(EWTN/InfoCatólica) En el Aula Pablo VI, el Santo Padre explicó que Teresa de Ahumada nació en Ávila (España). En la adolescencia la lectura de libros profanos la conduce a una vida mundana, pero posteriormente la lectura de autores espirituales “la inician en el recogimiento y la oración. A los veinte años entra en el monasterio carmelita de la Encarnación, en Ávila”.
El Papa resaltó que en la lucha contra las graves enfermedades, Santa Teresa “ve el combate contra las debilidades y las resistencias a la llamada de Dios. En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa llega a la cumbre de la lucha contra sus propias debilidades”.
“Paralelamente a la madurez de su vida interior, la Santa comienza a desarrollar concretamente el ideal de reforma de la Orden Carmelita: en 1562 funda en Ávila, con el apoyo del obispo de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el primer Carmelo reformado. En los años siguientes prosigue las fundaciones de nuevos Carmelos, en total diecisiete. Es fundamental el encuentro con San Juan de la Cruz, con quien, en 1568, en Duruelo, cerca de Ávila, funda el primer convento de Carmelitas Descalzos”. La santa muere en 1582. Fue beatificada por Pablo V en 1614, canonizada por Gregorio XV en 1622 y proclamada Doctora de la Iglesia por el Siervo de Dios Pablo VI en 1970.
Benedicto XVI resaltó que “Teresa de Jesús no tuvo una formación académica, pero siempre hizo tesoro de las enseñanzas de teólogos, literarios y maestros espirituales”. Entre sus obras, destacan el Libro de la vida, en el que presenta su alma a San Juan de Ávila; Camino de perfección, dedicado a sus religiosas como programa espiritual y la “obra mística más famosa es El Castillo interior o las Moradas”, en la que muestra “el desarrollo de la vida cristiana hacia la santidad”. A su actividad de fundadora de los Carmelos reformados dedica el Libro de las fundaciones.
Enseña a orar
Refiriéndose a la espiritualidad teresiana, el Papa destacó “las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y humana; una profunda sintonía con los grandes personajes bíblicos y la escucha de la Palabra de Dios. La Santa subraya también que la oración es esencial”. En este sentido, señaló que “al lector de sus obras le enseña a orar, rezando con él”.
“Otro tema preferido de la santa es la centralidad de la humanidad de Cristo. De ahí la importancia que concede a la meditación sobre la Pasión y a la Eucaristía, como presencia de Cristo en la Iglesia, para la vida de cada creyente y como corazón de la liturgia. Vive además un amor incondicional a la Iglesia”.
Benedicto XVI subrayó un último aspecto esencial de la doctrina de Teresa: “la perfección como aspiración de toda la vida cristiana y meta final de la misma”.
Maestra para los fieles de todos los tiempos
Finalmente resaltó que “Teresa de Jesús es una verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todos los tiempos. En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, Santa Teresa nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción”.
“El ejemplo de esta santa, profundamente contemplativa y eficazmente laboriosa, nos empuje a todos a dedicar cada día el tiempo adecuado a la oración, a la apertura a Dios, para hallar su amistad y así la verdadera vida. Por eso, el tiempo dedicado a la oración no es un tiempo perdido; es un tiempo en el que se abre el camino de la vida, para aprender de Dios un amor ardiente a Él y a su Iglesia, y una caridad concreta con nuestros hermanos”.