26.07.11

Conocer y querer

Sentidos y voluntad¿Qué pensar de esta proposición: Lo preliminar en el saber no es el problema gnoseológico: es un tema ético, de buen amor, que es como puede empezar a saberse bien”? Como decíamos en la respuesta a un mensaje del “post” anterior, hay que distinguir.

En este caso, las distinciones necesarias pienso que son la que hay entre el orden de la especificación y el orden del ejercicio, y la que hay entre el conocimiento de fe, el conocimiento filosófico y teológico, el conocimiento místico, y el conocimiento que el justo tiene de lo que se debe hacer en una situación concreta dada. Igualmente, se debe distinguir entre la evidencia inmediata y la evidencia mediata, y también entre el conocimiento sensible y el intelectual.

El orden de la especificación es aquel en que cada esencia y cada facultad son analizadas en sí mismas, en forma aislada, según lo que específicamente le corresponde a cada una. El orden del ejercicio es el de la existencia real, en el que las esencias y las facultades se dan simultáneamente y en forma coordinada, de diversas maneras.

Pero si en el orden del ejercicio estas cosas se dan unidas, no se dan confundidas o mezcladas, y si en el orden de la especificación hay que distinguirlas, no por eso hay que separarlas en el plano del ejercicio.

Por ejemplo, si preguntamos si la visión (sensible) depende de la voluntad, tenemos que responder que en el orden de la especificación, no, porque la vista, como toda facultad, es determinada solamente por su objeto, que en este caso es lo visible: el color, la luz, etc. Y así, por más que yo quiera, si miro en dirección a un elefante no voy a poder ver un caballo o un vaso lleno de agua. Pero en el orden del ejercicio, sí, porque según quiera, voy a mirar en dirección al elefante, o en otra dirección, o voy a cerrar los ojos.

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24.07.11

Non sine magno detrimento

Triunfo de Santo Tomás de Aquino (Filippino Lippi, c1480, Santa María sopra Minerva, Roma)A nivel intelectual, la actual crisis en el pensamiento católico tiene sus raíces en el abandono de la filosofía y la teología de Santo Tomás de Aquino.

Por supuesto que hoy día la crisis va más allá de lo filosófico y teológico; se trata de una verdadera crisis de fe en muchos llamados teólogos católicos, que ha encontrado campo propicio en la renuncia de muchos Obispos a ejercer su rol de guardianes de la sana doctrina en la Iglesia. Paradójicamente, cuando en el Concilio Vaticano II se acababa de subrayar la colegialidad y la corresponsabilidad episcopal.

Pero un componente intelectual importante, sin duda, de la crisis, es el abandono de la filosofía, y por tanto, de la teología, de Santo Tomás.

Para entender este aspecto de la crisis actual, hay que tener presente que la relación entre la filosofía cristiana y la filosofía moderna se reduce, esencialmente, a la relación entre el realismo y el idealismo filosóficos.

Dicho en forma muy rápida, para el realismo, la realidad que conozco es independiente de mi conocimiento y anterior a él. No depende por tanto, de mí, sino que yo dependo finalmente de ella. El origen de las cosas, y por tanto, de mí mismo, está fuera de mí. El realismo desemboca lógicamente en el creacionismo y en el monoteísmo.

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