31.05.24

La vida del cristiano: San Ildefonso y la oración (3)

   San Ildefonso escribió dos libros para guiar a los bautizados hacia la santidad. El primero, que se titula De cognitione baptismi (El conocimiento del bautismo), es una instrucción doctrinal y litúrgica acerca de la iniciación cristiana destinada a los catecúmenos, a los recién bautizados y a todos los fieles. Este tratado tiene su continuación en De itinere deserti (El camino del desierto), una catequesis espiritual acerca de las virtudes. Con espíritu evangelizador, buscaba suprimir de modo catequético las prácticas supersticiosas e idolátricas tanto de los germanos como de los hispanorromanos.

El texto está repleto de citas bíblicas y de alusiones a otros textos de la Escritura sin citarlos explícitamente1. Igual ocurre con los escritos de los Padres de la Iglesia (San Agustín, san Isidoro, san Gregorio Magno, san Inocencio I, san Gregorio de Tours), que son empleados abundantemente. Alimenta así nuestra oración y meditación, y también nos hace descubrir lo que vivía su autor, mediante oraciones que él mismo dirige a Dios. Comienza el tratado sobre el bautismo pidiendo a Cristo su ayuda para lo que desea exponer:

Jesús, hijo de David,ten compasión de mí, ilumina mis ojos para que vea que debo llegarme a ti, asegura mis pasos hacia ti para no desviarme del camino, abre mi boca para que pueda hablar de ti2.

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14.05.24

Orar a María y con María: San Ildefonso y la oración (2)

   El escrito más admirado de san Ildefonso, el tratado «De la Virginidad de Santa María», ha sido leído y meditado abundantemente, se conservan del mismo más de cincuenta códices manuscritos y según algunos es el libro más copiado y difundido de la Edad Media después de los textos litúrgicos, lo que indica la importancia que le dieron los mozárabes y los cristianos de los reinos peninsulares. Fue el primer tratado de teología popular mariana, que enseña las verdades de fe y muestra el modo de orar a la Virgen.

El libro fue redactado en defensa de la Virginidad y Maternidad de nuestra Señora frente a dos herejes y a un judío, e iba destinado a Quírico, obispo de Barcelona. El obispo de Toledo quiso difundir con este libro el amor y la devoción a María.

Con un cuidado estilo literario, reiterando las ideas principales y usando abundantes sinónimos, la prosa poética de este libro mostró el entusiasmo religioso del autor, y deslumbró a sus lectores durante siglos. Él mismo había orado diciendo: «Yo quiero ser esclavo de la Esclava del Señor».

Consta de doce capítulos precedidos de una humilde confesión de su pequeñez y de una oración suplicando la luz divina. A la misma Virgen María le pide ayuda para su proyecto de alabanza y defensa contra los que negaban su Virginidad o la menospreciaban. Con abundantes citas bíblicas del Antiguo y del Nuevo Testamento prueba la venida del Mesías, su acción y divinidad y el cumplimiento de las profecías. Desde ese fundamento cristológico proclama las maravillas de la Anunciación, de la Encarnación y del nacimiento virginal del Señor para finalizar su libro en una oración de súplica y ofrenda a Santa María.

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24.04.24

San Ildefonso y la oración (1)

Se ha publicado recientemente, recopilado por Pablo Cervera, una magnífica obra que recoge trabajos de muchos autores acerca de la oración según un abundante elenco de santos, beatos y venerables. Podría decirse que es una auténtica enciclopedia sobre la oración. Su título es “Los santos, maestros de oración“.

He tenido la oportunidad de aportar mi granito de arena comentando algunas ideas extraidas de los escritos de san Ildefonso, el obispo toledano de la época visigoda.

Comparto con los amables lectores un resumen -en cuatro entregas- de lo desarrollado en dicha contribución al libro que os recomiendo adquirir y leer en este año de la oración que nos prepara al Jubileo 2025.

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22.03.24

27.02.24

Consejos para el espíritu en la Cuaresma

   En estos días de la santa Cuaresma, comparto algunos textos de los Santos Padres Hispanos que nos hablan de la conversión a la que somos llamados, y de la lucha contra el mal en la que estamos embarcados a lo largo de toda la vida, con la confianza puesta en Cristo, que ha vencido con su Pasión, Cruz y Resurrección al pecado y a la muerte.

