El tenis es católico; el golf, protestante
Hablando de la confesión, hace años leí (*) una metáfora sugerente extraída de una obra de un dramaturgo norteamericano, que desde entonces no dejo de comentar por lo clarificadora que me parece.
El título lo dice todo: El tenis es católico; el golf, protestante
Sin embargo, requiere una explicación sobre todo para aquellos que no están especialmente familiarizados con la distinta dinámica de estos dos deportes
En el tenis se disputa cada tanto ganando (o perdiendo) sucesivamente juegos (el mejor de 4 tantos), sets (el mejor de seis juegos) y partido (el mejor de tres o cinco sets).
Ganado o perdido el tanto, se disputa otro tanto. Igualmente, ganado o perdido un juego se inicia el siguientey por último, ganado o perdido un set, se comienza uno nuevo, siempre desde cero.
Esto ha dado lugar en la historia del tenis a remontadas como, por ejemplo, la final de Roland Garros de 1984 donde el checo Ivan Lendl después de haber perdido los dos primeros sets con John McEnroe por 6-3 y 6-2 terminó ganando el partido en los tres restantes por un épico 6-3, 6-2, 4-6, 5-7 y 5-7. ¿La razón? Cada vez que finaliza un juego o un set, la competición vuelve a empezar desde cero y, por ello, a pesar de haber perdido las dos primeras mangas, al ganar las restantes, conseguía dar la vuelta al resultado remontando todo lo perdido.
En el golf, sin embargo, la dinámica es distinta. Juegas 18 hoyos, cada uno de los cuales debe hacerse en un determinado número de golpes, Si en alguno de los hoyos te va mal y superas ese número de golpes arrastras ese retraso hasta el final del partido haciendo muy difícil remontar una mala racha pues esta te acompaña acumulativamente hasta el final del recorrido. Nunca consigues empezar de cero.
No se si para los que no conocen el juego esta explicación les ha orientado, pero para los que lo conocen, seguro que ya han entendido el sentido de la afirmación de la que partimos.
Uno de los personajes de la obra teatral en cuestión (precisamente un pastor episcopaliano) lo resume sintéticamente en la siguiente frase “En el tenis, cada juego, cada punto, permite una nueva oportunidad. Todo lo contrario que en el golf, donde arrastras un error en el primer hoyo hasta el final del recorrido”
El perdón de los pecados que los católicos ─por la Gracia de Dios y a través del sacerdote─ obtenemos, nos permite empezar de cero, confiados en la misericordia y esperanza que Dios nos promete. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
982.- No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. No hay nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón siempre que su arrepentimiento sea sincero. Cristo, que ha muerto por todos los hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva del pecado (cf. Mt 18, 21-22).
En el caso de los protestantes no es así. Agudamente el dramaturgo norteamericano pone en boca del pastor esta ilustrativa frase: “Lutero lo hizo mucho más difícil cuando nos puso a cargo de nuestra propia salvación”
En definitiva: en el “católico” tenis la posibilidad de remisión de los pecados y esperanza en Dios está siempre presente, en el golf “protestante” impera la predestinación y el pesimismo luterano.
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(*) Artículo de Carmelo López Arias, en Religión en libertad, sobre la obra de teatro “The old boy”, de A.R. Gurney,