos antes de que comience la eucaristìa, me confieso regularmente, leo la palabra de Dios es la siguiente: sacerdotes super ocupados y falta de comunidad. Uno va a misa y al terminar cada uno se va a su casa sin màs. Ya se que la Iglesia no es un club social pero los jòvenes necesitamos alguien con quien hablar, que nos ayude a crecer en la fe etcètera.
Ayer por ejemplo fuì a mi parroquìa por suerte hay dos sacerdotes ya que la llevan los Salesianos asì que mientras un sacerdote estaba dando catequesis pude hablar con el otro y confesarme.
Pues hubo algo que me llamo la atenciòn los catequistas al terminar a las 18.45 se fueron a su casa. Cuando a las siete de la tarde comenzaba la misa. Lo mismo de gente que andaba rondando pero no se quedarin a la santa misa ¿porque nose les invito?.
Eramos 6 personas en misa. Yo el ùnico joven.
Los domingos que se celebra la misa de las familias curioso la Iglesia no estaba llena.
Celebramos la misa 4 personas porque la mayoria de los padres no respondian. Hubo un momento en la celebraciòn en que los fieles suelen responden bendito seas por siempre Señor. Se hizo un silencio. Nadie lo dijo. Yo lo pense pero mi miedo a equivocarme no respondi.
Apenas vi jòvenes en la misa. Sòlo nińos que se estaban preparando en catequesis. Curioso que se de esto en los Salesianos que se dedican a los jòvenes
Por mi parte intentado contactar con los Hermanos Obreros de Marìa. En Granada aunque no he recibido respuesta. Ya que siento que el Señor me pide algo màs y me atrae su carisma. Pero nose. Saber buscar y esperar es la sabiduria del corazòn.
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FJD: Son términos que tienen uso político, pero no exclusivo. Son términos ideológicos que se pueden aplicar a muchos ámbitos, entre ellos el de la religión.
Podría resultar de ayuda el enorme descenso de población general que acusan algunas diócesis rurales: la provincia de Ciudad Real, que coincide prácticamente con la diócesis de dicho nombre, perdió un 1% de su población en 2017. Lugares como Mondoñedo-Ferrol, o Burgos están sometidos a una gran presión, pues su escaso clero tiene que llegar a centenares de parroquias en pueblos con apenas personas viviendo. En aquellos sitios donde los bancos, la escuela o Correos cierran, la parroquia sigue en funcionamiento. ¿Pero cuál será la situación cuando se venga el invierno demográfico? ¿Qué pasará cuando muchas diócesis solo consten de la capital provincial y alguna capital de comarca? Puede que incluso las diócesis rurales puedan permitirse prestar clero a las diócesis urbanizadas.
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FJD: El problema es que la sangría de vocaciones ha sido mucho mayor que el descenso de natalidad en España. Y en las diócesis rurales (salvo excepciones como la mía) no sobra el clero.
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FJD: Pues usted me dirá como llamamos a los sacerdotes que quieren dar la comunión a adúlteros impenitentes, a los que bendicen uniones homosexuales, a los que se saltan a la torera las normas litúrgicas, a los que quieren el sacerdocio femenino o los que enseñan yoga, mindfulness o eneagrama mientras prohíben el Rosario. ¿Infieles, herejes, heterodoxos? Yo creo que progres es igualmente descriptivo.
Además que haya diversidad es bueno se evita el apoltronamiento, se aumenta la oferta, el producto mejora a través de la competencia....y el mercado se encargará de decidir que seminarios han de sobrevivir.
No conozco mucho el asunto, pero quizás el problema sea un excesivo intervencionismo centralizado, hay que dar más libertad a los seminarios y exigir resultados.
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FJD: En esto último ha dado usted en la clave totalmente, y es lo que tengo pensado para el próximo artículo.
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FJD: No voy a entrar a criticar lo de la oposición entre cantidad y calidad. Me limitaré a pedirle la cita, no porque dude de su palabra, sino porque no me acuerdo de haber leído semejante cosa.
