(CNA/InfoCatólica) La etapa escolar puede ser difícil, pero en ocasiones se convierte en una fuente de gracia. Así sucedió con la familia McCoppin, y en particular con la hija mayor, Kelly, que se graduó recientemente del Instituto Católico Saint John Paul the Great, en Potomac Shores, Virginia.
Según relata su madre, Courteney McCoppin, Kelly comenzó sus estudios en una escuela pública, pero diversos factores sociales, sumados a la pérdida de dos abuelos, la llevaron a una profunda depresión.
«Su primer año en la escuela pública fue terrible. Estaba en caída libre», explicó Courteney. «Supe que teníamos que sacarla de allí».
Una amiga le recomendó el instituto católico Saint John Paul the Great, dirigido por las Hermanas Dominicas de Santa Cecilia. Courteney recuerda haber visitado el sitio web del colegio y quedar tan impresionada que enseguida solicitó una visita.
«Era un faro de luz», afirmó. Inscribieron a Kelly, quien ese verano se presentó a las pruebas para formar parte del equipo de animadoras. La posibilidad de comenzar de nuevo era emocionante, aunque Courteney albergaba ciertas dudas sobre el entorno católico.
«Kelly me dijo: ‘¿Y si me hago católica?’», compartió Courteney con el periódico The Arlington Catholic Herald. «En ese momento, yo aún tenía una actitud contraria al catolicismo. Mi madre, ya fallecida, era judía, y mi padre era agnóstico. Ambos se volvieron ateos con el tiempo».
El padre del esposo de Courteney, en cambio, era católico. Antes de fallecer, aprovechaba cada oportunidad para transmitir la fe a sus nietos.
«Cada noche que íbamos a su casa, el abuelo rezaba con nosotros», recordó Kelly. «Nos enseñó el Padrenuestro y el Ave María. Mi hermana Alyssa era quien rezaba el rosario con él y lo acompañaba a misa».
Cuando Kelly comenzó su primer curso en Saint John Paul the Great, Courteney ya no se oponía a que su hija se hiciera católica. Lo importante era que dejara atrás la oscuridad anterior. Pronto, Kelly empezó a interesarse por la fe.
«Fue en mi clase de antropología cristiana cuando estudiábamos a Santo Tomás de Aquino. Su argumento sobre la causalidad me lo confirmó todo», dijo Kelly. «Era una explicación lógica».
Comenzó a visitar la capilla, a reunirse con el capellán del colegio, el padre Christopher F. Tipton, y a asistir a los encuentros de oración «Noches con Jesús». Más adelante, pidió a su familia que empezaran a asistir juntos a misa los domingos.
«Mientras Kelly se abría a la fe, yo emprendía mi propio camino», explicó Courteney. «Leí su libro de texto de antropología y también la obra Una canción para Nagasaki, de Paul Glynn. Sentí una fuerte conexión con el autor y me dejé llevar».
Ese mismo diciembre, el último domingo antes de Navidad, la familia decidió acudir a la parroquia del Sagrado Corazón, en Manassas. Desde entonces, no han dejado de asistir.
«Todo encajó perfectamente», afirmó Courteney. «En enero de 2023, la parroquia organizó un programa de catecumenado adaptado para toda la familia. Ingresamos en la Iglesia durante la Vigilia Pascual, el 8 de abril de 2023. Fui bautizada y confirmada junto con Kelly, Alyssa y nuestro hijo Rhys. Mi esposo, James, fue confirmado, ya que estaba bautizado».
La familia McCoppin expresa su profunda gratitud por el papel que desempeñó el instituto en su camino de fe, especialmente Kelly, que se graduó en mayo. «Creo que Saint John Paul the Great es el mejor colegio del país y su programa de bioética es maravilloso», aseguró. «Tenemos muchísimas oportunidades increíbles y los profesores se preocupan de verdad por nosotros».
Este otoño, Kelly tiene previsto comenzar sus estudios de español y enfermería en la Universidad Franciscana de Steubenville, en Ohio.