Dos sacerdocios, dos Iglesias irreconciliables (por ahora)
El pontificado del Cardenal Martínez Sistach polariza desde el primer momento la Iglesia barcelonesa en dos bandos irreconciliables. Progresismo y anti-progresismo centrarán, con la aparición de Germinans, una lucha continuada, sin límites, sin fronteras. La mente clara y los pasos decididos marcados por Benedicto XVI, a quien con enorme dosis de hipocresía dedicó su mensaje semanal el Cardenal Sistach, como siempre dos actitudes, dos guiños, dos caras, nos indican cual es el verdadero modelo de sacerdote que necesita la Iglesia.
Comúnmente llamada “progresista” es la Iglesia de Mn. Joan Cabot, párroco de Nuestra Señora de Lourdes en Pueblo Seco, a quien vemos sentado con pantalones cortos y gesto circunspecto ante la alocución que el Abad de Montserrat dirigió a sus feligreses en la Romería de este año. ¡Así se presenta un párroco encabezando una peregrinación de su feligresía, si señor! ¡Con dos botarrones!
Pero hay más. Porque esa fotografía es un reflejo de la Iglesia que construye Cabot y el progresismo barcelonés. Vacíos los templos de vida de piedad y sacramental, los llena con presentaciones de libros, en el que el párroco hace de presentador y técnico de luces y sonido o con alguna Maratón por alguna causa solidaria en la que los niños cantan o danzan en el templo, u organizando un concierto folk o rock de “nueve a doce”, con la batería delante del altar.