(Por cierto, desde que he conocido el mindfulness no deja de sorprenderme qué será lo que le ven de malo concretamente; yo no me he hecho budista, al contrario, soy casi mejor cristiano).
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FJD: Efectivamente, usted piensa como no pocos prelados cuya única intención es poner en crisis la Iglesia para que venga una pretendida revolución. Muchos de ellos también hacen mindfulness.
"Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38).
Es penoso que incluso el día en que se lee en la misa este evangelio se oigan recomendaciones y exhortaciones a hacer una serie de cosas muy buenas en todo menos en que no dan resultado. A participar en planificaciones formidables, pero que fallan estrepitosamente. Siendo así que es el mismo Jesús el que dice lo que hay que hacer ante el hecho que Él plantea de que la mies es mucha y los obreros, pocos.
Los nuevos Estatutos del Apostolado de la Oración de 2018 insisten en el apostolado de los seglares, como lo hace el sagrado Concilio Vaticano II. Pío XI incluía a los profesores católicos entre los obreros que hay que pedir que envíe a Su mies el Dueño de la mies.
Pero lo prioritario es pedirle a Dios más sacerdotes y rezar con insistencia por los sacerdotes y obispos que ya ha enviado. Ofrecer por ellos nuestras oraciones acompañadas de ayunos y otras mortificaciones, no sea que seamos nosotros los que pequemos de omisión y disociemos el predicar del dar trigo.
Suplico a todos los pastores que promuevan con urgencia una movilización general de oración y sacrificio pidiéndole al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
Santa Teresa del Niño Jesús dice y enseña como doctora de la Iglesia que es:
"Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre..." (Historia de un Alma, Manuscrito B, 3vº).
Este amor imprescindible para que haya sacerdotes y para que los sacerdotes sean buenos sacerdotes incluye la ofrenda del sufrimiento:
"No tengo otra forma de demostrarte mi amor que arrojando flores, es decir, no dejando escapar ningún pequeño sacrificio... Quiero sufrir por amor, y hasta gozar por amor. Así arrojaré flores delante de tu trono... Y además, al arrojar mis flores, cantaré ... , cantaré aun cuando tenga que coger las flores entre las espinas, y tanto más melodioso será mi canto, cuanto más largas y punzantes sean las espinas". (Historia de un Alma, Manuscrito B, 4rº-4vº).
La ofrenda del deseo de todos los sufrimientos:
"Como tú, adorado Esposo mío, quisiera ser flagelada y crucificada... Quisiera morir desollada, como san Bartolomé... Quisiera ser sumergida, como san Juan, en aceite hirviendo... Quisiera sufrir todos los suplicios infligidos a los mártires... Con santa Inés y santa Cecilia, quisiera presentar mi cuello a la espada, y como Juana de Arco, mi hermana querida, quisiera susurrar tu nombre en la hoguera, Jesús... Al pensar en los tormentos que serán el lote de los cristianos en tiempos del anticristo, siento que mi corazón se estremece de alegría y quisiera que esos tormentos estuviesen reservados para mí..." (Historia de un Alma, Manuscrito B, 3vº).
Porque obviamente el amor tiene que ser verdadero, es decir, amor con locura. Como el de Jesús por nosotros.
- Confesarse es misión imposible. En las iglesias no hay confesionarios, las horas de confesión son, por ejemplo, un cuarto de hora antes de comenzar la misa...si llega el cura.
- La atención parroquial está soportada por seglares con nula o precaria experiencia (en algunos casos, y hablo de primera mano, a favor del aborto por ejemplo) y están encargados de la catequesis o incluso dan la comunión.
- Las celebraciones eucarísticas, en muchos casos, pecan de falta de solemnidad y más de pachangueo entre amigos. En los sermones, la palabra amor y solidaridad inunda todos los días, pero temas de transcendencia y de obligación son realmente escasas.
- En muchos casos son ONG olvidando que Cristo dijo "id por todo el mundo A ANUNCIAR EL EVANGELIO". Es cierto que una CONSECUENCIA de ello es el amor y caridad...pero CONSECUENCIA...no la parte primordial.
