(Agencia Fides/InfoCatólica) Los cristianos sufren dificultades, inquietudes y persecuciones en Pakistán, pero mantienen viva la flama de la fe, según declaro en una entrevista a Fides el padre Mario Rodriguez, sacerdote que vive en Karachi y Director de las Obras Misionales Pontificias en el país. Aquí la entrevista realizada por la Agencia Fides:
- ¿Nos puede ilustrar la situación de los cristianos en Pakistán? ¿Cómo viven su fe?
Los cristianos en Paquistán, aún siendo una pequeña minoría, son personas de profunda fe. Frecuentan regularmente la Iglesia, leen la Biblia y le dan un lugar central en sus vidas. Puedo afirmar sin ninguna duda que son personas prontas a dar su vida por la fe.
-¿Confirma los problemas y las persecuciones que sufren?
En muchas partes del país la persecución es latente, pero puede explotar en cualquier momento. Uno de los mayores problemas es la llamada ley sobre la blasfemia, que quiere tutelar el nombre el Profeta Mahoma. Si alguien lo ofende, puede ser condenado a muerte. Pero hay evidentes instrumentalizaciones. Por ejemplo, si un musulmán quiere comprar un terreno que le pertenece a un cristiano, y este no quiere venderlo, es posible que el musulmán se organice y, con un grupo de falsos testimonios, acuse al cristiano de blasfemia. Y ahí comienza su calvario que, en el mejor de los casos, pasa por las aulas judiciales, pero que en muchos casos termina fácilmente con la destrucción de la propiedad y con la eliminación física del cristiano y de su familia, con una indiferencia general. Como comunidad cristiana pedimos el respeto de nuestros derechos y hemos recurrido a abogados y a las autoridades.
-¿Cómo vive la comunidad católica el espíritu misionero en un país islámico?
En el Evangelio se dice: “Vosotros sois la sal de la tierra”. Con la imagen de la sal podemos describir la comunidad católica paquistaní, que es menos del 1% de la población total. Como cristianos tratamos de dar testimonio en un país islámico sobre todo a través de gestos de amor. Por ejemplo, con la instrucción y la asistencia médica. Muchos musulmanes frecuentan nuestras escuelas o acuden a nuestros médicos y a nuestros hospitales, pues conocen su celo y su compromiso. Así se difunde también el amor de Cristo, que anima a la Iglesia católica.
Uno de los principales problemas es que es ilegal convertirse del islam a otra religión, mientras que no el contrario. Si se descubre que un musulmán se ha convertido a otra religión, su vida está en peligro. Es por eso que alerto siempre a los que vienen a mi parroquia y piden el Bautismo. Pero muchos, con un admirable testimonio de fe, y sabiendo de los peligros que corren, me responden: “Padre, no puede ciertamente impedirnos venir a la Iglesia”