(KathPress/InfoCatólica) El Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, máximo representante de las Iglesias ortodoxas a nivel mundial, instó este viernes en Múnich a las religiones a contribuir activamente a la paz. Según afirmó, la experiencia religiosa debe servir para sanar heridas y no para fomentar enfrentamientos bélicos. «Una religión que, en nombre de su cielo, degrada al ser humano y devasta la tierra, no merece respeto», declaró.
El primado honorífico de las Iglesias ortodoxas destacó la importancia del diálogo. En este sentido, criticó la visión común de identidad como algo cerrado y excluyente. «Nuestra identidad no se ve amenazada por la apertura al otro, sino por la introversión estéril», afirmó. Y añadió: «Sé por experiencia propia que el diálogo enriquece la identidad de quienes participan en él». A su juicio, un diálogo auténtico no conoce perdedores. «El gran reto para el hombre contemporáneo es combinar la fidelidad a la propia tradición con la apertura al prójimo».
Un reconocimiento a su labor
Durante su visita a Múnich, Bartolomé, de 85 años, recibió dos galardones: el Premio Ecuménico de la Academia Católica de Baviera y el Premio Abad Emmanuel Heufelder de la Abadía benedictina de Niederaltaich. Por primera vez, ambas distinciones se entregaron conjuntamente. En la ceremonia participaron destacadas personalidades del ámbito político, eclesial, social y académico, entre ellas el arzobispo de Múnich, el cardenal Reinhard Marx, y el obispo regional de la Iglesia evangélico-luterana de Baviera, Christian Kopp.
En su discurso de homenaje, el obispo evangélico Heinrich Bedford-Strohm calificó al patriarca como una conciencia global. «En un mundo desgarrado por la guerra, la desigualdad, el colapso climático y el autoritarismo creciente, Bartolomé se ha convertido en una voz moral que no conoce fronteras», afirmó el presidente del comité central del Consejo Mundial de Iglesias (Consejo Ecuménico de Iglesias, CMI).
Compromiso con la creación
Bedford-Strohm subrayó que el Patriarca Bartolomé ha defendido la paz en Ucrania, los derechos de los refugiados, el diálogo interreligioso «y una economía global que respete tanto a las personas como al planeta». Ha intervenido ante el Parlamento Europeo y ante las Naciones Unidas, recordando a los líderes políticos «que el poder no puede desvincularse de la responsabilidad ética». Con ello, sostuvo, Bartolomé encarna «lo mejor que puede ser un liderazgo religioso: no sectario ni autoprotectivo, sino profético, abierto y profundamente enraizado en la compasión».
«Con estos premios no solo se honra a un líder eclesial», concluyó Bedford-Strohm, «sino a una visión: la de una humanidad reconciliada con la creación, de Iglesias reconciliadas entre sí y de un mundo que todavía cree en la justicia y la misericordia».