(InfoCatólica) La marcha comenzó en la iglesia de Saint-Sulpice, en París, y recorrió aproximadamente 100 kilómetros en tres días, hasta llegar a la catedral de Chartres el lunes por la tarde.
El recorrido se dividió en tres etapas: unos 40 km el sábado, otros 40 km el domingo, y cerca de 20 km el lunes. Cada noche se instalaron campamentos de gran extensión, de hasta 10 hectáreas, donde los participantes acampaban, recibían asistencia médica, comían y celebraban la liturgia.
Durante la peregrinación se celebraron 327 misas, se distribuyeron 36 500 hostias y participaron más de 1 000 voluntarios, incluidos equipos médicos y miembros de la Orden de Malta. La peregrinación fue estructurada en “chapitres” o capítulos, agrupaciones temáticas o regionales, que marchaban con sus banderas y cantos propios.
La liturgia se celebró exclusivamente según el rito tradicional en latín. El domingo se ofició una misa solemne, celebrada por Mons. Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astaná (Kazajistán), y transmitida por el canal de noticias francés CNews. En sus palabras, Schneider destacó: «Este rito nos eleva el alma hacia Dios. No es una nostalgia, es una fidelidad viva».
El perfil de los participantes fue mayoritariamente juvenil. Según los organizadores, un 30% de los peregrinos no venían del mundo tradicionalista. Algunos testimonios recogidos por los medios franceses destacan el impacto espiritual como elementos centrales de la experiencia. «Hacía tiempo que quería descubrir otra forma de vivir mi fe», explicó Matthieu, de 22 años, al diario Le Journal du Dimanche. Por su parte, Hubert, veterano de la marcha, afirmó: «Duele, pero nos permite mantenernos humildes, ayudarnos y superarnos».
Henri d’Anselme, conocido en Francia por haber intervenido para detener un ataque con arma blanca en Annecy en 2023, participó también en esta edición. Declaró a Europe 1:
«Hay un orden en este peregrinaje. Todo está medido. Es un equilibrio entre oración, sacrificio y comunidad».
Desde el punto de vista institucional, el evento ha sido recibido con cierta distancia por parte de la Conferencia Episcopal Francesa, algunos se han acogido a una supuesta “ambigüedad” de una parte del movimiento tradicionalista. Sin embargo, la asociación organizadora ha reiterado su fidelidad a la Iglesia y a la comunión con Roma. «No venimos a oponernos, sino a ofrecer. Lo nuestro es una fidelidad que busca construir», declararon fuentes de Notre-Dame de Chrétienté.
Incluso el diario anticlerical El País de España se ha hecho eco este año. Y a pesar de intentar un tratamiento despectivo («hordas de fieles») los pasajes más descriptivos están animando a los fieles a participar en siguientes ediciones o bien en España en julio a Covadonga o en Argentina en Luján.
«Amenizan las horas cantando y rezando en latín y acariciando las cuentas de sus rosarios mientras empujan carritos de bebé o los más jóvenes saborean una cerveza» dice el diario. «Quién podrá resistirse» comenta sonriente un joven que acaba de inscribirse a Nuestra Señora de la Cristiandad Oviedo-Covadonga.
La peregrinación de Chartres se celebra cada año durante el fin de semana de Pentecostés desde 1983. La organización actual asumió el evento en 1994. Su modelo ha inspirado iniciativas similares en otros países como España, Argentina y Estados Unidos.