   También enlazo las oraciones publicadas el año pasado por estas fechas: https://www.infocatolica.com/blog/hispaniavisigotica.php/2303170145-oraciones-de-cuaresma

«La malicia de los hombres es la que corrompe la naturaleza que Dios creó entera. Este fue el primer pecado de la humanidad, esta la causa de la condenación original: que los primeros padres no quisieron permanecer como habían sido creados» (san Leandro).

«Huye del canto de sirenas, hermana mía, no vaya a resultar que, por prestar oídos complacientes a lo terreno, te desvíes del camino recto y des con el escollo o te engulla el abismo» (san Leandro).

«El diablo se introduce al interior del alma a través de los sentidos corporales» (san Leandro).

«Son libres aquellos a quienes no acusa su conciencia. En cambio, quienes tienen una conciencia culpable, aunque estén libres, se ven aprisionados por negras angustias como de cárcel» (san Leandro).

«Gran pecado ante Dios es injuriar al ausente y desacreditar la conducta del prójimo. No hay en esto ni rastro de caridad» (san Leandro).

«Que tu conciencia sea siempre inocente, y tus palabras limpias de culpa. Lo que es reprobable, no debes gustar ni de oírlo ni de pensarlo, mucho menos de decirlo o de hacerlo» (san Leandro).

«Evita el contagio de la codicia como de mortal epidemia» (san Isidoro).

«Aparta la lengua de palabras torpes u ociosas y, en cambio, muestra continuamente un corazón y lengua puros» (san Isidoro).

«La ociosidad es combustible de la liviandad y de los malos pensamientos; en cambio, por el esfuerzo del trabajo se echan fuera los vicios» (san Isidoro).

«Vicio que se descubre, pronto se cura. Mas el que queda oculto, cuanto más se tapare, tanto más profundamente penetra y serpea» (san Isidoro).

«Si a veces por el delito de uno perecen muchos, también a veces por la enmienda de uno se salvan muchos» (san Isidoro).

«El que confiesa espontáneamente la culpa que cometió, debe merecer el perdón que solicita. Por tanto, orad por él y sin tardanza, y otorgadle el perdón pedido» (san Isidoro).

«Aun después del bautismo, por el que se borran los pecados, debemos convertirnos a Dios todos los días mientras nos hallamos en este mundo. Conversión que nunca habremos realizado suficientemente» (san Isidoro).

«El que es sabio según el mundo, es necio según Dios» (san Isidoro).

«Nadie tiene mayor culpa que aquel que ignora a Dios» (san Isidoro).

«El amor de Dios aparta eficazmente al hombre del amor mundano y carnal» (san Isidoro).

«No ama a Dios quien desprecia sus mandamientos» (san Isidoro).

«Hacen mal uso de los bienes quienes emplean para usos torpes lo que Dios les ha concedido, como son el talento y los demás dones de Dios» (san Isidoro).

«Triple es el camino de la conversión a Dios: al comienzo, con placer; en la etapa media, con esfuerzo; y en la culminación, con reposo» (san Isidoro).

«Todo converso debe primeramente enmendar sus obras y luego los pensamientos, de suerte que primero reprima la mala acción, y después la inclinación pecaminosa, para que la malicia no perdure en el pensamiento» (san Isidoro).

«Los vicios, antes de la conversión, mantienen con el hombre una especie de alianza; mas cuando se los extirpa, se alzan con una fuerza más impetuosa» (san Isidoro).

«A la conversión precede la multitud de los pecados; tras la conversión sigue un gran número de tentaciones. Así dispone su ánimo para las virtudes mediante la lucha contra el pecado» (san Isidoro).

«Si fuimos capaces de imitar en el vicio a los perversos, ¿por qué somos negligentes en seguir a los justos por la senda del bien?» (san Isidoro).

«Nada hay peor que reconocer la culpa y no llorarla con amargura» (san Isidoro).

Continuará…