La frialdad de un "Corpus" muerto y sin alma
Tras un trienio con un Plan Pastoral mal ideado, erróneamente presentado y peor ejecutado, nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo empeñose en convertir la solemnidad de Corpus en el colofón de su “fiesta pastoral”.
Con tal fin, se dedicó a exhortar a una total participación del “no-va-más” de la Diócesis en su “plena vitalidad”. ¿Resultado? Una paradoja. Y no podía esperarse nada más.
Excepto aquellos que ostentan cargos de confianza (el aparato oficialista) y que por “dictado supremo” tuvieron que acudir a una celebración, no solamente en la que nunca han creído, sino que siempre ha sido objeto de sus más feroces críticas, el clero ciudadano y diocesano brilló por su ausencia. ¡Había que ver cómo endosaban obligados las casullas algunos arciprestes que hacía años no se las ponían! De postal del “Escudo de Oro”.
Pero lo más paradigmático fue el concurrido “pueblo de Dios” que salvó el aforo de la concentración eucarística. Y he aquí la paradoja: la concentración fue salvada por todos aquellos grupos y movimientos que no sólo se encuentran alejados de toda responsabilidad en el gobierno de la Archidiócesis, si no que ordinariamente son los más vilipendiados por la mordaz crítica de la izquierda progresista y nacionalista a la que Sistach ha dado el control absoluto y despótico de la inmensa mayoría de las instituciones diocesanas.