Perdon si he molestado. Un saludo.
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FJD: Tiene usted razón, pero la responsabilidad también es jerárquica, no sé si me entiende.
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FJD: Esa es la situación que habría que prever, y no se hace. Por ahí iré en el próximo artículo.
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FJD: Claro, todo es posible.
Lo que me sorprende es que a estas alturas todavía no se haya ido a la raiz del asunto, en lugar de comentar los resultados a toro pasado año tras año.
Me explico, si se sabe que la cosa va mal desde hace décadas porqué no se ha actuado desde el principio, parece que tiene que pasar algo serio para que se empiece a hacer algo. Quizá que haya un cierre masivo de parroquias emblemáticas, o que estas no puedan sostenerse ni económicamente... quien sabe.
EL asunto de las vocaciones pasa indudablemente por una pastoral juvenil verdaderamente evangelizadora, y por lo pronto esa pastoral está ausente en la mayoría de las parroquias de cualquier provincia. La dejadez ha sido de tal calibre que ya no hay reemplazo para muchas tareas que se daban por hechas... por ejemplo la labor caritativa o la formación de niños.
Esa pastoral que debería haber debería pasar por tres ejes: familia, colegio y parroquia. Es verdad que en cuanto a las familias, poco se puede hacer... pero sobre los colegios y las parroquias la responsabilidad de la Iglesia es clara. En este sentido debería exigirse mejoras, rsultados y planes de evangelización, en lugar de dejar que cada cual haga de su capa un sayo como es habitual...
Usted hace unas cuentas sobre las necesidades de sacerdotes, yo le propongo otros numeros para reflexionar:
-Casi un 25% de los niños en edad escolar realiza sus estudios en colegios católicos
- Muchos de esos colegios, estan custodiados en principio por órdenes religiosas o carismas de mucha experiencia en materia educativa y evangelizadora.
Pero
¿realmente esos colegios están haciendo una labor pastoral de calidad, o que están haciendo?
¿no debería inspeccionarse esta pastoral?
¿cual es el plan pastoral que tienen, si es que tienen algo?
Desde luego, y porque sé de lo que hablo. Muchos centros que se dicen católicos en realidad no hacen nada, y en muchos casos lo que se hace es muy poco apropiado... por decirlo sin escandalizar a nadie.
Y permitamé decirlo, al tiempo en que hay colegios catolicos que tienen una labor ejemplar en pastoral juvenil, hay otras instituciones con mucho renombre que deberían inspeccionarse seriamente.
Hasta que los obispos no tomen las riendas de estos asuntos, y empiecen a tomar medidas en un sentido u otro, hay cosas que no van a cambiar. Al tiempo en que hay parroquias y colegios desgastandose por evangelizar y no se les apoya lo más mínimo, hay otros muchos que deberían haber sido intervenidos desde hace décadas. Sólo basta sacar las cifras de vocaciones en cada caso...
Por ejemplo, el arzobispado de Barcelona tiene unas 208 parroquias.
Supongo que hacen falta un mínimo teórico, sin contar incidencias y especialidades, de 208 curas párrocos para cubrirlas (416 si se incluye un vicario).
Entonces, cada edad entre 25 y 75 años debería haber un aproximado de 4 sacerdotes en cada edad, si son párrocos (8 contando además a los vicarios). El cálculo es dividir 208 por los 50 años, procedentes de la diferencia entre 25 y 75.
Esto haría que para que se mantuviera la población sacerdotal deberían ordenarse al menos 4 sacerdotes parroquiales al año (8 si incluimos a los vicarios).
Si el número de ordenaciones, según las estadísticas, es de media un 11% del total de seminaristas, entonces hacen falta 40 seminaristas (80 si se toman en cuenta a los vicarios).
¿Es ello correcto?
- Pues usted siga haciendo lo de costumbre y todos contentos. No es ninguna panacea, ¿sabe?, ni tampoco es para todo el mundo. Yo solo sé que me ha ido bien, y siendo algo muy esporádico.
Por cierto, "fusionado" con el Santo Rosario ni se imagina usted.
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